Sunday, March 8, 2015

8 de marzo - Colombia




Nota – Con motivo del próximo 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el órgano de los camaradas de la Unión Obrera Comunista (MLM) de Colombia Revolución Obrera nº 423, de 2 de Marzo de 2015 publica diversos artículos sobre esta cuestión de los cuales reproducimos varios de ellos:
¡EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA ES INCONCEBIBLE SIN LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER!
La opresión de la mujer tuvo su origen, al igual que el Estado, con el surgimiento de la propiedad privada, donde se derrocó el derecho materno. Desde ese momento, a lo largo de la historia de la humanidad, la mujer sufre una doble opresión. Hoy bajo el capitalismo, la clase obrera que está destinada a abolir para siempre el oprobioso sistema que la subyuga, es la única que podrá garantizar realmente la emancipación de la mujer.
En Colombia la sociedad capitalista, dominada semicolonialmente por el imperialismo, agudiza todas las contradicciones sociales y es cuando se hace más feroz el ataque del enemigo antagónico del proletariado: la burguesía. Dicha arremetida se descarga con más fiereza sobre las mujeres, lo que no se puede disimular ni con las campañas en defensa de sus derechos, ni con los discursos de los gobiernos representantes de la burguesía, los terratenientes e imperialistas, que por apariencia, son pacifistas y de mucha preocupación por las oprimidas, pero que en realidad velan las injusticias de esta sociedad capitalista, que incrementa la miseria de forma absoluta, atranca el desarrollo de la humanidad y exacerba al máximo todas las contradicciones, como por ejemplo entre explotados y explotadores, entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el manual y entre el hombre y la mujer. Contradicciones que solo se empezarán a resolver bajo la Dictadura del Proletariado, con las medidas que la Revolución Socialista adopte en estos terrenos
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Sostener el dominio de una clase minoritaria dueña ña de los medios de producción sobre una mayoría que solo posee su fuerza de trabajo para venderla al mejor postor, no puede hacerse si no es reforzando la opresión e infundiendo todo lo reaccionario. Así es como el dominio de las clases dominantes legitima al hombre − donde el obrero espontáneamente es impulsado a comportarse de igual modo−, para ser un opresor en la relación con la mujer, particularmente con su esposa e hijas. Es decir, que el capitalismo no se puede sostener sin la doble opresión y explotación que ejerce sobre las mujeres obreras: la marital y la del burgués.
Los medios de comunicación burgueses hablan de la igualdad de la mujer, pero en realidad, para esta clase explotadora y parásita son objetos de placer y bestias de carga para producir ganancias, y es por ello que se ensañan especialmente contra ellas, haciéndolas por ejemplo, la principal víctima de la guerra contra el pueblo, donde en Colombia son la mayoría de los más de 6 millones de desplazados.
La pequeña burguesía ilusiona a las masas con resolver el problema de la igualdad de la mujer sin la necesidad de derrocar a la burguesía, mediante la revolución proletaria, desviando la lucha del pueblo contra su enemigo principal y la solución para su liberación, consistente en preparar la insurrección popular que destruya el Estado, sostén principal de esta dominación de clase, para dar paso al ejercicio de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo, donde la mujer sí podrá tener plenos derechos y libertades.
La clase obrera necesita comprender la importancia de la participación de la mujer en su lucha inmediata y estratégica; solo la clase obrera podrá jugar su papel de vanguardia en la revolución social y política si comprende la relación de doble opresión a la que el capitalismo somete a las mujeres, y que su emancipación como clase obrera será imposible sin la lucha por la emancipación de las mujeres, que a su vez solo podrán emanciparse participando en la lucha de los obreros por la revolución social y política.
En una sociedad capitalista, basada en la propiedad privada y en la explotación del trabajo asalariado, no puede haber emancipación para el género femenino, sino únicamente una igualdad formal y jurídica −la que reza en la burguesa Constitución Política de Colombia−, que es la máscara perfecta para engañar a las mujeres desplazadas, indígenas, a las campesinas y obreras, manteniendo su verdadera situación de sometimiento en la fábrica, en el campo y en el hogar.
De acuerdo a lo anterior, las mujeres deben confiar en que una revolución social y política dirigida por el proletariado podrá destruir de raíz las relaciones de explotación, acabar con la propiedad privada y establecer unas relaciones sociales de producción; es decir, el socialismo. Esta es una necesidad y solo se puede lograr con la participación de las mujeres. La historia de los grandes cambios sociales, ha demostrado que su participación ha sido decisiva, por ejemplo en la Comuna de París en 1871, donde las comuneras jugaron un papel determinante; en la revolución bolchevique de 1917 y en la revolución China en 1949, donde la lucha de las mujeres no solo fue crucial en la revolución socialista, sino en la construcción del socialismo y en la lucha por ejercer la dictadura omnímoda sobre la burguesía.
Es indispensable que las mujeres se integren al proceso de construcción del Partido de la clase obrera en Colombia y a la lucha por la revolución socialista; sin su participación no se podrá cumplir bien el papel de vanguardia de dicho Partido, y le será imposible dirigir bien. Hoy las mujeres en la India son protagonistas en la Guerra Popular que dirige el Partido Comunista de la India Maoísta, e incluso son mayoría en muchos de sus organismos de dirección, y esto es un ejemplo para los revolucionarios del mundo. Es una necesidad que hoy la mujer participe conscientemente en la lucha de clases, en la preparación de la Huelga Política de Masas y en las organizaciones sindicales.
Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)
LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER, FORMA PARTE DE LA EMANCIPACIÓN DEL TRABAJO ASALARIADO
Todos los días suceden nuevos y más horrendos casos de opresión contra la mujer, que despiertan mayor odio contra este podrido sistema. Las fuerzas reaccionarias encuentran en el género femenino una gran fuente de lucro y una forma de reforzar su dominación sobre los oprimidos, por esto se ensañan por ellas. La mujer está sometida a una doble opresión –por parte del régimen y por parte del género masculino−, y condenada a una doble jornada –en su trabajo y en la casa llevando la principal carga de las labores domésticas−, haciendo más difícil su organización y resistencia.
Todas las clases se pronuncian ante tan evidente y repudiable opresión a las mujeres, ofreciendo ayuda y solución. Los capitalistas son hipócritas cuando plantean el problema, porque su deplorable sistema es el engendro de la injusticia, la discriminación y el sometimiento; declaran que la Constitución Política y su ley ofrecen igualdad burguesa a la mujer, pero en los hechos los fallos y acciones jurídicas no garantizan una protección real y efectiva para ellas, aún cuando se cuente con recursos económicos para la defensa. Cada vez se hace más palpable la desigualdad real de la mujer en la sociedad, pues el capitalismo no las libera de su sometimiento y discriminación, por el contrario acentúa su doble opresión. La pequeña burguesía es inconsecuente cuando plantea una salida, porque no acepta que la opresión de la mujer, solo puede resolverse definitivamente en una sociedad donde no exista la propiedad privada y explotación del trabajo. Difundir que la igualdad de la mujer se puede lograr con la justicia que ofrece este sistema, es alabar y embellecer el capitalismo.
Solo el movimiento obrero tiene un verdadero interés en resolver el problema de la mujer y responder de inmediato revolucionariamente a la agresión, porque es ésta la mitad de la sociedad, porque su fuerza poderosa es vital para luchar contra la injusticia y por la emancipación, porque su doble condición de oprimida y explotada le da al movimiento mucha más radicalidad y firmeza en su combate. Solo el movimiento obrero puede ofrecer la garantía a las mujeres para que se organicen y luchen con independencia, contra los abusadores, violadores, explotadores y opresores, porque es el más interesado en desatar todas las fuerzas revolucionarias contra este putrefacto orden de cosas, para agudizar todas sus contradicciones y golpearlo mortalmente.
La burguesía, contiene y desvía la rebeldía de las masas para evitar la revolución; la pequeña burguesía es tímida y prefiere no radicalizar demasiado la lucha de clases, porque sus aspiraciones de vivir de la explotación asalariada siempre están latentes. El proletariado es la única clase, de las enfrentadas a la burguesía, verdaderamente revolucionaria. Por esto las mujeres y sus organizaciones, que buscan justicia a los crímenes cometidos en su contra, no deben dudar que solo en el movimiento obrero encontrarán un apoyo consecuente para acabar de raíz las causas de sus males, que están en el sistema de opresión y explotación, basado en la expropiación absoluta de los trabajadores y el sometimiento de la mayoría por una escasa minoría opresora y parásita. El proletariado revolucionario llama a al movimiento femenino a unir desde ahora su lucha contra la opresión de género, a la lucha de la clase obrera como clase oprimida por el capitalismo.
Los objetivos y las tareas de la lucha del proletariado, son a largo plazo, la conquista violenta del poder político y la instauración del socialismo, pero ante la terrible situación de superexplotación, hay que obtener las reivindicaciones para evitar la degeneración y exterminio físico y moral del proletariado, y en esta lucha de resistencia también hay que organizar la respuesta revolucionaria de las mujeres a los abusos en esta sociedad.
¡Solo la dictadura del proletariado puede ofrecer a la mujer grandes avances hacia su emancipación definitiva.
¡Los hipócritas capitalistas, con una mano ofrecen ayudas “humanitarias” a la mujer, y por el otro, aprietan el grillete de la superexplotación rebajando el salario a más no poder!, ¡por un lado crean decretos de protección, y por el otro intensifican las medidas opresoras contra el pueblo!; ¡no ofrecen soluciones de empleo, cercenan la salud y la educación públicas para las familias obreras, siendo la mujer la que más padece estas consecuencias!
¡Infames embaucadores!, hablan de estar preocupados por los niveles de desigualdad entre hombres y mujeres y ofrecen “oportunidades” para que ellas tengan capacitación, subsidios y trabajo, cuando en los hechos, los más beneficiados de tener un mercado abundante de fuerza laboral más oprimida y dócil a las duras jornadas y a los pírricos salarios, son los patronos chupasangre.
¡Falsos humanistas! Que se muestran como campeones de la lucha contra los flagelos que azotan a las mujeres, mientras llenan sus bolsillos con los beneficios que otorga “atender” asus calamidades.
Para el capitalismo la mujer trabajadora no tiene otro significado que mano de obra barata, ahorro en los costes de fuerza de trabajo, plusvalía. En esta sociedad la mujer es trofeo de supremacía y poder, objeto de lujuria, fuente de ganancia que se compra y se vende al mejor postor, por esto detener su esclavista comercialización, no puede ser posible en este régimen del becerro de oro.
Mientras prosiga el reino de la explotación, todas las mujeres seguirán siendo doblemente oprimidas; y las obreras, doblemente explotadas ¡No es posible su plena igualdad y libertad, si prosigue la dictadura de la minoría opresora sobre la inmensa mayoría! ¡La equidad de género es una utopía en un sistema donde se arruina y expropia a los trabajadores! ¡No habrá justicia para los oprimidos, mientras los engranajes del derecho y la moral se muevan con la ganancia capitalista.
Deben organizarse con independencia y como parte del movimiento obrero. Usar los medios de la denuncia política y de la lucha directa y revolucionaria para resistir a los casos de opresión y superexplotación. Es necesario sumar la poderosa fuerza de la mujer a la lucha por la construcción del Partido, a la organización de los luchadores, al fortalecimiento del movimiento sindical, a la preparación de la insurrección en Colombia.
El movimiento revolucionario de la clase obrera, tiene como tarea principal del momento la formación de un Partido político, independiente y revolucionario, que de verdad represente a esta clase en la lucha contra sus enemigos. Las mujeres luchadoras y dirigentes de masas tienen un lugar especial en dicho Partido, que por sus métodos y estilos de trabajo, deberá garantizar las condiciones para que ejerzan sus labores en la revolución, al igual que los hombres.
CONSTRUYENDO EL PARTIDO – UN SEGUNDO MOVIMIENTO PARA ATRAER A LAS MUJERES DE VANGUARDIA
La crisis económica del capitalismo mundial pone al sistema en un callejón sin salida. Las poderosas fuerzas del trabajo social se ven constreñidas, crece la miseria de los trabajadores, la especulación, el desempleo… agravando la crisis social y exacerbando la lucha de clases en todos los países. La burguesía es incapaz de gobernar las fuerzas económicas y sociales que se rebelan contra las relaciones de explotación. La situación empuja a los trabajadores a tomar las riendas de la dirección de la sociedad en la perspectiva del socialismo y el comunismo.
Una magnífica situación objetiva; sin embargo, también la crisis multiplica por cientos las lacras del sistema, como la delincuencia y la prostitución; despierta las pasiones más bajas mostrando en toda su extensión el avanzado estado de agonía de un sistema caduco, que destila podredumbre por todos los poros y exige darle muerte para enterrar con él la contaminación.
Pero la crisis no solo acrecienta el hambre y la miseria en la parte de la sociedad trabajadora, sino también la opresión y la degradación de la mujer y los niños. Es tal la situación que la burguesía se ve obligada a emprender campañas hipócritas en defensa de las mujeres ante el incremento de la violencia y el maltrato físico y sicológico contra ellas, ya no solo como víctimas de la guerra reaccionaria, sino además de quemaduras con ácido, violación, asesinato, mercantilización abierta y disimulada (trata de blancas, pornografía, concursos…), profundizando cada vez más la gran desigualdad entre el hombre y la mujer. La supuesta igualdad bajo la sociedad burguesa, en estos tiempos se revela como la gran mentira que es, ante la brutal explotación y opresión, que son centuplicadas para las mujeres y cuya solución solo es posible con la revolución socialista del proletariado y la destrucción del sistema capitalista.
Corresponde a los comunistas entonces elevar aún más el nivel de comprensión frente al problema de la doble explotación y opresión que soportan las mujeres, pues la revolución proletaria es inconcebible sin su participación. No se trata de un problema cualquiera, por cuanto es obligación de los comunistas sin distingos de sexo atraer a la vanguardia a las trabajadoras, cuya participación en la vida social y política es muy inferior a la de los hombres.
Y no podrán los comunistas atraer a las mujeres a la lucha revolucionaria si en el seno de la organización de vanguardia, en el Partido, se acepta la opresión a la mujer. No es fácil para las mujeres, tener que soportar la doble explotación y la doble opresión en la sociedad, y además, encontrar entre sus propios camaradas de lucha manifestaciones mezquinas e incluso algunas expresiones de los enemigos.
En tal sentido debemos librar una batalla contra el machismo, para erradicar no sólo el maltrato físico a las camaradas, sino todo asomo de maltrato verbal y sicológico, donde el machismo en ocasiones se disfraza de arrogancia, engreimiento, jactancia, autosatisfacción, presunción entre los comunistas, defectos todos que por enseñanza de la Internacional Comunista, exigen su derrota como condición para la bolchevización del partido.
Debemos elevar la conciencia sobre la situación y el papel de la mujer en la transformación de la sociedad, haciendo que nuestros camaradas comprendan que la lucha contra el machismo es permanente porque obstruye, minimiza e impide ese papel; y que solo así podremos garantizarles a las mujeres las condiciones para que engrosen las filas de la Unión, del Partido y se formen como cuadros dirigentes de la revolución.
No basta con echar raíces en el proletariado industrial; para hacer invencible nuestra causa también debemos atraer a las mujeres a la vanguardia, comprometerlas; tal compromiso le da a la organización del Partido una singular firmeza; un alto espíritu de autosacrificio, decía la Internacional Comunista; una capacidad singular para recoger el sentimiento de las masas; un sentido especial para hacer y ordenar las cosas; cualidades difíciles de encontrar en los camaradas hombres y muy naturales en nuestras camaradas.
Tales razones inspiraron a la X Asamblea de la Unión Obrera Comunista (mlm) para lanzarse a desarrollar un Segundo Movimiento Contra las Manifestaciones de Opresión a la Mujer en Nuestras Filas.
Un movimiento ideológico que se propone denunciar las manifestaciones concretas de opresión a las camaradas, confrontar ideológicamente tales manifestaciones y elevar la conciencia comunista frente a este problema decisivo de la revolución proletaria. Un movimiento para aprehender la esencia más profunda de por qué los comunistas, siendo enemigos de toda forma de opresión y explotación, deben figurar en la vanguardia de la lucha contra la opresión de la mujer y, especialmente, porque sin la participación de las mujeres no habrá Partido ni Revolución. Un movimiento para atraer a las mujeres de vanguardia a la gran tarea de preparar el Congreso que dote a la clase obrera de su Partido político independiente, el instrumento estratégico imprescindible para el triunfo de la revolución socialista.
Hay mucho por decir a este respecto y por ello ponemos esta tribuna de denuncia y esclarecimiento a disposición de las mujeres y los hombres comprometidos en acercar el día de la victoria.
DEL PROGRAMA DE LA UNION OBRERA COMUNISTA (MLM) PARA LA REVOLUCION EN COLOMBIA
La revolución socialista debe transformar esta situación, para lo cual desde el comienzo mismo, la Dictadura del Proletariado debe romper todas las ataduras que impiden a la mujer su plena participación en la sociedad:
1– Prohibir de inmediato toda forma de discriminación contra la mujer: en su participación en los órganos de poder, en el trabajo, en los salarios y en los demás ámbitos de la vida social.
2– Socializar las tareas del hogar, creando por zonas de producción, guarderías, restaurantes y lavanderías comunales, en cuya atención se deben vincular por igual hombres y mujeres.
3– Promover la socialización de la crianza. Ello además contrarresta tanto la tendencia opresora de los padres sobre los hijos por considerarlos de “su propiedad”, como la costumbre de inculcarles ideas tradicionales y contrarias al rumbo revolucionario de la sociedad.
4– Atender con especial cuidado asuntos tales como el embarazo, que afectan a la mujer trabajadora, y otorgar, además de los derechos plenos a la atención médica y nutricional, permiso remunerado de ocho semanas antes y ocho después del parto.
5– Las relaciones socialistas de producción garantizarán las condiciones materiales para la reproducción y crianza de los hijos, por lo cual el proletariado no necesita promover el aborto, pero sí favorece el derecho de la mujer a elegir, garantizándole si así lo desea el derecho a un aborto atendido adecuadamente, combatiendo al mismo tiempo todas las prácticas y técnicas para la esterilización forzada.
6– Impulsar una gran actividad ideológica y política para educar a hombres y mujeres, extirpando su punto de vista burgués –expreso o encubierto-, sobre el “derecho” del hombre a dominar a la mujer. Comenzando por erradicar toda forma de maltrato físico, verbal y psicológico de los hombres sobre las mujeres.
Una base material así permite suprimir el
permite suprimir el papel de unidad económica de la sociedad que hasta ahora ha jugado la familia individual y lo cede a la comunidad socialista; crea condiciones para una forma superior de familia y de relaciones entre sexos; y, favorece la real liberación de la mujer obrera y campesina del yugo doméstico que ha soportado en sociedades anteriores.
[Programa para la Revolución en Colombia (Unión Obrera Comunista mlm)]
DECLARACION DE LA UNION OBRERA COMUNISTA (MLM) SOBRE LA SITUACION Y EMANCIPACION DE LA MUJER
Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, la Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta), al analizar la situación de la mujer y la necesidad de su emancipación declara:
1. La opresión de la mujer tuvo su origen, al igual que el Estado, en el surgimiento de la propiedad privada, pues la propiedad privada fue la causa del derrocamiento del derecho materno, “la gran derrota del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción”, como lo dice con toda exactitud Engels.
2. En cada formación económica social, la condición de la mujer se sustenta en las relaciones de propiedad, en la forma de propiedad que se ejerce sobre los medios de producción y en las relaciones sociales de producción que sobre aquellas se levantan. En todas las formaciones económicas sociales basadas en la propiedad privada (el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo) la situación de la mujer ha sido de opresión.
3. El capitalismo, la sociedad burguesa, basada en la propiedad privada, no da a la mujer la emancipación, sino únicamente la igualdad formal, jurídica. Lo que sí logra es crear las condiciones para que, con el triunfo del movimiento obrero, con el socialismo, las mujeres conquisten su emancipación. De un lado, la incorporación masiva de las mujeres a la producción, hace que en su inmensa mayoría se conviertan en obreras iguales a los obreros en la fábrica y en el movimiento obrero, en parte inseparable del movimiento más revolucionario y emancipador que ha conocido la humanidad. De otro lado, la conquista de la igualdad formal, jurídica hace más palpable la desigualdad real, pues el capitalismo no exonera a las mujeres de su condición de esclavas domésticas, implantando una doble opresión y doble explotación: la marital y la del burgués.
4. En todas las luchas de las clases oprimidas las mujeres han participado decididamente, hasta tal punto que, según Marx: “Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino”. Por consiguiente, el triunfo de la revolución proletaria es inconcebible sin la participación de la mujer. “La experiencia de todos los movimientos liberadores confirma que el éxito de la revolución depende del grado en que participen las mujeres”, al decir de Lenin.
5. La lucha por la emancipación completa de la mujer es parte del movimiento obrero y sólo se hace realidad, como lo ha comprobado la experiencia, en el socialismo. “La manumisión de la mujer exige, como condición primera, la reincorporación de todo el sexo femenino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad expresara Mao Tse-tung: “La verdadera igualdad entre el hombre y la mujer solo puede alcanzarse en el proceso de la transformación socialista en su conjunto”.
6. De todo lo anterior se deduce que debemos prestar atención especial, preferencial, a atraer a las mujeres proletarias (no solo a las obreras, sino incluso a las proletarias que no están en la producción de mercancías) para que participen hombro a hombro, con los compañeros en todas las luchas del movimiento obrero. Prestar atención especial es tener en cuenta la situación especial de la mujer, sus reivindicaciones, su falta de igualdad real. Según la orientación de Lenin: “Debemos educar a las mujeres que hayamos podido sacar de la pasividad, debemos reclutarlas y armarlas para la lucha, no sólo a las proletarias que trabajan en las fábricas o se afanan en el hogar, sino también a las campesinas, a las mujeres de las distintas capas de la pequeña burguesía. Ellas también son víctimas del capitalismo”.
7. Por tanto, es obligación de los marxistas leninistas maoístas, sin distingo de sexo, levantar la bandera de la emancipación de la mujer. La propaganda y la agitación sobre la emancipación de la mujer, así como la labor en torno a su organización deben figurar en todos los planes, tareas y actividades de los comunistas.
8. Igualmente, es obligatorio luchar contra las ideas burguesas en nuestras propias filas respecto a la situación de la mujer, sobre todo las ideas que pretenden que basta con la igualdad jurídica, formal, que se alcanza en el capitalismo, porque esto es, de hecho, una forma de alabar y embellecer el capitalismo. Así mismo, debemos luchar contra las ideas y prácticas de menosprecio a nuestras compañeras y camaradas.
9. Toda nuestra posición con respecto a la situación de la mujer y a su emancipación se resumen en las consignas del dirigente obrero alemán Augusto Bebel: “¡La mujer y el trabajador tienen en común su condición de oprimidos!”, “¡La emancipación de las mujeres forma parte de la liberación del proletariado!”
“El progreso social puede medirse exactamente por la posición social del sexo femenino”
           Carlos Marx
Comité Ejecutivo
Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta)
Colombia, 8 de Marzo de 2000

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