Sunday, April 12, 2015

A Nova Democracia (Brasil) – Editorial. Luchar contra las medidas antipopulares y vendepatrias del gobierno y por la revolución



Nota – Reproducimos a continuación el Editorial «Luchar contra las medidas antipopulares y vendepatrias del gobierno y por la revolución» publicado en el periódico brasileño A Nova Democracia nº 148, primera quincena de abril de 2015 y que Gran Marcha Hacia el Comunismo hemos traducido al español:
LUCHAR CONTRA LAS MEDIDAS ANTIPOPULARES Y VENDEPATRIAS DEL GOBIERNO Y POR LA REVOLUCIÓN
Después de años de artificios por detener la inevitable crisis de nuestra economía semicolonial y semifeudal y de los maquillajes por encubrir su eclosión antes de las elecciones, los gerentes de turno del conglomerado oportunista PT/PCdoB quedó a la deriva con su irrupción y reducida su acción de apagar incendios aquí y allá. A pesar de la insistencia de toda la contrapropaganda oficial de sus «realizaciones», Dilma, Lula, PT, et caterva, perdieron ya la credibilidad de las propias clases dominantes y todo su establishment, a los cuales tanto han ayudado y defendido, y tienen cuestionada y amenazada la legitimidad de su gestión, además del escaso apoyo popular.
Espantados, los actuales gerentes del viejo Estado siguen descendiendo la ladera de las medidas antipopulares, antiobreras y vendepatrias, en cuanto alardean y promueven el conocido chantaje del «peligro de golpe», como maniobra desesperada para mantenerse enganchados al aparato del viejo Estado y sus rentables cargos.
Y se lanzan a esto a fin de desviar la atención del pueblo que despierta políticamente, rebelándose contra tantas injusticias y abusos, saliendo a las calles a manifestarse.
La oposición dentro del Partido Único, claro, se aprovecha y se esfuerza para desgastar aún más a Dilma, el PT y toda la pandilla, principalmente con el discurso moralista e hipócrita de anticorrupción, y en el Congreso, donde el PMDB cobra un precio cada vez más alto por su «gobernismo», especialmente cuando se trata de sus exigencias por tajadas cada vez mayores en la máquina del viejo Estado a cambio de su apoyo.
Además, grupos de extrema derecha y viudas del régimen militar, algunos sin representación parlamentaria o representatividad alguna, atacan a los oportunistas en la administración del Estado tachándolos de «comunistas», «de izquierda», etc. Tal epíteto no podría ser más mentiroso, puesto que su «gobierno» no pasa de mero servicial del imperialismo, de la gran burguesía y de los latifundistas, los verdaderos dueños del Estado, así como la administración del PSDB y todas las otras anteriores o cualesquiera otras que vengan por la vía de la farsa electoral y del golpismo militar.
Si hacen un discurso a la «izquierda» para engañar incautos, nunca tomaron una medida siquiera de cambio en la estructura de la sociedad, algo que denotase un cambio en el carácter del Estado, algo imposible además de ser realizado por la vía institucional, como pregonan sus acólitos. Sin embargo, y eso es la más pura verdad, esos oportunistas son responsables por ensuciar las palabras izquierda y comunista, hablando en nombre de la izquierda y cometiendo los mayores crímenes contra el pueblo y la nación.
Por esas y otras, cada vez más sectores de los «movimientos sociales» cooptados por la presión de los trabajadores van rompiendo por la izquierda con el oportunismo. La descarada corporativización de esos movimientos y direcciones domesticadas se van desmoronando en la medida en que sus bases van percibiendo las cosas y se retiran, desilusionadas con cualquier cosa que se presente como de ese viejo Estado y sus gestores de turno, para conformar el campo de la lucha popular por cambios reales.
Un caso emblemático de cómo el campo oportunista va desmoronándose fue la ruptura del sindicato de profesores públicos de Rio Grande do Sul con la CUT a finales de marzo, a pesar de todas las maniobras de la dirección para evitar el debate y la votación de la propuesta, aprobada en asamblea.
Y eso viene ocurriendo ya hace algunos años, con las masas levantándose y atropellando a las direcciones sindicales traidoras, enfrentándose a los patronos, los gobiernos, a la criminalización y al sistema judicial, algunas veces arrancando victorias memorables, como la de los barrenderos de Rio de Janeiro en 2014.
Igualmente en el campo, las masas de campesinos pobres, que pararon la lucha bajo el recrudecimiento del pistolerismo latifundista y la represión estatal con la administración del PT, están hartas de la letanía de la fallida «reforma agraria» del gobierno, del sometimiento de los jueces a los latifundistas y de la continuidad de la sistemática y brutal violencia contra el movimiento campesino.
Y de nada sirven los malabarismos teóricos sobre una «reforma agraria popular», como pregona la dirección del MST para abandonar la táctica de ocupar los latifundios, cuando sus bases y sectores de direcciones regionales claman por combatividad y lucha efectiva por la tierra. Prueba de eso es que, eventualmente, escapan del control y causan problemas tanto a la gerencia oportunista como a la dirección del MST, que tiene que dar explicaciones.
La ebullición social tiende a aumentar cuando la crisis se profundiza, con dimisiones en masa, recorte de derechos, carestía y aumento de la miseria. Sin embargo, eso por si sólo no es señal de triunfo alguno, si no se construye y fortalece una dirección clasista y combativa.
Es urgente empeñar esfuerzos por elevar políticamente la conciencia de las masas en esas luchas localizadas sobre la necesidad de la huelga general para derrumbar los paquetazos de las administraciones de turno (federal, provinciales y municipales) y las medidas antipopulares, antiobreras y antinacionales. Ya se observan algunos sectores agitando esas bandera, la única justa en medio de tanta confusión provocada por los oportunistas, los fascistas declarados y descarados y el reaccionario monopolio de prensa.

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