Friday, March 31, 2017

¿La competencia, la lucha interburguesa y la guerra interimperialista son cosas del pasado?


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Muchos han sido los que han afirmado, en el pasado, que la nueva situación económica no es equiparable a la que vivieron Marx y Engels y el camino de acción, en consecuencia, no puede ser el mismo. Los falsos comunistas y fingidos revolucionarios argumentaban que los autores del Manifiesto Comunista nunca conocieron una economía monopolista, sino una economía competitiva con muchas pequeñas empresas y un mundo dividido en varias potencias, muy diferente a la realidad que aparecía en el siglo XX. 
Karl Kautsky, que fue uno de los primeros exponentes, defendió la tesis de que las contradicciones interburguesas e interimperialistas habían desaparecido o menguado sustancialmente, pues el monopolismo conducía a su eliminación. Para Kautsky la competencia había muerto en la época del imperialismo y la producción, la distribución y el consumo eran planificados por los monopolios evitandoasí los aspectos negativos del anarquismo del capitalismo. De esta concepción surgió su teoría revisionista del “ultraimperialismo”, teoría que buscaba desarmar el movimiento comunista internacional y, a la vez, promover, durante la Primera Guerra Mundial, la lucha de la clase obrera a favor del estado burgués con la excusa de la defensa de ––– patria frente a la potencia hegemónica mundial.
Frente a la teoría revisionista de kautsky hubo réplicas de varios marxistas de la época. Primero Hobson y después Lenin señalaron que “La principal característica del imperialismo moderno es la competencia de imperios rivales”. Los revisionistas no querían recordar las explicaciones de Karl Marx referentes a la concentración del capital como proceso dialéctico, según las cuales a la vez que se genera una tendencia principal a la acumulación y unión del capital se promueve también su subdivisión, no siendo este un proceso uniforme ni lineal. No se puede entender la etapa del monopolismo como una negación de su etapa anterior, la economía de la competencia, sino todo lo contrario: como la intensificación de la competencia bajo distintas formas. El monopolio no es lo contrario de la competencia, sino que la competencia es lo contrario del monopolio; primero existieron los monopolios feudales y fue después cuando apareció la competencia capitalista.
En la última década, la izquierda pequeñoburguesa, los trotskistas y los revisionistas han intensificado su campaña entre la clase obrera utilizando variantes de las teorías de Kautsky. Prachanda, en Nepal, consiguió parar la victoriosa Guerra Popular, por la que se controlaba ya el 80% del país, con su teoría revisionista del superimperialismo. De esta forma, la izquierda pequeñoburguesa y revisionista considera al imperialismo ruso y al socialimperialista chino como imperialismos “buenos”  y de carácter “defensivo”, negando en todo momento que compartan similares intereses imperialistas que EEUU.
Hay que volver a recuperar las célebres frases de Lenin pronunciadas en la Primera Guerra Mundial: “Guerra a la guerra” y “Transformar la guerra imperialista en guerra civil”. No hay que permitir que la gran burguesía imperialista divida a la clase obrera entre inmigrantes y autóctonos, según su nacionalidad, raza…,y que fomente el chovinismo frente a las naciones oprimidas internas y externas. La clase obrera tiene un carácter internacional, que no se debe al estado burgués de su país.
Es importante tener presente, por lo tanto, que la clase obrera rusa tiene como principal obligación derrotar a su propia oligarquía imperialista y no ayudarla; no valen excusas tales como la defensa de la patria frente a EEUU. No hay que participar ni colaborar en una guerra reaccionaria donde Rusia oprime a otras naciones y países como Siria, Armenia, Moldavia… Frente a la guerra imperialista hay que exclamar: “! Transformar la guerra imperialista en guerra civil !” Lo mismo se puede decir de la clase obrera de las otras potencias imperialistas: EEUU, China, Francia…
Los imperialistas engañan a las masas justificando sus guerras bajo supuestas causas justas, tales como la guerra contra el terrorismo, la guerra contra el fundamentalismo islámico… Debajo de estas falsas proclamas esconden una guerra abierta contra las naciones oprimidas (internas o externas), una guerra contra aquellos que se niegan a someterse. Los comunistas que viven en estados imperialistas deben de promover la lucha interna contra el estado imperialista propio y conseguir poner fin a la guerra imperialista y reaccionaria.
En el movimiento comunista internacional reina actualmente la desorientación y el desconcierto;  muchos partidos “comunistas” consideran a EEUU como la única potencia imperialista. Tildan a EEUU de potencia imperialista hegemónica y absoluta, apenas sin rival, sin competencia. Ante esto hay que decir que no es posible un único monopolio, no hay fuerza dentro del capitalismo que pueda eliminar la competencia interimperialista, al ser ésta intrínseca en él. Los acuerdos entre imperialistas son temporales, la correlación de fuerzas cambiantes y las contradicciones interimperialistas tarde o temprano estallan en todo su esplendor.
La reacción, el chovinismo y las contradicciones están subiendo de grados, dirigiéndose a una inevitable tercera guerra mundial, si la clase obrera internacional no pone remedio rebelándose ante este estado de cosas.
¡No a la guerra contra el “terror” y el “fundamentalismo islámico”!
¡ No a la barbarie y a la guerra imperialista !
¡ No a la defensa del imperialismo ruso y  el socialimperialismo chino !
¡ Aprovechar las contradicciones interburguesas e interimperialistas !

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