China: aumentan los conflictos obreros
Por Emiliano Quintana
Desde que comenzó el 2015 el China Labour Bulletin (CLB) registra cerca
de 1,265 conflictos laborales con alta concentración en las zonas
costeras de Guangdong, Jiangsu, Shandong y Hebei pero también al
interior del país en Sichuan y Henan.
Con un crecimiento limitado de apenas el 7 % y una tendencia a la
sobreacumulación, el panorama económico de China dista de ser el mejor.
Esto la ha convertido en un competidor por espacios de acumulación ampliada mediante la exportación de capitales, como se ha visto con las recientes inversiones en América Latina
y África. No obstante, hay serios límites que se plantean a esta
expansión del capital chino como su bajo nivel tecnológico y el desplome a finales de junio –en el contexto de las negociaciones de la deuda griega- del principal índice bursátil en un 32%.
¿Podrá una eventual escalada de la lucha de clases en China modificar
significativamente el panorama mundial? Ni los apologistas del capital
chino ni el propio estado pueden ignorar la situación existente. Es
claro que algo se agita en las fábricas. La voz de los trabajadores
chinos empieza a hacerse un eco en un panorama tal que cualquier chispa
puede hacer arder la pradera.
Una escalada en los conflictos obreros
Sin duda en el año de 2010 aumentaron las huelgas obreras en China. Fue
el momento en que se hicieron visibles las terribles condiciones de vida
de los trabajadores chinos cuando 18 jóvenes empleados de Foxconn se
suicidaron. Pero también implicó una escalada en los métodos y
reivindicaciones de los propios obreros que desarrollaron importantes
experiencias de lucha.
Según un informe
elaborado por el CLB sobre el movimiento obrero en China del 2011 al
2013, las principales reivindicaciones en los conflictos fueron
salariales (compensaciones, atrasos, aumentos), pero con un importante
aumento de la búsqueda de representación sindical. Si hasta ahora los
sindicatos se encuentran prácticamente ausentes de los conflictos como
no sea para ponerse del lado de la empresa –son sobre todo ONGs las que
apoyan a los trabajadores-, este escenario podría modificarse en el
periodo que viene.
De hecho, pareciera que esta es la principal característica del actual periodo de lucha. Como sostiene Eli Friedman
poniendo de ejemplo la huelga de Honda en el 2010, esto se expresa en
un giro ofensivo de los conflictos laborales. Cuestionar a los
sindicatos bajo el control del Partido Comunista Chino podría llevar a
los trabajadores a cuestionar el papel de este mismo.
Sobre todo cuando para romper las huelgas cada vez se ha recurrido más a
la intervención de la policía –o inclusive del ejército, como en los
disturbios de Chaozhou y Guangzhou en el 2011. Esta tendencia no parece
interrumpirse hasta el día de hoy. En el 2014 presenciamos la importante
huelga en Wintek Corp que fabrica las pantallas táctiles del IPhone 6 y
más recientemente a los 10,000 trabajadores de Wuyang Steel & Iron Coque paralizaron la producción este año y la huelga de Yue Yuen Industrial Holding –la fábrica de calzado más importante de China.
Subjetividad y experiencia
Años de control estatal sobre los sindicatos, condiciones y jornadas de
trabajo extenuantes y salarios de miseria pesan sobre los hombros de
aquellos que dan sus primeros pasos en la lucha de clases. Pero no es
posible negar que existan importantes procesos de recomposición
subjetiva en el proletariado chino que apuntan a su propia constitución
como clase.
La nueva generación obrera en China, está compuesta sobre todo por un
sector de la juventud con una gran proporción de mujeres que se han puesto al frente
de los conflictos. Esta nueva generación ha sufrido los efectos de la
restructuración del capital en China, implicando una relocalización de
la industria del sur al centro y una menor proporción de migrantes en
las empresas.
Esto implica que ya no sólo vienen del campo a trabajar en las ciudades
costeras, sino que hay toda una generación de obreros que ya hacen su
vida en las propias ciudades donde trabajan. Muchos de ellos
participaron antes en distintos conflictos y han acumulado una
experiencia importante en la lucha. Como señala Eli Friedman:
“Muchos de estos migrantes tienen experiencia previa en el trabajo y la
lucha en las regiones costeras. A los trabajadores mayores podría
faltarles la pasión militante de la juventud, pero su experiencia al
lidiar con jefes explotadores y sus aliados estatales puede ser un
recurso invaluable”.
Así pues, es claro que el ascenso de las luchas obreras en China sólo
puede pensarse en su relación con la crisis del capitalismo a nivel
mundial. ¿Podrán los trabajadores chinos imponer una salida propia a
aquella que buscan los empresarios apoyándose en el PCC? Habrá que
evaluar el desarrollo de los procesos en ciernes, viendo si el nivel de
politización aumenta.
De cualquier forma, la mera existencia en acto de dichas luchas apunta a
ese camino. Pues aún cuando los procesos de lucha se den de manera
espontánea y sean derrotados con facilidad en la actualidad, cuestionan
el mecanismo del capital que consume la totalidad de la vida de millones
de trabajadores en China. Como escribía Marx en El Capital:
“…súbitamente se alza la voz del obrero, que en el estrépito y agitación
del proceso de producción había enmudecido…”.
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