El cineasta finlandés estrena ‘El otro lado de la esperanza’, premio al mejor director en la última Berlinale.
Está claro que Aki Kaurismäki es un director de ideas
fijas. Los ingredientes que lleva tres décadas usando para hacer su
cine -humor impasible, deliciosos anacronismos visuales, desarmante
sencillez narrativa y personajes que hacen cosas muy absurdas muy en
serio- son los mismos que contiene su nueva película, por la que obtuvo
el premio al mejor director en la pasada Berlinale. Segunda entrega de
una trilogía sobre el drama de los inmigrantes, ‘El otro lado de la esperanza’ convierte las tribulaciones de un refugiado en Helsinki en un canto a la solidaridad y la decencia.
¿Qué le impulsó a querer dedicar una trilogía al drama de los refugiados en Europa?
Yo nunca he creído ser muy listo pero ahora, por culpa de los líderes
políticos, me siento un idiota. Nací en Europa y fui educado como
europeo, pero hoy me avergüenzo de ello. La democracia occidental ya no
sigue las reglas básicas de la auténtica democracia. Hemos olvidado que
los refugiados son gente que ama y necesita ser amada, que tiene una
historia y unos sentimientos, y que sufre. Y sufre sobre todo a causa de
nuestra indiferencia, y al trato inhumano que les damos.
Tras situar ‘Le Havre’ (2011) en Francia, en la nueva película
ha vuelto a Finlandia. ¿No es mejor allí el trato a los refugiados?
Todo el mundo cree que los países nórdicos son un paraíso del
bienestar, y eso es una patraña. En mi país actualmente a los
inmigrantes se los trata como si fueran basura. Ojo, la gente de a pie
es magnífica y se esfuerza para ayudarles, pero el Gobierno y los
funcionarios hacen lo que pueden por evitar que entren o echarlos. Si mi
Gobierno sigue así pienso quemar mi pasaporte finlandés.
Se le suele considerar un director misántropo, pero en realidad su cine está lleno de humanismo. ¿Cómo se definiría usted? Parezco
un tipo frío, pero soy un sentimental. Cuido mucho de los demás,
aunque de mí mismo no cuide nada. Sin solidaridad nuestra vida está
hueca. Yo llegué a pensar que mis películas podrían cambiar el mundo, o
al menos cambiar Europa. Ahora me conformo con que cambien a tres o
cuatro personas. En todo caso, quiero creer que la humanidad puede
enderezar su rumbo a pesar de que hasta los perros tienen más bondad
que nosotros.
“Quiero creer que la humanidad puede enderezar su rumbo, pese a que hasta los perros tienen más bondad que nosotros”
¿Cómo? No veo otra solución para salir de este pozo de
miseria que matar a esa minoría que posee toda la riqueza del mundo.
Hay que exterminarlos, a los ricos y a los políticos que les lamen el
culo. Ellos nos han llevado a esta situación en la que los valores
humanitarios no valen nada. Si no lo hacemos, nos matarán ellos a
nosotros.
Suena usted apocalíptico. Nunca había sido tan
pesimista como lo soy ahora. Supongo que tarde o temprano acabaré
suicidándome. Después de todo, suicidarse es algo muy finlandés. Nuestro
problema es que no tenemos suficientes horas de luz solar. Nos falta
vitamina D, y eso nos deprime.
Una vez dijo que, mientras hace una película, la mitad del tiempo está sobrio y la otra mitad, borracho. ¿Lo mantiene? Es que cuando bebo no soy capaz de escribir, así que durante el proceso de guion estoy sobrio, y durante el montaje también. Pero puedo dirigir y beber a la vez, así que cuando dirijo, bebo. Pero cada vez menos.
“Prefiero pasar los días recogiendo setas que hacer cine. Al fin y al cabo, mis películas son una mierda”
La de los refugiados es la tercera trilogía de su carrera. ¿Por qué esa costumbre de agrupar su cine en tríos? Porque soy un vago, y necesito hacer planes futuros para mantener la energía. Dicho esto, a lo mejor esta trilogía tendrá solo dos películas. Eso no lo ha hecho nadie nunca antes, ¿no? Sé que esto ya lo he dicho en el pasado, pero ahora va en serio: es posible que no haga más películas. He pasado demasiado tiempo haciendo cine, y estoy cansado. Prefiero pasar los días recogiendo setas. Al fin y al cabo, mis películas son una mierda.
Nadie más parece compartir esa opinión. Como siempre digo, aunque la frase no es mía, en el mundo de los ciegos el tuerto es el rey.
¿No hay ninguna de sus películas que le guste? Algunas
no me parecen odiosas, pero no he hecho ninguna que me pareciera
satisfactoria. De lo contrario, me habría retirado justo después de
hacerla. Y ahora ya llego tarde, porque estoy hecho una birria física y
mentalmente. Aun así, si dentro de cinco años sigo vivo, es posible que
haga otra película. Incluso puede que sea la comedia más optimista de
toda mi carrera.
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