Se habla de consignas como: la renuncia de Duque y la necesidad de una nueva constituyente. Son exigencias, que en medio de un momento álgido van imponiendo especialmente los politiqueros que no ven otra salida, sino la de reformar un sistema hediondo y el Estado que lo sustenta. Sin embargo, aunque parezcan ser consignas muy radicales, no pasan de ser un remiendo más que no estimula la lucha, sino que la enfría con el embeleco de que cambiando de gobierno o impulsando una nueva constituyente los problemas del pueblo tendrán solución.
Pero ni la una, ni la otra hacen parte de la solución. En primer lugar, exigir la renuncia de Duque no hará que los puntos del denominado paquetazo se detengan. Hay que recordar que dichos puntos hacen parte de las orientaciones de las instituciones del imperialismo como el FMI, el Banco Mundial y la OCDE; es decir, medidas que los burgueses a nivel mundial acordaron para sobrellevar la evidente crisis capitalista endosándosela a la clase obrera.
De ahí que no basta con un cambio de gobierno, el Estado capitalista es la máquina a través de la cual los burgueses, terratenientes e imperialistas ejercen el poder político; es la máquina que las garantiza a las clases dominantes continuar manteniendo su reino de explotación para obtener ganancia; a través del Estado, legislan, reprimen y educan a las masas para mantenerlas sumisas y súper explotadas. De todos modos proponer que Duque renuncie en medio de una lucha álgida es un asunto que conquista adeptos, pues es innegable el odio a este gobierno uribista representante de la burguesía mafiosa, pero, si Duque renuncia ¿qué salvador vendrá en su lugar? Esta consigna no es más que una artimaña politiquera, para subir a cualquiera otro, que tiene el deber de cumplir con los designios de los capitalistas; la forma en que lo haga puede variar sí, pero el últimas, quede quien quede, debe aplicar las medidas acordadas por las clases dominantes a nivel mundial.
En ese sentido, la solución no es cambiar de gobierno, sino la destrucción del Estado capitalista, toda vez que “…El Estado es producto y manifestación de la inconciliabilidad de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en la medida en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son inconciliables”. (Lenin, El Estado y la Revolución).
Ahora bien, promover una nueva constituyente, es también un truco de los defensores de la dictadura burguesa; si se mira la Constitución de 1991, no pasa de ser un acuerdo donde la burguesía impuso sus condiciones hasta para que el pueblo proteste. De ahí los alaridos de protesta pacífica en este paro, pues la burguesía “le permite al pueblo manifestarse” pero sin alterar su orden, su sistema de explotación y opresión, su reino de lujos y ostentosas ganancias. Promover una nueva constituyente, es la salida preferida de los demócratas burgueses, que defienden el poder de las clases dominantes, no solo participando en él, sino engañando a los explotados y oprimidos, al hacerlos creer que el Estado capitalista, les dará alguna gabela para actuar como clase organizada.
Esas consignas, son parte de las propuestas de los politiqueros en acción, que no buscan más que canalizar esta importante lucha que ha mantenido el pueblo colombiano (con la destacada participación de los jóvenes) hacia las urnas; un engaño más que los luchadores deben advertir, para no permitir que este empuje en el ascenso de la lucha de masas, termine resolviéndose en las próximas elecciones.
Por ello el movimiento de masas, requiere de absoluta independencia de los partidos politiqueros y del mismo Estado capitalista, y ello requiere luchar por reformas en las calles, pero ir más allá de ello, ir por la batalla definitiva donde el Estado capitalista por fin sea destruido y empiece a funcionar el Estado de los obreros y campesinos, de lo contrario la lucha de masas corre el peligro de ser llevada en beneficio de los politiqueros y defensores de la democracia burguesa para perpetuar el orden de explotación, causante de la actual situación y de la rebelión del pueblo trabajador.
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