19 de marzo de 1914 Celebrando el nacimiento de la camarada Chiang Ching
19 DE MARZO 1914: CHIANG CHING
Un 19 de marzo de 1914 nació Chiang
Ching (Jiang Qing), la líder revolucionaria de la China Socialista y
compañera del Presidente Mao Tse Tung.
A continuación reproducimos una parte
del excelente texto de Zafi a Ryan, “Las ambiciones revolucionarias de
una líder comunista”, donde se exponen la vida y posiciones de esta gran
líder comunista.(Periodico El Pueblo)
¡Atrévete a ser como Jiang Qing!
La pérdida de Jiang Qing es una pérdida
temporal: ella, que nunca abandonó el marxismo-leninismo-Pensamiento Mao
Tsetung, y de hecho le prestó su vida y su pasión para fortalecerlo, se
mantuvo con confianza y sin concesiones con Mao y con la revolución.
Fue una líder que representó al proletariado internacional en el poder, e
inspiró y animó a comunistas y revolucionarios de todo el mundo,
quienes también se negaron a abandonar la revolución cuando la burguesía
del Partido Comunista estaba ahogando a la China socialista. En este
sentido, su postura y la de Chang Chun-chiao`s reflejaron la verdad de
que la Revolución Cultural y la experiencia en China en general habían
llevado la revolución proletaria mundial a un giro más alto en la
espiral de su desarrollo. ¡Qué diferente de 1956, cuando Stalin murió y
ningún líder del PCUS dio un paso para defender la bandera roja,
mantenerla encima del barro y del fango de la toma de poder de los
revisionistas soviéticos! Y qué astuto fue Mao, animándola unos meses
antes de su muerte a esforzarse de nuevo por profundizar la revolución
hasta el final, sabiendo que los riesgos eran tan elevados como las
apuestas.
El papel que Jiang Qing decidió
desempeñar no debe darse por sentado. La época de la Historia de la que
ella fue parte hizo objetivamente llevar la revolución hasta el pico más
alto que el proletariado internacional ha logrado hasta la fecha. Pero
al mismo tiempo, los individuos pueden ser decisivos en acelerar o
retrasar esta causa (o ser simplemente irrelevantes). La GRCP produjo a
Jiang Qing, una Jiang Qing que no vaciló, cuya firmeza y determinación
inspiró y dio coraje a millones de personas en todo el mundo, que vieron
y juzgaron la debacle revisionistas. Una Jiang Qing que ridiculizó a
sus carceleros, fiscales y a los contrarrevolucionarios gobernantes de
China, llenándolos de asombra ante su resistencia y su firmeza. Ella
volvió a lanzar la granada política a sus rostros, aprovechando la
ocasión no para “limpiar su nombre” sino para exponer aún más el
material del que están hechos estos revisionistas. Se convirtió en una
mujer muy peligrosa para ellos y, en general, para la burguesía. El
mundo entero vio a una comunista no arrepentida de confesar sólo el
“crimen” de seguir a Mao Tsetung para hacer la revolución.
Su vida refleja una confianza estratégica
en las masas y en la justicia suprema y victoria de la causa comunista,
una sensación de haberse dedicado plenamente a luchar por la entrada
del proletariado en el escenario de la Historia aunque en esta batalla
hayamos sido temporalmente derrotados. La actitud que uno toma y el
papel que decide jugar frente a obstáculos e incluso grandes
contratiempos puede asumir proporciones cualitativas. Si se trata de una
visión a largo plazo, “espiral”, de derrotar al enemigo, o un
compromiso para obtener algún tipo de interés egoísta, las recompensas
inmediatas para evitar la muerte o las condiciones desagradables de la
prisión, etc., es un reflejo crucial de la actitud que se tiene hacia la
ciencia y la ideología del Marxismo-Leninismo-Pensamiento Mao Tsetung.
Compárese la actitud y responsabilidad de Jiang Qing hacia las masas
revolucionarias y oprimidas de todo el mundo, hacia la construcción de
la propia Historia, con las de Wang Hung-wen y Yao Wen-yuan, que
hicieron aportes a la Revolución Cultural, pero que fracasaron y se
estrellaron ideológicamente cuando se puso a prueba su posición de clase
y su voluntad de sacrificarse.
El enemigo llama a Jiang Qing una
aspirante a emperatriz, porque su tiranía y su dominio se basan en la
demolición del heroísmo revolucionario; la perspectiva de Jiang era la
opuesta a la de aquellas dinastías burguesas (y feudales). Actuó en
nombre del proletariado y no por sí misma. Escupió desafiante a todos
sus enemigos para desinflar su arrogancia, para revelar el vacío de su
[la de sus enemigos] causa histórica en un momento en el que la
desilusión y la desmoralización se estaban extendiendo, a raíz de la
enorme pérdida del derrocamiento de la revolución china. Con confianza,
se la oyó comentar tras el juicio: “¡He logrado lo que me propuse
hacer!”
La visión de la camarada Jiang Qing de
una sociedad sin divisiones ni desigualdades de clase, al igual que el
fantasma de las masas que luchan conscientemente contra el poder
política, no importa en qué país, enfría la sangre de los opresores, y
por ello la desprecian. En cuanto al coro agrio y sensacionalista de los
ataques contra ella de los periodistas burgueses y los señoritos
académicos, unidos al estribillo de moda de estos días del “colapso” del
comunismo, lo que tenemos que decir es que… ¡el desprecio es
completamente mutuo! Resumiendo: este periodo histórico que deja
cicatrices profundas en la burguesía mundial, a la vez que permite al
proletariado internacional elevarse a nuevas alturas, seguirá siendo una
batalla entre las dos partes. Pero más que eso, podemos y vamos a
escalar alturas aún mayores en los años venideros.
Como Mao antes que ella, Jiang Qing no es
un modelo fácilmente emulable, pero nos ha legado la batuta política a
nosotros, sus sucesores. Nos ha ayudado a levantar la bandera roja.
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