[Opinión] ¡Elevar la autodefensa para enfrentar el creciente terrorismo fascista contra los migrantes!
27/06/2025
Hemos recibido este artículo de opinión anónimo en nuestro correo electrónico, y hemos decidido publicarlo.
Durante este mes en curso, hemos conocido noticias muy alarmantes de violencia contra los migrantes. En ocasiones, esta violencia es ejercida directamente por el Estado a través de las fuerzas represivas (policía, tribunales, leyes). Otras veces, por grupos fascistas y paramilitares de extrema derecha desatan el terrorismo blanco, guiados/contratados por la burguesía más reaccionaria y con la complicidad de la policía y el gobierno. Tres hechos importantes han sucedido hace pocos días:
17 de junio. Abderrahim, un hombre magrebíde 36 años, es asesinado por dos policías estando fuera de servicio en Torrejón de Ardoz (Madrid). Los dos policías le acosaron y estrangularon hasta la muerte. La versión policial convierte a la víctima en agresor, y justifica su asesinato diciendo que era un ladrón de móviles, y que los dos policías «se defendieron» asesinándolo. Testigos del asesinato niegan la versión oficial y afirman que Abderrahim se paró ante los policías y les preguntó qué querían, que no llevaba nada encima.
20 de junio. Un grupo de más de 30 fascistas, armados con machetes, palos y spray pimienta, algunos disfrazados de policía, expulsaron a un grupo de migrantes que dormían en una fábrica abandonada de Aldaia (València). Un empresaria especuladora, Eugenia García López -dueña de Parking Aldaya SRL o TRANS EGL SRL, entre otras- nueva dueña del inmueble, contrató a este grupo de paramilitares fascistas para que expulsaran a los migrantes. Estas personas dormían y vivían en la fábrica abandonada. Según las ONG y algunos vecinos, no era gente problemática. Eugenia García López compró la fábrica para especular, para hacer negocio y contrató a los matones, un grupo verdaderamente paramilitar fascista. El grupo de fascistas irrumpió en la fábrica golpeando a todo el mundo, gaseándolos y amenazándolos de muerte. Una voluntaria de una ONG estaba allí cuando ocurrió el ataque. Trató de defenderlos, pero fue atacada también. La voluntaria declara que “parecía una cacería” y que los fascistas dijeron: “cuando se vaya el hijo de puta de Pedro Sánchez vendrá Vox, los mataremos y los tiraremos al mar”.
23 de junio. Varios migrantes aparecen asesinados, atados de pies y manos, dentro de una patera en las costas baleares. La policía no ha determinado el número exacto de cuerpos encontrados. Según las asociaciones humanitarias, estos asesinatos están relacionados con las rutas de llegada a España por Mediterráneo, que junto con la ruta canaria, son de las más peligrosas que existen en el mundo. Entre enero y junio han aparecido 31 cuerpos de naufragios, algunos de ellos con muertes violentas (es decir, no fueron ahogados por accidente sino que fueron tirados al mar).
Pongamos un ejemplo más, esta vez de redes sociales. Hace escasos meses se viralizó un influencer que grababa cómo iba gaseando con gas pimienta a magrebíes en Barcelona. ¿La excusa? Que estaba limpiando las calles de “delincuentes”. El miserable, que se hace llamar Jan sin miedo, contribuye a justificar que está bien atacar a los inmigrantes porque son todos iguales, unos ladrones. Este bombardeo ideológico reaccionario es el que justifica políticamente asesinatos como el de Abderrahim.
Vayamos más atrás, al 24 de junio de 2022. Ese día se produjo la masacre de Melilla, una acción genocida del Estado español. ¡Un crimen genocida televisado en todas las cadenas! A día de hoy no hay ni un solo responsable de las decenas de asesinatos cometidos. Ni un solo Guardia Civil, ni un solo político. Resulta que todo el mundo hizo bien su trabajo, como dijo la Fiscalía.
La reacción y los fascistas cometen sus ataques y crímenes contra las masas del pueblo con total impunidad. El Estado los protege porque es el propio Estado quien, directa o indirectamente, los instruye, los promueve, los financia y los arma. El Estado actúa así para incrementar la represión de formas no legales, porque con la represión legal, en muchas ocasiones, no es suficiente para sus objetivos. La reaccionarización y fascistización de la llamada sociedad civil y las instituciones del Estado (promovida por el proceso de militarización del Estado) crea un caldo de cultivo perfecto para el terrorismo fascista: el odio a las personas migrantes.
Los obreros migrantes son una parte fundamental de la economía del imperialismo español. No solo en las semicolonias, no solo en las naciones oprimidas, sino también en el propio corazón de la metrópolis. Son los obreros migrantes el grupo que mayoritariamente trabaja en los peores sectores laborales, como los obreros de la construcción, los jornaleros del campo, las temporeras de la fresa o las camararas de piso, entre otros muchos. Los imperialistas necesitan que vengan cientos de miles todos los años para continuar su política de superexplotación al proletariado. No sṕlo es falso que vengan a «robarnos el trabajo», sino que además, la economía española se desplomaría sin ellos.
Los imperialistas no sólo necesitan emplear a miles de migrantes. Necesitan emplearles por debajo del valor de su fuerza de trabajo. Por eso promueven el chovinismo, para dividir a la clase y así arrebatarle la dignidad a las masas migrantes. Cuando al obrero se le arrebata la dignidad, es mucho más sencillo tratarle como a un esclavo. Ya avisó Marx que el obrero tenía más necesidad de respeto que de pan. Los imperialistas quieren que las masas migrantes sean vistas poco más que como animales, para que así esté justificado tratarles como esclavos.
Es preciso elevar la autodefensa. Debemos cerrar filas para combatir al chovinismo imperialista y al terrorismo fascista. Si la reacción se arma con machetes y bates, la respuesta de la clase debe ser proporcional. El proletariado debe organizarse y terminar con la impunidad fascista. Y por supuesto, hay que desterrar del movimiento obrero la falsa idea que vivimos en tiempos de paz. Ese tipo de ideas son falsas, los acontecimientos internacionales y nacionales evidencian que vivimos en tiempos de guerra y que el proletariado debe prepararse para enfrentarla. Lo contrario, es conducir a la clase al camino de la capitulación. Todo el mundo debe tomarse la cuestión de la autodefensa como algo urgente y necesario.
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