Hoy 9 de abril, es el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, consignado en la Ley 1448 de 2011, hecha supuestamente para establecer medidas en beneficio de las víctimas del conflicto armado interno que sufrieron violaciones de sus derechos a partir del 1 de enero de 1985, pero que como en la gran mayoría de la ley burguesa, se queda en letra muerta.
Sin embargo, hoy debe ser un día, no “como una medida simbólica para recordar los hechos violentos durante el conflicto armado en Colombia” como reza la ley y en solidaridad con las víctimas, sino para destacar la lucha de los familiares, vecinos y amigos de las víctimas de la guerra contra el pueblo, y manifestar la solidaridad por la muerte, desaparición, desplazamiento y amenazas que han padecido millones de mujeres, hombres, niños y ancianos en Colombia, desde mucho antes de 1985 hasta hoy.
Es un día para levantar el puño contra el terrorismo de Estado y contra la guerra reaccionaria que se libra en Colombia por la renta extraordinaria del suelo que brinda la explotación del trabajo asalariado en las zonas mineras y petroleras, en las plantaciones de coca, amapola, palma africana, caucho… Un día para que las víctimas y el pueblo pongan al descubierto y denuncien a los victimarios: grupos armados legales e ilegales; burgueses, banqueros y terratenientes; carteles mafiosos, regímenes socios e imperialistas de diferentes partes del globo.
Es también un día para denunciar la tragedia que siguen viviendo las víctimas de la guerra contra pueblo, las mentiras y el engaño de los “Acuerdos de Paz” firmados en La Habana entre los jefes de las Farc y el gobierno Santos. Acuerdos que legalizaron el despojo violento de los pobres del campo y favorecieron los intereses de la burguesía agraria con las zonas económicas especiales y de los terratenientes despojadores. Acuerdos que no significaron la paz para el pueblo, sino la continuidad de la guerra con masacres, desplazamientos forzados y el asesinato sistemático de los líderes populares y firmantes de los mismos. Acuerdos que fueron una burla para los desplazados porque no garantizaron el retorno a sus tierras usurpadas por los monopolios, sino la entrega de las mismas a los despojadores o compradores “de buena fe”. Acuerdos que no llevaron a la sustitución de los llamados cultivos ilícitos sino la brutal represión contra los campesinos pobres y el proletariado agrícola que viven de la siembra y recolección de la hoja de coca, amapola y marihuana… Es un día para denunciar que los Acuerdos de La Habana significaron para el pueblo, la paz de los sepulcros.
Es una fecha para elevar la conciencia en que este podrido Estado y su nauseabunda democracia burguesa nunca van a garantizar la paz para el pueblo. Las instituciones de “control” o comúnmente llamadas “ías”, del Estado burgués-terrateniente no garantizan el cumplimiento de los derechos de las víctimas de la guerra reaccionaria, y no se les puede pedir lo contrario, pues por su carácter, sirven para maquillar la dictadura de los dueños del capital y formalmente hacer veeduría sobre los derechos de las víctimas y dejar constancia sobre las violaciones… Informes y denuncias sin consecuencia alguna.
Un día para reafirmar que la única alternativa que tienen las masas populares para garantizar que el Estado cumpla sus obligaciones y para defender los derechos conquistados es con la unidad, la organización y la lucha revolucionaria que hoy se concreta en el Paro General Indefinido; haciendo que todo el pueblo trabajador se levante como uno solo para frenar la burla y la matanza, para arrancarles a los enemigos con el paro, el bloqueo y la lucha en las calles las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores del campo y la ciudad.
Una ocasión para que las víctimas del pueblo que ya conocen de cerca la guerra y vivieron en carne propia lo que significa estar en medio de las balas de bandos enemigos que no representan sus intereses, no sigan confiando en la paz que prometen sus victimarios y en los discursos mentirosos de los politiqueros en campaña. Para reflexionar sobre la solución definitiva a la guerra declarada por los capitalistas contra el pueblo, para pensar en la solución radical a todos los padecimientos del pueblo colombiano, la cual no puede ser otra que el triunfo de la Guerra Popular, de la violencia revolucionaria de las masas, que destruya el Estado de los explotadores, abriendo el camino a la construcción del nuevo Estado donde los obreros y campesinos sean los que dirijan la sociedad en beneficio de quienes trabajan y garanticen con sus fusiles, con el pueblo armado, la paz que les negaron los explotadores.
revolucion obrera
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