Las militantes de la Unión son particularmente valientes y responsables. Su doble condición, de ser mujeres y proletarias, las dota de un temple especial. Muchas importantes responsabilidades las asumen las compañeras; aún con todas sus limitaciones, no esquivan las obligaciones, su valentía y nivel de conciencia son ejemplo para los camaradas y las masas.
Para las mujeres, son mayores las dificultades para participar en la revolución, más aún cuando son madres cabeza de familia como algunas ejemplares comunistas dirigentes que tiene esta organización.
No existe igualdad social entre el hombre y la mujer bajo este sistema. Solo el socialismo puede reducir realmente esta gran diferencia social, acortándola pero sin superarla, lo cual solo puede ser alcanzado en el comunismo. La mujer trabajadora soporta una doble opresión, la del capital y la del género masculino; así como una doble explotación, en la jornada de trabajo y en la esclavitud doméstica, como reproductora de la clase oprimida, encargada casi que por entero de la crianza y educación de los hijos, de cocinar, lavar, planchar, hacer aseo… Labores desgastantes y embrutecedoras, que quitan tiempo y energías, e influyen para que las mujeres puedan participar en píe de igualdad en la lucha.
Mientras no sean socializadas las funciones del hogar, la familia individual moderna será un pequeño taller de reproducción de la fuerza de trabajo en manos de las mujeres; un pequeño taller que no solo inocula ideas pequeñoburguesas como toda la pequeña producción, sino además las condena a labores rutinarias, enajenantes y embrutecedoras que objetivamente consumen gran parte de sus energías, obstaculizan una actividad más amplia y limitan el horizonte. Esta es una condición de desigual en las filas de los comunistas que, en muchos casos, influye en la combatividad e impotencia de las camaradas para enfrentar las tareas revolucionarias, incluso para luchar en el seno de la organización contra algunas manifestaciones de opresión.
Si bien es cierto que en la organización todos sus miembros ingresan en calidad de comunistas, no es cierto que socialmente sean todos iguales y tengan las mismas posibilidades de cumplir bien con sus tareas. Mientras exista la división social en clases, la igualdad será un concepto que tiene su sello de clase, como en toda república democrática burguesa: igualdad recortada, formal y jurídica para los oprimidos, pero real y eficaz solo para los capitalistas.
De ahí que juzgar a las mujeres con el mismo rasero que a los hombres en una organización comunista, es desconsiderado, subjetivo y una manifestación de opresión sutil, porque no reconoce la desigualdad real que tienen para participar activamente. No son las mismas limitaciones así trabajen laboralmente hombres y mujeres, ni la condición de padres para unos y otros; incluso, no es lo mismo ser dirigente comunista para una mujer que para un hombre. Ellas siempre deben hacer un esfuerzo mayor y en efecto lo hacen con sacrificio y sin lloriqueos. Por tanto, es manifestación de machismo exigir a las camaradas, sin primero ayudarles en sus limitaciones; pedir consecuencia con sus compromisos, sin primero hacer todo cuanto se pueda para que superen los obstáculos y tengan éxito en su trabajo.
El argumento de que en una organización como estas se mide por igual la responsabilidad de los comunistas independiente de su sexo, es manifestación de opresión sutil a las camaradas; incluso cuando se increpa con dureza porque ellas son incisivas en su crítica, es actitud rencorosa que no se corresponde a la responsabilidad de luchar por la unidad de la organización. Este sentimiento es ajeno al proletariado y se corresponde al revanchismo propio de la pequeña burguesía, que tocado en la individualidad, pone por encima el ego en oposición al desinterés y humildad propios de los comunistas frente a las masas y sus camaradas, enseñados especialmente por Mao Tse-tung, como parte del estilo de los revolucionarios. Revanchismo que se convierte en opresión cuando es una respuesta a la crítica hecha por una camarada, pues la sociedad burguesa ha heredado la idea de que el hombre es superior a la mujer y es él la figura principal, en este caso, el que más sacrificios hace, el que más trabaja.
Lograr que las compañeras estén a la vanguardia, inicia por reconocer su desventaja en la sociedad para rebelarse, despertar a la conciencia y ponerse al frente de la dirección de la lucha. De ahí que en lugar de increpar, hay que saber entender y apoyar a las camaradas; en lugar de hacer prontuarios de sus incumplimientos, debe dárseles la mano para que puedan cumplir con las tareas y cubrirles la espalda solidariamente como hermanas de clase y camaradas de lucha que son.
Los hombres comunistas están obligados a poner el pecho a lo que sus camaradas mujeres no pueden hacer tan fácilmente por su difícil situación social y material… No se trata de subvalorarlas ni de ser liberales con las inconsecuencias y los incumplimientos, pero una mujer que despierta a la conciencia y decide organizarse para acabar con las raíces de este sistema, merece todo el respaldo, toda la comprensión, toda la ayuda de sus camaradas varones. Porque solo se podrá acabar con la injusticia, con las desigualdades sociales si se despiertan las poderosas fuerzas de la mitad del cielo que constituyen las mujeres.
La actitud de Partidos de vanguardia como el Partido Comunista de la India (maoísta), es un ejemplo para los comunistas revolucionarios del mundo y para los de la Unión Obrera Comunista. Allí se ha hecho un gran esfuerzo porque las camaradas mujeres asciendan a los principales cargos de responsabilidad en el Partido y en la dirección de la lucha de masas. Y mientras los reaccionarios se ensañan contra ellas para reprimirlas con sevicia y perseguirlas hasta la muerte, las masas aman a sus dirigentes comunistas y sus camaradas las respaldan hasta con su propia vida si es necesario para que ellas estén al frente.
En esta sociedad machista y opresora, los monstruos y demonios de un sistema reaccionario moribundo se ensañan contra el sexo femenino y los comunistas como la conciencia del movimiento, están en abierto combate contra esta ofensiva de la reacción, decidiéndose a luchar incluso a su interior contra toda manifestación de machismo. Por eso en estos momentos la Unión Obrera Comunista (mlm) consciente de que debe avanzar en la construcción del Partido, desarrolla un segundo movimiento contra las manifestaciones de opresión a la mujer en sus filas, como parte de extirpar todo punto de vista machista abierto o sutil. Los camaradas hombres están obligados ─si de verdad son consecuentes con sus convicciones─ a autocriticarse, a extirpar su punto de vista machista y a corregir a conciencia su actitud. Solo así podrá avanzarse en la preparación del Congreso del Partido.
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