Sonny Melencio y Walden Bello, Sin permiso / 2 de agosto de 2017
El
pasado 20 de julio tuvo lugar en el Benitez Hall, Universidad de
Filipinas en Diliman, la Conferencia Nacional contra la Dictadura
(NCAD), que pretende articular un frente de izquierdas contra la
evidente evolución del régimen del presidente Duterte hacia la dictadura
mediante la extensión del Estado de Guerra impuesto en Mindanao.
Recogemos las intervenciones de dos viejos amigos y colaboradores de Sin
Permiso (en cuyos archivos se pueden consultar varios de sus
artículos), Sonny Melencio y Walden Bello (en la foto), dos veteranos
luchadores contra la dictadura de Marcos y los sucesivos regímenes EDSA.
por Sonny Melencio (*)
Esta es una iniciativa adecuada a los tiempos. El Presidente Duterte
acaba de confirmar que está deseando instaurar una dictadura. Quiere
extender la ley marcial en Mindanao hasta diciembre de este año. Y sus
chuwariwariwap boys (sus “amiguetes”) en el Congreso están de acuerdo. Y
ahora incluso el Vice Leni dice que no hay que sospechar de sus
intenciones, que es por nuestro bien. Pero me parece que no nos espera
nada bueno.
Hace unos días, Duterte obtuvo un índice de aprobación del 82% en la
encuesta Yonhap. Su más alta hasta el momento. Hay un montón de dudas
sobre esta encuesta. La encuesta se realizó del 24 al 29 de junio. Nadie
sabía donde estaba en estas fechas y desapareció durante una semana.
¿Significa eso que la gente le apoya especialmente cuando ha
desaparecido y no hace nada? Es como si la gente estuviese harta y
quisiera que la dejaran en paz.
La dictadura de la ley marcial
Sé que la mayoría de ustedes son muy jóvenes para haber vivido una
dictadura en toda regla. Pero yo la viví y luché contra ella, y cuando
era joven, como ustedes hoy, a los 22 años, fui secuestrado por las
fuerzas policiales fascistas, y me secuestraron en una casa de seguridad
militar donde fui torturado repetidamente, día tras día. Sobreviví
gracias a una audaz fuga que me reintegró al movimiento clandestino
desde el que con varios jóvenes continué una lucha implacable contra la
dictadura.
Después, el resto es historia. Pero es una historia emborronada. Marcos
fue expulsado con un levantamiento popular llamado la Revolución EDSA 1.
La gente se movilizó por millones. Pero la revolución fue secuestrada
por los representantes de la oligarquía que ahora llamamos los
“amarillos”. Los gobiernos EDSA se sucedieron pronto uno detrás de otro.
Cada uno de ellos fue una caricatura del anterior.
Tuvo lugar la Revolución EDSA 2. No fue contra una dictadura, sino en
contra de un presidente corrupto, Erap. La gente se movilizó otra vez
por millones. Pero la revolución fue secuestrado de nuevo por los
representantes de la oligarquía cuya dirigente, Gloria Macapagal Arroyo,
se convirtió en la segunda presidenta más corrupta de Filipinas después
de Marcos.
Por si lo han olvidado, hubo una EDSA 3. Es importante recordarlo,
porque fue el precedente que nos trajo hasta aquí. EDSA 3 mostró el
desencanto de los pobres con el régimen de la oligarquía elitista. Esta
EDSA 3 no fue secuestrado por la clase dominante, ya que fue
desencadenada por una facción de la clase dominante. Uno tras otro, los
“trapos” (caciques) de la élite llegaron al Santuario EDSA y llamaron a
las masas pobres a la revuelta para volver a llevar a Erap al poder. Y
en un amanecer húmedo del 1 de mayo, marcharon a Malacañang donde
trataron de escalar las puertas del palacio, y fueron masacrados por los
guardias presidenciales, los infantes de marina y la policía. Nadie
sabe cuánta gente murió …
El gobierno de Noynoy Aquino fue el último clavo en el ataúd de color
“amarillo”. Este régimen también fue popular cuando llegó al poder. Pero
lo arruinó todo manteniendo los esquemas neoliberales bajo la
propaganda “Daang Matuwid”. Se negó a ver lo que se venía encima, que la
gente estaba harta. En las elecciones de 2016, 16 millones votaron por
Duterte, un claro repudio de la fiebre “amarilla” que había sufrido la
nación después de la caída de Marcos en 1986.
Ahora estamos en una etapa en la que la historia parece repetirse. Pero
como dijo Karl Marx, la historia se repite – por primera vez como
tragedia, la segunda como farsa.
La tragedia fue el régimen de la ley marcial de Marcos. Lo absurdo de
todo el régimen Duterte es que pretende copiar al de Marcos. Duterte es
él mismo una caricatura de Marcos. A diferencia de Marcos, que saltó a
la política nacional a una edad temprana, Duterte no viene de la
oligarquía nacional tradicional. Duterte es un señor de la guerra, una
de esas criaturas políticos que han estado en la periferia de la
política filipina durante mucho tiempo. Ellos y sus clanes controlan las
administraciones locales en sus provincias y regiones, y lo que los
diferencia de otros políticos tradicionales son sus ejércitos privados y
escuadrones de la muerte, o el uso de la violencia para perpetuar su
dominio. Duterte es sólo uno de ellos. Están los Dys en Isabela; los
Fariñases y los Marcos en Ilocos; los Josons en Nueva Ecija; los Yaps en
Escalante y Negros; los Ampatuan en Maguindanao; y así sucesivamente.
El fundamento de la popularidad de Duterte
Pero
hay que tener en cuenta la popularidad de Duterte también. Sigue siendo
muy popular entre las masas. O entre las clases medias, que parecen
tolerar lo que está haciendo. Aquí es donde se le suele comparar con
Hitler. Pero, contrariamente a la apelación de Hitler a los sentimientos
nacionalistas de las masas alemanas para llevarlos a su programa
fascista a finales de 1930, Duterte no se proyecta en el nacionalismo.
Incluso ha abandonado sus reclamaciones sobre el Mar del Oeste de
Filipinas y está abiertamente flirteando con China. Tampoco la guerra en
Mindanao tiene que ver con el nacionalismo. Es puro chovinismo contra
los musulmanes y los moros.
¿Por qué Duterte tiene el apoyo de las masas?
Duterte
está utilizando el miedo como arma para ganar el apoyo de las masas.
Para Duterte, sólo hay dos grupos de enemigos que hacen miserable la
vida de las masas. Uno de ellos son los “durugista” (drogadictos), que
van a violar y matar a tus hijas y a robarte todo lo que tengas y hayas
ganado honradamente. El otro son los “teroristas” (terroristas), que es
un Moro y un musulmán responsable de la guerra en Mindanao. Es tan
simplón como la identificación de Hitler de los judíos como el enemigo
del pueblo alemán y de todas las otras razas. Si se cree, a continuación
se creerá que la salvación sólo puede venir a través de la aniquilación
total de los “durugistas” y “teroristas”. No importa cuales sean los
problemas sociales que engendran las crisis de las drogas y el
terrorismo.
Un psicoanalista y escritor marxista muy conocido, Wilhelm Reich, escribió un libro titulado La psicología de masas del fascismo.
En el, escribió: “el fascismo como un movimiento político se diferencia
de otros partidos reaccionarios, porque es apoyado y defendido por
masas de personas. El fascismo no es, como generalmente se cree, un
movimiento puramente reaccionaria; más bien, es una mezcla de emociones
rebeldes y de ideas sociales reaccionarias”.
Así que hay una psicología del
fascismo. Aunque todavía no ha evolucionado hasta convertirse en un
movimiento, las ideas fascistas ya flotan en el aire. Duterte utiliza
las emociones de las masas rebeldes, mientras proclama ideas sociales
cada vez más reaccionarias. Duterte hace uso del desencanto de masas con
los gobiernos de las fuerzas “amarillas”, pero al mismo tiempo, elogia
la ley marcial de Marcos. Duterte denuncia el terrorismo que se cobra la
vida de los bangsamoros en Marawi, pero en el mismo tiempo acusa a
todos los Moros y musulmanes como instigadores del terrorismo en
Mindanao.
¿Cómo detener a Duterte? ¿Cómo evitar la dictadura?
Estoy
de acuerdo con usted en que el proyecto más urgente actual es una
coalición contra la dictadura, un frente unido contra la dictadura. Pero
tiene que ir más allá. Esta es la lección que nosotros, los
sobrevivientes de la ley marcial y veteranos de la lucha contra la
dictadura, hemos aprendido. Podemos tener un amplio frente unido contra
la dictadura, pero que no diga gran cosa acerca de las alternativas.
Podemos bloquear la evolución hacia la dictadura, pero ¿estamos
preparados para aceptar que recuperen de nuevo el poder las oligarquías
de élite y los “amarillos” tradicionales?
Si no queremos que pase, entonces tenemos que ponernos de acuerdo sobre
un programa político claro que recoja nuestras reivindicaciones y
aspiraciones como una fuerza independiente de las fuerzas políticas
tradicionales y de la élite.Voy
a terminar esta charla con un comentario sobre dónde estamos en este
momento de la historia. Estamos en una situación muy peligrosa y
alarmante. Duterte ha probado su estado de sitio y quiere más. Duterte
ha corrompido las dos cámaras del Congreso y las ha convertido en un
mero sello de caucho que aprueban lo que les diga. Controla y mima a la
policía como su fuerza ejecutora en su guerra contra las drogas en
contra de los pobres. Ha conseguido que el ejército actúe a su voluntad
en Mindanao, pero sólo en el sentido de darles el control sobre el
terreno. El ejercito, las AFP, es el eslabón débil de Duterte. Es la
única fuerza consolidada y bien organizada dentro del régimen que pueda
impugnar la voluntad de Duterte si quiere. Puede ser que, en un futuro
próximo – ya sea como una reacción a la retórica de Duterte contra sus
amos estadounidenses, o como una oportunidad abierta por la desaparición
temprana de Duterte debido a su mala salud- lo haga. Ciertos generales
ya han comentado, “si el gobierno civil no puede hacerlo, entonces lo
haremos nosotros”. Creo que estos generales quieren emular a Tailandia,
donde los militares se han hecho cargo del poder después de los
desordenes contra el gobierno civil.
No estamos en una situación revolucionaria. Sin embargo, dos de sus
principales características ya están en su lugar. Una es que la clase
dominante no puede gobernar a la antigua usanza, y dos, que las masas no
quieren ser gobernadas a la antigua usanza. Duterte llegó al poder
debido a que la élite gobernante tradicional no podía seguir haciéndolo
como antes. Las fuerzas de élite “amarillas” se están desintegrando
rápidamente y han logrado sobrevivir fusionándose con Duterte y su
partido en el poder. Las masas han repudiado claramente a las viejas
fuerzas oligárquicas de la élite.
Lo que falta es, pues, la
reaparición de la acción directa de la gente en las calles. Hay atisbos
de ella, pero no pueden consolidarse. Por otro lado, si Duterte muere
hoy, o queda incapacitado de alguna manera, no creo que las masas
acepten volver a los viejos usos de dominación. No creo que acepten otra
gobierno de la oligarquía “amarilla”.
Así que en la izquierda, que no es
ni pro-Duterte ni “amarilla”, ni esta comprometida políticamente, hay
una gran cantidad de oportunidades para construir un nuevo movimiento.
Ha llegado el momento de una alternativa política basada en las masas
que se componga de todos los sectores, secciones, clases y movimientos
que anhelan un cambio de sistema en la sociedad actual.
Muchas gracias. Mabuhay kayong lahat! (“¡Sean todos bienvenidos!”)
La lucha contra el fascismo.
Intervención
de Walden Bello en la Conferencia Nacional contra la Dictadura (NCAD),
en el Benitez Hall, Universidad de Filipinas en Diliman, el 20 de julio
de 2017.
“Hoy
será recordado como el día que renació la resistencia contra la
dictadura. Las generaciones futuras mirarán a esta asamblea para decir,
sí, hubo personas a las que no les intimidó la popularidad de una
personalidad autoritaria y se colocaron en la línea de fuego para
prevenir la aparición de una dictadura en toda regla”.
El
fascismo se presenta en diferentes formas en diferentes países, e
incluso dentro del mismo país, puede aparecer de manera diferente en una
fecha posterior a cuando nació. La visión común de cómo el fascismo
llega al poder es lo que podemos calificar como el modelo Marcos de
“fascismo poco a poco”. En primer lugar, ocurren las violaciones de los
derechos civiles y las libertades políticas, a continuación, viene la
estocada del poder absoluto, la represión masiva indiscriminada. Duterte
invierte este proceso. En primer lugar, hay represión masiva, en este
caso la matanza indiscriminada de más de 10.000 consumidores de drogas
sospechosos. A continuación, la toma del poder, en este caso la
declaración del estado de sitio, de cuya primera fase hemos sido
testigos con la imposición del régimen militar en Mindanao. Por último,
la supresión de los derechos y las libertades políticas y civiles
básicas en una atmósfera que ha sido desinfectada en gran parte de la
oposición política. A diferencia del “fascismo poco a poco”, esto es
“fascismo guerra relámpago”.
Las
dictaduras fascistas son populares, al menos al principio. El índice de
aprobación de este presidente se mantiene en torno al 83 por ciento. Mi
sensación es que incluso si tuviera que avanzar hacia un régimen
dictatorial formal, Duterte seguiría manteniendo un alto grado de apoyo
popular. Esto no es inusual. Hitler fue popular hasta el final, y ni
siquiera la invasión aliada de Alemania en 1945 pudo inducir a los
alemanes a la revuelta. Aunque Duterte es popular en todas las clases,
es el más popular entre las clases ABC, la élite y la clase media. Una
vez más, esto no es inusual. La base de los regímenes fascistas
anteriores ha sido la élite y la clase media, y en esta última incluimos
a sectores descendente que son trabajadores objetivamente pero cuya
conciencia permanece anclada en la clase media y se resienten de su
cambio de fortuna. Es de entre sus seguidores de clase media donde
Duterte tiene a sus discípulos más fanáticos. Son los acosadores
cibernéticos, como los que recientemente llamaron a la ejecución de dos
mujeres periodistas y a la “violación brutal” de una de nuestras
senadoras. Al igual que las camisas pardas nazis o la SS, no se puede
razonar con estas personas; son irremediablemente irracionales.
Si
bien no hay que renunciar a la clase media, son los seguidores de
Duterte en las clases D y E de los que deberíamos preocuparnos. A
diferencia de la clase media en la que se apoya Duterte, que podríamos
caracterizar, usando términos de Gramsci, como la exhibición de un
“consenso activo” detrás del gobierno autoritario de Duterte, las clases
bajas que apoyan al presidente podría decirse que lo hacen con un
“consenso pasivo.” No podemos entender por qué han oscilado hasta apoyar
a Duterte si no se toma en consideración el fracaso espectacular de la
llamad “República EDSA” a la hora de satisfacer sus expectativas durante
30 años. En lugar de democracia, la República EDSA les dio oligarquía y
corrupción masiva. En lugar de seguridad, criminalidad rampante. En
lugar de igualdad de oportunidades, se agudizaron la pobreza y la
desigualdad. En lugar de afirmar la dignidad de los pobres y marginados,
se les privó de ella. La democracia hipócrita de la República EDSA es
la razón principal por la que están dispuestos a dar al proyecto
autoritario de Duterte una oportunidad.
Hoy
será recordado como el día en que renació la resistencia a la
dictadura. Las generaciones futuras mirarán a esta asamblea aquí y hoy
para decir: sí, hubo personas a las que no les intimidó la popularidad
de una personalidad autoritaria y se colocaron en la línea de fuego para
prevenir la aparición de una dictadura en toda regla. Con suerte, no
verán nuestra lucha como una causa perdida. Pero para asegurarnos de que
pasamos a la historia como una empresa noble pero condenada de
antemano, tenemos un trabajo muy duro por delante de nosotros con el fin
de ganar los corazones y las mentes de los sectores de nuestro pueblo
cada vez más escépticos sobre la capacidad de la democracia para
defender su seguridad y protegerlos de la rapacidad de los ricos y
poderosos.
En el resto del tiempo que me queda, me permito proponer los elementos claves de un programa anti-dictadura.
En
primer lugar, tenemos que centrar nuestros esfuerzos en la prevención
de la imposición de la ley marcial a nivel nacional, que es el siguiente
paso en el camino de Duterte hacia la dictadura. En segundo lugar, hay
que recordar constantemente a la gente del baño de sangre continuo en
los barrios pobres, obligarlos a enfrentarse a una realidad que muchos
preferirían fingir que no está sucediendo, y que se den cuenta de que no
es una respuesta humana callar ante el mal. Debemos asegurarnos de que
nuestros conciudadanos filipinos no se comportan como los “buenos
alemanes” de la época nazi.
En
tercer lugar, hay que exponer la duplicidad de un presidente que dice
que es socialista, pero que no cuenta con programas de justicia social;
cuyo programa económico explícitamente dice que continuará la política
neoliberal de su antecesor; que se ha deshecho de su ministra de medio
ambiente cuando les pisó los callos a la poderosa industria minera, y
que ahora cuenta con el apoyo de casi todos los sectores de la élite,
desde el compinche de Marcos Ramon Ang al hombre de paja indonesio Manny
Pangilinan pasando por el llamado Bloque de Visayas en el Congreso que
ha bloqueado todos los esfuerzos para continuar la la reforma agraria.
En
cuarto lugar, las personas deben entender que la democracia que
defendemos no es la vieja democracia electoral desacreditada, donde las
élites compran y manipularon las elecciones para mantenerse en el poder,
un sistema que solo es democracia de nombre, pero en realidad es
esencialmente una oligarquía. Les debemos ofrecer un programa
democrático para la redistribución radical de la tierra y otros activos.
En otras palabras, debemos ser los agentes de una genuina democracia
socialista que haga de la igualdad y la justicia su centro.
En
quinto lugar, debemos asegurarnos de que nuestros compatriotas nos vean
luchar por el futuro, y no para que vuelva un pasado desacreditado. En
otras palabras, no podemos darnos el lujo de aliarnos con personas
asociadas con el viejo orden, especialmente las fuerzas “amarillas” que
dominaron la República EDSA, si queremos ser identificados como
dirigentes de la lucha contra la dictadura. Eso sería suicida. Al mismo
tiempo, no podemos darnos el lujo de subordinarnos a fuerzas de doble
cara que dicen que están en contra de la dictadura, mientras que al
mismo tiempo participan en el gabinete de Duterte. Hindi na puedeng
mamanca sa dalawang ilog (“No se puede estar a la vez en las dos orillas
de un río”). Mientras que todas las fuerzas anti-dictadura honestas son
muy bienvenidas a unirse a nuestra lucha, la cuestión del liderazgo es
otra cosa.
Permítanme
terminar diciendo que nuestra tarea es enorme, y no hay ninguna
garantía de éxito. Pero no libramos este combate porque estemos seguros
de un final triunfante. Luchamos por una democracia socialista y en
contra de la dictadura porque es lo que hay que hacer, porque es la
única respuesta digna a la oscuridad que amenaza con tragarse a nuestro
país. Gracias.
(*) Sonny Melencio, Presidente del PLM (Partido Lakas ng Masa).
(**)Walden Bello, politólogo filipino que trabaja como director
ejecutivo de Focus on the Global South, profesor de Sociología y
Administración Pública en la Universidad de Filipinas y es investigador
asociado del Transnational Institute.
Fuente (para CT): http://www.sinpermiso.info/textos/filipinas-renace-la-resistencia-contra-la-dictadura
Resumen Latinoamericano
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