Nota V.O.:
Hace unos años se entabló un debate entre Bob Avakian, líder del
PCR-EEUU, y Ajith, líder del PCI (M-L) Naxalbari, en el seno del
Movimiento Revolucionario Internacionalista. Uno de los aspectos que
debatieron fue la cuestión de si los frentes populares de los años 30
constituyeron o no una buena estrategia, si la alianza de la URSS con
los aliados fue pertinente y si la política exterior de China de la
época de Mao fue correcta.
El texto que
podéis leer a continuación es la traducción de un fragmento del
documento “Against Avakianism” que escribió Ajith en réplica a Avakian.
Un debate apasionante en el que Ajith aclara bastantes conceptos y
confusiones, describiendo los aciertos y errores de los Frentes
Populares.
Un escrito a
tener en cuenta para reflexionar y debatir sobre la posible estrategia a
seguir, por el movimiento comunista internacional, para conseguir la
victoria en el futuro.
CRÍTICA INFANTIL DE LAS TÁCTICAS DEL FRENTE UNIDO
La política del Frente Unido adoptada por
el VII Congreso de la Komintern (III Internacional), celebrado en 1936
tras el ascenso de Hitler en Alemania y la amenaza creciente de la
guerra mundial, cometió varios errores. Pero, en su crítica de estos
errores, el PCR-EEUU dio un saltó exactamente al extremo opuesto. Negó
la significancia e importancia que tenía diferenciar entre el fascismo y
la democracia burguesa. Descartó que existiera una necesidad de
esforzarse por formar un frente unido táctico contra el fascismo. Así,
su tendencia general a absolutizar las cosas y terminar ubicado en el
otro lado de la moneda se comprobó también en este asunto. La II
Conferencia Internacional de 1984 rechazó esto. Sostuvo que era correcto
distinguir entre fascismo y democracia burguesa. Junto con esto se
identificó el error de la komintern al absolutizar la diferencia entre
estas dos formas de dictadura burguesa y de hacer una etapa estratégica
de la lucha contra el fascismo.
Desde entonces, el PCR-EEUU ha corregido
su error de negarse a distinguir entre fascismo y democracia
burguesa. Pero el error básico en sus posiciones sobre la táctica del
frente unido, que también subyacía en aquel, aún no se ha corregido.
Continúa como una posición fundamental del avakianismo y,
presumiblemente, es considerado como otro ingrediente de la “nueva
síntesis”. Por lo tanto, debemos analizarlo.
¿Por qué un partido comunista o un estado
socialista entrarían en un frente unido con una sección de sus
enemigos? Lo hace con el fin de utilizar las contradicciones entre sus
enemigos y así crear una situación más favorable para promover la
revolución. Avakian descartó esta posibilidad. Escribió: “…entrar en
este tipo de posturas de intentar manipular a los imperialistas para
luchar de esta manera y no de esa manera, y en este terreno y no en el
otro, atacar esto y no eso, ya te ubica en un territorio muy peligroso, y
una dialéctica muy delicada”. Sí, es cierto que entrar en un frente
unido con reaccionarios refuerza el peligro del seguidismo. Pero esa es
la dialéctica del mundo real muy alejada de la construcción de
relaciones puras del Avakianismo y de una política aún más pura. La
táctica del frente unido brinda oportunidades para el avance
revolucionario, no sólo representa peligros. Frente a formidables
enemigos, un partido comunista o un Estado socialista debe aprovechar
todas las oportunidades para intensificar las contradicciones entre
ellos. Debe esforzarse por hacer que “… luchen de esta manera y no de
esa manera, y sobre este terreno y no en ese, que ataquen esto y no lo
otro…”. Avakian no sólo lo negó, sino que creó confusión al hablar de
temas irrelevantes como la esencia de las acciones de los
reaccionarios. Así, al comentar sobre el frente unido entre la Unión
Soviética y el bloque imperialista aliado durante la Segunda Guerra
Mundial, escribió: “Para justificar el tipo de alianza que fue
construida con los estados “democráticos”imperialistas en la Segunda
Guerra Mundial, tendrían que demostrar que, incluso sin cambiar su
naturaleza, era posible cambiar la esencia de las acciones de estos
imperialistas durante un cierto período”.“No existían los medios
accesibles para cambiar el carácter básico de, incluso, las acciones de
estos Imperialistas, es decir, convertirlos en acciones que serían
principalmente progresistas, vistas en términos de contenido objetivo y
efecto objetivo”.
Avakian plantea la falsa cuestión de
tratar de cambiar la “esencia” de las acciones de un estado imperialista
a través de un frente unido, y obtiene la respuesta obvia en forma
negativa. El verdadero problema a juzgar es si era necesario y correcto
que la Unión Soviética utilizara las contradicciones agudas que habían
surgido entre las potencias imperialistas y formara un frente unido con
un bloque para superar la grave amenaza a su existencia. Avakian huyó de
contestar a esta pregunta al traer la cuestión de una “alianza que
abarcaba todo”. Dejemos de lado la cuestión de si esta calificación de
“todo abarca” es correcta. Incluso si fuera verdadera y exigiera
críticas, ¿era posible y necesaria una unidad táctica limitada? La
respuesta es obviamente afirmativa. Y eso implicaría también una
evaluación adecuada de las particularidades de esa situación mundial,
incluyendo factores nuevos como la existencia de un Estado socialista y
la distinción entre fascismo y democracia burguesa.
Lo que es
notable aquí es que la misma lógica de los argumentos de Avakian
dificultaba gravemente tal evaluación. Hizo que cualquier distinción
entre los enemigos fuera irrelevante. Por lo tanto, se rechazó
sumariamente la necesidad de entrar en las particularidades del
fascismo, el conjunto específico de contradicciones que generó (incluido
el de la democracia burguesa) y las oportunidades y desafíos que
planteaba. En nombre de corregir los errores cometidos por el Komintern,
el Avakianismo redujo el leninismo a un conjunto de doctrinas sin vida.
Siguiendo su procedimiento estándar
Avakian no había olvidado cubrir su posición. Después de descartar
cualquier papel para un frente unido en esa situación, escribió: “… en
la Segunda Guerra Mundial los imperialistas… también, es cierto,
adoptaron ciertas tácticas específicas sobre cómo querían hacerlo. Un
país socialista y un movimiento internacional fuerte pueden influenciar
de una manera secundaria, tácticamente, pudiendo ser importante en
ciertos aspectos, pero pensar que de cualquier manera básica o como un
aspecto principal de las cosas se puede afectar el modo en que las
relaciones entre los imperialistas se expresan es un error muy serio y
te conduce hacia la cola de la burguesía…”; “Es decir, el proletariado
puede, por medio de ciertas medidas tácticas y maniobras, incrementar
ciertas divisiones, aprovechar y quizás profundizar ciertas divisiones
que existen entre los imperialistas…” ¿Pero no admite esto la utilidad
de las Tácticas? ¿Acaso no acepta que un Estado socialista puede y debe
entrar en “territorio peligroso” y tratar de “…manipular a los
imperialistas para luchar de esta manera y no de la otra…”? ¿No
contradice el argumento principal de Avakian contra tales tácticas?
Avakian afirmó que esto conduciría
inevitablemente a la posición de “decir que los otros imperialistas no
son en realidad enemigos”. Lo absurdo de esta posición es demasiado
evidente cuando recordamos que la identificación de uno como el objetivo
principal surge sólo en un contexto en el que tratamos de diferenciar
entre los enemigos. Por lo tanto, tal diferenciación no se hace
automáticamente, que no son considerados el enemigo principal, sino
amigos. Ellos “realmente” siguen siendo enemigos, aunque el partido
comunista debe aplicar diferentes métodos en el manejo de las
contradicciones entre estas dos categorías de enemigos. Como lo demostró
la experiencia de China, tiene que estar vigilante incluso en contra de
las fuerzas reaccionarias con las que se ha aliado.
Avakian afirma que su crítica se centra
en la búsqueda del principal enemigo a nivel internacional. Incluso
afirma que el PCCh tenía razón al señalar a Japón y aliarse con el
Koumintang. Pero si su lógica en contra de distinguir a un enemigo
principal es correcta, si tal diferenciación inevitablemente significa
que los otros no son realmente enemigos, entonces no hay razón para
restringirlo al nivel mundial. Debe ser igualmente aplicable dentro de
un país específico. Por lo tanto, en el análisis final, aunque Avakian
reconoce la corrección de que el PCCh entró en una alianza con Chang
Kaishek, su lógica realmente excluye la actividad de un frente unido con
una sección de fuerzas reaccionarias. Este es un ejemplo agudo de
infantilismo nacido del enfoque doctrinario de Avakianismo.
Por último, ¿es cierto que no hay ninguna
justificación para identificar a los principales enemigos a nivel
internacional? No. En una situación en la que existe un Estado
socialista, esto es absolutamente pertinente y necesario en el ámbito de
la diplomacia. Esto nos lleva a otro grave error promovido por el
Avakianismo. En su crítica al “Frente Unido contra el fascismo”
promovido por el PCUS y el Komintern durante la Segunda Guerra Mundial, y
la “Teoría de los Tres Mundos” (TTM) de los revisionistas chinos, no
distingue la orientación estratégica del proletariado internacional de
la Diplomacia de un Estado Socialista. En general, ha criticado
correctamente al PCUS dirigido por Stalin por haber impuesto los
intereses de la Unión Soviética sobre los de la MCI (Movimiento
Comunista Internacional). Las maniobras diplomáticas y políticas de la
Unión Soviética se presentaron como la estrategia internacional del
proletariado. Pero en lugar de rectificar esto, el PCR-EEUU comete el
error contrario. Elimina cualquier papel para las maniobras diplomáticas
y las políticas de un estado socialista y todo lo que esto implica.
Esto está ampliamente expuesto en sus
argumentos contra el TTM. Formalmente, el PCR-EEUU ha negado la
afirmación del revisionismo chino de que esta teoría era una creación de
Mao. Pero, en esencia, ha argumentado lo contrario. Así, Avakian acusó a
Mao no sólo de buscar un frente unido internacional con los Estados
Unidos y sus aliados contra el bloque soviético, sino de considerarlo
como el “…enfoque para el movimiento internacional y la forma a través
de la cual debe llevar a cabo la lucha”. En esencia, esto atribuye el
TTM a Mao Tsetung. La absurda alegación de que el TTM fue presentado por
Mao Tsetung fue refutada como “calumnia revisionista” por la 2ª
Conferencia Internacional. ¿Por qué el PCR-EEUU se convirtió en un
conducto para semejante calumnia, aun cuando en su totalidad se
esforzaba por defender la bandera de Mao Tsetung? Sus raíces inmediatas
radican en los argumentos erróneos del Avakianismo contra la
diferenciación entre los enemigos y la negativa a reconocer y abordar el
papel de los movimientos diplomáticos de un Estado socialista.
En la cuestión específica que se examina
aquí, esto se manifestó en su obstinada oposición a la separación hecha
por los maoístas entre la diferenciación de Mao del mundo dividido en
tres y la TTM. A principios de los años setenta, Mao señaló la
diferenciación tripartita del mundo: el Primer mundo compuesto por dos
superpotencias (los imperialistas estadounidenses y soviéticos), un
segundo integrado por otros países imperialistas intermediarios y el
Tercer mundo de países oprimidos. Esto proporcionó al proletariado
internacional un panorama amplio del equilibrio de poder existente en el
mundo. El reconocimiento de esta realidad nunca fue utilizado por los
maoístas en China para imponer una orientación estratégica de unirse con
uno u otro poder reaccionario a nivel internacional. Más bien, se
aferraban a la idea de que “…la gente del Tercer Mundo es la fuerza
principal que combate al imperialismo, al colonialismo y al hegemonismo,
la fuerza motriz de la revolución que impulsa la historia hacia
adelante”.
La diferenciación del mundo en tres
sirvió de orientación a la política exterior de China en ese período. Le
ayudó a utilizar las contradicciones entre las dos superpotencias y
romper el bloqueo diplomático. Esto era justo y necesario. Sin embargo,
se han cometido varios errores en su aplicación. La Declaración del MRI
(Movimiento Revolucionario Internacionalista) ha descrito cómo los
revisionistas en China “… controlaron en gran medida su diplomacia y las
relaciones entre el Partido Comunista Chino y otros partidos
marxistas-leninistas, dieron la espalda a las luchas revolucionarias del
proletariado y de los pueblos oprimidos o trataron de subordinar estas
luchas a los intereses estatales de China”. Estos revisionistas
intentaron utilizar la división del mundo de Mao en tres e imponer la
política exterior de China como la orientación estratégica del
proletariado internacional. Esto finalmente fue dado una forma completa a
través de la “teoría de tres mundos”, dirigida hacia el exterior por
aquellos después de asir el poder y de restaurar el capitalismo en
China. Esta teoría declaró a los socialimperialistas como el principal
enemigo. Pidió a los maoístas que se unieran con el bloque imperialista
estadounidense y a todos los reaccionarios aliados con él, en nombre de
la lucha contra el principal enemigo.
Aquellos partidos que capitularon ante el
revisionismo chino, y algunos que tomaron una postura centrista,
mantuvieron esta teoría. En el caso de estos últimos, su fracaso en
diferenciar entre la división del mundo en tres y el uso distorsionado
del revisionismo para utilizar su teoría, contribuyó a su posición
equivocada. El ataque del partido albanés liderado por Enver Hoxha
contra la TTM cometió el mismo error desde el extremo opuesto. También
falló en diferenciar entre las dos opciones. El avakianismo absorbió
este dogmato-revisionismo a través de su fracaso en distinguir entre las
políticas diplomáticas y tácticas de un Estado socialista y la
estrategia internacional del MCI. Su argumento de que es incorrecto
separar a un enemigo principal en el nivel internacional nace de esto.
Uno u otro poder imperialista o fuerza
reaccionaria puede ser el principal enemigo del movimiento
revolucionario en un país determinado. Pero todos son igualmente
enemigos del proletariado internacional. Esto es admitido por el
Avakianismo, y eso es correcto. Pero, ¿es válido para un Estado
socialista? No, no lo es. Mientras exista un mundo dominado por el
imperialismo, un Estado socialista necesariamente debe identificar las
contradicciones entre las potencias imperialistas y hacer movimientos
diplomáticos para utilizarlas a su favor. En ciertas coyunturas, una u
otra potencia imperialista puede emerger como la principal amenaza, el
principal enemigo. En esa situación su política diplomática debe tratar
de aislar al enemigo principal (o enemigos). Esto puede requerir la
formación de una alianza o de un frente unido con otras potencias
imperialistas. En la probabilidad de que los estados socialistas sean
una minoría durante mucho tiempo, al contrario que el infantilismo de
Avakian, podemos esperar que esto sea la regla y no la excepción. El
error no es identificar al enemigo principal ni formar alianzas tácticas
con otros poderes. El error está en subordinar la orientación
estratégica del proletariado internacional -unificando la revolución
socialista proletaria y la nueva revolución democrática en una
revolución mundial que destruirá todo imperialismo y reacción- a la
política exterior de un Estado socialista.
Este estado pertenece a un contingente
del proletariado internacional. Pero, como Estado en un país en
particular, tiene sus propios intereses que podrían estar en desacuerdo
con los del proletariado internacional en coyunturas particulares. Esta
contradicción no puede ser ignorada. Los intereses de un Estado
socialista son parte de los del proletariado internacional. Pero no
pueden ser igualados forzadamente. El primero no puede sustituir al
segundo. Lo contrario es igualmente cierto. Los intereses específicos y
las convulsiones a las que se enfrenta un Estado socialista no pueden
negarse en nombre de defender los intereses del MCI. Debe dárseles el
peso y el papel debidos, subordinados a la orientación estratégica del
proletariado. La lucha librada por un Estado socialista en el ámbito de
la diplomacia es una parte importante de la revolución mundial. Nunca
debemos olvidar que el Estado socialista será el principal instrumento a
través del cual el proletariado internacional puede intervenir a nivel
mundial hasta que la revolución mundial alcance un alto nivel.
La Declaración del MRI señala: “En
circunstancias de cerco imperialista de un Estado socialista la defensa
de las conquistas revolucionarias es una tarea muy importante para el
proletariado internacional. También será necesario que los estados
socialistas lleven a cabo una lucha diplomática y, a veces, celebren
diferentes tipos de acuerdos con una u otra potencia imperialista. Pero
la defensa de los Estados socialistas debe estar siempre subordinada al
progreso general de la revolución mundial y nunca debe considerarse como
el equivalente (y ciertamente no el sustituto) de la lucha
internacional del proletariado. En ciertas situaciones la defensa de un
país socialista puede ser principal, pero esto es precisamente porque su
defensa es decisiva para el avance de la revolución mundial”. El
historial del MCI en esta materia es bastante pobre (el último ejemplo
es Nepal.) Las acusaciones de Avakian contra Mao de intentar forzar a
los partidos maoístas a que se unan a los intereses de la política
exterior china son infundadas. Pero incluso entonces el hecho es que
había serias lagunas en la forma en que se manejó.
Mao no repitió los errores de Stalin y
del Komintern. Pero eso no fue suficiente. En vista de las experiencias
pasadas, se podría prever fácilmente que el nuevo giro en la política
exterior de China inevitablemente plantearía el peligro de la
derechización y del seguidismo a la burguesía. No se prestó suficiente
atención al armamento ideológico del MCI para hacer frente a estos
peligros. Esta es una lección importante que debemos tener en
cuenta. Por encima de todo, los partidos maoístas deben armarse con la
lección de Mao: es posible que los países imperialistas y los países
socialistas alcancen ciertos compromisos, pero tales compromisos no
requieren que los pueblos de los países del mundo capitalista sigan su
ejemplo y hagan compromisos en casa. La gente en esos países seguirá
luchando de manera diferente de acuerdo con sus diferentes
condiciones. Esta es la orientación correcta.
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