Monday, July 9, 2018

PERÚ: El actual régimen fascista, genocida y vendepatria muestra su fracaso en el cumplimiento de sus tres tareas reaccionaria y su situación se le agrava con el peón yanqui Vizcarra a la cabeza



El 15 de junio de 2018 publicamos el documento del Movimiento Popular Perú (Comité de Reorganización), ACERCA DE LA SITUACIÓN POLÍTICA  DEL PAÍS ¡Elecciones, No! ¡Guerra Popular, sí!, del cual hoy queremos destacar lo siguiente: 

La actual situación política en nuestro país esta expresando un mayor desarrollo de la situación revolucionaria en desarrollo desigual con una mayor agudización de la crisis del viejo Estado y del régimen fascista, genocida y vendepatria encabezado ahora por el peón yanqui Vizcarra, con agudización de las contradicciones entre las facciones y grupos de la gran burguesía, por un lado, y un desarrollo de la lucha de las masas contra este sistema de explotación y opresión y las medidas del gobierno que descarga sobre sus espaldas escuálidas las consecuencias de la mayor crisis económica y la mayor venta del país al imperialismo, mayores recortes de derechos y más represión, por el lado del pueblo.
El actual régimen fascista, genocida y vendepatria establecido después del llamado “autogolpe de Fujimori” (abril de 1992) muestra su fracaso en el cumplimiento de sus tres tareas reaccionaria: de reimpulsar el capitalismo burocrático, reestructurar el viejo Estado y aniquilar la guerra popular.
Este régimen se ha mantenido pasando por diversas crisis con cambios de gobiernos como el del mismo genocida Fujimori hasta el golpe palaciego de Vizcarra contra su patrón, el yanqui Kuczynski, en abril último. Se mantiene tambaleante pese a todas sus crisis, a través de los cambios de Presidente, basado en dos pilares, que también son los pilares del sistema de dictadura del Estado terrateniente-burocrático, esto son: la burocracia estatal y las Fuerzas Armadas, policiales y auxiliares.
La particularidad de este régimen es que la burocracia estatal garantiza su continuidad, conformada por “técnocratas”, es decir políticos reaccionarios cuyo orígen viene de ser funcionarios -fuera de la llamada carrera pública y tampoco son electos - provenientes de la actividad privada (monopolios nacionales o extranjeros), formados por el imperialismo yanqui en sus universidades y organismos internacionales como el BM, FMI, AID, BID, etc., algunos han tenido algúna relación con uno u otro partido reaccionario, pero esto es irrelevante y muchos de ellos han servido desde Fujimori hasta el actual. Estos funcionarios “tecnócratas”-como suelen llamarse- son los vice-ministros y secretarios generales de los ministerios y otros organismos, todos ellos son siervos del “neoliberalismo” y de la “globalización”. Para muestra el nuevo o flamante ministro de Economía y Finanzas (MEF), Carlos Oliva cuyo curriculum aparece en los diarios peruanos..." 

Sobre esto creemos necesario citar una fuente reaccionaria que se refiere a esta misma cuestión y a la debilidad del gobierno del yanqui Kucsinky y por tanto de su continuación, el actual gobierno del peón del imperialismo yanqui Vizcarra, que es su continuación y padece de los mismo razgos característicos del de su patrón PPK, además citaremos las partes donde también trata del fracaso de este gobierno en sus tres tareas durante el primer ano, es decir de julio de 28 de julio 2016 a 28 de julio de 2017; ahora los resultados serán más pobres cuando se evalue por estos mismo medios reaccionarios los resultados del segundo ano de gobierno y su continuidad desde abril, esto es de 28 de julio de 2017 a 28 de julio de 2018. Vayamos a las citas:

"Un Gobierno más débil que lo imaginado por propia responsabilidad.- El desafío asumido por PPK y su equipo parecía difícil desde el primer momento. Sin un partido real, con una bancada muy pequeña y poco cohesionada –18 congresistas que rápidamente se convirtieron en 17 tras la expulsión del representante Roberto Vieira, ex dirigente fujimorista–, optaron por adoptar desde el primer momento un aire tecnocrático y de firme convencimiento en que buena parte de los problemas del país se resolvían terminando con la tramitología y liberando a las fuerzas del mercado. Falsamente convencidos de que los gerentes privados
mágicamente devenían en los mejores funcionarios y gestores públicos, olvidaron que todos los Gobiernos con minorías parlamentarias del siglo XX terminaron en golpes de Estado1, escenario difícil de repetirse hoy día, pero que, como ocurrió, se tradujo en una inestabilidad política permanente a partir del
período de gracia que tuvo el Gobierno durante sus tres primeros meses de gestión. (Este también termino en golpe como se vio en el documento y tampoco la misma situación no le agura nada bueno a su continuación, nota nuestra).

El gabinete que se instaló el 28 de julio liderado por el premier Fernando Zavala, sin mayor relación previa entre sus integrantes, como suele ocurrir, estaba compuesto por profesionales más o menos exitosos en la actividad privada, distintos organismos internacionales y varios de ellos con experiencia anterior en la
gestión pública en los últimos tres Gobiernos (Jaime Saavedra, Eduardo Ferreyros, Carlos Basombrío, Martín Vizcarra, Edmer Trujillo, Aljovín y Mariano González). Lo que fue notorio desde el primer momento fue la ausencia de voces «políticas» en el equipo ministerial. Apenas uno era militante de la agrupación del presidente Kuczynski, Alfonso Grados, y otra, Marisol Pérez Tello, solicitó licencia al Partido Popular Cristiano (PPC). Se sumaban Jorge Nieto, quien cumplió funciones de asesoría política del mandatario en el último tramo de la campaña, pero carecía de experiencia de gestión, así como el propio Basombrío. Las dificultades que tuvieron para integrar sus equipos decían ya de la debilidad de su opción desde el primer momento. La designación de por lo menos seis de los viceministros les tomó más de un mes y la de uno de ellos más de dos.
(...)
La primera caída que se nota fue en octubre del 2016, consecuencia directa del «escándalo» Moreno: la aparición de varios audios donde el entonces consejero presidencial aparece hablando de un
«negociazo» con el Seguro Integral de Salud (SIS), que evidenció el poco cuidado que tenía el presidente, más ampliamente el Ejecutivo, para seleccionar a su personal de confianza. El casodefinitivamente fue más grueso que las anteriores patinadas del Gobierno, que pasaron relativamente desapercibidas para la gran opinión pública, pero que mostraban la falta de celo y experiencia política desde su inicio.
Nos referimos a los cuestionamientos de los que fueron objeto distintos profesionales que pasaron del sector privado al público como parte del mecanismo de la puerta giratoria: el presidente del
Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi), encargado a un conocido crítico del Código de Protección y Defensa del Consumidor; el
director del Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace), finalmente reemplazado, que fue gerente de la oficina de servicios ambientales del yacimiento minero
Yanacocha; o el jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), quien había sido directivo del proyecto minero Tía María. A ellos se añadieron las renuncias de los también asesores presidenciales
Villacorta y Labán, sin mayores calificaciones para los cargos a los que fueron designados, así como la renuncia de un viceministro al ser señalado por el Ministerio Público de beneficiar a una empresa
privada cuando fue funcionario de una municipalidad provincial.
(...) Particularmente grave porque la corrupción aparecía en todas las encuestas como el problema
más importante del país.
En noviembre, el gabinete perdió a su primer integrante, es verdad que por amor… En diciembre, un Gobierno que había obtenido sin dificultad facultades para legislar, dio una nueva muestra de debilidad. La censura del ministro de Educación, que era el que aparecía con mayor aprobación en las encuestas, señalado como responsable político de un acto de corrupción en su sector, debió obligar al Gobierno a revisar su estrategia general de relación con la oposición, con la ciudadanía cada vez más distanciada de la política y con los propios poderes fácticos.
Entre enero y febrero la operación Lava Jato y el Niño costero alcanzaron de lleno al Gobierno. En el primer caso, el sorprendente visto bueno inicial al aeropuerto de Cusco y las acusaciones contra
Odebrecht y el gobierno de Alejandro Toledo, del que PPK fuera figura importante, así como una de sus clásicas frases poco felices, «no todo lo que ha hecho Odebrecht en el Perú es corrupto»2, lo
pusieron en difícil situación, mientras el Niño costero desnudaba las precariedades y limitaciones estructurales de nuestro Estado ( aquí queda claro a nombre de quien habla el autor, nota nuestra)de un modo dramático3. Cada vez más las encuestas mostraban el divorcio entre las élites políticas y la gente.
Fue la reacción del Gobierno frente a las lluvias y huaicos la que le permitió recuperar imagen y aprobación en marzo y abril.(...) le permitió postergar la interpelación al ministro Vizcarra, que ya se veía agobiada por el caso Chinchero. Su renuncia en mayo fue el final de una mala película en la que la figura de la puerta giratoria aparecía nuevamente bajo la forma de una hermana del Primer Ministro y la viceministra de Economía, además de varias abogadas y empresarias, reiteradamente señaladas como lobistas y con antiguos vínculos con el Presidente de la República. El vicepresidente perdió la cabeza ministerial por subordinarse al informe de la Contraloría General de la República, pero especialmente por creer en su viceministra, que no obstante su responsabilidad en la suscripción
de la adenda al contrato de marras, mantuvo su condición de tal cambiando simplemente de sector, en un alarde más de la inconciencia del Gobierno sobre su situación.(Aquí leemos como el autor trata de salvar al "inocente" Vizcarra para conservarlo como salida, lo que al final sucedió, nota nuestra).
(...)
El mandatario, mientras tanto, parece creer que su principal carta para salir de las cuerdas en las que se ha arrinconado es la situación de Alberto Fujimori. (...). En cualquier caso, no parece muy preocupado por su futuro, quizá porque entiende mejor que el fujimorismo que, más allá del ruido político, en materia económica, la principal preocupación de los poderes fácticos, el Gobierno y Fuerza Popular se parecen mucho más de lo que la polarización existente permite captar.
Una economía sin mucho aire en el corto plazo: cuando los tecnócratas se equivocan.- A mediados del 2015 ya era claro que el crecimiento anterior (2004-2014) no se mantendría ante las nuevas condiciones internacionales y el fin del boom de los precios de los metales. Durante el 2016,
esa fantasía se sostuvo gracias al inicio de operaciones de LasBambas y la ampliación de otros proyectos que permitieron elevar los volúmenes de producción, escondiendo la disminución de
los precios. En ese escenario, la política económica concentró su énfasis en el destrabe de los grandes proyectos de inversión, la simplificación administrativa y la modernización del Estado. Con Thorne a la cabeza, pusieron todos los huevos en la canasta del destrabe de proyectos que heredaban por 18 000 millones de dólares para asegurar el crecimiento del stock de capital y enfrentar la caída sostenida de la inversión pública y privada. 
Se demoraron un año en entender lo difícil que resulta destrabarlos, dado el peso de las barreras burocráticas construidas en las últimas cuatro administraciones, más aún en un escenario de fuerte corrupción y polarización. En ese camino, descuidaron la gestión y la inversión pública que mantuvo su caída. A mayo de este año su evolución seguía negativa (-5.6%), mientras que la caída libre de la privada también continuaba (-16%). Como también cayó la recaudación tributaria, aumentando el
déficit fiscal –los ingresos corrientes del gobierno general pasaron de 22.6% en el 2014 a 18.9% en el 2016–, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) hizo un «ajuste» en el tercer y cuarto trimestre
del año pasado, lo que redujo la inversión pública usada como «variable» de ajuste, agravando las tendencias negativas4. En el período enero-mayo, los ingresos corrientes disminuyeron 0.8%
respecto al mismo período el 2016, llegando al 1.1%, eliminando los ingresos extraordinarios, destacando la disminución del impuesto a la renta empresarial (-0.6% del PBI), afectada por la aplicación del régimen MYPE Empresarial5.
Ante las evidencias de su fracaso en reactivar la economía, terminando el 2016 se dio un «paquetito de estímulo» de 0.7% del Producto Bruto Interno (PBI) que no contemplaba un incremento de las metas del déficit fiscal, confiando en que ese estímulo resultaría del aumento de los ingresos tributarios que serían producto de ese paquete. El límite que ha puesto el MEF a la deuda pública de 30%, además de conservador, es arbitrario y reduce la inversión pública cuya ejecución está semiparalizada. Así, a fines de junio, según el portal del MEF, los tres niveles de gobierno habían ejecutado el 24.4% de los recursos en proyectos (22.1% el nivel nacional), donde algunos sectores como Salud (10.6%) y Agricultura (19.9%), no obstante su importancia, llamaban la atención por las grandes dificultades que muestran.
En este escenario de parálisis de la economía, donde el empleo se deteriora y cae6, y el ingreso de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada también lo hace (disminuyó 4.2% en abril, acumulando cuatro meses de caída consecutiva), las proyecciones del BCRP7, responsable de mantener los intereses altos en el contexto actual, para lo que resta del año son a la baja. El
crecimiento previsto ha sido reajustado a 2.8, la inversión privada a -1.8% y la proyección del crecimiento de la inversión pública llega apenas a 7%. Para «tranquilizarnos», consideran un crecimiento anual de la economía mundial de 3.4%, un aumento de los términosde intercambio del país de 5.5%, aunque nos recuerdan que los precios de algunos minerales continúan bajando (cobre y zinc),mientras que los que suben (oro) evidencian una alta volatilidad.
 Como es obvio, no alcanza para las necesidades y urgencias del país. Así parece haberlo entendido el ministro Zavala, quien en sus primeras intervenciones en su flamante rol de ministro de Economía, anunciaba que se orientaría a la reactivación, la generación de empleo y la inversión pública, insinuando una rectificación importante de la política económica. Le faltó hacer referencias a la diversificación productiva, que según este Gobierno será decidida por los empresarios y el mercado8. En este contexto, es claro que la principal «varita» mágica que esperan los empresarios
es el inicio del proceso de reconstrucción, que no obstante los limitados recursos contemplados para ella, considerando su magnitud, aparece como la única inyección de recursos previsible en los próximos meses. Las Asociaciones Público Privadas (APP) y las Obras por Impuestos (OxI) están listas en esa perspectiva, y el «zar de la reconstrucción», que no se llama así por acción del Congreso, está presto a iniciar su trabajo9".
Hemos reproducido extensamente las partes referentes a la economía del artículo "Como elefantes en cristalería de Eduardo Ballón E.", aparecido en "Perú Hoy,  El arte del desgobierno, de DESCO, Lima, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo - 2017". En el fondo las críticas que aquí se hacen al gobierno encabezado por el yanqui PKK, son casí las mismas que se hacel a su continuación, el actual gobierno del peón del imperialismo yanqui Vizcarra. Así leemos en el diario reaccionario El Comerco un buen resumen de esto:
"El gobierno del presidente Martín Vizcarra ha logrado algo que parecía difícil de alcanzar: en solo cien días la opinión pública considera que lo está haciendo peor que Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en todos los campos (...) Eso se da en un contexto en el que la economía viene creciendo significativamente en los últimos meses, básicamente por los elevados precios de los minerales en el mundo. 
El problema principal parece ser la falta de rumbo y liderazgo. Nadie sabe adónde va, cuáles son sus objetivos y prioridades. La imagen que pretendió dar desde el principio, un gobierno provinciano y descentralista, no le ha servido para mucho. Creyendo que había encontrado la fórmula mágica, Vizcarra se dedicó desde el principio a viajar por el país, movilizando muchas veces al Gabinete Ministerial completo a improductivas reuniones con alcaldes de diversas localidades, creyendo que eso reforzaría su perfil provinciano y elevaría su popularidad.
El resultado es que no ha resuelto ningún requerimiento (...) El preocupante incremento de la desaprobación de la ciudadanía a un gobierno que carece de partido y bancada parlamentaria puede producir una crisis en cualquier momento. El presidente está a tiempo de rectificar y julio es un mes propicio" (Decepción con Vizcarra: ¿habrá rectificación?, por Fernando Rospigliosi, 07.07.2018 / Columnista de El Comercio).
Reproducimos estas citas del artículo y de este columnista porque sirve para marcar la perspectiva negra que aguarda a este gobierno y a la reacción. Lo hemos hecho también para que sirva de material para analizar el próximo discurso presidencia del peón del imperialismo yanqui, Vizcarra, que necesariamente tendrá que dar a finales de este mes ante el parlamento para dar cuenta del segundo ano del gobierno, esto es del 28 de julio de 2017, iniciado todavía con el yanqui PKK y continuado por este peón yanqui a partir de abril de 2018.
Sobre la segunda tarea citamos:
"El Congreso, las instituciones y el fujimorismo.- En agosto pasado, después de dos días de discusiones, el Congreso otorgó el voto de confianza al gabinete Zavala. En las semanas anteriores, las duras declaraciones de los voceros del fujimorismo parecían anunciar una tormenta que podía poner en riesgo su aprobación. Finalmente, la situación se saldó con 121 votos (de un total de 130) favorables a la confianza. Los ejes del reparo del fujimorismo y de otras bancadas a la presentación del premier giraron en torno a su falta de crítica al gobierno de Ollanta Humala. No hubo observaciones de fondo a las propuestas económicas del Gobierno, mucho menos aún a la decisión de continuar con la arquitectura del modelo que mayoritariamente comparten.
Quedaba así claro desde el primer instante que el fujimorismo, secundado por los representantes apristas, estaba dispuesto a hacerle sentir su poder al Ejecutivo, pero que no se proponía un
enfrentamiento abierto contra este. La vieja figura del matrimonio de años mal avenido que se ladra pero no termina nunca de divorciarse.
En un parlamento, en general, con ideas y propuestas limitadas, como se ha visto a lo largo de este año(...) Ciertamente se sucedieron distintas desavenencias: elección del Defensor del Pueblo, nombramiento de tres directores del BCRP, la exclusión del fortalecimiento de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) en la delegación de facultades legislativas, las disputas alrededor de la ley por los crímenes de odio, los temas alrededor de la igualdad de género, el bloqueo de la reforma electoral, entre otros, donde el fujimorismo, «asesorado» por el congresista Mauricio Mulder (del APRA), evidenció su fuerza y su talante agresivo. Sin embargo, y en general, es claro que los momentos más «duros» tuvieron como punto de partida errores flagrantes del Ejecutivo. Las interpelaciones a los ministros Saavedra, Vizcarra, Thorne y Basombrío, más allá de las circunstancias particulares de cada una de ellas y de las razones fundadas en dos de los casos, evidenciaron antes las limitaciones de la representación nacional –el fujimorismoen particular11– que argumentos y diferencias de fondo (...)
La polarización construida entre el Ejecutivo y el fujimorismo terminó por definir un escenario con apenas dos fuerzas, donde los grupos minoritarios en el Congreso de la República terminaron
por desaparecer al carecer de posicionamientos propios claros. (Ver en lo que dice el papel servil del revisionismo, nota nuestra) Particularmente dramático es el caso del Frente Amplio, la primera minoría en el Congreso, que impulsada por el calculado comportamiento de Marco Arana, caminó a su parálisis total y al suicidio de un proyecto que despertó algunas expectativas.
El fujimorismo, por su parte, la mayor fuerza organizada del país, sin recuperarse totalmente de una derrota que no esperaban y carente de ideas propias, quedó atrapado en su interés por resolver la situación de Alberto Fujimori. Los sucesivos «ofrecimientos» del presidente Kuczynski y las presiones del exmandatario por obtener su libertad, por la vía que fuera, los llevaron a evidenciar
sus límites. Así se desarrolló la figura de un Kenji Fujimori más tolerante y menos antidemocrático que buscó diferenciarse del partido naranja, respondiendo bien asesorado a los dictados de su
padre y exasperando paulatinamente a los «voceros» más duros de su partido (Galarreta, Becerril, Alcorta y Salaverry), todos ellos recién llegados, hasta forzar el nuevo diálogo entre PPK y Keiko
Fujimori. Esta, por su lado, afectada por las resistencias, aunque disminuidas, que sigue generando el fujimorismo y preocupada por el futuro de la libertad de su padre, no encuentra aún la manera de asegurar el liderazgo de todo este sector, que en estos meses la ha presionado fuertemente desde su flanco más derecho y reaccionario, también presente en el Congreso, desdibujando la imagen «liberal» que trabajosamente buscó labrar en su campaña.
La falta de actores fuertes.- En este escenario, que por instantes se asemeja a una «tormenta
perfecta», la debilidad de los actores sociales y políticos es llamativa. Si bien la conflictividad social que caracterizó el ciclo de crecimiento ha disminuido, como se observa en el siguiente gráfico sobre conflictos activos en este período, no es menos cierto que los malestares se han multiplicado.
(...)
Desde el campo empresarial, la situación también es compleja. Interesados en resolver el ruido político, desde la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) presionan por el indulto a Alberto Fujimori y por acelerar la reconstrucción, aunque se ven obligados a mantener un perfil bajo por las denuncias que alcanzan, por distintas razones, a algunos de sus «buques insignia» (Graña y Montero y Gloria, por ejemplo), pero temerosos también de una arremetida del fujimorismo más duro en su sector, como se vio en las elecciones de la Sociedad
Nacional de Industrias (SNI).
Entonces…
Parece claro que el escenario turbulento en que vivimos, más aún sin actores políticos o sociales significativos que no estén encerrados en sus propios laberintos, difícilmente se calmará en los próximos años. Todo indica que estaremos inmersos en incertidumbres y riesgos. Buscar salidas nos obliga a todos y todas a recuperar la política y a evitar el continuo vaciamiento de contenido de nuestra precaria democracia. Recetas existen desde varios de los actores. Lo que no existe es la capacidad ni la fuerza para llevarlas adelante".
En ese Entonces... están las conclusiones sobre la actual situación del país desde el punto de vista del autor y de DESCO, una institución financiada por el el imperialismo y que cumple un papel importante en la tercera tarea contrarrevolucionaria, en la de aniquilar la guerra popular, en su oportunidad documentaremos esto tomando su propia confesión. Ahora, a manera de conclusión sobre la situación del país, nosotros tomando los mismo datos del artículo de Ballón queremos concluir como hemos comenzado, es decir citando al dcuemnto del MPP (CR):

"La actual situación política en nuestro país esta expresando un mayor desarrollo de la situación revolucionaria en desarrollo desigual con una mayor agudización de la crisis del viejo Estado y del régimen fascista, genocida y vendepatria encabezado ahora por el peón yanqui Vizcarra, con agudización de las contradicciones entre las facciones y grupos de la gran burguesía, por un lado, y un desarrollo de la lucha de las masas contra este sistema de explotación y opresión y las medidas del gobierno que descarga sobre sus espaldas escuálidas las consecuencias de la mayor crisis económica y la mayor venta del país al imperialismo, mayores recortes de derechos y más represión, por el lado del pueblo.
El actual régimen fascista, genocida y vendepatria establecido después del llamado “autogolpe de Fujimori” (abril de 1992) muestra su fracaso en el cumplimiento de sus tres tareas reaccionaria: de reimpulsar el capitalismo burocrático, reestructurar el viejo Estado y aniquilar la guerra popular".

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