Dice Lenin que “Los hombres han sido siempre,
en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán
siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases,
declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los
intereses de una u otra clase”., y hoy cuando todos se refieren a
la crisis de los diálogos de paz en La Habana y del regreso a los
peores años de la guerra, hay que denunciar que detrás de la mayoría de
discursos y escritos están los intereses de los capitalistas,
preocupados en el retraso de los planes de legalización del despojo a
los campesinos, así como de la explotación de la tierra y de los
acuerdos con el imperialismo, principalmente Yankie, para tenerle una
semicolonia como Colombia pacificada.
Mientras tanto los asesinos del pueblo continúan siendo indultados, planean quedar nuevamente libres o aprovechar las negociaciones en La Habana para alcanzar un acuerdo, como varios de los jefes paramilitares, los asesinos del Clan Úsuga o el terrorista Coronel Plazas Vega. Y bajo las sombras, los obreros y campesinos ya viven una de las peores guerras en su contra en toda la historia reciente, porque la crisis económica capitalista se les carga con todo el rigor, dejando miles de despidos en todas las ramas de la producción; porque la crisis social se recrudece en medio del feroz ataque de las clases dominantes; porque los desplazados no tendrán reparación a su despojo, sus dirigentes continúan siendo asesinados sistemáticamente y a los pobres del campo no les cumplirán ni con subsidios, ni con mejoras como les ha prometido el gobierno.
Los combatientes guerrilleros y los soldados de base deben rebelarse contra los llamados a azuzar la guerra, en interés de una negociación que no les beneficiará. La sangre derramada por los hijos del pueblo defendiendo a expropiadores de uno u otro bando debe parar. Pero eso no será por voluntad de los señores de la guerra, de los dueños de los grandes medios de producción, que se enriquecen con el sometimiento, miseria y despojo. Los luchadores no deben apoyar la paz de los ricos, porque ésta es parte de la misma política de terrorismo de Estado, persecución y represión salvaje a quienes se resisten al dominio de los capitalistas.
La paz que las clases dominantes llaman a apoyar es un vil engaño para los obreros y campesinos y por eso no la deben respaldar, porque como ya lo demostró la negociación con los paramilitares, esto no garantizó que acabara el desplazamiento, ni los asesinatos a reclamantes de tierras, ni mucho menos la posesión de los predios de los desplazados, hoy ocupados por despojadores como el Magistrado Pretelt o el hermano del Diputado a la Asamblea de Antioquia Rodrigo Mesa Cadavid, junto con otros más en el Urabá antioqueño.
Los obreros no deben confiar en la paz de los ricos encabezada por el gobierno de hambre, dictador y terrorista de Santos, quien respalda toda la política capitalista de cierres de plantas y despidos masivos, para mantener a flote la ganancia; rebaja el salario y mantiene la “tercerización laboral” bajo otras formas; no hace nada contra la violación de los derechos de sindicalización y de huelga, y también él los viola con sus empleados. Es este un siniestro poder que reprime militarmente sencillas protestas pacíficas de los trabajadores reclamando educación, salarios, cese de la minería depredadora, servicios públicos…, por esto es una infamia que los jefes de las centrales sindicales, los reformistas y oportunistas agrupados en el Polo, Unión Patriotica, Alianza Verde y Marcha Patriótica, entre otros, lo hayan respaldado para su reelección.
La paz con que hoy distraen al pueblo diciendo que “está en peligro”, es la misma que burla a todos y no cumple las promesas acordadas con campesinos, indígenas, negritudes, desplazados, recicladores pequeños y medianos transportadores, trabajadores estatales… Esta es la paz de las “mesas de trabajo”, que sienta al Gobierno y a los jefes politiqueros de los partidos reformistas y oportunistas, para contener y desgastar las luchas de los trabajadores para no resolverles nada.
Las clases enemigas jamás podrán coexistir en paz; no es posible acabar con la guerra mientras la ganancia capitalista esté al mando. Es necesario derrocar a los opresores y expropiar a los expropiadores, para que de verdad haya paz. Además, los recientes desplazamientos en Zaragoza – Antioquia y en el Cauca, que dejan a cientos de familias desarraigadas, muestra una vez más que el Ejército es otro despojador, lanzado ahora en retaliación principalmente contra las masas desarmadas, por tanto su dominio no garantiza tranquilidad alguna para los campesinos.
Acabar con estas atrocidades causadas por la guerra contra el pueblo, exige no respaldar al gobierno de los “falsos positivos”, ni a la cúpula guerrillera, ni a sus diálogos para acordar la repartición de las tierras, sino ponerse en pie y luchar con independencia por los propios intereses, como lo enseñan los indígenas en Corinto Cauca en la brega por recuperar sus territorios, hoy dados por el Estado a los grandes terratenientes de la zona.
Es necesaria la completa independencia del movimiento obrero, así como la intensificación de su lucha de clases para golpear con la fuerza de las vías de hecho y obtener las reivindicaciones de los trabajadores aprovechando las divisiones de los de arriba.
El camino que debe seguir el pueblo es el de los trabajadores del campo que se preparan para volver a paro una vez que no les han cumplido sus reivindicaciones; es el del masivo rechazo a la camarilla sindical traidora y a los jefes politiqueros reformistas y oportunistas, desvergonzados y comprometidos con el Gobierno, que hoy mientras denuncian el ataque de Santos y los patronos contra los trabajadores, lo han auxiliado en los peores momentos del mandato entregando desde adentro de las movilizaciones, paros, huelgas económicas y políticas de las masas que se han opuesto a las políticas del régimen.
Por esto hoy el proletariado revolucionario sigue insistiendo, como se dijo en el editorial de Revolución Obrera 429, que se debe:
“• Juntar en un solo torrente las luchas de las masas, y sus reivindicaciones en una sola Plataforma, cuidando de mantener la independencia de sus organizaciones, lo cual no es otra cosa que desconocer y apartar a los zorros jefes politiqueros.
• Unir por la Base con conciencia de clase y al calor de la lucha, los nuevos sindicatos de obreros contratados por terceros, y los viejos sindicatos donde las bases están hartas de la dirigente plaga burguesa patronal y gobiernista en mora de ser expulsada.
• Nombrar desde la Base a los representantes de los trabajadores para toda negociación con los patrones o gobernantes; respaldarla por las vías de hecho y someter cualquier acuerdo a la decisión de las masas en Asambleas.
• ¡Confiar en las propias fuerzas de los trabajadores! Su movimiento es más poderoso que cualquier ley o firmatón, más cuando la experiencia enseña que nunca los derechos conquistados son dádivas de los explotadores, sino producto de la lucha y la movilización.
Compañeros obreros, campesinos y demás trabajadores, la consigna del momento es: ¡NO A LA CONCILIACIÓN, PAZ Y UNIDAD CON LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO! ¡SÍ A LA LUCHA DIRECTA DE LAS MASAS CONTRA SUS OPRESORES Y EXPLOTADORES!
No basta luchar por las necesidades del presente; es necesario luchar ahora pensando en el futuro inevitable de la sociedad colombiana y mundial: EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO.
Si la clase obrera ya tuviera constituido su propio Partido Comunista Revolucionario, sería cuestión de poco tiempo canalizar hacia ese futuro el odio de las masas trabajadoras contra los enemigos, y el desencanto con sus dirigentes politiqueros. Por eso, construir ese Partido sigue siendo la obligación principal y tarea central de los comunistas; es la única condición que falta para llevar adelante con éxito una revolución que cambie el sistema y eche a tierra todo el poder político y económico de los holgazanes capitalistas. Las demás condiciones están listas: ¡EL CAPITALISMO ESTÁ EN CRISIS Y SU ESTADO CADA VEZ MÁS PODRIDO! ¡CUNDE EL DESPRESTIGIO DE LA DIRIGENCIA POLITIQUERA COLABORADORA DE LOS CAPITALISTAS!”
Comité Ejecutivo - Unión Obrera Comunista (mlm)
Mientras tanto los asesinos del pueblo continúan siendo indultados, planean quedar nuevamente libres o aprovechar las negociaciones en La Habana para alcanzar un acuerdo, como varios de los jefes paramilitares, los asesinos del Clan Úsuga o el terrorista Coronel Plazas Vega. Y bajo las sombras, los obreros y campesinos ya viven una de las peores guerras en su contra en toda la historia reciente, porque la crisis económica capitalista se les carga con todo el rigor, dejando miles de despidos en todas las ramas de la producción; porque la crisis social se recrudece en medio del feroz ataque de las clases dominantes; porque los desplazados no tendrán reparación a su despojo, sus dirigentes continúan siendo asesinados sistemáticamente y a los pobres del campo no les cumplirán ni con subsidios, ni con mejoras como les ha prometido el gobierno.
Los combatientes guerrilleros y los soldados de base deben rebelarse contra los llamados a azuzar la guerra, en interés de una negociación que no les beneficiará. La sangre derramada por los hijos del pueblo defendiendo a expropiadores de uno u otro bando debe parar. Pero eso no será por voluntad de los señores de la guerra, de los dueños de los grandes medios de producción, que se enriquecen con el sometimiento, miseria y despojo. Los luchadores no deben apoyar la paz de los ricos, porque ésta es parte de la misma política de terrorismo de Estado, persecución y represión salvaje a quienes se resisten al dominio de los capitalistas.
La paz que las clases dominantes llaman a apoyar es un vil engaño para los obreros y campesinos y por eso no la deben respaldar, porque como ya lo demostró la negociación con los paramilitares, esto no garantizó que acabara el desplazamiento, ni los asesinatos a reclamantes de tierras, ni mucho menos la posesión de los predios de los desplazados, hoy ocupados por despojadores como el Magistrado Pretelt o el hermano del Diputado a la Asamblea de Antioquia Rodrigo Mesa Cadavid, junto con otros más en el Urabá antioqueño.
Los obreros no deben confiar en la paz de los ricos encabezada por el gobierno de hambre, dictador y terrorista de Santos, quien respalda toda la política capitalista de cierres de plantas y despidos masivos, para mantener a flote la ganancia; rebaja el salario y mantiene la “tercerización laboral” bajo otras formas; no hace nada contra la violación de los derechos de sindicalización y de huelga, y también él los viola con sus empleados. Es este un siniestro poder que reprime militarmente sencillas protestas pacíficas de los trabajadores reclamando educación, salarios, cese de la minería depredadora, servicios públicos…, por esto es una infamia que los jefes de las centrales sindicales, los reformistas y oportunistas agrupados en el Polo, Unión Patriotica, Alianza Verde y Marcha Patriótica, entre otros, lo hayan respaldado para su reelección.
La paz con que hoy distraen al pueblo diciendo que “está en peligro”, es la misma que burla a todos y no cumple las promesas acordadas con campesinos, indígenas, negritudes, desplazados, recicladores pequeños y medianos transportadores, trabajadores estatales… Esta es la paz de las “mesas de trabajo”, que sienta al Gobierno y a los jefes politiqueros de los partidos reformistas y oportunistas, para contener y desgastar las luchas de los trabajadores para no resolverles nada.
Las clases enemigas jamás podrán coexistir en paz; no es posible acabar con la guerra mientras la ganancia capitalista esté al mando. Es necesario derrocar a los opresores y expropiar a los expropiadores, para que de verdad haya paz. Además, los recientes desplazamientos en Zaragoza – Antioquia y en el Cauca, que dejan a cientos de familias desarraigadas, muestra una vez más que el Ejército es otro despojador, lanzado ahora en retaliación principalmente contra las masas desarmadas, por tanto su dominio no garantiza tranquilidad alguna para los campesinos.
Acabar con estas atrocidades causadas por la guerra contra el pueblo, exige no respaldar al gobierno de los “falsos positivos”, ni a la cúpula guerrillera, ni a sus diálogos para acordar la repartición de las tierras, sino ponerse en pie y luchar con independencia por los propios intereses, como lo enseñan los indígenas en Corinto Cauca en la brega por recuperar sus territorios, hoy dados por el Estado a los grandes terratenientes de la zona.
Es necesaria la completa independencia del movimiento obrero, así como la intensificación de su lucha de clases para golpear con la fuerza de las vías de hecho y obtener las reivindicaciones de los trabajadores aprovechando las divisiones de los de arriba.
El camino que debe seguir el pueblo es el de los trabajadores del campo que se preparan para volver a paro una vez que no les han cumplido sus reivindicaciones; es el del masivo rechazo a la camarilla sindical traidora y a los jefes politiqueros reformistas y oportunistas, desvergonzados y comprometidos con el Gobierno, que hoy mientras denuncian el ataque de Santos y los patronos contra los trabajadores, lo han auxiliado en los peores momentos del mandato entregando desde adentro de las movilizaciones, paros, huelgas económicas y políticas de las masas que se han opuesto a las políticas del régimen.
Por esto hoy el proletariado revolucionario sigue insistiendo, como se dijo en el editorial de Revolución Obrera 429, que se debe:
“• Juntar en un solo torrente las luchas de las masas, y sus reivindicaciones en una sola Plataforma, cuidando de mantener la independencia de sus organizaciones, lo cual no es otra cosa que desconocer y apartar a los zorros jefes politiqueros.
• Unir por la Base con conciencia de clase y al calor de la lucha, los nuevos sindicatos de obreros contratados por terceros, y los viejos sindicatos donde las bases están hartas de la dirigente plaga burguesa patronal y gobiernista en mora de ser expulsada.
• Nombrar desde la Base a los representantes de los trabajadores para toda negociación con los patrones o gobernantes; respaldarla por las vías de hecho y someter cualquier acuerdo a la decisión de las masas en Asambleas.
• ¡Confiar en las propias fuerzas de los trabajadores! Su movimiento es más poderoso que cualquier ley o firmatón, más cuando la experiencia enseña que nunca los derechos conquistados son dádivas de los explotadores, sino producto de la lucha y la movilización.
Compañeros obreros, campesinos y demás trabajadores, la consigna del momento es: ¡NO A LA CONCILIACIÓN, PAZ Y UNIDAD CON LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO! ¡SÍ A LA LUCHA DIRECTA DE LAS MASAS CONTRA SUS OPRESORES Y EXPLOTADORES!
No basta luchar por las necesidades del presente; es necesario luchar ahora pensando en el futuro inevitable de la sociedad colombiana y mundial: EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO.
Si la clase obrera ya tuviera constituido su propio Partido Comunista Revolucionario, sería cuestión de poco tiempo canalizar hacia ese futuro el odio de las masas trabajadoras contra los enemigos, y el desencanto con sus dirigentes politiqueros. Por eso, construir ese Partido sigue siendo la obligación principal y tarea central de los comunistas; es la única condición que falta para llevar adelante con éxito una revolución que cambie el sistema y eche a tierra todo el poder político y económico de los holgazanes capitalistas. Las demás condiciones están listas: ¡EL CAPITALISMO ESTÁ EN CRISIS Y SU ESTADO CADA VEZ MÁS PODRIDO! ¡CUNDE EL DESPRESTIGIO DE LA DIRIGENCIA POLITIQUERA COLABORADORA DE LOS CAPITALISTAS!”
Comité Ejecutivo - Unión Obrera Comunista (mlm)
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