El laberinto catalán.
Miguel Alonso.
La primera ola de las movilizaciones de la población
catalana en lucha por su propio estado, lucha de liberación nacional, se saldó
con la heroica victoria del referendum y intervención del gobierno central y la fuga o detención de diversos
miembros del cesado Govern o de asociaciones populares independentistas así como con
la convocatoria electoral dentro del marco de la Constitución de la
restauración monárquica del 78.
La aplicación del artículo 155 (palo) y la convocatoria de elecciones en Catalunya (zanahoria) fue el movimiento del régimen para desactivar este desafío a la sacro-santa “unidad de España” por parte de la mayoría del pueblo catalán, bajo la dirección de un Govern de formación burguesa o pequeño burguesa y con el apoyo de los sectores proletarios o semi-proletarios de la CUP.
La maniobra del régimen, dirigido por el partido más corrupto de Europa, consiguió bloquear el desafío más importante al régimen del 78 desde su instauración, sacando a la luz las contradicciones y limites del Procés.
Frente a la represión del Estado, la burguesía catalana no fue capaz de dirigir la lucha hasta sus últimas consecuencias, esto es, la proclamación unilateral de independencia y jugando, traficando, con el sentimiento de las masas realizo una pantomima de proclamación republicana que no estaba decidida a asumir por medios revolucionarios o de enfrentamiento abierto, ocultando, en un discurso seudo-pacifista, su capitulación.
Esto son los hechos, de los que hay que partir en un análisis para sacar las lecciones y perspectivas del mismo tanto para Catalunya como para el resto del Estado.
La primera lección y clave de todas las demás, es que sin lucha revolucionaria no hay soberanía nacional.
la segunda lección que esta lucha tiene que ser dirigida por la clase obrera con el objetivo del Socialismo, por una nueva sociedad que acabe con la explotación de los seres humanos por los seres humanos. Sin unir la lucha de liberación nacional con la revolución socialista nada tendrán las masas trabajadoras, acaso explotadores con nuevos membretes.
Pero también ha dejado claro, la lucha de estos meses, que ese no es el objetivo de la burguesía catalana, cuyo objetivo último es una república burguesa en el marco del proyecto imperialista de la Unión Europea.
Hoy vemos como el PdeC y ERC luchan entre ellos para hegemonizar el nuevo Parlament.
Mientras la CUP levanta en solitario el camino de la proclamación unilateral de independencia y un programa de medidas al servicio de la clase obrera.
Mientras, las llamadas fuerzas “constitucionalistas” y centristas que configuran el frente del régimen del 78 se preparan para asumir su papel represor, destacando el crecimiento en las encuestas del cada vez más abiertamente fascista Ciudadans que deja sin discurso al PP.
La carencia de una organización comunista fuerte en Catalunya, descartando a los revisionistas que operan bajo falsos membretes, hace que la tarea de articular una opción consecuente con la lucha de liberación nacional en Catalunya gire en torno del discurso de la CUP y sus organizaciones, que por su carácter de clase representan, hoy por hoy, el sector más radical en el enfrentamiento con el Estado español.
Ahora bien, el infernal laberinto electoral que distorsiona la lucha del movimiento nacionalista, da una ventaja al podrido régimen del 78 y su discurso legalista.
Esto nos lleva a la pregunta ¿aceptara el gobierno del PP el resultado electoral si le es adverso? Han declarado varias veces que no.
Esto dibuja un escenario de inevitable ruptura con la actual dinámica electoralista a las y los que quieran ser consecuentes con una nueva sociedad en forma de república catalana, creando nuevos instrumentos necesariamente revolucionarios.
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