. Un artículo del blog Re-volución.
El Parlamento Europeo ha aprobado una resolución que equipara el comunismo y el nazismo. No hay necesidad de muchas palabras para definir esta infamia, que ofende a la inteligencia, la ética, la historia y los sentimientos de millones de personas, muchas de los cuales perdieron la vida, no solo entregándola en la lucha contra el III Reich durante la II Guerra Mundial, sino incluso para permitir que la eurocámara fuera una realidad.
Al parecer, para este organismo continental, la batalla de Stalingrado fue solo un episodio marginal y Auschwitz fue liberado por los soldados estadounidenses, como en “La Vita é Bella“, la manipuladora película de Roberto Benigni.
Se aprueba, de forma sucia y anti histórica, una resolución que hiede a anticomunismo reaccionario, eurofascista y en última instancia, falsa y ridícula, como el general enloquecido de la película “Doctor Strangelove”, más conocida en España como “Teléfono rojo: volamos hacia Moscú”.
Ante ese desatino, la pregunta que debemos formularnos es: ¿Por qué?
El anticomunismo en Europa ha sido siempre protegido y promovido en los medios de comunicación, valorado social y políticamente como “correcto”, pero esta votación demuestra que la mayoría de esos/as eurodiputados/as jamás creyeron en la lucha contra el totalitarismo, sino que preferían “ese lado”, antes que pertenecer a las filas del marxismo-leninismo.
Socialistas y derechistas, unidos en una misma propuesta. PSOE Y PP piensan de la misma forma.
Los chalecos amarillos, en Francia, están siendo víctimas de la represión “democrática y europeísta”, y antes que ellos los griegos, los españoles, polacos, británicos, catalanes y millones de trabajadores en toda Europa.
Ahora, el anticomunismo presta forma ideológica a la caza de brujas. Exactamente como el Macartismo en los Estados Unidos de los años cincuenta, que sirvió para vetar las obras surgidas desde el pensamiento crítico, censurar guiones, novelas, películas y perseguir las luchas sindicales.
Pero además de este aldabonazo autoritario dentro de la UE, la votación esconde un propósito aún más grave: la aprobación de una nueva guerra fría contra Rusia.
Es la OTAN, el organismo terrorista militar, la que ahora manda a la UE, ya que no es casualidad que la nueva presidenta de la Unión, Ursula von der Leyen, fuera la fanática ministra de defensa del gobierno alemán, partidaria del rearme germano.
Después de todo, los gobiernos europeos de derecha (que se permiten insultar a sus hermanos de la ultraderecha) consideran a la UE solo una herramienta para continuar rodeando a Rusia con el armamento más moderno de la OTAN.
No es casualidad que esa Organización esté armando a los neonazis ucranianos, polacos, estonios o lituanos. Se confirma, una vez más, que “la democracia europea, apoyando la equiparación bastarda entre comunistas y nazis, termina prefiriendo a estos últimos“.
El voto del Parlamento Europeo refuerza no la democracia, que blasona del respeto a la pluralidad ideológica, sino el “imperialismo humanitario” que bombardeó directa e indirectamente, Belgrado, Trípoli, Bagdad, Damasco y que ha causado millones de víctimas en el mundo.
Esta resolución, descaradamente anticomunista, viola los principios más elementales de las Cartas Magnas de todos los países que forman la Unión Europea, proclamando que los partidos comunistas del continente son tan deleznables como los colectivos neofascistas o neonazis.
Esta aberración solo podrá eliminarse cuando seamos capaces de reconstruir una verdadera izquierda marxista, verdaderamente socialista, progresista, comunista, que arroje el anticomunismo al lugar que le corresponde: el basurero de la historia.
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