Publicado en la edición impresa n° 54 de El Pueblo, diciembre de 2016.
Durante mayo de 1980, en medio de las
elecciones generales del viejo Estado peruano, una columna de
combatientes realizó una acción de agitación y propaganda en Ayacucho,
acción que marcaría el inicio de la Guerra Popular: la quema de las
urnas electorales de Chuschi.
La Guerra Popular llevó a la realidad
grandes cambios para las masas en Perú, logrando construir el nuevo
poder en un tercio del territorio, lo que permitió entregar tierras al
campesinado pobre, combatir al narcotráfico y la corrupción, organizar
escuelas y centros de salud en zonas aisladas y desarrollar una
economía al servicio del pueblo. Del mismo modo se transformó en un
nuevo gran aliento para los revolucionarios y pueblos oprimidos del
mundo. Eran tiempos complejos: el capitalismo se había restaurado
mediante golpes de Estado en Rusia (1956) y China (1978), mientras los
imperialistas declaraban que el marxismo era cosa del pasado. Es por eso
que el inicio de la Guerra Popular en Perú hizo estremecer a los
imperialistas y a la reacción a nivel mundial.
Es por su importancia que la prensa
monopólica, al servicio de los ricos, ha tratado de ocultar y desvirtuar
el proceso revolucionario. Por ejemplo, a la revolución la llaman
terrorismo; al Partido Comunista del Perú, que dirige la revolución, lo
llaman “Sendero Luminoso” y a su jefatura, el Presidente Gonzalo, le han
atribuido, mediante montajes, mentiras y más mentiras.
¿Quién es el Presidente Gonzalo?
El profesor Abimael Guzmán Reynoso,
ingresó al Partido Comunista a finales de la década del 50’, dando
inicio a principio de los años 60’ al desarrollo de la Fracción Roja en
el Comité Regional de Ayacucho, aplicando decididamente la definición de
fracción hecha por Lenin: “grupo de hombres unidos por una comunidad de
ideas, con el objetivo fundamental de influir sobre el Partido para
aplicar los principios de la forma más pura posible”.
El Presidente Gonzalo y la Fracción Roja
se dieron a la tarea de retomar el rumbo del Partido y convertirlo en un
verdadero Partido Comunista: Levantando la bandera por reconstituir el
Partido Comunista del Perú fundado por José Carlos Mariátegui en 1928,
el centro de la lucha era la reanudación del carácter y programa inicial
–conquista histórica de la clase obrera y el pueblo de Perú–, volviendo
a centrar el trabajo de masas entre los campesinos, obreros,
intelectuales y masas pobres en general.
El proceso de reconstitución del Partido
Comunista del Perú, dirigido por el Presidente Gonzalo, se desarrolló en
medio de una dura lucha ideológica y política contra las líneas
burguesas que se levantaban al interior del Partido. Sin embargo,
después de cada batalla, este destacamento de comunistas salía más
fortalecido.
Al concretarse la reconstitución del
Partido Comunista, de inmediato se dio inicio a la lucha revolucionaria
armada, con la quema de urnas en Chuschi, cohesionando a todo el Partido
por la construcción de un nuevo Estado que buscaba confiscar el capital
imperialista, la gran industria monopólica y repartir la tierra entre
los campesinos pobres. Tarea que tiene como condición la destrucción del
viejo Estado y las 3 montañas que oprimen al pueblo peruano: el
imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad.
En medio de la Guerra Popular el Partido
Comunista del Perú concluye la necesidad de enarbolar, defender y
aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo. Ya que comprendieron que la
ideología científica del proletariado fundada por Marx y Engels, y
desarrollada por Lenin, evidenciaba un nuevo desarrollo en sus tres
partes integrantes en la experiencia y síntesis a la que llegaron los
comunistas chinos bajo la dirección de Mao Tse Tung. Lo que correspondía
entonces era tomar la ideología y aplicarla a la realidad peruana.
La ideología científica del proletariado, aplicada a la realidad particular del Perú, es declarada por el Partido como Pensamiento Gonzalo. Que,
no obstante ser la guía para la lucha revolucionaria en el Perú,
entrega aportes de validez universal para las revoluciones en los demás
países, entre los que destacan: que para iniciar y desarrollar la
revolución se necesita un Partido Comunista militarizado; que el partido
es una máquina de guerra; en los países semifeudales, donde se
desenvuelve el capitalismo burocrático, las condiciones para la
revolución están maduras y todo depende de reconstituir los Partidos
Comunistas o de constituirlos donde nunca se fundaron; en los países
semifeudales, con gran concentración de población en las ciudades, la
revolución se desenvuelve en el campo como escenario principal y en la
ciudad, como complemento necesario. Es por esto que el Presidente
Gonzalo se transformó en un enemigo declarado del imperialismo, los
latifundistas, los grandes burgueses y los oportunistas. En septiembre
de 1992 detienen a toda la dirección y reprimen duramente al PCP,
momento desde que el Presidente Gonzalo está recluido y absolutamente
incomunicado. No bastándole tenerlo completamente aislado, el viejo
Estado peruano monitoreado directamente por la CIA yanqui, inventó en
1993 que el Presidente Gonzalo habría pedido el fin de la guerra
revolucionaria y le atribuyeron unas falsas “cartas de paz”, contando
con la participación de los falsos comunistas (revisionistas) del
Movimiento por la Amnistía de los Derechos Fundamentales (MOVADEF).
Por ello, una consecuente posición
antiimperialista y revolucionaria implica defender la vida del
Presidente Gonzalo, un auténtico comunista y revolucionario, que por
esta razón es prisionero de guerra del viejo Estado peruano. Hay que
aprender de los aportes de la guerra popular en el Perú, que tras el
duro golpe represivo de inicios de 1990, hoy avanza en las tareas de
reorganización el Partido, bregando por unir bajo dirección proletaria
las luchas que se dan en nuestro país hermano.
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