La escritora Arundhati Roy junto al poeta maoísta, actualmente encarcelado, Varavara Rao
Entrevista a Arundhati Roy
Las elecciones en India: “Una burla de lo que se supone que es la democracia”
31/05/2019 |
Samuel Earle
“En India”, escribió Arundhati Roy en 2002, “si eres un carnicero o un genocida que se dedica a la política, tienes todos los motivos para ser optimista.” Roy se refería a Narendra Modi, el entonces primer ministro de Gujarat, quien se había visto implicado en los tumultos de 2002 contra los musulmanes en este Estado, en los que murieron asesinadas por lo menos mil personas. Modi siempre ha proclamado su inocencia –de forma poco plausible, según muchos–, pero la predicción de Roy sobre el futuro que le esperaba ha resultado certera. Tras las últimas elecciones en India, en las que su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP), ha arrasado con un descarado mensaje de supremacía hindú, Modi se dispone a asumir su segundo mandato presidencial y reúne en sus manos más poder que nunca.
Como dice Roy, la “democracia más grande del mundo” –un orgulloso epíteto nacional que ella prefiere entrecomillar– existe en distintos siglos al mismo tiempo, presa entre la tradición, el sistema de castas y el caos del turbocapitalismo. Modi encarna estas contradicciones más que la mayoría: un personaje auténtico y al mismo tiempo con aspiraciones, que promete tanto la gloriosa resurrección del Hindustán como reformas neoliberales; el mítico niño chaiwala que ahora viste trajes de 16.000 dólares.
Modi no aparece mencionado en la largamente esperada segunda novela de Roy, The Ministry of Utmost Happiness (El Ministerio de la Máxima Felicidad), publicada en 2017, pero su visión de una nación hindú está presente en el libro. “Quizá no deba decirlo”, declara ella, “pero si una novela puede tener un enemigo, el enemigo de esta novela es la idea de una nación, una religión, una lengua, que es el lema de la ideología hindutva de Modi.
Pese a que Roy saltara a la fama por su novela de ficción, al ganar el Premio Booker en 1997 con su primera obra, El dios de las pequeñas cosas, nunca quiso ser conocida, según dijo una vez, como “una mujer guapa que ha escrito un libro”. Tampoco estaba interesada en convertirse en embajadora cultural de la India moderna, ascendente, que domina la caracterización de su país que hacen los medios occidentales en el siglo XXI. Actualmente, Roy es tan conocida por su actividad política como por sus obras de ficción. Ha estado encarcelada, acusada de sedición, se unió a los maoístas en la jungla india y ha apoyado movimientos políticos de todo el planeta. En junio publicará sus obras completas de no ficción, My Seditious Heart (Mi corazón sedicioso), un libro que tiene más de un millar de páginas.
He conversado recientemente con Roy por correo electrónico sobre el resultado de las elecciones indias, el significado de Modi y el papel de una escritora en un momento en que –en sus palabras– “el mundo está agitado”. Esta entrevista ha sido ligeramente editada por razones de claridad y estilo.
Pregunta: En medio de todo lo que ha cambiado en tus escritos y en el mundo, Modi siempre ha aparecido como un personaje terrible en tu obra. ¿Se ha desarrollado la tragedia de su presidencia tal como preveías, o te ha sorprendido de alguna manera su liderazgo?
Respuesta: El primer mandato de Modi se desarrolló tanto de la manera que yo había previsto como por vías que yo no esperaba. Yo preveía que se comportaría como un aplicado trabajador de la protofascista Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Asociación Patriótica Nacional), la madre del BJP, consagrada a declarar formalmente a India como nación hindú. Así, yo esperaba el ataque a la comunidad musulmana, la demonización de los cristianos y los comunistas, la tendencia a atacar y también cooptar e hinduizar a los dalits. Esto estaba en el guion. Incluso preví (y anticipé por escrito) un golpe terrorista o una guerra justo antes de las elecciones. Esperaba la buena acogida por parte de las grandes empresas, la política de privatización, pero no preví su política de desmonetización, que anunció una noche por televisión, cuando declaró que el 90 % de la moneda india dejaba de ser de curso legal. Fue un duro golpe para la gente, pero esto no ha impedido que salieran en masa a votar de nuevo por él.
Modi ha vuelto, incluso reforzado, adorado como un dios. El fenómeno psicológico es fascinante: el dolor convertido en placer por el bien de la nación. Es una victoria formidable, proporcionada por votantes de todas las castas, clases, regiones y etnias. En su discurso triunfal ante miles de personas que gritaban su nombre, dijo dos cosas que dan mucho miedo. Primero, que la elección de 2019 ha sancionado la muerte oficial del laicismo en India. Ningún partido político ha hecho campaña ondeando la bandera del laicismo, dijo. Eso es más que cierto: el principal partido de oposición, el Partido del Congreso, no tuvo el valor de mencionar la palabra musulmán por miedo a que lo calificaran de promusulmán. Así, los linchamientos, las masacres de musulmanes han quedado tapados por un tupido velo. El mayoritarismo, el nacionalismo hindú, ha ganado la partida.
En segundo lugar, Modi declaró que en esta elección, al derrotar completamente a los partidos que decían representar a las castas inferiores, el BJP había derrotado el sistema de castas. Las dos únicas castas que reconoce, dijo, eran los pobres y los que trabajan por acabar con la pobreza. Así, mientras que en el terreno social el BJP se dedica a combatir al enemigo, en el ámbito económico aparentemente no hay enemigos. En un país en el que nueve personas poseen la misma riqueza que los 500 millones de personas más pobres, los ricos son misioneros. Es una visión terrible. Y habiendo sido elegido y alcanzado el estado divino echando migas a los pobres, una bombona de gas a familias rurales acechadas por el hambre, un regalo de 2.000 rupias (30 dólares) a campesinos profundamente endeudados y que se suicidan por cientos de miles, armando a millones de jóvenes parados con nada más que con retórica agresiva, Modi se ha ganado el derecho a continuar con la política económica que ha generado este problema.
Al afirmar que ya no hay castas salvo los pobres y los que desean aliviar la pobreza, viene a decir que él y la RSS han hecho lo que B.R. Ambedkar, un defensor pionero de los dalits, no logró: acabar con el sistema de castas. Es una afirmación extremadamente inquietante. Porque como dijo Ambedkar, el hinduismo es una casta. Lo que han hecho la RSS y el BJP en esta elección es reforzar el sistema de castas: manejar las divisiones de casta, aprovechar las contradicciones materiales entre castas y subcastas, y enfrentar unas con otras con precisión matemática.
Pregunta: Parece que ha redefinido efectivamente el centro político a su imagen. ¿Ves alguna manera de hacer frente a esta nueva normalidad a lo largo de su próximo mandato?
Respuesta: En los días que siguieron a su elección, después de recibir algunas duras críticas en la prensa internacional, Modi pronunció un discurso en el que habló de la protección de las minorías y del cumplimiento de la constitución india. Contradijo más o menos lo que él mismo y sus colegas de la dirección habían declarado el día antes. Este oportunismo es la táctica típica de la RSS. Un aspecto interesante es que el endiosamiento de Modi ha oscurecido la idea del BJP como partido. Su enorme riqueza, la maquinaria del partido, todo ha sido utilizado para coronar al monarca. Existe una ridícula película hagiográfica sobre la vida de Modi, llena de falsedades, que acaba de publicarse. No cabe duda que contribuirá a su endiosamiento. Pero a pesar de todo esto, Modi solo puede ser el monarca mientras la RSS quiera que ocupe el trono. El poder de la RSS es la nueva normalidad.
Preguntas cómo se puede hacer frente a esto. En estos momentos, en el norte de India, la mayoría de otros partidos políticos están sumidos en el desastre. El Congreso ha sido derrotado, los comunistas están destruidos, los partidos políticos que se identifican como dalits o casta desfavorecida han quedado más o menos diezmados. En conjunto, los partidos de oposición han tenido un comportamiento mezquino y arrogante entre ellos, debilitándose mutuamente mientras su barco se hundía. Espero que se formulen algunas preguntas serias.
La RSS cuenta con unos 600.000 cuadros disciplinados y muy formados que puede desplegar. Los demás no tienen casi ninguno. Esta vez el BJP tenía 20 veces más dinero que todos los demás juntos. La próxima vez tendrá probablemente 50 veces más dinero. Y no cabe duda de que las elecciones en India tienen que ver cada vez más con el dinero, con el espectáculo, con el control de los grandes medios de comunicación y de las redes sociales. Todas las instituciones de este país se han doblegado a su voluntad, incluida la Junta Electoral y, quién sabe, tal vez las máquinas de votación electrónica. Ese dinero les permitió comprar decenas de miles de expertos informáticos, analistas de datos, activistas de las redes sociales que manejaban miles de grupos de Whatsapp con propaganda cuidadosamente seleccionada, personalizada y adaptada a cada sector, región, casta y clase, a cada mesa electoral de cada circunscripción.
Esta clase de dinero puede vender todo lo que decida vender, en este caso un producto tan tóxico que generó una epidemia. La campaña no abordó ni una cuestión importante, como el cambio climático, la crisis económica en cierne, la salud o la educación. Nada salvo estupidez medieval tóxica a escala colosal. ¿Cómo podemos considerar que ha sido una elección justa? Fue una carrera entre un Ferrari y unas cuantas bicicletas, y los medios aplaudiendo al Ferrari como si no hubieran notado nada anómalo. Ahora lo enjabona con alabanzas y se mofa de las bicicletas por sus malos resultados.
Así que ¿cuáles son las vías que quedan para hacer frente a esta formación? Los partidos políticos existentes no lo tendrán fácil, en este modelo mayoritario de democracia electoral, para hacer frente a esta formidable máquina cargada de dinero y de odio. Creo que la rabia popular romperá un día la máquina. No hablo de una revolución, sino de una erupción, de la reaparición de movimientos sociales no oenegeizados. Esto vendrá, y generará nueva energía y un nuevo tipo de oposición que no podrá ser domeñada. Tendremos que jugar un juego nuevo, uno que no haya sido amañado como lo ha sido este. Esta elección en India, que tanto saludan como un gran ejercicio de democracia, es todo lo contrario: nada más que una burla de lo que se supone que es la democracia.
Pregunta: ¿Consideras que el éxito del BJP va en la misma onda que recientes convulsiones nacionalistas en lugares como el Reino Unido, EE UU y Brasil?
Respuesta: Creo que tiene mucho que ver con las convulsiones nacionalistas que prevalecen. Aunque en India la RSS lleva trabajando concienzudamente en pro de este objetivo desde hace 95 años. Cuenta con sistemas que los demás fascistas o supremacistas blancos no tienen.
Pregunta: En 2009 dedicaste una colección de ensayos tuyos a quienes “aprendieron a separar la esperanza de la razón”. ¿Cuál es la relación entre esperanza y razón en estos momentos? ¿Hay señales de que vuelven a juntarse?
Respuesta: Puse en práctica esta doctrina durante la precampaña electoral. Mientras que todos los comentaristas predecían el triunfo del BJP [por escasa mayoría], algunas de nosotras insistíamos en que perdería. Lo dije públicamente, porque sentí la necesidad de poner en duda la certeza del resultado. Había quienes temían la victoria del BJP y predijeron en público que este partido se llevaría la palma. Probablemente quisieron indicar que sabían tomarle el pulso al pueblo. No hacía falta mucho para sentir el pulso, se respiraba en el aire. Pero esas tristes predicciones no hicieron más que reforzar la propaganda, en el sentido de la inevitabilidad. De modo que quienes habíamos aprendido a separar la esperanza de la razón insistimos obstinadamente en que ganaría la oposición, en que tenían pactos secretos y estrategias acertadas. Porque es justamente esa clase de esperanza loca la que finalmente hará que la gente se levante contra esta pesadilla. Así que sí, la esperanza separada de la razón. Y añade a esto: la resistencia separada de la razón. Eso es lo que necesitamos.
Pregunta: El estado de ánimo en India parece cada vez más militarizado, y Modi hizo todo lo que pudo para dar alas a este sentimiento durante su campaña electoral, alineándose con las fuerzas armadas y atizando el temor a los supuestos enemigos de la nación. ¿Qué posición ocupa una escritora –especialmente una que tiene un “corazón sedicioso”– en semejante atmósfera?
Respuesta: ¡Ja! Endeble, diría yo, y sumamente peligrosa. Porque nos hemos visto reducidas a una situación en que incluso quienes se oponen al nacionalismo hindú proponen de manera poco convincente diversas variantes de un hinduismo mejor y un nacionalismo mejor. Nuestros cerebros están siendo envueltos con film retráctil en la bandera nacional. El ataque, no contra los intelectuales, sino contra toda forma de inteligencia, va a ser feroz. Mientras que los políticos, los directivos empresariales y sus socios en los medios de comunicación son millonarios y milmillonarios –ricos más allá de lo imaginable–, los estudiantes, profesores, escritores, periodistas independientes están siendo acusados de antinacionales elitistas.
Elite es la etiqueta que se aplica a cualquier persona de inteligencia superior a la media que alberga instintos no serviles. Amit Shah, el presidente del BJP, y Ram Madhav, el secretario general, emitieron sus amenazas sin adornos el mismo día uno. Amit Shah, desde el estrado en que celebró la victoria en la misma noche en que se proclamaron los resultados; Ram Madhav, en la columna de un diario al día siguiente, titulada “The Leader is the Truth” (El líder es la verdad), donde dijo que los “restos” de los “cárteles seudolaicos/liberales que mantenían una influencia y un dominio desproporcionados sobre el establishment intelectual y político del país” tenían que ser “desechados” del “paisaje cultural e intelectual” del país. Antiguo, directo, típicamente fascista. En este segundo mandato, tratarán de llevar a cabo lo que iniciaron hace cinco años: el fin de toda educación real, de toda investigación real, de todo pensamiento real, de todo arte real. El ataque a las universidades, a la propia inteligencia, está en el orden del día.
Pregunta: Siempre has refutado a quienes tratan de imponer una distinción entre tu arte y tu activismo, diciendo que basta con llamarte escritora. ¿Es esta limitación –en que el compromiso serio y activo con el mundo se sitúa fuera de la misión de una escritora– algo que sientes más insistentemente en India?
Respuesta: No, de verdad que no. Lo noto más insistentemente en Europa y América, donde solía sentir una especie de complacencia petulante: no había mejor aspiración que tratar de ser como ellos. Pienso que esto está cambiando, se ha producido una desestabilización. Han aparecido grandes temores. Una vez más se plantean grandes cuestiones. El mundo entero está revuelto. El arte y la literatura lo reflejarán.
Pregunta: La lengua, en el sentido más amplio, ha pasado a ser objeto de atención especial en tu pensamiento: su pluralidad, sus posibilidades, sus perversiones políticas. ¿Se trata en parte de una respuesta a la doctrina hindutva de “una nación, una lengua, una religión”, doctrina que comparten todos los nacionalistas, o es la lengua simplemente el terreno natural de una escritora?
Respuesta: Es el terreno natural de este país, esta complejidad. Y por supuesto, siendo escritora disfruto con ello. La parte más graciosa de la doctrina de los nacionalistas hindúes de “una lengua, una religión, una nación” –que aquí se resume en “hindi, hindú, hindustán”– es que esas tres palabras son en realidad palabras persas. Pero más en serio, en una región en que se hablan 780 lenguas, de las que 20 están reconocidas en la constitución india, ¿puedes imaginar la violencia de esa doctrina? Después tienes a la élite que habla inglés, cuyos componentes se acusan regularmente entre sí (en inglés) de ser una élite anglófona, y también la élite de casta superior que no habla inglés, pero que envía a sus hijos a escuelas que enseñan en inglés, pero que quiere denegar a los pobres el derecho a aprender un idioma que les proporcionará oportunidades que de lo contrario no tendrán.
Pregunta: Finalmente, a lo largo de tu vida te has manifestado a través de muchos medios distintos, como novelas de ficción, películas, obras de teatro, reportajes, ensayos, incluso en el teatro y la arquitectura. ¿Existe una forma –o un entorno, un tiempo, un espacio– en que te encuentras más a gusto?
Respuesta: Yo cuento historias. Pienso en historias. Son mi hogar. Mi verdadero amor.
28/05/2019
Samuel Earle es periodista independiente, residente en Londres.
https://newrepublic.com/article/154011/arundhati-roy-indias-elections-a-mockery-democracy-supposed-be
Traducción: viento sur
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