Ante la reciente confrontación militar por parte de Rusia contra Ucrania, surgen muchas preguntas sobre el carácter del régimen que gobierna en este último país. Evidentemente, Ucrania es un país capitalista oprimido por el imperialismo: de un lado, el imperialismo ruso que busca anexionar parte de su territorio, aprovechando el sentimiento de cariño y aprecio que muchos ucranianos tienen por la otrora URSS instaurada por los bolcheviques y de los que Vladimir Putin es enemigo; de otro lado, se encuentra el imperialismo estadounidense como cabeza y socio de otras potencias imperialistas europeas como Gran Bretaña, Alemania, Italia, España, entre otros, y que están agrupados en la asesina OTAN.
A continuación, hacemos una caracterización del actual régimen que gobierna en Ucrania, que a pesar de ser un país oprimido como ya dijimos, el de Zelenskyy es un régimen socio y lacayo de los imperialistas yankees, que han guardado silencio frente a los grupos nazis que están directamente vinculados al Estado ucraniano, llegando incluso a patrocinarlos. El de Zelenskyy, es un régimen títere de un sector de la burguesía ucraniana, socia y lacaya de los imperialistas estadounidenses y por lo tanto, no se le puede considerar que sea una “burguesía revolucionaria” o una “burguesía nacional antiimperialista” con la que el proletariado pueda buscar alianzas temporales. Apoyar al régimen de Zelenskyy, es un error, porque en últimas se estaría apoyando a una burguesía que permite la injerencia directa de sectores nazis en la administración -principalmente militar- del Estado ucraniano, a la vez que es una burguesía arrodillada y socia de una facción de los imperialistas de occidente.
Volodymyr Zelenskyy, presidente de Ucrania desde mayo de 2019, es un actor, humorista de ese país, que se presentó a elecciones con un nuevo partido político llamado “Servidor del Pueblo”, de igual nombre que su programa humorístico de 2015 que Netflix volvió a transmitir recientemente y en el cual Zelenskyy hace el papel del presidente de Ucrania. Por medio de ese partido, diferentes donantes privados aprovecharon para financiar su campaña política, que se basó en usar la propaganda del popular programa para catapultar al humorista en su carrera política; así, hizo campaña sin hacer campaña oficialmente y sin estar obligado a revelar de qué bolsillos salieron los recursos para la misma. Sin embargo, es sabido que uno de sus patrocinadores fue el banquero multimillonario ucraniano Igor Kolomoisky, quien tiene participación en la propiedad de 1+1 Media Group, estación de televisión que transmitió la comedia del humorista hoy presidente, pero que además brindó seguridad y respaldo logístico, a la vez que puso a su abogado personal, Andrii Bohdan, como asesor legal de Zelenskyy.
La investigación periodística Pandora Papers, reveló que el hoy presidente de Ucrania y sus socios en la productora de televisión Kvartal 95, conformaron una red de firmas en Islas Vírgenes Británicas, Belice y Chipre desde 2012, cuando empezaron a producir contenido para las estaciones de televisión propiedad de Igor Kolomoisky, acusado de robar 5.500 millones de dólares de su propio banco. Zelenskyy y sus socios fueron acusados de recibir por parte de esa red de firmas 41 millones de dólares en fondos del Privatbank de Kolomoisky, pero nunca pasó nada judicialmente por falta de pruebas. Sin embargo, lograron comprar lujosas propiedades en Londres, como dos apartamentos de $3,5, $2,28 y $2,3 millones de dólares respectivamente, entre otros bienes.
Es de público conocimiento el respaldo económico que el mentor y principal financiador de Zelenskyy, Igor Kolomoisky, le dio al fascista Batallón Aidar, uno de los más de 30 batallones de voluntarios pronacionalistas como Ukraina, DND Metinvest, Kiev 1 y el conocido Azov, que abiertamente ondea banderas nazis, dirigido por la organización extremista Patriota de Ucrania, que considera a los judíos y otras minorías “infrahumanas” y llama a una cruzada cristiana blanca contra ellos. Kolomoisky ofreció una recompensa de 10.000 dólares de su propio dinero por cada “saboteador” ruso capturado en el 2014. Algunos de estos batallones fascistas, están vinculados al gobierno de Zelenskyy, como Azov, Donbas, Dnepr 1 (conocido por asesinar civiles de hambre como método de guerra y visitado y elogiado por el senador yankee John McCain) o Dnepr 2 que operan bajo el mando y control general de las fuerzas regulares del Estado ucraniano; sin embargo, existen otros batallones de extrema derecha paramilitares, no vinculados al Estado pero patrocinados “por debajo de cuerda” por este y que operan también en Ucrania como Patriot of Ukraine, Right Sector y White Hammer, entre otros. Si bien estas agrupaciones fascistas no cuentan con muchos escaños en el parlamento (no lograron pasar la barrera del 5%), su vinculación al Estado ucraniano es directa, su apoyo militar en el genocidio ucraniano contra sus propios ciudadanos en la región del Donbass es evidente. El ministro del Interior, Arsen Avakov, apoyó la candidatura parlamentaria de Andriy Biletsky, comandante de Azov. El viceministro del Interior y a su vez jefe de la policía, Vadim Troyan, es un veterano de Azov y patriota nacionalista de Ucrania. Los jefes de esa institución estatal, son admiradores del colaboracionista nazifascista ucraniano Sthepan Bandera, cuyas tropas bajo su mando participaron en el Holocausto.
Al margen de todo esto hay que decir que tanto Kolomoisky como Zelenskyy son judíos, falso argumento usado para supuestamente negar que ambos puedan patrocinar y permitir desde el Estado ucraniano grupos neonazis. Si bien no todos los judíos son sionistas, si existe evidencia de la colaboración histórica de los judíos sionistas con los nazis, por ejemplo, contaron con su autorización para invadir Palestina con el acuerdo de Haavara del 25 de agosto de 1933, pues el sionismo es una ideología que se traduce políticamente en fascismo e imperialismo. El régimen nazi ucraniano es antisemita, y se evidenció, por ejemplo, en diciembre de 2021 cuando nazis organizados destruyeron un monumento a las víctimas judías del Holocausto en Lysychansk, Ucrania, donde hay fosas de 800 judíos asesinados por nazis y colaboradores de la UNO-UPA, de las cuales hablaremos más abajo. Esto se suma a varios ataques a sinagogas, asistencia de mandos gubernamentales a conciertos de rock nazi, ataques físicos y amenazas de muerte a judíos, obras de teatro antisemitas en las escuelas, inauguración de placas conmemorativas a criminales de guerra nazis…y en fin, existen muchas evidencias que dejan por el piso, tal “argumento”.
Después del levantamiento del Maidan que inició en enero de 2014, en el que Estados Unidos y la llamada “comunidad europea” canalizó el descontento popular para finalmente derrocar al presidente pro-ruso Viktor Yanukovych y poner al multimillonario y reaccionario Petro Poroshenko de presidente, los medios de comunicación alineados con la narrativa de occidente siempre negaron el evidente ultranacionalismo que organizó e impulsó el Maidan y por el contrario, lo elevaron al nivel de la lucha por la “libertad” y la “democracia” a secas. Muy pocas críticas o condenas por parte del bloque imperialista encabezado por los Estados Unidos a la masacre de la Casa de los Sindicatos de Odesa ocurrida el 2 de mayo de 2014, en la cual los fascistas ultranacionalistas del Pravy Sektor (Sector Derecho) incineraron a 42 luchadores populares. A pesar del blanqueamiento del nazismo por diferentes medios, son conocidos los pogromos o linchamientos masivos ejecutados por neonazis contra los romaníes, ataques contra colectivos feministas y LGBT y prohibición de cierta literatura que documenta o denuncia el Holocausto.
Capítulo aparte merece la ley de glorificación de los colaboracionistas ucranianos con el nacionalismo nazi alemán aprobada en el 2015 por el parlamento ucraniano, como Sthepan Bandera e Iván Pavlenko, jefes de la Unión de Nacionalistas Ucranianos (UNO) que colaboraron con las SS nazis, homenajeados, el primero con un monumento y el segundo con una avenida que tiene su nombre, además de marchas donde enaltecen principalmente el nombre de Bandera, como la marcha de noviembre de 2017 cuando 20000 marcharon en honor al Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) con saludos nazis. Zelenskyy dijo sobre Bandera: «Hay héroes indiscutibles. Sthepan Bandera es un héroe para cierta parte de los ucranianos, ¡y esto es algo normal y genial! Fue uno de los que defendieron la libertad de Ucrania». Hay que nombrar, por ejemplo, que la UNO ejecutó el progrom de Lvov en el que asesinaron a 300 comunistas y 4000 judíos. Y el nazi UPA masacró a miles de judíos y entre 70000 y 100000 polacos. Hoy en Ucrania, es delito penal negar el “heroísmo” de estas organizaciones y líderes fascistas. Son comunes los campamentos juveniles y cátedras -en ucraniano, no en ruso, en un país donde millones de ciudadanos del este son rusoparlantes- en los colegios donde se niega el Holocausto y se inculca la ideología ultranacionalista con seminarios, folletos, obras de teatro y hasta juegos de mesa.
A todo esto se le suma la llamada descomunización en Ucrania, que ya había iniciado con la caída del falso comunismo de la URSS que para el derribo del Muro de Berlín en 1991, ya se encontraba bajo el dominio de la burguesía rusa hacía décadas. El 15 de mayo de 2015, el presidente Petro Poroshenko firmó una serie de leyes que daban seis meses de plazo para eliminar monumentos comunistas y el cambio de nombre de lugares públicos relacionados con el comunismo. Para 2016, fueron cambiados los nombres de 51493 calles, 987 ciudades y pueblos, se eliminaron 1320 monumentos de Lenin y 1069 monumentos de otros personajes y líderes comunistas. En diciembre de 2015 el Ministerio del Interior ilegalizó al Partido Comunista de Ucrania, al Partido Comunista de Ucrania nuevo y al Partido Comunista de Trabajadores y Campesinos, y por lo tanto, no pueden participar en elecciones.
Como se puede apreciar por los datos y hechos acá compilados, ante la agresión del imperialismo ruso, el pueblo ucraniano es el que queda -como en toda agresión interimperialista- en medio del fuego cruzado de los bandos imperialistas, y que en este caso tiene en la burguesía ucraniana y su Estado a un enemigo de clase que se encuentra en claro maridaje con el imperialismo estadounidense, y que por lo tanto no tiene nada de antiimperialista. El falso argumento de que se debe apoyar a los imperialistas rusos porque “están defendiendo a la población ubicada en el Donbass” se cae por su propio peso si se tiene en cuenta que la agresión y el genocidio por parte del Estado ucraniano contra su propia población lleva dándose desde hace más de 7 años con un saldo de más de 14.000 muertos, y ante eso, Vladimir Putin poco o nada ha hecho para impedirlo. Apenas ahora, cuando ve la amenaza otanista en sus narices, es que decide “liberar” al Donbass y “desnazificar” a Ucrania, actitud hipócrita digna de un Estado imperialista como el ruso, porque de fondo, lo que necesita la burguesía rusa con esta guerra de agresión imperialista es cambiar el régimen opresor pro-yankee por su régimen opresor pro-ruso en Ucrania.
Los comunistas revolucionarios llamamos a la solidaridad de los pueblos del mundo con el pueblo ucraniano que debe expulsar a los invasores –de la Otan y de Rusia- y derribar al régimen neonazi de Zelenskyy, aprovechando que ya se encuentra armado y entrenado para combatir. De inmediato debe parar la carnicería humana que es esta guerra, volteando los fusiles contra los imperialistas y contra la burguesía de su país.
Los llamados al pacifismo burgués sólo alargan la agonía de los pueblos, pues las clases dominantes sólo entienden el lenguaje de la violencia revolucionaria de las masas armadas. Esto debe servir para entender la necesidad imperiosa de construir fuertes Partidos comunistas en cada país, dotados de una línea política revolucionaria basada en el marxismo leninismo maoísmo, al igual que es necesario construir la Nueva Internacional Comunista que dirija la Revolución Proletaria Mundial. Buscar alianzas con el régimen fascista de Zelenskyy y compañía, es una táctica equivocada que le podría costar muy caro al pueblo ucraniano, al igual que confiar ciegamente en Putin, que busca endurecer el yugo colonial sobre Ucrania. ¡Sólo el pueblo, salva al pueblo!
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