A sus 69 años de edad el profesor e historiador de la Universidad de Antioquia, Campo Elías Galindo, fue brutalmente asesinado al interior de su vivienda ubicada en el barrio los Pinos entre las comunas la América y Laureles de Medellín. Encima de su cadáver fue encontrado un libro chamuscado en forma de mensaje, recordando quizás el mejor estilo usado por las columnas franquistas españolas: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”
Campo Elías Galindo fue además miembro y coordinador de la Colombia Humana en Antioquia, opositor al actual régimen mafioso comandado por Duque, un defensor de la paz y del progreso social, una persona inofensiva para las clases dominantes; sin embargo, por sus denuncias frente a la corrupción y a la tragedia ocasionada por el proyecto Hidroituango, cuyos responsables son el GEA y el Partido Centro Democrático, se convirtió en objetivo del terrorismo de Estado, tal y como ha ocurrido con más de 150 dirigentes sociales asesinados en lo que va corrido del año por oponerse a los proyectos que arrasan la naturaleza y las comunidades..
Hay un modus operandi que se está convirtiendo en algo típico en Medellín: incursiones nocturnas a las viviendas de las víctimas y apuñalándolas simulando un hurto, obviando las armas de fuego para encubrir el delito de exterminio político. Así le ocurrió a Sara Fernández, profesora y secretaria de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia (Asoprudea), quien en el mes de marzo sobrevivió a un atacante que invadió su vivienda y le propinó varias puñaladas en horas de la madrugada; ataque ocurrido en el mismo periodo en que se libraba una fuerte lucha al interior de la universidad por parte de trabajadores y estudiantes contra la corrupción de directivos y toda una serie de medidas lesivas del alcalde y del régimen uribista, lucha en la que Asoprudea jugaba un rol importante.
Una vez que en redes sociales fue denunciado el crimen atroz y se comenzó a señalar al terrorismo de estado y su brazo ilegal como los responsables, medios como Semana eufemísticamente aseguraron que Campo Elías Galindo había aparecido muerto en un “charco de sangre”, ocultando que se trata de otro crimen de Estado. El cinismo de dicho medio, de propiedad del emporio comercial Gilinski Group, uno de los más grandes de Colombia, se explica por el hecho de que todas las clases dominantes, con sus industriales, terratenientes y mafiosos, se benefician de la matanza sistemática de dirigentes sociales, un hecho confirmado varias veces en distintas declaraciones de paramilitares desmovilizados en sus versiones libres en los procesos de “Justicia y paz”.
Los medios informativos, en manos de los explotadores, salen a encubrir el hecho y manipulan mediáticamente la información para evitar la respuesta de la furia popular que ya se ha desbordado en multitudinarias marchas o con el choque violento como el pasado 9 y 10 de septiembre a raíz de la tortura y muerte del abogado Javier Ordoñez en Bogotá a manos de la “honorable” policía.
El recrudecimiento del terrorismo estatal en todas sus formas, la grave crisis social y económica, el trato militar a la protesta social, las grietas y luchas en las propias esferas del poder entre las distintas facciones de la burguesía, indican que se avecina una dura crisis política, no quedándole más salida al régimen que la movilización de toda su fuerza, incluida la paramilitar, tal y como se evidenció con la pinta de grafitis en más de 70 municipios del país con mensajes firmados por las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia), un grupo estrechamente relacionado con la fuerza pública y el partido de gobierno. El régimen mafioso y paramilitar se apresura a las medidas más viles y criminales para mantenerse en el poder, presiente cercano su fin y da pasos incluso para gobernar a través de una “dictadura legal” con la declaratoria del decreto de conmoción interior, hechos que llaman a las masas a enfrentar el terrorismo estatal no con lastimeros y suplicantes llamados, sino con la lucha revolucionaria y directa en las calles.
La paz es una noble causa por la que todo el pueblo se apresta a luchar, aparentemente no existe nada más descabellado que pedir guerra o violencia; sin embargo, los lobos no van a arrancarse sus colmillo dentro del rebaño de ovejas por voluntad propia; llamar a la paz sin haber derrotado a todos los lobos y a sus defensores encubiertos es un grave error; en el peor de los casos es un vil engaño, o en el mejor de los casos una ingenuidad o superficialidad absurdos. En ese error incurren los jefes de la Colombia Humana o del Partido de la “Rosa”, quienes a pesar del asesinato sistemático de sus bases y dirigentes siguen clamando piedad al asesino régimen mafioso y paramilitar. ¡Basta ya de suplicas y clemencias frente al terrorismo de Estado!
¡Abajo el Terrorismo de Estado y su brazo armado legal e ilegal!
¡Enfrentar el Terrorismo de Estado con lucha revolucionaria de masas!
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