Testimonios de tres jóvenes vascos, que relatan torturas en sus detenciones
Euskalherriaskatu.blogspot
Mikel , Idoya y Nahaia , graves testimonios de malos tratos y torturas que han padecido en sus detenciones
Ver denuncia completa aquí:
http://www.lahaine.org/index.php?p=72666
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El lenguaje perverso del dominador
Inés del Río, ¿cómo dirigirnos a ti?
¿Cómo hacerlo, sin con solo colocar tu nombre en la convocatoria de este
acto, ha supuesto su prohibición inicial? Si cualquier cosa que digamos
será anotada, empapelada y procesada por los cazadores de apologías. Tu
nombre no puede ser acompañado de adjetivos cariñosos.
Ezin dugu esan, Ines maite zaitugu (no diremos, Inés, te queremos). No
diremos, Dios nos libre, Inés compañera laguna gurkidea, iraultzailea.
No podemos decir y no diremos, Inés gudari, gure askatasunaren alde hain
beste heman duena. Mucho menos diremos que te tienen secuestrada,
baitua. Y que no eres tú la que mereces esa celda, tenemos que medir las
palabras.
¿Cómo calificarte entonces, Inés? ¿Luchadora antifascista? Elogio
peligroso. ¿Feminista consecuente? Apología. ¿Abertzale sutxua? Ez ta
pentsaue. ¿Militante íntegra? Anatema. ¿Presa política? Ensalzamiento Tu
simple fotografía es subversiva. Decir gora Inés, ilegal.
¿Cómo llamarte, Inés, si nos han robado hasta el lenguaje? ¿Y cómo
llamarnos también a nosotros mismos si oficialmente somos “el entorno de
la banda”, si nos ilegalizaron y persiguieron porque todos éramos lo
mismo: los violentos.
No nos permiten adjetivos políticos ni cariñosos para referirnos a ti, a
Inés y a todos los compañeros y compañeras. Y, por lo tanto, nosotros y
nosotras tampoco sabemos cómo llamarnos. Nos han sacado, incluso, de
ese club de élite que se denomina: “nosotros los demócratas”.
Nos bautizan como violentos en una sociedad de locos, dónde los más
ricos nos hablan de austeridad, los bancos de honradez, la monarquía de
democracia, la Iglesia de sexualidad y el Ejército de pacificación.
Es el lenguaje perverso del dominador, por eso Inés da igual que hayas
cumplido con creces toda tu condena, una sentencia de Estrasburgo,
dicen, supondría poner a cientos de terroristas en la calle.
Oficialmente seguirás siendo una terrorista y nosotros tu violento
entorno.
Entonces, ¿no tendremos que dar la vuelta al mensaje o al lenguaje? ¿No
tendremos que hacer como los filipinos que acabaron adoptando el nombre
de “filibusteros” con el que pretendían despreciarlos los españoles. O
como los irlandeses que adoptaron con el orgullo el nombre de “felones”
que les pusieron los ingleses. ¿No nos sentíamos orgullosos hace pocos
años cuando en el franquismo nos llamaban “rojos y separatistas”?
Lo que ocurre Inés es que te llaman, nos llaman terroristas, porque nos
tienen auténtico terror. Porque saben que aquí hay un pueblo y unas
clases oprimidas que están dispuestos a hacer lo que más les aterroriza:
quitarles sus privilegios, echarles de las instituciones, quitarles los
bancos, amordazar a sus perros, abrir las cárceles, proclamar la
república, unir Euskal Herria, autodeterminar los pueblos, organizar a
los trabajadores, abrir las fronteras, cerrar los cuarteles, imponer lo
público, recortar lo privado. ¡A eso es a lo que le tienen terror y por
eso somos terroristas, esa es la violencia que temen!
Nos llaman terroristas los mismos que llevan décadas haciendo guerras y bombardeando pueblos para robarles sus recursos naturales, los que gastan en armas, los que nos quitan educación, cultura y sanidad. Los que solo invierten en material antidisturbios para machacar obreros y ciudadanos. Los que matan elefantes por pura holgazanería, los que nos fusilaron en el 36, los que en los últimos 50 años han detenido 50.000 vascos y vascas, han torturado a 5.000, han matado a casi 500 impunemente, han encerrado a 10.000 paisanos y paisanas con unas condenas brutales que no se daban ni en los tiempos del franquismo.
Nos llaman violentos los que tienen más de 70.000 presos sociales en las
cárceles, pobres de solemnidad todos ellos, mientras los verdaderos
delincuentes están en el gobierno, en los bancos, en los cuarteles, en
la Casa Real, en la Curia Diocesana, en los consejos de administración.
Nos llaman violentos los del GAL, los torturadores impunes, los jueces
prevaricadores, los sádicos que nos impusieron la dispersión y la
doctrina Parot, los que matan impunemente cuando quieren y lo que es
peor, cuando no dejan vivir. Nos llaman violentos los que meten a los
sin papeles en campos de concentración antes de expulsarlos, los que
embargan a los que están en paro, los que nos están robando todo lo que
hemos podido conseguir con generaciones de lucha y trabajo.
Nos llaman violentos, qué honor, Rajoy, Rubalcaba, Barcina, Sanz,
Miranda, Jiménez o Catalán mientras se abanican con sus sobres agarrados
al sillón. Nos llaman violentos los que persiguen con saña nuestra
lengua, nuestros símbolos, nuestra cultura y nuestra identidad para que
seamos una masa idiotizada, españolizada, uniforme y mediatizada; sin
raíces en las que sustentarnos y sin memoria histórica con la que
alimentar nuestras luchas y nuestras utopías futuras. Porque ellos
quieren un rebaño globalizado de esclavos y nosotros queremos un
conjunto de pueblos libres. Porque nosotros queremos un mundo diverso
lleno de peces de colores y ellos quieren triturarnos y convertirnos en
sopa de pescado.
Nos llaman terroristas porque nos tienen terror y vamos a hacer que cada
día estén más aterrorizados. Y para ello tenemos varias bombas
atómicas: tenemos la lucha política para limpiar nuestras instituciones,
la resistencia y oposición a todas las leyes injustas, la desobediencia
civil activa, la solidaridad internacionalista, la lucha obrera popular
y la organización.
Y en esta lucha de liberación hay huecos inolvidables, huecos
imprescindibles y huecos insoportables. Aquí falta hoy Inés, Jone, Josu,
Gotxon y falta el Txato.
Vamos a hacerles devolver todo cuanto nos han robado, comenzando con lo
más querido, con lo más fraterno, que nos devuelvan a nuestros presos y
nuestras presas, nuestros paisanos y paisanas, sangre de nuestra sangre,
nuestros hermanos y hermanas, nuestros camaradas y compatriotas.
¡Gora gu ta gutarrak!
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