El mundial
de fútbol no solo que resulta ser un verdadero insulto al pueblo brasileño que
se debate entre la miseria, el hambre, la desocupación, salarios bajos,
represión, explotación sino en una patología social endémica que aqueja a la
mayoría de la población en el mundo.
En
contraposición al movimientos de decenas de miles de millones de dólares, basta
ver los conflictos que se generan por la tenencia de la tierra en el Brasil y la brutalidad con la que reacciona el Estado
de la mano de una presidenta que se decía ser una “luchadora social” y ahora
una verduga de su pueblo.
El caso de
Dilma Rousseff es un ejemplo patético de que si bien es cierto las mujeres
jugamos un rol importante en la producción, en la sociedad, pero sobre todo en
la transformación de la misma, es únicamente su carácter de clase, su ideología
la que le coloca como revolucionaria o contrarrevolucionaria.
Dilma
Rousseff es el típico caso del slogan feminista burgués que considera que la
liberación de la mujer solo se da en la medida que pueda participar de los
mismos espacios que el hombre sin importarle el rol que cumple en la sociedad y
ante todo, el rol que cumple ante los
requerimientos que tiene la mujer explotada, oprimida, víctima no solo del machismo,
sino del Estado y del imperialismo.
Pero
el tema del campeonato mundial de fútbol a iniciar estos días traspasa las
fronteras del Brasil dolido, oprimido y explotado, para asentarse en nuestra
sociedad en la que nos levantamos con fútbol y nos acostamos con fútbol, como
una droga que distrae, sobre todo en el caso de los hombres, del rol que deben
cumplir y de tareas más importantes que ver y comentar de fútbol. Y en el caso
de la mujer, de ser un muestrario sexual de propagandas simplificada a un
objeto del morbo.
El impacto
es tan aterrador en nuestro país como en Brasil.
En los
trabajos se organizan para “ver el mundial”, y esto implica gastos, utilización
de recursos que no van a parar al hogar sino a las licoreras, locales
transnacionales de comidas rápidas, apuestas y otros que van a mayor desmedro
de las actuales condiciones de los hogares pobres. Hay para la televisión,
comidas y bebidas y sin embargo nuestros hijos carecen de vestimenta, zapatos,
útiles de estudio, medicina, recreación.
No contentos
con eso, los grandes almacenes de electrodomésticos hacen su agosto en junio
ofreciendo modernos televisores, plasmas, LCD, inclusive llegando a extremos,
que una casa de electrodomésticos ofrezca LCD y si la selección pasa a octavos
del mundial condonan el resto de cuotas. Muchos esperan el milagro.
Hogares donde no hay agua, alcantarillado,
hoy tienen televisores de última tecnología.
La alienación opera a tales niveles que vale decir que las masas y
particularmente los hombres de nuestro pueblo terminan embrutecidos por una
droga que no nos permite ver por ahora que el régimen nos subió las tarifas
eléctricas, que prepara una ley laboral que elimina sindicatos, favorece a la
patronal, que la ley de aguas otorga al estado la discreción para concesionarla
como si nosotras no supiéramos que el Estado les pertenece a unos pocos y que
estatizar su discreción es lo mismo que privatizarla. Que el gobierno se sigue
endeudando en el extranjero para mantener al aparato represivo intimidándonos,
coartando nuestro derecho a organizarnos y a luchar por nuestras reivindicaciones.
El fútbol no
nos deja ver que el régimen fascista sigue segmentando la sociedad como se lo
hacía en la feudalidad en la que el indígena está para ser siervo, campesino
pobre y las mujeres indígenas y campesinas para sirvientas de hacienda o de
hogar de ricos. El negro para ladrón y futbolista y sus mujeres para
prostitutas. El mestizo para tareas complementarias en la producción como
trabajadores asalariados o burócratas de base; las mujeres para modelos,
bailarinas o tecnocumbieras, y que los blancos están para gerenciar, ser
empresarios y quienes gobiernen el país. Ese es el Ecuador que nos dibujan
mientras nos meten fútbol, caricaturas de revolución o nos llaman compañeritos
o compañeritas en las sabatinas del fascista.
El
campeonato mundial de fútbol es mucho más que un insulto al pueblo brasileño,
es también un insulto a nuestras precarias economías y sobre todo una camisa de
fuerza que se suma a la revolución ciudadana y la reforma del estado.
No queremos
a nuestros padres, esposos, compañeros, hermanos, hijos encadenados a la
televisión mirando fútbol, gastando en fútbol, queremos verlos combatiendo y
luchando contra este régimen fascista, queremos tenerlos junto a nuestras
organizaciones bregando por mejorar la organización y su capacidad combativa.
Por
el fútbol
las masas terminan con amnesia,
recordemos que hace un año en el Brasil, cientos de familias pobres
fueron despojadas de sus hogares de forma violenta, tal como lo
documentó la
prensa internacional, para favorecer la construcción de estadios. Hubo
niños
masacrados, trabajadores explotados y algunos murieron en el
levantamiento de
las obras, pero de esto casi nadie se acuerda ahora. El gobierno de
Brasil, que
encabeza la fascista Dilma Rousseff, realiza el mundial más caro de la
historia, mientras que un tercio de la población del Brasil vive en
condiciones
de pobreza extrema, y esto ¿quién lo entiende?, y esto ¿quién lo asume?
Esto por esto, y más, que en los últimos meses, miles de trabadores,
estudiantes,
compañeras conscientes han salido a las principales calles de Brasil
para
manifestar su descontento y rechazo con el Mundial y exigir mejor
calidad de
vida.
Las mujeres conscientes del pueblo, conjuntamente con sus familias
han tomado una actitud firme, combativa y no han permitido que callen su voz y
sus manifestaciones de lucha a pesar que la fascista ha respondido con más
represión y persecución como si de esa manera se pudiera tapar el sol y Brasil
de su miseria, de las favelas, de la mendicidad y mostrar al mundo un país que
no existe.
Las mujeres luchadoras del Ecuador, comunistas, campesinas pobres,
trabajadoras del hogar, vendedoras ambulantes, las mujeres sencillas pero
firmes en nuestros propósitos nos solidarizamos con las masas explotadas de
Brasil, con las familias de todos los obreros que murieron en la construcción
de los estadios, con sus hijos, sus compañeras.
Hay que luchar por arrancar de nuestra sociedad ese nuevo opio que
además de favorecer a las transnacionales de electrodomésticos, casas
deportivas, televisoras y demás medios de comunicación, transnacionales de
licores, cigarrillos, comidas rápidas, etc., embrutece la conciencia de
nuestros compañeros y los aleja cada vez más de su responsabilidad ante sus
hogares, ante su pueblo y ante la revolución.
HOY
EL MUNDIAL, ¿CUÁNDO AGUA, VIVIENDA DIGNA, EDUCACIÓN PARA EL PUEBLO EN BRASIL?
NO
AL OPIO DE LOS DEBILES: EL FUTBOL
LAS
MUJERES DEL PUEBLO NO NOS OPONEMOS AL FUTBOL COMO DEPORTE, NOS OPONEMOS QUE LO
UTILICEN PARA EMBRUTECER A LAS MASAS Y LA INDUCCIÓN A GASTOS SUPERFLUOS
NO AL FUTBOL QUE ES UTILIZADO COMO UNA CORTINA DE HUMO PARA TOMAR MEDIDAS Y DICTAR LEYES ANTI POPULARES
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