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En las últimas semanas se agudizaron las contradicciones entre los enemigos del pueblo, también llamadas contradicciones inter-burguesas. El destape de los crímenes del uribismo empotrado en el poder del Estado y la defensa sistemática de sus representantes y testaferros por parte del partido de gobierno, debilitan el régimen y agudizan las contradicciones por arriba. Tales contradicciones fueron las que llevaron a la Corte Suprema de Justicia a ordenar la detención domiciliaria de Álvaro Uribe Vélez, pero no por sus crímenes cometidos contra el pueblo sino por soborno y fraude procesal; se trata solamente de una medida preventiva porque este siniestro personaje ni siquiera ha sido juzgado y probablemente saldrá libre.
El alboroto alrededor de la detención del jefe mafioso y paramilitar no tiene ninguna importancia, como quieren mostrar los partidos de la pequeña burguesía y el oportunismo sembrando ilusiones en la justicia burguesa. Sin embargo, sí es un golpe político contra el uribismo y el régimen mafioso, que pone al descubierto la agudización de las contradicciones al interior de las clases dominantes, cuyas causas no son tanto las diferencias ideológicas y políticas sino los intereses económicos que enfrentan entre sí a los explotadores, en una rebatiña azuzada por la crisis económica y la pandemia del coronavirus.
A pesar de que según las cifras oficiales la inversión extranjera directa en Colombia creció en los primeros seis meses del año en 31,2% (en ramas distintas a la minero-energética), la crisis económica sigue haciendo estragos manifiesta en la caída del PIB en 15,7% en el segundo trimestre del año. Hecho al que se suma el que los auxilios brindados por el régimen han sido para los grandes capitalistas financieros y los grupos monopólicos del país, así como la entrega de jugosos negocios y dineros a los compinches del partido de gobierno, todo lo cual ocasiona fricciones entre las clases dominantes e incluso en el propio seno del Centro Democrático.
Igualmente, como el mejor representante del capital mafioso, el uribismo sigue empeñado en el negocio y en la pugna por sacar a sus competidores dándole continuidad a la guerra contra el pueblo, impidiendo la sustitución de cultivos y utilizando al ejército y la policía para “mostrar resultados” en la “erradicación” y “golpes” a los traficantes incautando cargamentos, mientras soterradamente impulsa los cultivos y protege el comercio de sus amigos. Un negocio que se ha convertido en la principal fuente de ingresos al país según varios analistas, y que constituye la motivación principal de esa facción de la burguesía para mantenerse en el timón del Estado y seguir en su propósito de “refundar el país” y hacer una nueva constitución.
A ello se suma la ineptitud en el manejo de la crisis sanitaria y el agravamiento de la crisis social, frente al descaro de la camarilla gobernante ante los reclamos populares, lo cual genera un ambiente de inseguridad ante la posibilidad de nuevos levantamientos que den continuidad a la confrontación abierta que tuvo su cresta a finales del año pasado con el Paro del 21 de noviembre y días posteriores.
La situación es explosiva y se hará más inestable; por ello varios sectores de las clases dominantes han optado por darle la espalda al régimen, y en un esfuerzo por canalizar la indignación del pueblo hacia la reforma, están planteando “moralizar el Estado”, sacar al sector más abiertamente mafioso y paramilitar del gobierno, para poner al mando a Sergio Fajardo (un gobierno uribista sin Uribe), incluso algunos, eventualmente aceptarían llevar a la presidencia a Gustavo Petro.
En esa campaña se encuentran sectores del liberalismo, del conservatismo y del propio uribismo, y a la que se han unido los jefes de los partidos socialdemócratas, pequeñoburgueses y oportunistas en una defensa abierta y sin tapujos del capitalismo, de la explotación asalariada y de la dependencia semicolonial imperialista, en un esfuerzo reformista para prolongar la agonía del sistema moribundo y maquillar la podredumbre de sus instituciones.
Por eso, mientras prosigue la ola de asesinatos, masacres y desplazamientos; mientras crece el desempleo y se agrava la situación de hambre y miseria; mientras a diario aparecen nuevos escándalos de corrupción y se destapan los prontuarios de los criminales en el gobierno; mientras crece la indignación y el odio contra el gobierno y las clases dominantes; mientras se hace evidente ante el pueblo la necesidad de cambiar de raíz la situación… mientras todo esto está pasando, aparece Gustavo Petro proponiendo moralizar las instituciones, un “programa” de capitalismo “más humano” e invitando a la “desobediencia civil” que no riñe con su llamado a un nuevo “pacto social” o “pacto histórico”. Por eso no es tampoco casual que lo hayan convertido en el hombre del “momento” en algunos medios y reciba aplausos de todas partes, incluidos apologistas del capitalismo y declarados anticomunistas.
Este es el telón de fondo que los comunistas, los revolucionarios y el pueblo en general deben percibir para no ser víctimas de las maniobras de los de arriba y del engaño de los reformistas representados en los jefes de los partidos pequeñoburgueses y oportunistas armados y desarmados, y, por el contrario, aprovechar las contradicciones y la crisis interna de sus enemigos para destruir el Estado burgués y todo el poder del capital, instaurar el nuevo Estado de obreros y campesinos y abrirle paso a la construcción del socialismo.
En ese sentido, el camino del pueblo colombiano sigue siendo el de la unidad, la organización y la lucha con independencia del Estado y los politiqueros. Una orientación general que ahora se concreta en preparar y organizar una Gran Huelga Política de Masas, hoy llamada Paro General Indefinido, que conquiste para el pueblo sus reivindicaciones inmediatas y sirva de preparación para tomar la iniciativa frente a la crisis política por arriba y le permita aprovechar la debilidad de sus enemigos para derrotarlos y acabar de raíz los males de la sociedad colombiana.
Preparación y organización que implica fortalecer y extender el Bloque Por el Paro General Indefinido, forma organizada surgida en medio de los combates del año pasado en contra de la conciliación y la concertación impuesta en el Comité Nacional de Paro por las camarillas dirigentes de las centrales sindicales CTC, CGT y CUT, amarradas a los partidos tradicionales y a los jefes politiqueros reformistas.
La única actuación correcta de los revolucionarios, los dirigentes honrados y las organizaciones obreras, campesinas y populares en la situación actual, es concentrar todos los esfuerzos en prepararse y preparar a las masas trabajadoras para los combates que se presentarán en los próximos meses, creando los Comités de Lucha o de Paro y fortaleciendo o creando donde no exista, el Bloque Por el Paro General Indefinido.
De ahí que ideas como la propuesta por algunos compañeros de realizar un juicio popular extra-institucional a Duque por ser un presidente “ilegítimo”, apelando al “constituyente primario”, resultan sirviendo, independiente de los buenos deseos, al ardid de un sector de las clases dominantes para seguir cabalgando sobre el pueblo: resolver su crisis interna por la vía de las elecciones sin tocar los problemas de fondo. Concentrar a los activistas en tal tarea sin perspectivas revolucionarias, los distrae de la necesidad de fundirse con las masas en la organización de los Comités de Lucha o de Paro para preparar y organizar desde la base el Paro General Indefinido.
De ahí también que las iniciativas de coordinación o de unidad de las organizaciones sindicales, obreras y populares que no centren su trabajo en el propósito de preparar y organizar el Paro General Indefinido y en fortalecer el Bloque, instrumento idóneo surgido de la lucha contra la línea de concertación y conciliación de clases, también se convierten, independiente de las buenas intenciones, en distractores de los esfuerzos y en disgregadores de las fuerzas necesarias para enfrentar la situación y conquistar la victoria sobre los enemigos.
Los comunistas y revolucionarios, además de las tareas concernientes a la preparación de la Huelga Política de Masas, tienen la responsabilidad de clarificar el rumbo y de construir los instrumentos necesarios para dirigir la lucha y llevarla a la conquista del Poder; es decir, prepararse para que en caso de presentarse una crisis política profunda, puedan conducir a las masas a la insurrección, a la revolución y a la instauración del nuevo Estado.
De esos instrumentos necesarios, el Partido del Proletariado sigue siendo el destacamento estratégico principal, en cuya construcción deben avanzar los comunistas al ritmo que impone la situación actual, donde las divergencias secundarias deben tratarse y ponerse en su justo lugar para lograr la unidad en los asuntos fundamentales que les permita, incluso siendo una minoría, dirigir al proletariado y a las masas populares al cumplimiento de su misión histórica.
Los próximos meses pondrán a prueba a los verdaderos comunistas y revolucionarios y será el pueblo trabajador quien decidirá con quien marchar. He ahí la importancia de armarse con una línea correcta para aprovechar las contradicciones entre los enemigos y hacer avanzar la revolución.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Agosto 20 de 2020
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