Jaílson
de Souza
Traducción
Enrique Chiappa
En
el fin del mes de noviembre, uno de los líderes de la “oposición”
al gobierno de Nicolás Maduro, Luis Manuel Díaz (secretario general
del partido “Acción Democrática”), fue asesinado mientras hacía
campaña para la farsa electoral que ocurrió día 6 de este mes. Tal
acontecimiento expresa el nivel de los conflictos entre los grupos
dominantes y las fracciones de la granburguesía por el control del
Estado.
Ya
el monopolio mediáticoreaccionario se ocupó inmediatamente de pasar
la “carga pesada” para el lado del comunismo, acusando Venezuela
de ser la prueba cabal del “fracaso del socialismo”. Ya con la
derrota del “chavismo” en estas elecciones legislativas toda la
derecha reaccionaria se reveló, no sólo en Venezuela, pero en todo
continente. Ocurre que el tal “gobierno revolucionario” de
Chávez, tal como su sucesor Maduro, no tiene nada de revolucionario
y tampoco expresa un proceso de revolución democrática o, menos
aún, “socialista”.
¿Qué
pasa en Venezuela?
Ocurre,
desde el ascenso de Chávez, una reestructuración del viejo Estado
venezolano y la profundización del capitalismo burocrático atado al
imperialismo, principalmente yanqui. Chávez destronó la fracción
compradora de la granburguesía venezolana einvistió la fracción
burocrática de esta misma granburguesía que asumió la hegemonía
en el viejo Estado. Ese hecho generó los pasados y los actuales
encarnizados conflictos entre los grupos de poder para recuperar o
mantener la hegemonía en el aparato estatal, respectivamente.
Tales
conflictos entre las fracciones son meramente cuantitativos, y no
tienen contenido para transformarse en conflictos antagónicos o
desembocar en una revolución, ni siquiera antiimperialista, mucho
menos socialista.
La
fracción burocrática que actualmente concentra la hegemonía en el
viejo Estado venezolano no se opone al imperialismo ni a las bases
semifeudales vigentes en el país y, por lo tanto, no tiene capacidad
alguna de dirigir una transformación democrática en Venezuela. Lo
que esta fracción pretende es impedir el avance de los monopolios
compradores locales e internacionales, que más y más van
desmoronando los negocios de la burguesía burocrática.
Eso,
como ya dicho, no constituye una contradicción que puede venir a
desembocar en la ruptura con el imperialismo y ni puede serlo, porque
esta fracción burocrática liderada por el “chavismo bolivariano”
— así como toda la granburguesía, sin distinción entre
fracciones — también está umbilicalmente conectada con el sistema
latifundista semifeudal – y este, por su parte, es la base de la
dominación imperialista.
Es
así que se desarrolla el problema en Venezuela
La
máscara del oportunismo es “hecha de papel”
El
Presidente Mao Tsetung acostumbraba decir que el imperialismo y las
clases lacayas eran “tigres de papel”, y que bastaba una
tempestad para que fuesen destruidos. De tal modo como el
imperialismo, la máscara “nacionalista” — o peor, “socialista”
— del oportunismo de los gobiernos “populares” que surgieron en
América Latina (bajo mando y guía del imperialismo yanqui) también
es hecha de papel, y la más fina garúa de fin de tarde deja
expuesta la verdadera faz de estos gobiernos: pro-imperialistas, pro
-latifundios, antipueblo y vendepatria, donde el único esfuerzo es
para eludir los pueblos.
La
propia práctica de Luiz Inácio lo hizo ser reconocido ampliamente,
por todo el Brasil, como un gran servil de banqueros y del
imperialismo y mero gerente de turno de la semicolonia Brasil. Cosa
semejante pasó con sus “hermanos políticos” Evo, Chávez/Maduro,
Rafael Correa e iguales. La práctica del oportunismo es la “garúa
de fin de tarde” que mencionamos.
Esos
gobiernos “populares”, donde se encuadra el gobierno
“bolivariano” de Chávez/Maduro, son embustes del imperialismo,
principalmente yanqui (en el caso del “chavismo” es esfera de
influencia del imperialismo ruso), para evitar el ascenso de
movimientos democráticos y verdaderamente revolucionarios en América
Latina. El mismo papel que Chávez desempeñó en Venezuela, poco
después, desempeñó Luiz Inácio en Brasil, aglutinando en torno a
sí una verdadera cuadrilla de oportunistas y algunos pocos incautos
que engañaron las masas con las viejas propuestas de “desarrollo
nacional” (subordinado al imperialismo) y “modernización de los
derechos laborales”. ¿Coincidencia?
Ni
la burguesía compradora, ni la burocrática.
Así
como el PT intenta imponer su disputa interburguesa con la
“oposición” como contradicción principal en el país (sea PT X
PSDB, o Dilma X Cunha), lo mismo ocurre en Venezuela. La principal
contradicción en Venezuela no es entre las fracciones burocrática y
compradora de la granburguesía, representadas, respectivamente, por
Maduro/PSUV y su oposición ( en la “Mesa de la Unidad
Democrática”, MUD).
Buena
parte de las masas populares en Venezuela, cada vez más
desilusionadas con la verdadera faz de la “revolución
bolivariana”, ya no se aglutinan y ni depositan esperanzas en el
oportunismo chavista y la prueba de esto es el cada vezmenor número
de votos del mismo en la farsa electoral. Por la falta de
organización del proletariado destituido de su auténtico partido
revolucionario, hace con que esas masas se encuentren perdidas, a
veces cayendo en el discurso igualmente demagogo de la “oposición”,
o depositando un voto vacío de significancia en el “chavismo”
durante la farsa electoral, motivadas por el estelionato y terrorismo
electoral (muy semejante a las campañas petistas en Brasil, repletas
de promesas y terror psicológico sobre el corte de los beneficios
asistencialistas).
La
falta que hace el partido revolucionario del proletariado en
Venezuela es la misma, tal vez mayor, que hace aquí en Brasil. El
anhelo de las masas populares por las transformaciones democráticas
(como distribución de tierras para los campesinos junto a la
nacionalización completa de la economía) quedó claro con el
ascenso de Chávez y su discurso pseudonanionalista a la gerencia del
viejo Estado venezolano. Sin embargo, ya nos enseñaron los grandes
líderes del proletariado: en la era del imperialismo, solamente el
proletariado revolucionario puede dirigir las transformaciones
democráticas y pasar de forma ininterrumpida al socialismo. También
para llevar a cabo esta tarea en Venezuela se exige,
incondicionalmente, la existencia del Partido Comunista de nuevo
tipo, mínimamente establecido, para organizar la clase obrera, los
campesinos y la pequeña y media burguesías, que creyeron ciegamente
en el “proyecto” chavista en franco desmoronamiento.
Ya
en la disputa entre fracciones de la granburguesía, que una u otra
domine, puede lanzar en órbita una disputa interimperialista (como
los reincidentes flirteos de los representantes de la burguesía
burocrática venezolana con Rusia y China, mientras se mantienen
fieles al abecedario de gobernar del USA/FMI). Ahí, las masas no
tienen nada a ganar.
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