A la clase obrera industrial y agrícola
A los trabajadores y sindicalistas
Camaradas.
¡Hay que desprendernos el velo impuesto sobre nuestros ojos!
Es el mismo velo raído y enmohecido que desde hace más de un siglo nos mantiene ciegos y nos quiere estáticos ante la terrible explotación que sufrimos y la opresión que vive todo el pueblo de México.
Sí, hace más de un siglo que la burguesía criolla y extranjera nos sujetan bajo sus viejas prédicas y nos desmovilizan bajo sus viejos intereses.
La revolución burguesa inconclusa de 1910 y la formación de una nueva elite gobernante, dependiente del latifundio y subordinada al imperialismo, marcó el paso para el desarrollo del capitalismo en México como un capitalismo burocrático, subordinado, arcaico y disfuncional que chorrea por todos sus poros la sangre del proletariado y las masas trabajadoras. La formación del capitalismo monopolista de estado, iniciada con las grandes expropiaciones de la década de los 30´s del Siglo XX, y continuada con la centralización de la industria, la banca, las telecomunicaciones, los servicios, etc. fue parte también de este proceso ascendente pero inmerso en contradicciones inherentes que llevaron a una mayor polarización de intereses entre la gran burguesía dividida en facciones. Desde entonces, pasando por las crisis cíclicas del imperialismo y las subsecuentes crisis del capitalismo burocrático en nuestro país, reflejadas en devaluación, desempleo, superexplotación, privatizaciones, desmantelamiento de derechos, pérdida del poder adquisitivo del salario, etc. la burguesía burocrática y la burguesía compradora se disputan el control y la administración del viejo estado para seguir chupando la sangre de la clase obrera, los trabajadores y el pueblo de México.
Justo cuando la crisis general del imperialismo entraba a un nuevo talante arrastrando tras de sí a los países oprimidos como el nuestro, la oligarquía internacional y la burguesía criolla optaron por colocar una válvula de escape ante la creciente ola de indignación popular que estaba a punto de desbordarse en México. Así llega AMLO a la gerencia del viejo estado de terratenientes y grandes burgueses, para administrar y paliar esta crisis, con la tarea de reestructurar el andamiaje general del régimen y reimpulsar el capitalismo burocrático, evitando el estallido de una rebelión.
Nada cambia con la ascensión de la autoproclamada 4T.
El actual gerente en turno del viejo estado quiere convencer a la clase y las masas con las mismas arengas patrioteras, pacifistas y conformistas con las que hace décadas la burguesía le decía al proletariado que cejara en sus piquetes, que renunciara a su derecho a huelga y que regresara a trabajar cabizbajo. Para eso funcionaban bien los cuerpos de granaderos y la soldadesca.
Tras su toma de protesta, por ejemplo, en la Ciudad de México la Jefa de Gobierno aseguró que no existiría más el cuerpo de granaderos, pero luego hemos visto las cargas policiales con equipo antimotines y armas de fuego volcarse furibundas especialmente sobre los contingentes de las mujeres, principalmente jóvenes, que encabezan la lucha contra la violencia de género y el feminicidio.
También es sintomático que AMLO dijera que no militarizaría el país para luego hacerlo, o que asegurara que no utilizaría a la policía para reprimir al pueblo, aunque ahora observemos a la Guardia Nacional (cuarto cuerpo de ejército reaccionario en la guerra contra el pueblo) asediar a las comunidades de base zapatistas o a otras organizaciones democráticas.
La violencia de la clase dominante sobre las masas es un fenómeno estructural, objetivo y permanente; no es algo coyuntural ni sujeto a voluntades, por tal motivo los discursos apaciguadores de AMLO solamente pueden engañar a los bobos. La clase obrera debe entender que el Estado es el órgano profesional de la violencia de quienes ejercen el poder contra quienes no lo tienen.
Incluso el aumento al salario nominal ofrecido por la 4T durante estos tres años consecutivos y que ha alcanzado un máximo de $213.19 en la zona norte del país y $141.70 en el resto de la república, no satisface en realidad las necesidades generales del proletariado y los trabajadores, ya que solamente permite garantizar la reproducción de la mano de obra para mantener la marcha habitual de la precaria industria -principalmente maquiladora- que existe en nuestro país.
Incluso el aumento al salario nominal ofrecido por la 4T durante estos tres años consecutivos y que ha alcanzado un máximo de $213.19 en la zona norte del país y $141.70 en el resto de la república, no satisface en realidad las necesidades generales del proletariado y los trabajadores, ya que solamente permite garantizar la reproducción de la mano de obra para mantener la marcha habitual de la precaria industria -principalmente maquiladora- que existe en nuestro país.
La reducción del salario real ante el aumento incesante en el costo de la vida, así como la pérdida de derechos adquiridos es parte de la misma violencia de clase que ejerce la gran burguesía sobre las masas trabajadoras. Una violencia silenciosa, permanente e inhumana que día con día lanza a la calle a miles de personas, engrosando el ejército industrial de reserva, aumentando la competencia entre la clase y reduciendo aún más los salarios. ¡Una auténtica carnicería que consume la energía, la vida y la sangre de los trabajadores!
A este esquema se suma también la presunta “libertad de asociación” de la más reciente contra-reforma laboral, donde pretenden confundir a la clase asegurando que finalmente se respetará el derecho a pertenecer o no a un sindicato, mientras que la corporativización del movimiento sindical y la preminencia del charrismo mantienen precisamente atomizado, disperso y desorganizado al proletariado. Lo que en la década de los 30 realizaron Cárdenas y el PNR con la CTM donde se gestaron “los cinco lobitos”, hoy lo quiere empujar AMLO con CATEM y la CIT con Pedro Haces Barba y Napoleón Gómez Urrutia, respectivamente.
Crisis, pandemia y elecciones.
A nadie escapan los hechos ciertos. En medio de la crisis económica y el inicio de la pandemia, a nivel internacional los diez hombres más ricos del planeta se han vuelto aún más ricos con ganancias de hasta 540 mil millones de dólares tan sólo hasta el cierre del año 2020. Otras mil familias burguesas alrededor del mundo lograron recuperar lo que habían “perdido” sin mayores contratiempos. Paralelamente las cifras oficiales del imperialismo reconocen que más de 209 millones de personas viven en la pobreza, mientras que más de 40 millones perdieron sus empleos. Los más pobres entre los pobres son quienes están pagando los costos directos de la crisis general y de esta enfermedad que tiene la clara fisonomía de un arma biológica gestada por el imperialismo. El gran capital en medio de la destrucción de las fuerzas productivas materiales está sacrificando al proletariado y los trabajadores que forman parte de estas.
En México las cifras no son mejores; a principios de este año el gobierno federal reconocía la pérdida del al menos 647 710 empleos, aunque la cifra es mucho mayor. Evidentemente, muchas de las familias trabajadoras que han pasado por esta situación también han sido lanzadas a la calle al no tener ingresos para pagar la renta, o han dejado de cotizar ante el INFONAVIT, lo que complica aún más su ya precaria situación.
En nuestro país el COVID-19 ha cobrado la vida de casi 500 mil personas; siete de cada diez contagios se concentran entre los pobres y más del 55% de las personas fallecidas pertenecían a las clases populares. En paralelo el proceso de vacunación es lento, está plagado de errores en su planeación, logística y desarrollo, además de que cada vez son más frecuentes los casos donde se observa el conflicto de intereses políticos e influyentismo detrás de la inmunización.
En medio de este escenario, el viejo estado llama a unas de las elecciones más costosas en el peor momento, donde millones de familias no tienen empleo ni un ingreso emergente. La gran burguesía dividida en facciones se alista para imponer diputados federales además de otros cargos de representación en diferentes estados de la república, todo de cara a la elección presidencial de 2024. El proceso electorero se asemeja más a un circo donde artistas de televisión, cantantes, atletas, militares, payasos y politicastros reciclados de toda cepa manosean por el voto de las masas.
En contraposición, la ruina económica, el desempleo, la superexplotación, el hambre, la falta de un sistema de salud pública efectivo y universal, los feminicidios, la violencia, la represión, el despojo contra los pueblos indígenas, el terrorismo de estado y la guerra contra el pueblo continúan estando ahí, aunque AMLO y sus corifeos lo nieguen. Es verdad que no vinieron con él, que ya estaban desde mucho tiempo atrás, pero es mentira que esté en marcha “la cuarta transformación de la vida pública”, al igual que es mentira que votar por los partidos y los candidatos de la burguesía sirva para algo.
¡No votar, reconstituir el partido de la clase obrera!
El movimiento obrero debe entenderse y desarrollarse desde sus aspectos básicos y reivindicativos, hasta sus ejes centrales y estratégicos.
Esto significa en primera instancia que, en medio de la dispersión y atomización del movimiento sindical, la clase obrera y los trabajadores debemos bregar por la reorganización de nuestras fuerzas desde una línea de clase al interior del movimiento sindical.
Ahí donde existen sindicatos de industria, sean locales o nacionales y las fuerzas del proletariado revolucionario son minoría, debemos desarrollar la táctica leninista que nos indica hacer labor revolucionaria hasta en los sindicatos más reaccionarios, conformando corrientes sindicales, comités o concejos de trabajadores dispuestos a bregar por nuclear, politizar y concientizar a la clase, elevando cada vez sus formas de organización y lucha, disputando la dirección de tales sindicatos.
Ahí donde no existen sindicatos o los que sobreviven han sido rebasados por la masa que no quiere saber más de estos por sus actos de traición, debemos emprender la tarea de formar organizaciones sindicales que restituyan la vida democrática, asambleísta y revolucionaria, movilizando a los trabajadores para colocar la lucha reivindicativa en función del poder, desarrollando la unidad de clase con las amplias masas populares, rompiendo con el gremialismo y el economicismo.
El trabajo democrático que se realiza al interior del movimiento sindical debe apuntalar hacia la conformación de Federaciones y Confederaciones clasistas y revolucionarias, haciendo del sindicalismo una herramienta y escuela de lucha de clases, al paso que se potencia la labor por el Frente del Pueblo como frente revolucionario, sin soterrarse ni arriarse ante las agendas de la gran burguesía y su circo electorero como ha ocurrido en el pasado.
¡Debemos agitar una y otra vez entre las masas trabajadoras y populares que las elecciones no son la solución, la solución será la Revolución de Nueva Democracia ininterrumpida hacia el Socialismo!
En el plano estratégico sigue siendo toral trabajar por la reconstitución del Partido Comunista de México como el instrumento político de la clase obrera, partido de nuevo tipo, vanguardia, estado mayor y partido comunista militarizado que en construcción concéntrica desarrolle los tres instrumentos fundamentales para el inicio, desarrollo y triunfo de la revolución proletaria: Partido Comunista, Ejército del Pueblo y Frente del Pueblo.
Para tal fin sigue siendo necesario armar ideológicamente a la clase obrera y los trabajadores; esto sólo será posible colocando el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo, al frente de la lucha del proletariado y el pueblo. Esto sugiere también desarrollar una lucha implacable contra los agentes de la burguesía al interior del movimiento; denunciar, combatir y extirpar al reformismo, el oportunismo y el revisionismo son tareas fundamentales.
Este 1° de mayo en que las fuerzas del proletariado y los trabajadores de México vuelven a marcar sus pasos, retomando las calles y las mejores tradiciones de nuestra clase, es imperativo que nuestras banderas rojas ondeen con firmeza sostenido la necesidad de reconstituir el Partido, acerándolo como el baluarte principal para la emancipación del proletariado y la de toda la humanidad.
Debemos pensar también de forma internacionalista, colocar el internacionalismo proletario en un primer plano para barrer al imperialismo y la reacción. Por ello es preciso seguir bregando por la Conferencia Internacional Maoísta Unificada como poderosa palanca hacia la conformación de la Nueva Organización Internacional del Proletariado.
Desde México, las y los comunistas, sostenemos que la clase obrera no tiene nada que perder, salvo sus cadenas, tiene sin embargo un mundo que ganar.
1° de Mayo, ¡Reconstituir el Partido Comunista de México!
1° de Mayo, ¡No votar! ¡Reconstituir el Partido Comunista de México!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Centro Cultural y de Estudios de la Ciencia para la Revolución Proletaria
México,1° de Mayo de 2021.
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