En días pasados, el presidente de la central sindical CUT, Francisco Maltés, como vocero del conciliador Comando Nacional Unitario, le imploró en un video respetuosamente al régimen y a la Comisión Nacional de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, que apruebe un «alza general de salarios y sueldos», después de describir la tragedia que vive en carne propia el pueblo colombiano y que consiste en que la tercera parte del salario mínimo se le está yendo al pueblo en la compra de los alimentos para poder sobrevivir.
Igualmente, en una respetuosa carta enviada el pasado 20 de mayo al presidente títere Iván Duque y a la ya mencionada Comisión, los jefes de las centrales sindicales y confederaciones de pensionados –CUT, CGT, CTC, CPC, CDP- señalaron que la inflación es la peor de las últimas dos décadas y se ha devorado el incremento del 10,07% sobre el salario mínimo legal mensual que se dio en diciembre y que subió al millón de pesos el mínimo para el 2022, al igual que el incremento del 9,26% para el magisterio y del 7,26% para el resto de los trabajadores oficiales. Por eso les pidieron realizar un alza general de sueldos y salario. «Le solicitamos al Gobierno, alza general de sueldos de manera inmediata y que congele el precio de los bienes regulados, significa que no los puede incrementar más allá de la inflación, es el caso de la energía eléctrica, gas y gasolina» afirmó Maltés en su intervención. Basta recordar la conformación de esa Comisión para entender que ese llamado es inútil frente a la posibilidad real de que se concrete un alza general de salarios: allí se encuentran representantes del régimen uribista de la mafia, de la burguesía y los jefes de las centrales sindicales vendeobreras.
Desde hace varios años, los revolucionarios hemos planteado la imperiosa necesidad de conquistar por medio de la lucha directa un Alza General de Salarios. Para que el salario cubra lo mínimo para reproducir la fuerza de trabajo de las familias obreras, debe concordar, por lo menos, con el alto costo de la canasta familiar, que en Colombia ronda por encima de $1.800.000. Igualmente, hemos denunciado permanentemente el papel de colaboración que cumplen los jefes de las centrales sindicales con el régimen y con los capitalistas, por prestarse, año a año, para montar la farsa de negociación en la que se consuma la rebaja real y sistemática del salario mínimo.
Los llamados y cartas respetuosas por parte de los jefes de las centrales, se corresponden con la política que dirige esos cascarones vacíos que dirigen: la política de la conciliación y concertación entre clases sociales con intereses antagónicos. Ya el movimiento obrero hace décadas demostró en la práctica que a punta de cartas no se conquistan los derechos de los obreros. Hoy esos jefes, de los que ya se sabe que hacen parte y responden a los intereses de diferentes partidos reformistas –Partido Comunista mamerto, Liberal, Verde, Progresista, Moir o Dignidad, entre otros- se encuentran en campaña electorera y por eso usan la justa bandera del Aza General de Salarios para posar de “amigos del pueblo” mientras llaman a los obreros a confiar tanto en la democracia burguesa que es dictadura para el pueblo, como en el podrido Estado burgués-terrateniente. En el parlamento no se conquistará una verdadera Alza General de Salarios, porque el Congreso es una institución corrupta, anti-obrera, anti-popular en la que se legisla a favor de los explotadores y opresores del pueblo.
Una real Alza General de Salarios sólo se podrá conquistar en medio de una lucha tenaz, abierta y decidida entre las clases antagónicas de la sociedad: de un lado la burguesía y los terratenientes; y de otro el proletariado. Los combates librados durante el pasado Paro Nacional en las calles entre las masas y las fuerzas armadas del Estado, con bloqueo de vías, paralización y corte del transporte de las mercancías, realización de Asambleas y Ollas Populares, conformación de Primeras Líneas… marcan el camino que debe transitar el pueblo trabajador para conquistar esa vital reivindicación. No se trata de apenas enviar una carta, o de una manifestación de un solo día, ni siquiera de realizar una huelga en una u otra fábrica. Es necesario organizar, preparar las fuerzas para librar una verdadera lucha política contra todo el poder del Estado burgués porque se trata de una reivindicación de carácter político, pues implica la reducción general de la cuota de ganancia de todos los capitalistas, dado que el aumento del salario real disminuye la plusvalía: ¡y esto será respondido con violencia por parte de los capitalistas!
Conquistar un Alza General de Salarios, no es un fin en sí mismo, es un medio para evitar la degradación física y moral de la clase obrera y de la sociedad en su conjunto. Es la garantía que tiene el proletariado revolucionario para librar la lucha política contra el Estado de los explotadores y por la instauración del Socialismo en Colombia, de mejor forma, en mejores condiciones. Además, esa Alza, debe ir acompañada de otra serie de reivindicaciones que el programa inmediato propuesto por la UOC (mlm) resume en:
II. Para solventar los terribles sufrimientos del pueblo colombiano:
• ¡Contra el hambre!
- Alza general de salarios, subsidio a los desempleados y subempleados.
- No más despidos y cierre de empresas. Empleo formal, estabilidad laboral y acabar la tercerización e intermediación laboral. Abolir la ley 50 de 1990 y el Decreto 1174.
- No más nuevas y leoninas reformas laborales, pensionales y tributarias.
- Congelar el precio de los servicios públicos. Rebajar y congelar el precio de la gasolina y acabar con la privatización de las vías y sus cobros de peajes.
La venda de la politiquería, del camino electorero, de la súplica decente al régimen y al Estado de los ricos, que los reformistas intentan poner sobre los ojos de la clase obrera, no debe nublar el espíritu de lucha independiente y revolucionaria de los trabajadores, que bregan a organizar no solo su propio movimiento sindical combativo, sino, su propio Partido político que logre dirigir la lucha de las masas hacia su propia emancipación que debe ser obra de la propia clase obrera.
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