Inadmisible amenaza.
Miguel Alonso
Las amenazas de una acción militar contra Venezuela en boca del payaso de
Donald Trump resultan casi una evidencia de las dificultades de la operación de
desestabilización del gobierno bolivariano de Maduro, sometido a la presión de
un golpe blando de los promovidos por los manuales de la Fundación Einstein (la CIA).
El gobierno bolivariano a pesar de sus grandes torpezas y confuso ideario,
mantiene un claro apoyo con componente de clase; proletario,
semi-proletario, o del campesinado pobre, ya que conocen el talante cruel y despótico
de la fracción tradicional burguesía compradora criolla, dependiente y fiel
servidora del imperialismo yankee y de sus intereses.
La torpeza prepotente de Trump, al
mostrar más cartas que las necesarias, se ha vuelto contra sus planes, por que
el anti-imperialismo, es un amplio y profundo sentir de las amplias masas de los
pueblos América.
El conflicto de clases, la lucha de clases, tiene claros alineamientos; la burguesía
reaccionaria y parasitaria, está embarcada en una operación desestabilizadora que,
a falta de un gobierno verdaderamente revolucionario capaz de quebrar sus
planes, solo es frenado por las FF.AA.BB. y los sectores populares mas
organizados, pero en clara debilidad estratégica, pues los limites burgueses no
han sido rebasados por una autentica revolución socialista.
Sin un partido comunista revolucionario, guiado por la ideología del proletariado,
el marxismo-leninismo-maoísmo, que luche consecuentemente por un nuevo poder
revolucionario, el pueblo de Venezuela, sus clases populares no podrán lograr
la victoria.
Es por ello, que en medio
del crisol de estas luchas, tiene que constituirse urgentemente, como única garantía
de enfrentar una inevitable guerra popular revolucionaria no solo contra la burguesía de
todos los colores, sino también contra las potencias imperialistas que anhelan
saquear impunemente sus riquezas.
Esta cuestión no admite discusión para aquellos auténticos seguidores del
marxismo.
Por SUGARRA
Por SUGARRA
Desde hace varios meses,
en Venezuela se vive una situación de aguda crisis política en la que
los sectores reaccionarios y pro-imperialistas, organizados en torno a
la plataforma denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD), que disponen
de una representación mayoritaria en la Asamblea Nacional [1], movilizan
diariamente, en las calles de Caracas y otras ciudades, a miles de sus
partidarios en un intento de derribar al gobierno de Nicolás Maduro.
Estas movilizaciones,
que en muchas ocasiones son simultáneas a las “guarimbas” [2], están
dando lugar a fuertes enfrentamientos entre los sectores populares que
apoyan al gobierno y aquellos otros que tratan de derrocarlo por todos
los medios y que no dudan en recurrir al empleo de mercenarios y grupos
paramilitares, con objeto de tensar al máximo la situación y provocar un
golpe militar o justificar una intervención extranjera. Resulta
significativo que las movilizaciones promovidas por estos sectores se
han ido acrecentando desde que Donald Trump accedió a la presidencia de
EEUU.
En un artículo publicado
en febrero de 2014, antes de que la MUD hubiese alcanzado la mayoría en
la Asamblea Nacional, Ignacio Ramonet ya advertía de la preparación de
un golpe de Estado “lento” en Venezuela. En ese sentido, decía que:
“A
pesar de haberse unido bajo el liderazgo de Henrique Capriles, la
oposición perdió cuatro elecciones sucesivas. Frente a ese fracaso, su
fracción más derechista, ligada a Estados Unidos y liderada por el
ex-golpista Leopoldo López, apuesta ahora por un “golpe de Estado
lento”. Y aplica las técnicas del manual de Gene Sharp. En una primera
fase: 1) crear descontento mediante el acaparamiento masivo de productos
de primera necesidad, 2) hacer creer en la “incompentencia” del
gobierno, 3) fomentar manifestaciones de descontento e 4) intensificar
el acoso mediático.
Desde
el 12 de febrero, los extremistas pasaron a la segunda fase, propiamente
insurreccional: 1) utilizar el descontento de un grupo social (una
minoría de estudiantes) para provocar protestas violentas y arrestos, 2)
montar “manifestaciones de solidaridad” con los detenidos, 3)
introducir entre los manifestantes a pistoleros con misión de provocar
víctimas en ambos bandos (la experticia balística determinó que
los disparos que mataron en Caracas, el 12 de febrero, al estudiante
Bassil Alejandro Dacosta y al chavista Juan Montoya fueron hechos con una misma pistola,
una Glock calibre 9 mm), 4) incrementar las protestas y su nivel de
violencia, 5) redoblar la acometida mediática, con apoyo de las redes
sociales, contra la “represión” del gobierno, 6) obtener que las
“grandes instituciones humanitarias” condenen al gobierno por “uso
desmedido de la violencia”, 7) conseguir que “gobiernos amigos” lancen
“advertencias” a las autoridades locales...” [3].
A continuación, vamos a
tratar de profundizar en distintos aspectos de la realidad venezolana,
en el análisis de sus contradicciones internas, con objeto de disponer
de más elementos de juicio que nos permitan adoptar una posición
objetiva sobre los acontecimientos que se desarrollan en aquel país.
1.- Estructura de clases de la sociedad venezolana
En las primeras décadas
del siglo XX, la economía venezolana experimentó un importante cambio al
pasar su principal riqueza, el petróleo, a ser controlada por el
capital monopolista extranjero. Con ello, Venezuela pasó a convertirse
en una semi-colonia y la base de su economía pasó de la agricultura a la
minería.
El petróleo tuvo un
fuerte impacto sobre la estructura social venezolana,dando lugar a la
aparición de nuevas fracciones de la burguesía ,como la que se
desarrolló en torno al sector de la construcción, al mismo tiempo que se
consolidaban otras de sus fracciones como la burguesía comercial y la
financiera. No obstante, la fracción hegemónica del bloque de poder
continuó siendo la formada por los grandes terratenientes.
Aunque en la formación
económica y social venezolana continuó habiendo diversos vestigios
precapitalistas, el capitalismo se consolidó como el modo de producción
dominante. En esta época tuvo lugar un fuerte movimiento migratorio del
campo a la ciudad, de tal forma que el proceso de urbanización
posibilitó la posterior industrialización del país. Esto supuso, por
ejemplo, que miles de campesinos emigraron hacia los campamentos
petroleros, dando lugar al surgimiento del proletariado petrolero, cuya
aparición representó un importante cambio en la estructura del
movimiento obrero venezolano.
Durante las décadas de
1930 y 1940 se fue creando un nuevo bloque de poder de la clase
dominante venezolana, en el que participaron algunas fracciones de la
nueva burguesía industrial, junto con la burguesía comercial
(importadora) y la burguesía financiera (bancaria), que actualizaron su
alianza con el imperialismo.
“La
primera mitad del siglo XX en Venezuela es la etapa de su consolidación
como economía capitalista dependiente del petróleo. Esta situación no
siempre fue así. En el siglo XIX, Venezuela era agraria y exportaba
cacao y café. Es en 1926 cuando se impone la Venezuela minera con la
explotación de petróleo de la mano de corporaciones transnacionales y un
modelo de importaciones de bienes de consumo. El cambio de estructura
comercial provocó un cambio de estructura social. La migración del campo
a la ciudad construyó grandes cinturones de pobreza alrededor de las
ciudades y Venezuela pasó de un 85/15 porciento rural/urbano en 1926 a
16/84 por ciento rural/urbano en 1991.” [4].
Desde los últimos años
de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935) [5], diversos sectores
de los grandes propietarios agrícolas (terratenientes) se fueron
fusionando con la burguesía comercial (importadora), así como con la
burguesía industrial (especialmente del sector de la construcción). Es a
partir de 1950 cuando comienzan surgir nuevas fracciones de la
burguesía, uno de cuyos principales rasgos fue su carácter fuertemente
parasitario, debido a su creciente dependencia de los créditos del
Estado burgués, así como de subsidios y exenciones tributarias.
En
las décadas de los años 1950 y 60 la burguesía industrial se fue
haciendo con la hegemonía en el bloque de poder de la clase dominante,
manteniendo siempre su alianza con la burguesía importadora y la
bancaria, así como con la nueva burguesía agraria.
A
diferencia con las burguesías de otros países de su área geográfica
(tales como Argentina, Brasil, Chile o México, por ejemplo), la
burguesía industrial venezolana surgió ligada al proyecto imperialista
de desplazar capitales del área de las materias primas a la industria.
Por eso, en Venezuela, a diferencia de otros países latinoamericanos, no
se puede hablar con propiedad de la existencia de una burguesía
"nacional".
Junto
a la burguesía industrial venezolana, se han desarrollado otras
fracciones de la burguesía, tales como: la burguesía agraria,
consolidada con el desarrollo del capitalismo agrario desde la década de
1950; la burguesía del sector de la construcción; la burguesía
comercial, que asociada con empresas multinacionales, controla
las grandes distribuidoras y los supermercados; así como la burguesía
financiera, que se ha enriquecido durante las últimas décadas debido al
impulso que ha ido experimentando la circulación de capitales a nivel mundial.
A
partir de la década de los años 1970, se han ido produciendo algunos
cambios en la estructura de clases venezolana. Por una parte, la
burguesía industrial manufacturera debe compartir el poder con la gran
burguesía financiera, y el sector de burguesía emergente vinculdo a las
empresas del Estado.
Dentro
de la burguesía industrial también empieza a producirse una
diferenciación entre la tradicional burguesía orientada al mercado
interno (sectores textil, metalúrgico, alimenticio, etc.) y la burguesía
orientada a la exportación (que se desarrolló a raíz del impulso que
adquirieron las industrias exportadoras, que pasaron de unas ventas por
valor de unos 50 millones de dólares en 1974 a unos 1.000 millones en
1980). Este sector burgués de más reciente formación, es el que mejor se
ha insertado en el nuevo modelo de acumulación capitalista mundial, y
está asociado tanto con las empresas multinacionales como con las
empresas estatales [6].
La
principal asociación patronal venezolana es FEDECÁMARAS, en la que se
agrupan empresarios de hasta 14 sectores económicos distintos.
Representa los intereses comunes de la gran burguesía, aunque también se
incluyen en ella algunos sectores de la mediana y pequeña burguesía
venezolan. Se opuso con fuerza, al gobierno de Hugo Chávez, desde el
momento en que éste ganó las elecciones en 1999. Apoyó el “paro
nacional” 12 horas del 10 de diciembre de 2001, y también estuvo
involucrada en el fallido golpe de Estado llevado a cabo por un grupo de
militares entre el 12 y el 14 de abril de 2002.
2.- Importancia geoestratégica de Venezuela
Venezuela
se ubica en la zona tropical. Tiene una excelente posición geográfica,
al encontrarse en el hemisferio norte y formando parte del territorio
continental americano; de lo que se derivan numerosas ventajas. También
es un país abierto a diferentes espacios marítimos, tanto del Mar Caribe
como del Océano Atlántico. Esta excelente posición geográfica le
permite una fácil comunicación
marítima y aérea, tanto para el tráfico de personas como de mercancías,
con los principales centros económicos y culturales de todo el mundo.
Debido a su proximidad al canal de Panamá, mantiene una relativa
equidistancia respecto a Asia meridional y Extremo Oriente.
Venezuela
es el país más septentrional de América del Sur. Tiene un área de unos
916.445 kilómetros cuadrados y limita al Oeste con Colombia, al Sur con
Brasil, al Este con Guyana y el Océano Atlántico y al Norte, a través de
su mar territorial, con la República Dominicana y territorios pertenecientes a EEUU (Puerto Rico y Santa Cruz), o a Francia (Martinica y Guadalupe, etc.).
Venezuela
es un país con dos fachadas: la marítima, se orienta hacia el Mar
Caribe y el Océano Atlántico; y la continental, que tiene tres frentes:
el andino, el llanero y el amazónico. Ambas le proporcionan ventajas
económicas, geopolíticas y sociales. Su territorio está formado por la
parte continental (tierra firme), que comprende 915.175 km2; el territorio insular (islas), que abarca 1.270 km2; el espacio aéreo; y las áreas marinas y submarinas.
La población venezolana se caracteriza por tener unas altas tasas de crecimiento interno y de inmigración
foránea, siendo de unos 28.000.000 habitantes aproximadamente (datos
estimados para 2009). Se trata de una población mayoritariamente joven,
con una alta esperanza de vida, que se distribuye de forma
preferente en el sector septentrional del país en montañas y costas.
Alrededor del 93% de esta población vive en ciudades, mientras que la
población rural representa únicamente el 7%. El conjunto, se concentra
en nueve grandes espacios urbanos.
Venezuela
tiene amplias líneas de costa que alcanzan en el mar Caribe a una
fachada marítima de 2.813 kilómetros de longitud y de 1.008 kilómetros
de riberas continentales en el océano Atlántico. Las fronteras
venezolanas están, en su mayor parte, delimitadas, pero aún quedan por
delimitar algunos tramos en sus áreas marítima y submarina con Colombia
así como con algunas islas del Mar Caribe (Dominica, St. Kitts-Nevis,
Santa Lucía, Monserrat, Grenada y Saint Vicent).
Venezuela
posee una gran variedad de yacimientos minerales se distribuyen por el
Escudo de Guayana, al sureste del país. En esta área se localizan
importantes depósitos de hierro, bauxita, oro, diamantes, caolín, barita
y manganeso.
En el
norte de Venezuela se encuentran importantes yacimientos de carbón,
níquel, zinc, cobre, plata, plomo, arenas silíceas y cromo, así como
otras especies minerales como titanio, platino, plomo, wolframio,
estaño, cobalto, mercurio, magnesita, vanadio, bismuto, niobio y tierras
raras. Actualmente, están siendo explotados yacimientos de más de 30
minerales. En
el subsuelo venezolano existen grandes reservas probadas de petróleo y
gas natural. Además, Venezuela posee grandes reservas de hierro y
bauxita, así como importantes yacimientos de oro y diamantes, de
importante valor. Todo ello hace que Venezuela constituya un objetivo de
inapreciable valor para el imperialismo yanqui y las empresas
multinacionales.
3.- “Extractivismo” y dependencia económica
Con este término nos referimos a
una forma de organizar la economía de un país, en base a la extracción
intensiva (en grandes cantidades) de recursos naturales, con muy bajo
nivel de procesamiento (valor añadido) y destinado para su venta en el
exterior (exportación). El extractivismo crea una doble dependencia. Por
una parte, el país que lo practica depende en gran medida de la
extracción (del mineral, del petróleo o también del cultivo de un
determinado producto) para su exportación. Con ello, también acaba
cayendo en la dependencia de los mercados internacionales y del mayor o
menor precio que en ellos se paga por el producto exportado.
En
general, puede decirse que el extractivismo tiene un efecto
distorsionador sobre la estructura económica del país que lo practica.
Según afirman Jürgen Schuldt y Alberto Acosta:
“Aunque
pueda causar sorpresa, la evidencia reciente y muchas experiencias
históricas nos permiten afirmar que los países que se han especializado
en la extracción y la exportación de recursos naturales, normalmente no
han logrado desarrollarse. Sobre todo aquellos que disponen de una
sustancial dotación de uno o unos pocos productos primarios parecen
estar condenados al subdesarrollo, atrapados como están en una lógica
perversa, conocida en la literatura especializada como “la paradoja de
la abundancia” (Karl 1997). La profusión de recursos naturales de que
disponen tiende, entre muchos otros procesos endógenos de carácter
patológico que la acompañan, a distorsionar la estructura y la
asignación de los recursos económicos del país, redistribuye
regresivamente el ingreso nacional y concentra la riqueza en pocas
manos, mientras se generaliza la pobreza, da paso a crisis económicas
recurrentes, al tiempo que consolida mentalidades “rentistas”,
profundiza la débil y escasa institucionalidad, alienta la corrupción y
deteriora el medio ambiente”. [7].
Uno
de los efectos más frecuentes de las políticas económicas
extractivístas es el conocido en la teoría económica como la “enfermedad
holandesa” [8] que en Venezuela ya se viene constatando desde 1928 y
cuyos efectos aún no han cesado, a pesar de las reformas emprendidas por
los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.
La
dependencia económica que generan las políticas extractivistas, a su
vez, está estrechamente relacionada (en una relación dialéctica de mutua
interdependencia) con el “subdesarrollo”. El economista marxista
francés Charles Bettelheim ya planteó tres condiciones imprescindibles
para que los países dependientes, eufemísticamente denominados como
“subdesarrollados”, pudieran poner fin a la explotación financiera y
comercial, que estaban en el origen de su situación de dependencia y
pudieran superar ésta:
“..…cualquier
política de lucha contra el subdesarrollo entraña necesariamente, como
parte integrante, una política de industrialización.
La industrialización, la modernización de la agricultura, la diversificación de la economía, constituyen los principales aspectos del esfuerzo en pro del rápido desarrollo de las fuerzas productivas.” [9].
Pero,
lejos de proceder en ese sentido, como veremos más adelante, los
gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, como resultado de sus
contradicciones internas, vacilaciones e inconsecuencias, y haciendo
gala de una escasa visión estratégica y de un alto grado de ineficacia
económica, no sólo han sido incapaces de aprovechar los años de
“bonanza” de la renta petrolera (cuando aún estaba alto el precio de los
crudos, que comenzó a descender significativamente a partir de finales
de 2014) para romper con el extractivismo y la dependencia que éste
genera, sino que están profundizando aún más en esa errónea política.
Una muestra de ello es la activación de la explotación del Arco Minero
del Orinoco [10], llevada a cabo el pasado mes de mayo.
4.- La “revolución” bolivariana
El proceso político que
comenzó a desarrollarse en Venezuela con la llegada de Hugo Chávez a la
presidencia del país (2-02-1999) y cuya dirección, tras el fallecimiento
de éste (5-03-2013) pasó a manos de Nicolás Maduro, no puede
considerase propiamente como una revolución.
Es evidente que no se
trata de una revolución democrático burguesa, pues este tipo de
revoluciones corresponde a un periodo histórico distinto, el del
tránsito del feudalismo al capitalismo. Tampoco se puede definir como
una revolución socialista, pues en esta ocuparía el papel dirigente la
clase obrera y de ella surgiría un nuevo tipo de poder que,
históricamente, se ha definido como de “dictadura del proletariado”. Por
razones similares, tampoco se podría calificar de revolución
democrático popular o de nueva democracia, pues en ella también
desempeñaría el papel dirigente la clase obrera, aunque la fuerza motriz
principal podría ser el campesinado o el conjunto del pueblo trabajador
pero que, en cualquier caso, requeriría de un sistema de alianzas de
clase.
Por ello, lógicamente,
podemos considerar que su naturaleza no es la de un proceso
revolucionario sino la de un proceso reformista aunque, eso sí, se trata
de un proceso reformista radical, de contenido profundamente antiimperialista.
Y, en relación con ello, la fuerza política impulsora de dicho proceso,
el movimiento chavista, parte del cual cristalizó en la creación del
PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), en marzo de 2008, podría
considerase como una variante de izquierda de la socialdemocracia, radical y antiimperialista.
4.1.- La etapa de Hugo Chávez (1999-2013)
1er. Periodo
(1999-2001). Se inicia con la victoria electoral del Movimiento Quinta
República (MQR), el partido fundado por Chávez, en las elecciones de
1998. En 1999 se aprueba una nueva Constitución.
2º. Periodo (2001-2007).
En este periodo ya tuvo lugar el “paro nacional” de 12 horas convocado
por FEDECÁMARAS (10-12-2001), y se produce el primer intento de
derrocamiento del gobierno reformista de Chávez (11-14 de abril de 2002)
por parte de un grupo de militares, en connivencia con la ejecutiva de
la patronal venezolana. Entre diciembre de 2002 y febrero de 2003
también se produjo el llamado “paro petrolero”, promovido por
FEDERCÁMARAS y la dirección de Petróleos de Venezuela (PDVSA), así como
la llamada Coordinadora Democrática y el sindicato Confederación de
Trabajadores de Venezuela (CTV), que contaban con el apoyo de diversos
medios de comunicación vinculados distintos grupos financieros.
Durante este periodo y a
partir de 2003 el gobierno chavista impulsa una serie de reformas
socioeconómicas, en la línea del “Estado de Bienestar (neokeynesiano),
conocidas con el nombre de “misiones” [11]. En septiembre de 2005, el
gobierno de Chávez inicia la Reforma Agraria que ya venía anunciando
desde el 2000. Una tímida reforma agraria que no logró quebrar el poder
económico y político de los grandes terratenientes pues, en muchos
casos, se limitó a expropiar las tierras baldías o deficientemente
cultivadas e incluso, los antiguos propietarios continuaron manteniendo
la propiedad sobre una parte de las mismas.
3er. Periodo
(2007-2013). En 2007 se fundó el Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), a partir de varios grupos y organizaciones de izquierda, entre
ellos el Movimiento Quinta República (MQR) que había sido creado por
Chávez en 1997.
Durante estos años,
cuando todavía era elevado el precio del petróleo, los ingresos
derivados de la exportación de crudo pudieron paliar los errores
cometidos en la aplicación de la política
económica chavista. No se había producido la anunciada mecanización del
campo, ni la modernización y diversificación de la débil industria
venezolana. En 2008, el gobierno de Chávez se vio obligado a aumentar
las importaciones hasta en un 40%. Y, ese mismo año, la producción
agrícola, en algunos casos, se situó al nivel de 1998 [12].
Entre 2008 y 2009 tuvo lugar una importante recesión económica, cuyas causas, según Haiman Troudi, se encontraban en:
“El
crecimiento menos acelerado del PIB durante el año 2008, y la recesión
del 2009 obedeció a la disminución de todas las variables que participan
en su determinación: el consumo, la inversión, la exportación (tanto
privada como pública), y la importación.” [13].
Al mismo tiempo, durante
este periodo se fue configurando un sector de la burguesía vinculado a
altos miembros del aparato del Estado y que se beneficia de contratos y
concesiones, permisos de explotación, etc. Un sector desarrollado al
abrigo de la corrupción política. Es lo que popularmente se ha conocido
como “boliburguesía” (burguesía bolivariana), aunque se trata de un
sector que, como tal, no ocupa un lugar específico en la estructura de
clases de la formación social venezolana.
Por otra parte, en el
bagaje positivo del periodo de Chávez habría que incluir el impulso dado
a la creación de los Consejos Comunales y de los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP), aunque estos hayan ido perdiendo su
autonomía inicial hasta llegar a convertirse en organismos dependientes
de la administración chavista y vinculados al PSUV.
4.2.- La etapa de Nicolás Maduro (2013- )
Tras la muerte de Hugo
Chávez le sustituyó en la presidencia del gobierno Nicolás Maduro. Es a
partir de entonces cuando comienza a estrecharse el cerco contra el
chavismo. Esto ocurre en una situación internacional caracterizada por la
creciente agudización de las contradicciones inter-imperialistas, entre
el bloque hegemonizado por EEUU y el encabezado por el tándem
China-Rusia, en la que el imperialismo norteamericano trata de recuperar
las posiciones perdidas en América Latina.
A partir de 2014
empiezan a bajar significativamente los precios del petróleo en el
mercado internacional, lo que hace más difícil la utilización de la
renta petrolera para paliar los efectos de la crisis y el
desabastecimiento de productos de primera necesidad (en buena medida
provocado por el acaparamiento sistemático que llevaban a cabo los
sectores antichavistas).
El 8 de diciembre de
2015, la oposición reaccionaria venezolana, agrupada en la MUD, logra
hacerse con una mayoría cualificada en la Asamblea Nacional, donde logra
109 escaños (64.07%) de167, mientras el PSUV sólo consigue 55 escaños
(32.93%) de los 162 que había tenido hasta entonces. Unas elecciones en
las que hubo una participación del 74.25%, y cuyo resultado sólo lo
explica el cansancio de una parte importante del pueblo trabajador
venezolano por una situación socioeconómica y política cada día más
deteriorada.
En 2015 llega al poder
el ultraconservador Mauricio Macri, en Argentina y en agosto de 2016,
Michel Temer en Brasil. Con ello, el gobierno de Nicolás Maduro pierde
dos de sus principales apoyos en América Latina.
El 24 de noviembre de
2016 se firma el acuerdo de paz definitivo entre el gobierno colombiano y
las FARC, con lo que queda desactivado un enfrentamiento armado de
varias décadas de duración y también priva de un posible aliado al
gobierno venezolano.
A principios de 2017,
Donald Trump alcanza la presidencia de EEUU, con lo que la burguesía
pro-imperialista venezolana ve reforzarse considerablemente sus apoyos
internacionales. Unos apoyos con los que también contaba por parte de la
UE, así como de algunos partidos españoles como el PSOE, el PP y el PNV
entre otros.
Igualmente hay que destacar la posición cuasi unánime de los principales medios de comunicación internacionales
(prensa, radio y TV), incluidos los españoles, en sus furiosos ataques
contra el gobierno de Nicolás Maduro, al que constantemente se tilda de
dictatorial, corrupto, asesino y hasta de narcotraficante.
En una situación así, el
gobierno chavista emprende lo que se podría calificar de una “huída
hacia adelante”. Por una parte, trata de apoyarse más en el ejército,
para lo que no duda en involucrar a éste en tareas propiamente
económicas, con objeto de lograr un apoyo más firme por su parte,
concediendo nuevas atribuciones (y privilegios) a la cúpula militar
[14]. Es así como hay que entender la creación de la Compañía Militar de
Industrias Mineras Petroleras y Gasísticas (COMIMPEG) en marzo de 2016 y
su reciente asignación a la explotación del “arco minero del Orinoco”.
Por otra parte,
impulsando una reforma constitucional. Para ello, el gobierno de Nicolás
Maduro, se ha apoyado en una parte del aparato estatal que aún
controla, para utilizarlo contra otra que ya se ha escapado a su
control. En realidad, lo que está ocurriendo es que la lucha de clases
se está desarrollando tanto a nivel de la calle como en el propio ámbito
de las instituciones, del aparato del Estado burgués.
Así, el 28 de marzo de
este año, La Sala Constitucional (SC) del Tribunal Superior de Justicia
(TSJ) declaró en “desacato” a la Asamblea Nacional (AN), reduciendo la
inmunidad de sus parlamentarios. Y como consecuencia de ello, mientras
durase esta situación, se declaraba con capacidad para asumir algunas de
sus funciones (29-03-2017). El 30 del mismo mes, el TSJ retiraba
algunos de los poderes de la AN, adjudicándoselos al gobierno.
A primeros de abril, la
burguesía reaccionaria se lanza a la calle provocando violentos
enfrentamientos con la policía bolivariana. Unos enfrentamientos que,
unidos a los destrozos de instalaciones y empresas, incendios, saqueos,
linchamientos de partidarios del gobierno, etc., ha producido ya más de
un centenar de muertos.
El 23 de mayo, el
Consejo Nacional Electoral (CNE) convocaba elecciones para la creación
de una Asamblea Nacional Constituyente, para el 30 de julio. A partir de
ese momento, la burguesía pro-imperialista radicaliza aún más sus
acciones. El 16 de julio convoca un consulta para rechazar el proyecto
del gobierno en la que, según sus organizadores, participarían un total
de 7.2 millones de personas y par la que contaron con la presencia de un
grupo de “observadores” internacionales formado por varios ex
presidentes latinoamericanos, como Lura Chinchilla y Miguel Ángel
Rodríguez (Costa Rica), Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia)
y Jorge Cuto Quiroga (Bolivia), lo que nos puede dar una idea de los
apoyos internacionales con que cuenta la oposición reaccionaria
venezolana.
El 20 de Julio
convocaron un paro de 24 horas, y los días 26 y 27 otro de 48 horas. Tal
como está la situación, no sería de extrañar que pudiera desembocar en
un golpe militar o en una intervención extranjera, tal como reclaman
insistentemente los “demócratas” de la MUD y de FEDECÁMARAS.
5.-A modo de conclusión
En un país en el que el
proletariado no tiene una entidad importante, que en gran medida se
circunscribe al sector petrolero (extracción y petroquímica); y en el
que no existe una burguesía nacional, propiamente dicha; la alianza
estratégica para un cambio revolucionario sólo puede basarse en la clase
obrera y el campesinado, apoyándose en la pequeña burguesía y en los
militares progresistas. Pero, para que esto pudiera ocurrir, en
Venezuela tendría que haber un partido comunista revolucionario que,
lamentablemente, por ahora no existe.
Aunque no pretendemos
dar consejos a nadie, pues nada estaría más lejos de nuestra intención,
consideramos que el gobierno venezolano tendría que superar esa especie
de “corsé” que le lleva a tratar siempre de respetar la legalidad
democrático-burguesa.
No obstante y dada la situación actual, a
pesar de todas las vacilaciones, incongruencias y limitaciones
ideológicas y políticas del gobierno chavista, y con todas nuestras
reservas, apoyamos la lucha del pueblo venezolano contra a la burguesía reaccionaria y el imperialismo yanqui.
_____________________
NOTAS
1.-
En las elecciones celebradas en diciembre de 2015, la MUD obtuvo 109
escaños en la Asamblea Nacional (de 167); mientras que el PSUV, logró
55.
2.-
Se conoce como “guarimba” al corte de calles o carreteras, por medio de
barricadas, realizado por pequeños grupos de gran movilidad,
generalmente coordinados y entrenados, que luego desaparecen. En muchas
ocasiones, las “guarimbas” dan lugar a incendio s y/o saqueos de
comercios, supermercados, locales administrativos, etc. Los guarimberos
suelen ir con el rostro cubierto (casco y máscaras antigás), utilizan
escudos, tiragomas, cócteles molotov u otro tipo de armas. Muchas veces
se colocan a la cabeza de las manifestaciones antigubernamentales y
protagonizan enfrentamientos directos con contra-manifestantes chavistas
o con la policía.
3.- Ver: Ignacio Ramonet. “Un “golpe lento” en marcha”. Le Monde Diplomatique. Edición española. Febrero 2014.
4.- Ver: Laura Vitriago. Foro contra la Guerra.
https://forocontralaguerra.files.wordpress.com/2016/06/intervencic3b3n-laura-vitriago.pdf
5.-
Juan Vicente Gómez gobernó como dictador absoluto de Venezuela, entre
1908 y 1935, en tres periodos diferentes. Su gobierno fue uno de los más
rígidos de la historia venezolana. Hizo reformar varias veces la constitución para alargar el período de gobierno y permitir su reelección. Un factor que
contribuyó, en gran medida, al mantenimiento de la dictadura de Gómez,
fue el apoyo que éste recibió del capital extranjero, especialmente de
las compañías petroleras.
6.- Ver: VV. A. “Estado y estructura de clases en la Venezuela contemporánea”. Universidad
Central de Venezuela. Taller “Pio Tamayo” de la Escuela de Trabajo
Social. Facultad de Ciencia Económicas y Sociales. Caracas, 1984.
7.-
Ver: Jürgen Schuldt y Alberto Acosta. “Petróleo, rentismo y enfermedad
holandesa”, en la obra de VV. AA. “Extractivismo, política y sociedad”.
Centro Andino de Acción Popular (CAAP) y Centro Latinoamericano de
Ecología Social (CLAES). Quito. Noviembre 2009. Págs. 9 y 10.
8.- Con
el nombre de la “enfermedad holandesa” también conocido como el “mal
holandés” o el “síndrome holandés”, se hace alusión a los efectos
dañinos para la economía de un país provocados por un aumento
significativo en los ingresos de divisas (moneda extranjera de
aceptación general en las transacciones internacionales) como
consecuencia de la exportación de algún recurso natural (petróleo, gas,
oro, café, cobre, etc.).
Su
nombre, tiene origen en la década de 1960 cuando se produjo el
descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural en Holanda, por lo
que aumentaron considerablemente los ingresos en divisas producto de su
exportación. El florín, la moneda holandesa, se apreció (se revalorizó,
aumentó de valor con respecto a las monedas de referencia extranjeras) y
como consecuencia de ello, se hicieron más baratos los precios de los
productos importados que los nacionales y se encareció la exportación de
éstos.
En
consecuencia, disminuyó la demanda de productos nacionales provocando el
cierre de empresas y el aumento del paro en las áreas no relacionadas
con el sector económico que provocó la apreciación de la moneda
holandesa.
Este
fenómeno no es nuevo. Ya lo sufrió la economía española durante el siglo
XVI por la llegada de los metales preciosos extraídos de las colonias
americanas, y en Australia en la década de los 1850, debido al
descubrimiento de importantes yacimientos de oro.
Teniendo en cuenta las características específicas de
los recursos naturales que provocan esta distorsión económica, nos
encontramos que el sector que generalmente aporta el mayor porcentaje
del ingreso nacional suele emplear una cantidad relativamente baja de
trabajadores en su extracción y exportación, por lo que la diferencia de
productividades es muy acusado, generando un desequilibrio considerable
en la estructura económica del país.
9.- Charles Bettelheim. “Planeación y crecimiento acelerado”. Fondo de Cultura Económica. México 12, D. F. 1965. Pág. 49.
10.- El Arco Minero del Orinoco, conocido oficialmente como “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco”, es un área rica en recursos minerales de Venezuela que ocupa mayoritariamente el norte del estado Bolívar y en menor proporción el noreste del estado Amazonas, así como parte del estado del Delta Amacuro. Cuenta con importantes reservas de oro, cobre, diamantes, coltan, hierro, bauxita y otros minerales. Abarca un área de 111.846,86 km², es decir alrededor del 12,2 % del territorio venezolano.
Hasta
ahora, han sido más de 100 empresas de 37 países, como el Reino Unido,
Canadá, Rusia, Sudáfrica, EEUU, China, Australia, las que han
manifestado su interés en invertir en esta zona, que tiene una
superficie que equivale a tres veces la del territorio de Dinamarca.
11.-
Estos programas sociales fueron impulsados por el Servicio Nacional de
Misiones a partir de 2003 y aún continúan vigentes, con el gobierno de
Nicolás Maduro. También llamados “Misiones Bolivarianas”, comprenden
programas y medidas para luchar contra la pobreza y la extrema pobreza,
programas de educación y alfabetización, de consultas médicas gratuitas,
así como de acceso a créditos subvencionados para la adquisición de
viviendas. También comprenden programas culturales, de tipo científico,
políticos, medioambientales, sobre derechos de los indígenas, etc.
12.-
Ver: Haiman Troudi. “La Política Económica Bolivariana (PEB) y los
dilemas de la transición socialista en Venezuela”. Centro de Estudios
Políticos Económicos y Sociales (CEPES). Monte Ávila. Editora
Latinoamericana. Caracas 2010. Págs. 49 y 54.
13.- Obra citada. Pág. 55.
14.-
Unos privilegios que podrían contribuir al reforzamiento de su papel
político y a que un sector de la alta burocracia militar llegue a
adquirir unos intereses propios, adoptando un comportamiento similar al
que podría tener una clase social, sin realmente serlo. Es lo que
podemos llamar un proceso de “autonomización”.
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