¡Es hora de tomarse el cielo por asalto!:
La lucha femenina ha llegado
Por Ana Huenumán (publicado en n° 70 de Periódico El Pueblo, junio de 2018)
Los recientes hechos de violaciones a
mujeres y la ineficiencia del Estado frente a ellos, como fue el caso de
“La Manada” en España y de los cinco hinchas de Universidad de Chile,
sumados a los constantes acosos y abusos que sufre la mujer en sus
trabajos, casas de estudio, etc., ha estallado en una ola de
movilizaciones feministas durante mayo.
¿Son necesarios los paros y las tomas?El actual movimiento femenino, que se levanta con una fuerza increíble en los centros educacionales, no puede ser opacado. Si bien la preponderancia se encuentra en las tomas de universidades, los liceos no quedan ajenos.
La demanda principal se pliega a la consigna por una “Educación no sexista”, la cual busca acabar con las enseñanzas patriarcales de la educación semifeudal y que tiene como una de sus mayores consecuencias el trabajo precarizado de la mujer, siendo, por lo tanto, doblemente oprimida: primero por su sexo y segundo, por su clase.
¿Son necesarios los paros y las tomas? ¡Por supuesto que sí! La paralización es un mecanismo de
doble función: Primero, se aplica para reflexionar ante esta problemática recurrente y presente en todos los espacios, considerando que las situaciones de acoso, abuso o violencia hacia la mujer se viven en el campo educacional, laboral y en el hogar; Segundo, es una medida de presión para que las autoridades tomen cartas en el asunto y accedan a las exigencias de las estudiantes. No es casualidad que más de 20 universidades y liceos estén movilizándose en sus recintos y en las calles, resistiendo a las críticas despectivas y la represión de Carabineros, sino que es consecuencia de la agobiante opresión que emana la descomposición de un sistema político sustentado en la explotación.
Por ejemplo, la toma de Derecho de la U. de Chile iniciada el 27 de abril se desencadenó tras destaparse el caso del profesor Carlos Carmona, quien además es ex presidente del Tribunal Constitucional: este tipejo tenía una denuncia de acoso hace más de 8 meses, de la cual aún no existía respuesta. Las alumnas caracterizaron esto como la “gota que rebalsó el vaso”, razones sumadas al clientelismo que cargaba el decano, quien además de ser el único personaje mediador de estos sucesos, tenía acuerdos con dicho académico. En la misma línea se encuentra la toma de Trabajo Social UTEM, que tras un conjunto de denuncias de violencia en dicha casa de estudios, se plegó a las universidades movilizadas en ese entonces (U. de Chile y Austral).
La importancia de tomar posición
Este escenario ha contribuido a generar un espacio para que muchas mujeres se sientan llamadas a denunciar estos casos de abusos y acosos en sus lugares de estudios y de trabajo, donde además se genera el impulso de organizarse y acabar con esto: levantando asambleas femeninas en las que se discuta qué es lo que las afecta y qué solución dar para ello. En paralelo, sus compañeros también realizan estas reuniones con el fin de cuestionar su condición de desigualdad en comparación de la mujer.
Esto no significa que la solución sea separar a los hombres de mujeres. Al contrario, se ha demostrado que deben luchar juntos la misma batalla. Sin embargo, por la condición de doble opresión de la mujer, ha sido necesario establecer espacios donde las compañeras puedan primero expresarse libremente y que los compañeros no hablen por ellas.
Todo esto se da en medio de la lucha de dos líneas entre quienes buscan avanzar, eliminando de verdad la opresión sobre la mujer popular contra las políticas del gobierno y su falsa oposición (Nueva Mayoría y Frente Amplio), que quieren frenar todas las luchas llevando a las compañeras al pacifismo, desmovilizándolas mediante protocolos que sean aprobados por rectorías y jefes de carreras.
No se puede entregar la responsabilidad y las demandas del movimiento a las rancias autoridades educacionales. Claro, porque ha sido el mismo ministro de educación quien ha declarado que sus hijos son “unos campeones” a los que él les compra preservativos por montones. Más aún, ha menospreciado la lucha de las compañeras públicamente, diciendo que los acosos son “pequeñas humillaciones”, mientras han sido los propios rectores y otras autoridades quienes por años han protegido los abusos a las mujeres dentro de las instituciones educacionales.
En el contexto actual, las demandas de las compañeras van a avanzar desarrollando la combatividad, luchando contra la noción de “naturaleza deficitaria de la mujer” y defendiendo la posición científica que demuestra que la mujer ha sido (y es) pilar fundamental de esta sociedad, siendo hija, madre, obrera, campesina y compañera, por consiguiente, también altamente vigorosa y dispuesta a dar la batalla. Ejemplos claros vemos en Macarena Valdés, Araceli Romo y Norma Vergara, sólo por nombrar algunas luchadoras ejemplares de Chile.
La lucha contra los acosos debe entenderse como parte de la lucha contra la semifeudalidad, plasmada en el clientelismo, la servidumbre y las precarias condiciones de los trabajadores en general y las mujeres trabajadoras en particular.
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