Por Herman Pinedo* /Kaos en la Red.
Los maximos vende-obreros.
Así lo afirman los líderes sindicales de CCOO y UGT, que un mes después de alcanzar un acuerdo salarial ridículo con la patronal y el Gobierno – un 2% anual hasta el 2020 más un posible 1% adicional ligado a criterios como “productividad, resultados, absentismo injustificado y otros”-, han claudicado ante el nuevo ejecutivo, que ha pasado de ser un firme defensor de la derogación de la reforma laboral a afirmar que “no se dan las condiciones necesarias”.
Unai Sordo, Secretario General de CCOO, quien hace solo unos meses afirmaba que la máxima prioridad de su sindicato era la derogación total de la reforma laboral, ha cambiado su discurso hacia posturas más conservadoras, llegando a asegurar que ahora la prioridad es “modificar los aspectos esenciales de la reforma laboral de 2012 y de la reforma de las pensiones de 2013”. De derogación a modificación. Y con matices.
Por su parte, José María Álvarez, Secretario General de UGT, otro de los cómplices del Gobierno que aprobó la perversa reforma laboral, afirmaba hace unas semanas que de no haber acuerdo por su derogación habría movilizaciones. Ya en octubre, con decenas de nuevas protestas laborales en marcha, dicen que esperemos, que aún no es el momento. Esperen sentados, eso sí.
En definitiva, seis años y medio después de la implantación de la reforma laboral nos encontramos en una situación aún más precaria que al principio de la crisis. Una situación que se ha enconado debido a la inacción de los sindicatos mayoritarios, que durante los años más duros de la crisis han sido incapaces de convertir sus palabras en defensa de los trabajadores en hechos. ¿Cómo se explican si no que la última huelga general en nuestro país fuese en 2012?
La realidad es que CCOO y UGT han traicionado a la clase trabajadora. A día de hoy, echar a la calle a un trabajador cuesta cada vez menos dinero en España. La reforma laboral que el anterior Gobierno impulsó con su mayoría absoluta en 2012 y la intensificación de la precariedad han provocado un desplome del coste de las indemnizaciones por despido, que en solo seis años se han reducido a apenas una tercera parte de lo que suponían antes de esa medida. Un ejemplo: mientras que en 2011 el coste de las indemnizaciones por despido ascendía a 530, 37 euros por trabajador, en 2017 se redujo hasta los 197,87, un 63,1% menos.
Por si esto fuera poco, esa misma reforma laboral que ahora CCOO y UGT no quieren derogar redujo de 45 a 33 días las indemnizaciones por año trabajado, rebajando además de 42 a 24 el máximo de mensualidades que podría recibir el despedido. La destrucción de empleo y la multiplicación de los puestos eventuales gracias a los contratos basura hicieron el resto. La traición había sido consumada.
Ahora, cuando por fin se ha conseguido provocar un cambio en el Gobierno y su ejecutiva y ante la primera oportunidad en años de acabar con la infame reforma laboral, los sindicatos mayoritarios callan, pero su silencio les delata. A lo largo de estos años, CCOO y UGT han tenido la indecente habilidad de desmarcarse de todas las luchas obreras que han tenido lugar en el territorio español, limitándose a acudir a reuniones con el Gobierno y la patronal que no han servido para nada.
Mientras la clase trabajadora española sigue precarizada y explotada por las grandes multinacionales, CCOO y UGT, firmes defensores durante años de derogar la reforma laboral, guardan silencio y ponen sobre la mesa el maquillaje barato con el que camuflar la monstruosa herencia dejada por el gobierno anterior. No habrá derogación de la reforma laboral por ahora: los sindicatos han vuelto a traicionar a la clase trabajadora.
*Es dirigente de Podem Tarragona.
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