El 26 de noviembre en la reunión realizada por el Comité Nacional de Paro, se evidenció claramente que se mantiene una lucha entre dos caminos, que en últimas representan dos ideologías: la del proletariado y la de la burguesía, a través de sus agentes dentro del seno del movimiento sindical.
Lo primero es el inconformismo que generó el hecho de que los directivos de las centrales convocaran una reunión extraordinaria previa a la reunión con Duque, en la que no contaron con todas las organizaciones que hacen parte de este comité; lo cual generó el justo rechazo pues ha sido el viejo método utilizado por las camarillas oportunistas en el seno de las organizaciones sindicales: negociar a espaldas de las masas y abrogarse el derecho de ser los representantes del pueblo.
La posición proletaria expuesta por varias organizaciones, dejó expreso que todos los participantes del comité de paro participarán en las decisiones que se tomen al respecto del pliego nacional y participarán en las reuniones con el gobierno.
Fue aprobado por todos; por un lado los jefes de las centrales obligados por la presión de la base y por otro, el espíritu de unidad de aquellos, que a pesar de saber las diferentes traiciones de estos señores, como lo dijo un profesor en la reunión (Julio Roberto no representa a los trabajadores) se dispusieron a mantener el Comité Nacional de Paro.
En la reunión se evidenció el respeto que existe entre esos dirigentes (arrodillados a la burguesía) por las instituciones del Estado, pues se aceptó la visita de un congresista, quien invitó a realizar una reunión con varios de estos “honorables” señores, dándosele privilegio de intervención a un representante de los enemigos del pueblo y a otros que no han encabezado la dirección del Paro mismo; mientras que las bases luchadoras debían esperar un turno interminable para poder intervenir. Alborozados estaban los directivos de las centrales porque el Partido Conservador y varios congresistas querían reunirse con el Comité; pero la pregunta es, ¿qué tiene el Comité Nacional de Paro que hablar con gentes que no tienen poder de decisión frente a las exigencias del pliego? Y, ¿por qué ahora están tan interesados en dialogar?
Es obvio que ante la fuerza poderosa de las masas y el descontento general que se evidenció el 21 de noviembre y durante los días siguientes, no se lo imaginaban las clases dominantes y ahora quieren, a través de sus partidos politiqueros acercarse, sacar ventaja en sus cuentas proselitistas, y dividir el movimiento. El proletariado revolucionario llama a no participar en ninguna de estas reuniones, y las que se tengan que hacer, que se acordaron de conjunto, sean con el presidente, y asistan solo para exigir el cumplimiento del Pliego Nacional. Nada a espaldas de las masas, todo bajo estricta aprobación de asambleas representativas de las organizaciones de las masas
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En la reunión también se expresó la necesidad de ampliar el pliego, pues son muchos los problemas que las masas vienen padeciendo; y efectivamente no contempla puntos que son neurálgicos para impedir la degradación física y moral de los trabajadores, tales como el alza general de salarios, contra los despidos masivos, la tercerización laboral entre otros; no contempla puntos de gremios como los recicladores, cuya lucha ha sido un ejemplo y un impulso para las que se están viviendo; la restitución de tierras y la reparación a los más de 7 millones de desplazados, la condonación de las deudas de los campesinos pobres y medios, y de los viviendistas arruinados y expoliados por los vándalos capitalistas bancarios; y en fin, las necesidades que desde los distintos territorios vive la población.
Si bien allí no se manifestó una negativa, no se adopta el método de la democracia directa de los participantes, proponiendo asuntos que finalmente no son contemplados en las exigencias al gobierno; aparentemente se queda en acuerdo, pero en los comunicados oficiales no queda recogido todo lo que se dijo; incluso no se somete a aprobación de todo el Comité de Paro, quedando muchos de los asistentes y de propuestas importantes, sin siquiera consideración real.
La posición revolucionaria debe unir esfuerzos, para luchar porque se imponga el método de las votaciones, en las que son la mayoría la que decide y sus representantes deben asumir y cumplir esas órdenes; no dejarles las manos sueltas a unos cuantos individuos para que tomen decisiones, sino que todo sea decidido en Asambleas.
Finalmente, algunos plantearon en la reunión que se debe incluir en el pliego la renuncia de Duque, si bien esta aspiración se basa en un justo reclamo, pues es un régimen inepto, incompetente y narcoparamilitar, ponerlo como condición para la aprobación del pliego, es en los hechos una forma que puede dilatar y desviar el contenido más importante de las banderas de lucha; así renunciara, subiría la vicepresidente, y al final, frente a los problemas reales que motivan la movilización, quedan diluidos o en orden secundario. Mientras los capitalistas tengan el poder ellos ponen sus administradores, así incluso sean de bancadas alternativas; mientras tanto las necesidades del pueblo seguirían si resolverse; por eso el llamado es que con Duque o sin Duque; el pliego se mantiene.
Si cae Duque, será sin duda un trofeo para la lucha de las masas, eso no tiene discusión; pero más importante que tumbar un presidente, el proletariado consciente llama al pueblo trabajador a pensar en serio en la destrucción del Estado Burgués, y construir el Estado de obreros y campesinos; y para esto debe preparar las fuerzas pues no será posible sin una revolución; lo que ha sucedido en estos días debe ser escuela de preparación para esa revolución, para enfrentar con una guerra popular el sistema capitalista.
Con el paso de los días, el camino revolucionario se consolida, pues cada día que el pueblo se lanza a las calles, es una ratificación de su poder como fuerza social, por encima de la cual, no debe haber poder alguno; la ganancia de los capitalistas se afecta y la debilidad del régimen se pone con mayor nitidez en evidencia, un poder que ni siquiera con la fuerza de sus mesnadas asesinas encabezadas por el ESMAD puede superar a las masas desarmadas pero movilizadas y dispuestas a la lucha.
Hay que continuar en la lucha de todas las formas posibles, afianzando las Asambleas Populares como organizaciones donde las masas tomen sus propias decisiones y las hagan cumplir, pero sobre todo, hay que aprovechar estos tiempos para avanzar en la organización del dispositivo estratégico para la revolución, el Partido del proletariado; destacamento necesario para dirigir las batallas decisivas. Esas son las tareas políticas que se deben considerar ahora y que llevarán a las masas por el camino revolucionario.
Dos caminos, dos posiciones de clase, que los luchadores deben aprender a diferenciar y a decidir por cuál andar.
Corresponsal de Revolución Obrera
Bogotá, 27 de noviembre de 2019
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