El Partido no inventa las formas de lucha; éstas son objetivas e históricas. De ahí que trazar una táctica correcta, obligue a los comunistas hacer el análisis concreto e histórico de la lucha de las masas, del estado de su conciencia y organización. Tal es la base materialista dialéctica de la táctica revolucionaria. Pero, así como eludir este análisis adoptando las formas más radicales de lucha deseables por los revolucionarios, es “izquierdismo” que lanza al Partido a marchar solo adelante, separado del movimiento de masas; también es cierto, que no basta conocer el estado general objetivo de ascenso o descenso de la revolución, si se limita a reconocer las formas de lucha posibles existentes en el momento, a rendir culto a su espontaneidad, a condenar al Partido al derechismo de marchar a la zaga del movimiento objetivo de las masas. El marxismo exige a los comunistas aprender de la lucha de las masas descubriendo sus tendencias objetivas hacia nuevas y superiores formas de lucha y de organización que más sirvan en el momento presente (período táctico) al avance general de todo el movimiento hacia los objetivos futuros (de la etapa estratégica) de la revolución, y así poder influir como Partido en la generalización y dirección de tales formas haciéndolas conscientes en el movimiento espontáneo de las masas.
La actitud ante esta tarea del Partido del proletariado, de preparar a la clase obrera y a las masas populares para la revolución, ha causado una abismal división de los comunistas a lo largo de su historia; división que se centra y concentra en el problema medular de la lucha política de las clases: el poder del Estado. Estudiando la experiencia de las luchas políticas entre las clases en la historia de la sociedad, y en particular de la lucha política de los obreros contra el poder de los capitalistas, el Marxismo labró una teoría científica: “Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina, en vez de destruirla”… “La clase obrera no puede limitarse a tomar simplemente posesión de la máquina estatal existente y a ponerla en marcha para sus propios fines”… “En estas palabras: ‘romper la máquina burocrático-militar del Estado’, se encierra, concisamente expresada, la enseñanza fundamental del marxismo en punto a la cuestión de las tareas del proletariado en la revolución respecto al Estado.”
Esta es la posición de principios del Marxismo, para visualizar y diferenciar al oportunismo, que al eludir este problema fundamental de la revolución, no solo falsea y tergiversa el marxismo, sino que pervierte la preparación de la clase obrera y las masas para la revolución.
En efecto, el oportunismo “olvida” la necesidad de destruir la máquina burocrático militar del viejo Estado reaccionario, y en su lugar, en la práctica se compromete a reformarlo, remodelarlo, limitarse a tomar posesión de esa máquina para resolver con ella los problemas del pueblo.
Esa es la estrategia del oportunismo, y a ella corresponde su táctica reformista.
En Colombia, hoy las clases dominantes le imponen a la sociedad una campaña electoral para engatusar al pueblo en la trampa de las urnas, presentadas como “el zumo de la democracia en el ejercicio del sagrado derecho del pueblo a elegir sus gobernantes”. En realidad las elecciones burguesas son una farsa al servicio del poder de los capitalistas, para ocultar el carácter de clase del Estado (máquina burocrático-militar de dictadura de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo bajo traje republicano), para legitimar a los gobernantes que deben ejecutar esa dictadura, administrar y proteger los negocios de todos los capitalistas. Que los demócratas burgueses verdes, amarillos y rojos del Polo, Marcha Patriótica, Unión Patriótica, Progresistas…, quienes repudian la lucha de clases, defienden la perpetuidad institucional del Estado capitalista, aprueban el sistema de la explotación capitalista del trabajo asalariado, no se proponen ni cambiar el sistema ni derrocar el Estado, sino solo corregir sus abusos monopolistas y tiránicos… que todos esos partidos se sumen a la farsa electoral montada por los capitalistas para engañar y someter al pueblo, es apenas de esperar, puesto que son reformistas convencidos y confesos; son la mano derecha del poder de los capitalistas.
Pero que partidos como el Moir, Partido Comunista Colombiano, Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista, Partido Comunista de Colombia Maoísta, Partido Socialista de los Trabajadores…, llamados a sí mismos “comunistas”, “defensores” del marxismo y “representantes” de los intereses del proletariado, hoy inviten al pueblo a votar (por uno o por otro o en blanco), que ilusionen a los pobres de la ciudad y del campo con el supuesto Poder en el Gobierno sin necesidad de destruir el Estado actual, que pregonen su fe supersticiosa en el sistema parlamentario de administración del Estado y hagan de la lucha parlamentaria la única y principal forma de lucha política de los pobres, es clásico cretinismo parlamentario como lo llamara Lenin, es abierta y descarada colaboración con la burguesía, colaboración directa en el Gobierno de la dictadura de los capitalistas, colaboracionismo condenado por los marxistas desde los tiempos de la II Internacional, como traición al proletariado y a la revolución. He ahí el oportunismo, en el papel de mano “izquierda” del poder de los capitalistas, utilizando palabras marxistas y consignas revolucionarias contra la opresión y la explotación, pero en realidad, centrando su actividad política en tomar posesión de la vieja máquina estatal. Es criminal que estos partidos oportunistas, sirvan para engañar a los obreros, campesinos, desplazados, recicladores y demás trabajadores ilusionándolos en que sus problemas los pueden resolver unos candidatos que son solo fichas y monigotes en la gran farsa montada por los capitalistas.
Los auténticos comunistas y revolucionarios no pueden silenciarse ante el caudal de mentiras que hoy vomitan los explotadores por todos los medios para justificar su dominación, ni ante la colaboración que les prestan los partidos demócratas burgueses y sobre todo los oportunistas, distrayendo al pueblo del camino de la lucha directa, nublando su conciencia con ilusiones en la politiquería, e impidiendo que comprenda la necesidad de destruir con la revolución socialista la máquina burocrático-militar del poder de los explotadores, y sustituirla por un nuevo Estado de los obreros y campesinos armados, necesario para proceder a la expropiación de los expropiadores.
Contrario al abstencionismo político predicado por el anarquismo, o a la actitud contemplativa cuando no displicente del “izquierdismo”, los auténticos comunistas y revolucionarios no pueden ser indiferentes ante la espontánea actuación política del pueblo colombiano de abstención ante la farsa; actuación consolidada como tendencia desde los tiempos del Frente Nacional 1958-1974 cuando la alianza abierta de burgueses y terratenientes contra el pueblo, demostró sin tapujos el carácter farsante de sus elecciones. Y más hoy, cuando dicha tendencia se refuerza con el ascenso de las huelgas políticas de masas con destellos de generalización, por ser la forma de lucha de las masas real y más efectiva ahora, para enfrentar las políticas antiobreras y antipopulares dictadas por el imperialismo y puestas en marcha por las reaccionarias clases dominantes.
Tales condiciones objetivas del movimiento de masas (abstención electoral y huelgas políticas), tienden hacia la táctica revolucionaria de exigir las reivindicaciones inmediatas más sentidas del pueblo directamente al Estado y el Gobierno, y conquistarlas mediante su lucha directa, callejera, masiva, por “las vías de hecho” e independiente con respecto a los politiqueros. Pero tal tendencia es espontánea, con apenas gérmenes de conciencia, y corresponde entonces a los auténticos comunistas y revolucionarios, elevar el grado de conciencia de todo el movimiento, haciéndole ver en la revolución, la única perspectiva para triunfar definitivamente; ayudándole a comprender que las antagónicas contradicciones de clase y la fuerza militar del Estado usada para tratar todos los conflictos laborales y políticos causados por esas contradicciones, son los hechos contrarios a la palabrería pacifista de los gobernantes, que obligan a los trabajadores a transformar la lucha política desarmada, en lucha política armada (guerra del pueblo contra sus opresores y explotadores); descubriendo ante los ojos de las masas, por qué la lucha politiquera electoral hoy, no sirve de preparación de la clase obrera y las masas para la revolución, sino que las aleja del camino revolucionario, las confunde, divide, desmoviliza, adormeciéndolas en el sopor de las ilusiones y promesas politiqueras; y finalmente, elevando la conciencia del proletariado sobre la necesidad de reconquistar su independencia de clase, materializada ante todo en volver a organizarse como Partido político propio e independiente de todas las demás clases.
Una CAMPAÑA POLÍTICA ANTIELECTORAL es entonces, la actividad política del momento que deben encabezar los auténticos comunistas y revolucionarios, organizando Comités amplios contra la farsa electoral, que contribuyan con propaganda y agitación a denunciar el carácter de clase y dictatorial del Estado y la democracia burguesa; que organicen actos y movilizaciones políticas contra la farsa electoral, llamando a las masas del pueblo a NO VOTAR ni por los reaccionarios, ni por los reformistas, ni por los oportunistas; animando a los trabajadores a mantener en alto su disposición y empuje en la lucha callejera directamente contra el Estado de los capitalistas y el Gobierno que los representa; a convertir en murales, grafitis, carteles y pasacalles las consignas revolucionarias:
¡Contra la Paz Mentirosa de los Ricos y la Farsa
Electoral: No Votar, Unir y Generalizar
la Lucha Obrera y Popular!
Electoral: No Votar, Unir y Generalizar
la Lucha Obrera y Popular!
¡Abajo el Podrido Estado Burgués y sus Elecciones:
Viva el Futuro Estado de Obreros y Campesinos!
Viva el Futuro Estado de Obreros y Campesinos!
¡Ni el Estado ni los Politiqueros,
Solo el Pueblo Salva al Pueblo!
Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (MLM)
Solo el Pueblo Salva al Pueblo!
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