Este jueves 13 de abril, el gobierno
imperialista yanqui reconoció haber lanzado sobre Afganistán, en la
provincia de Nangarahar, un misil GBU-43/B MOAB, conocido como “la madre
de todas las bombas”. Este intento de hacer retroceder la resistencia
afgana, nuevamente ha despertado el odio de los pueblos del mundo hacia
la guerra de rapiña imperialista.
El imperialismo yanqui lanza su ataque indiscriminado contra las masas de Afganistán.
El jueves 13 de abril el gobierno
imperialista yanqui reconoció haber lanzado sobre Afganistán, en la
provincia de Nangarahar, un misil GBU-43/B MOAB, conocido como “la madre
de todas las bombas”.
Este explosivo de casi 9 metros, tiene
una masa de 9.797 kilos y una fuerza equivalente a 11 toneladas de TNT,
lo que la convierte en la bomba no nuclear más destructiva. La
destrucción masiva e indiscriminada que resulta con la explosión de este
misil, demuestran que es completamente falsa la declaración yanqui que
afirma que su objetivo fue atacar específicamente los túneles en el
distrito de Achin, provincia de Nangarahar, que utilizan las tropas del
Estado Islámico.
Aun no se conoce el número total de
personas asesinadas por el imperialismo yanqui producto de esta bomba de
destrucción masiva. Sólo se ha dicho que han muerto decenas de
militantes del Estado Islámico. Pero es imposible distinguir, luego de
un estallido semejante, quién es miembro del Estado Islámico y quién no
lo es, en circunstancias que la misma OTAN calcula que el número de sus
militantes va de 1.000 a 1.500 personas, en un país de más de 33
millones de habitantes.
¿Por qué el imperialismo yanqui lanza este ataque criminal sobre Afganistán?
Afganistán se ubica en el Sur de Asia, en
una ubicación estratégica que permite entrar a China, potencia
imperialista a la que el imperialismo yanqui mantiene acorralada. Pero
sobre todo, Afganistán es un bastión de la resistencia antiimperialista.
Su heroico pueblo enfrentó durante las décadas de los 70 y 80, la doble
invasión imperialista de yanquis y rusos. En los 90 el imperialismo
yanqui intentó controlar los grupos de resistencia, apoyando a los
talibanes en contra de los rusos, y luego usándolos para controlar las
plantaciones de amapola, propias de la industria de la droga y el
narcotráfico.
A inicios del año 2000 quedó en evidencia
que el imperialismo yanqui había perdido el control sobre los talibanes
y que en Afganistán la resistencia tenía nuevo aires. Es por esto, que
luego de invadir Irak, nuevamente volvieron a invadir Afganistán, como
parte del plan por mantener el control militar sobre el sur de Asia y
queriendo salir del dilema en el que se encontraban en Irak. Pero la
invasión en Afganistán fue aún más desastrosa para los planes
imperialistas, ya que lejos de permitir una salida a las tropas de
ocupación, se convirtió en un pantano desde donde los yanquis ni
siquiera pudieron salir. Así, la resistencia se extendió también a
Pakistán.
Hoy, en medio de la mayor crisis
imperialista, el gobierno de Estados Unidos, intenta salir de la crisis
desencadenando mayor guerra de rapiña y pillaje, con lo que, tal como en
Siria, intenta apagar el incendio con bencina. Pero esto no es por una
torpeza de Trump, sino porque no pueden hacer otra cosa, ya que está en
la naturaleza del imperialismo hacer la guerra de rapiña. Pero así
también está demostrado que esta guerra necesariamente despierta mayor
indignación y resistencia antiimperialista de las masas de todo el
mundo, y principalmente de las masas del país invadido militarmente.
La resistencia se agiganta
Desde Afganistán, el Partido Comunista
(maoísta) declaró en octubre de 2016, que esta guerra imperialista y
criminal de ocupación del país aún no ha terminado, a pesar de que el
mismo Obama declaró públicamente que la ocupación terminaría el año
2014.
Los comunistas afganos denunciaron que
los imperialistas yanquis pusieron un gobierno títere, el que se apoya
también con las tropas militares estadounidenses acantonadas en
numerosas bases militares, presentes en suelo afgano.
Frente a esta situación, el llamado que
hacen los compañeros es a desarrollar la resistencia, obligando a las
tropas de ocupación a retirarse completamente de Afganistán. Así, desde
fines del 2016, en varias ciudades los combatientes anti imperialistas
arrebataron el control a las fuerzas de ocupación. Además se han
multiplicado los ataques a las fuerzas vivas del imperialismo y al
gobierno títere en Kabul, capital de Afganistán. Como consecuencia, las
zonas controladas por el imperialismo yanqui se redujeron de 63% el
2015, al 57% el 2016.
Es en este contexto, de pérdida de
control de la zona y bajas en las tropas de ocupación, que Trump
encabeza este nuevo ataque para amedrentar a las masas y darle
esperanzas al gobierno títere pro-yanqui de Afganistán, que se hunde
cada vez más, esperando un aumento de tropas invasoras.
Sin embargo, dentro de la resistencia
afgana también existen contradicciones. A pesar de que el Estado
Islámico combate a las fuerzas de ocupación, es un enemigo útil al
imperialismo yanqui, y que viéndose acorralado intentará llegar a
acuerdo con sus líderes, a fin de sofocar a las fuerzas verdaderamente
democráticas y revolucionarias de Afganistán.
Por esta razón la tarea fundamental de
los revolucionarios de Afganistán es transformar la lucha
antiimperialista en guerra popular de liberación nacional, por la
conquista del Poder en todo el país, sumando a las masas en forma
creciente a la lucha armada y confiando ciegamente en ellas.
Estamos plenamente convencidos que el
pueblo de Afganistán, como parte de los pueblos oprimidos del mundo,
vencerán al imperialismo y barrerán con burgueses y terratenientes
apiñados en el gobierno títere, para comenzar su camino como una nación
completamente libre. No hay arma ni bomba, por destructiva que ésta sea,
que pueda detener las ansias de liberación de un pueblo. Aunque el
misil imperialista lanzado este jueves provocó mucho daño, la verdadera
madre de todas las bombas es la guerra popular dirigida por obreros y
campesinos pobres.
¡VIVA LA LUCHA ANTIIMPERIALISTA!
¡FUERA YANQUIS DE AFGANISTÁN!
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