La crisis económica del capitalismo mundial no es una invención, como tampoco lo es que es una crisis profunda e insalvable en las actuales circunstancias del mundo, plagado de contradicciones que en lugar de resolverse, se agudizan y empujan todos los días a consecuencias cada vez peores. Los emplastos que los economistas y políticos se inventan para curar las heridas de muerte de este sistema, siempre resultan ser peores que la enfermedad, y Argentina es hoy, un botón de muestra de esta realidad.
Este país del sur del continente americano vive hoy una de sus peores crisis en lo económico, que ha llevado a una agudización extrema de las contradicciones, al punto que se ha vuelto un hervidero de lucha de masas y de enfrentamientos dentro sectores de las clases dominantes que hacen aguas para pretender superar los innumerables problemas en todos los órdenes.
La inflación ha sobrepasado el 30%, la devaluación del peso argentino sobrepasó en lo que va del 2018 el 50% con respecto al dólar, el desempleo alcanzó según las cifras oficiales, el índice más alto de los últimos 12 años (9,6%), los salarios reales de los argentinos cayeron a un nivel real similar al que tenían en 2009 y en el llamado índice de pobreza está cerca del 30% de la población. Los supuestos especialistas en economía reconocen que se hallan en una sin salida, donde el remedio que encuentran es peor que la enfermedad. Uno de ellos dice: “La apuesta salió mal y la economía argentina se encuentra ahora en graves problemas. Argentina fue uno de los países con crecimiento de deuda más acelerado y eso genera un problema muy importante. Más del 60% de la deuda es en dólares y eso aumenta la necesidad de dólares para financiarla”; es decir, el dólar americano estrangula la economía argentina, y la solución está en el FMI para que les den más dólares.
Mientras tanto, su presidente Macri, un representante de la ultraderecha en Argentina y que lleva gobernando desde 2015, combina el lobby en Estados Unidos con la descarga de la crisis sobre los hombros de las masas. A los yanquis los busca para pedirles más plata a través del Fondo Monetario Internacional y así empeñar por completo la economía a los agiotistas imperialistas que desembolsan lo que sea necesario a cambio de jugosas ganancias, condiciones de sobreexplotación de las masas, y de mano libre para invertir en un país que se suma a los demás del continente comprometidos en ser paraísos de explotación donde se aplican reformas tributarias, pensionales, laborales, en salud y educación que recortan las ya de por si miserables condiciones de los trabajadores en campos y ciudades.
Bajan las pensiones por decreto, se recorta el presupuesto de la nación hacia las regiones, además de la rebaja dramática del salario, se aumentan los llamados “impuestos al salario”, incremento del presupuesto para las fuerzas militares y rebaja de las partidas para educación y salud.
La otra cara de la situación argentina, pasa por la disputa entre bloques imperialistas, donde los Estados Unidos pretenden aprovechar la aguda crisis económica para frenar los pasos dados por el imperialismo chino y ruso en el anterior gobierno (de supuesta izquierda) de Kirchner que realizó importantes acuerdos económicos con los asiáticos y europeos, quienes permanecen con una base militar en la región de Neuquén. Los yanquis, además de exigir el paquete de ajustes económicos para desembolsar los dólares, también exigen control aéreo en zonas estratégicas mediante la instalación de bases militares sobre el Acuífero Guaraní (el reservorio de agua dulce más grande del planeta); en Tierra del Fuego (control del paso interoceánico y entrada a la Antártida); en Jujuy, sobre la producción de litio (Argentina representa el 13% de la producción mundial) y en Vaca Muerta y Neuquén (el yacimiento de petróleo y gas no convencional que alcanzan los 27 mil millones de barriles). Y los chinos no se quedaron atrás, acaban de renovar acuerdos comerciales entre los dos bancos centrales de sus respectivos países a través de lo que llaman el “swap”, un intercambio de divisas que en 2014 realizaron por un monto de 11,000 millones de dólares y que en este mes han renovado por otros 9,000 millones. Los imperialistas se disputan como carroñeros la economía argentina.
Por su parte la respuesta de las masas ha sido vigorosa y fuertemente combativa; decenas de paros locales, grandes manifestaciones, una gran huelga de 36 horas en todo el país que sacudió la economía. El pueblo argentino ha dado en pocos días, una muestra contundente de disponibilidad para luchar y llevar la protesta a niveles muy altos de confrontación con el gobierno. En las calles los carteles y las arengan dan cuenta de la manera como los trabajadores denuncian al gobierno en su intención de salvarle el pellejo a los ricos mientras estrangula a los pobres, denuncian al imperialismo a quien culpan de la gravedad de la realidad argentina y llaman a movilizarse masiva y permanentemente para darle golpes contundentes a las políticas reaccionarias de Macri.
Pero, las direcciones aún no dan la talla, y lo más seguro es que no la darán. En medio de esta rebeldía popular los dirigentes de las organizaciones de la supuesta izquierda, y los jefes de las centrales obreras, son timoratos, reservados y no están interesados en jugársela en realidad por los intereses de las masas. Y no es una exageración; para nadie es un secreto que este tipo de políticas no se pueden echar atrás solo con unas pocas manifestaciones, con paros de unas pocas horas, con llamados al gobierno a que reconsidere los planes de ajuste económico. La burguesía y todos sus agentes tienen el poder del Estado con todo lo que ello representa, para imponer por las buenas o por las malas sus planes en todos los órdenes, y el pueblo no puede ser inferior a esta realidad objetiva; pero lamentablemente los dirigentes, en su gran mayoría, no pasan de ser opositores respetuosos de las políticas reaccionarias, divulgan la idea de que hay que denunciar y hacer lobby ante los entes de control, acudir a los parlamentarios “progresistas”, elaborar propuestas alternativas para ser presentadas al gobierno; y toda la cantinela de métodos que no sobrepasen los cánones permitidos por las leyes hechas por los mismos enemigos del pueblo.
Aunque parezca más difícil, la solución está en las mismas bases, son las masas organizadas con la dirección de los dirigentes intermedios, verdaderamente revolucionarios, quienes pueden llevar a cabo una movilización organizada, sostenida y con parálisis indefinida de la producción que obligue al gobierno a echar atrás todo su paquete de medidas antiobreras y antipopulares, y pasar así por encima de las direcciones sindicales y políticas timoratas o afectas al gobierno y los métodos de mera súplica respetuosa. Todo ello, sabiendo de antemano que esas conquistas a través de la lucha, deben mantenerse con la fuerza organizada de las masas, y a la vez que sirvan para preparar las grandes batallas que se deben dar, ya no solo por una simples reivindicaciones, sino para cortar de raíz la maleza y avanzar hacia una revolución socialista que ponga la sociedad al derecho, gobernada por la alianza obrero campesina; esa sí, capaz de solucionar, y muy fácil, los problemas que aquejan a los trabajadores. El capitalismo es un sistema anacrónico y, en Argentina como en todos los demás países, todos los días demuestra que está mandado a recoger y dar paso al futuro brillante de la revolución proletaria mundial y el socialismo.
No comments:
Post a Comment