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Sobre la guerra de Ucrania - K Murali (Ajith)
28-02-2022
El ejército de Putin invadió Ucrania después de muchos preparativos. Estados Unidos y sus aliados han declarado que se trata de un resultado de las ambiciones imperialistas de Putin y de una medida para restaurar la antigua Unión Soviética. Por su parte, el gobierno ruso ha declarado que no tiene intención de ocupar Ucrania. Esta "operación militar" pretende acabar con los ataques de Ucrania a las repúblicas de Luhansk y Donetsk. Igualmente, Rusia dice que quiere destruir las fuerzas nazis que ahora dominan políticamente a Ucrania y desmilitarizarla. Los gobernantes rusos afirman que no tienen más objetivos que estos.
Si bien estas son las posiciones que han declarado, sus actos están bastante en desacuerdo. Aunque Putin afirmó que está enviando a sus militares para proteger a las repúblicas de la región del Donbás, el ejército ruso ha lanzado su ataque por toda Ucrania. Los últimos informes indican sus movimientos para capturar la capital, Kiev. Por otra parte, aunque Estados Unidos y sus aliados han hablado mucho de la defensa de la soberanía de Ucrania, no lo han acompañado con hechos. Unos días antes de que comenzara la invasión, Biden declaró expresamente que Estados Unidos no enviaría sus tropas en caso de un ataque ruso. Esto fue casi como agitar una bandera verde para la invasión rusa. Aunque las sanciones económicas se han aplicado después del inicio de la guerra, esta postura fue reiterada por él. La posición de los demás miembros de la OTAN es idéntica. Han manifestado claramente que su apoyo no será en forma de ayuda militar.
Un examen detallado de las sanciones económicas muestra que no son tan eficaces. Rusia posee una de las mayores reservas financieras del mundo. Su economía ha mejorado. Se dice que cuenta con un sistema de transacciones financieras, hasta cierto punto capaz de gestionar la exclusión de SWIFT. Además, cuenta con el apoyo de China. Es muy posible que pueda capear las sanciones. Y eso lo saben quiénes las aplican.
El asunto del gasoducto Nord 2 permite hacerse una idea de la verdadera naturaleza de estas sanciones. Alemania ha congelado su puesta en marcha como parte de las sanciones. Sin embargo, otro gasoducto, el Nord 1, está operativo desde 2011. También pasa por el mar Báltico y lleva el gas ruso a Alemania. Sigue en funcionamiento, al igual que los gasoductos que pasan por Ucrania. La mayoría de los países de Europa del Este dependen del gas ruso y no se han visto afectados por las sanciones.
Las contradicciones entre las potencias europeas y EE.UU. también han desempeñado un papel en la aplicación real de las sanciones contra Rusia. Estados Unidos quiere que dejen de recibir gas de Rusia y se pasen a fuentes estadounidenses y canadienses. Aunque se presenta como un medio para romper la dependencia del gas ruso, la verdadera intención es reducir la dependencia europea de Rusia y abrir un nuevo mercado para ellos. Alemania y Francia no están dispuestas a aceptarlo.
Desde la desintegración de la Unión Soviética, el imperialismo estadounidense intenta establecer un dominio absoluto sobre Europa. Antes la detenía el pacto de Varsovia controlado por el social imperialismo soviético. Europa es decisiva para la dominación mundial. Su control es crucial. Esto lo señaló Mao Tsetung hace mucho tiempo. Hacia el final del social imperialismo soviético, Rusia había aceptado la disolución del Pacto de Varsovia con la garantía de que la OTAN no se ampliaría hacia el este. Pero con el colapso de la Unión Soviética y el nacimiento de una serie de países independientes, el imperialismo estadounidense ignoró este compromiso y comenzó a expandir la OTAN. Su objetivo era contener Rusia para siempre. Desde entonces, 14 nuevos países se han unido a la OTAN, todos de Europa del Este. Aunque algunos de ellos son también miembros de la Unión Europea, están más cerca de EEUU.
Los imperialistas estadounidenses llegaron a la conclusión de que su "siglo americano" había comenzado de verdad, y no quedaria nadie capaz de hacerles frente. Declararon con arrogancia que son la única potencia con hegemonía total sobre el mundo. Impulsados por este pensamiento comenzaron guerras y agresiónes en todo el mundo, incluso en Europa. Esto se hizo de forma unilateral, con el mensaje de que los que quisieran unirse podían hacerlo. Cualquier oposición sería simplemente ignorada. Se hizo sin ni siquiera intentar obtener el reconocimiento formal de la ONU. Se atacaron Serbia, Irak, Afganistán, Libia, Somalia y muchos otros países. La OTAN se transformó en una fuerza de intervención militar que operaba bajo el mando de Estados Unidos en todo el mundo, al margen de la supervisión de la ONU.
Sin embargo, la resistencia que encontró en estos países alteró estos objetivos. No consiguió imponer su dictado y no pudo salir de allí. Han quedado atrapados en una guerra interminable. Aprovechando esta situación, Rusia y China se fortalecieron. China se convirtió en un país imperialista. Superando sus debilidades, Rusia también recuperó gran parte de su poder bajo Putin. Comenzó a resistirse a la expansión de Estados Unidos en Europa del Este y en otras partes del mundo. Las guerras en Georgia, Azerbaiyán y su intervención armada para proteger al régimen de Assad en Siria fueron ejemplos de esta reafirmación. Su agresión en Ucrania es una continuación de esta política.
Debilitado por las guerras de Irak y Afganistán, el imperialismo estadounidense y sus aliados no estaban en condiciones de resistir a Putin. Además, durante este período, el imperialismo ruso y el social imperialismo chino crearon organismos como el Tratado de Shanghai y el BRICS. Comenzaron a construir una estructura institucional financiera internacional alternativa, paralela al FMI y al Banco Mundial que están controlados por Estados Unidos. China se convirtió en una importante fuente de financiación e inversión para los países del Tercer Mundo. Haciendo caso omiso de la oposición de Estados Unidos, muchos países de Europa empezaron a unirseles en sus aventuras internacionales. Aunque China sigue estando por detrás de Estados Unidos en cuanto a tamaño económico, su potencial de crecimiento es mucho mayor. Como resultado de todo esto, ha surgido un sistema imperialista mundial multicéntrico, que escapa al control exclusivo de EEUU. Lo que estamos viendo en Ucrania son las contradicciones de este sistema global y sus mandatos.
EL verdadero quid de la guerra de Ucrania es la disputa entre el imperialismo estadounidense y sus aliados, por un lado, y el imperialismo ruso y el social imperialismo chino, por otro. Representa un movimiento táctico hacia la imposición de una resolución de la disputa entre el intento de estos últimos de establecer un nuevo orden imperialista y el de los primeros de preservar el existente. La soberanía de Ucrania no es el problema de los Estados Unidos o sus aliados. Tampoco lo es para Rusia la independencia de las repúblicas de Lubansk y Donetz. Ambos contendientes están interesados únicamente en mejorar y consolidar sus posiciones en su contienda global.
Debemos distinguir los intereses nacionales del pueblo ucraniano y del pueblo de las repúblicas del Donbás de los de estas potencias imperialistas. En la actualidad, estos intereses están subordinados a los movimientos de estas potencias. Sin embargo, siguen teniendo su propia existencia objetiva. Las experiencias mundiales enseñan que existen todas las posibilidades de que adquieran un papel independiente.
Ucrania desempeñó un papel importante en la formación de la Unión Soviética. Su autodeterminación fue negada bajo los zares. La revolución rusa la reconoció y la hizo realidad. El 17% de la población ucraniana es étnicamente rusa. La cultura y la literatura rusas han sido influyentes desde hace siglos. De ahí que haya una población considerable de ruso hablantes. Aunque el ruso era la lengua oficial de la Unión Soviética, el ucraniano era obligatorio en las escuelas. Esto fue el resultado del enfoque leninista sobre las lenguas y culturas nacionales. Putin, con su arrogancia imperialista, condeno esa política. En su opinión, el debilitamiento del imperio ruso construido por los zares mediante el reconocimiento de Ucrania (que nunca había existido) como nación, y la aceptación del ucraniano (que no era más que un dialecto del ruso) como lengua distinta, fueron los dos ʹcrímenesʹ cometidos por Lenin y los bolcheviques. Así, la contradicción entre este designio hegemónico del imperialismo ruso y los justos intereses nacionales del pueblo ucraniano son un factor de esta guerra. Sin embargo, aunque la aspiración a la resistencia nacional es sin duda evidente, todavía no se ha labrado un espacio propio, distinto del imperialismo estadounidense y de los gobernantes ucranianos que actúan como sus peones.
Tras conseguir la independencia, los nuevos gobernantes de Ucrania adoptaron una política opresiva hacia las minorías nacionales. En nombre del fortalecimiento de su identidad nacional, promovieron activamente el peor tipo de chovinismo nacional. Se prohibió el uso del ruso. Anteriormente existía una ley que permitía el uso de una lengua hablada por una mayoría local como lengua oficial local. Esta ley fue anulada en 2014. Esta opresión nacional llegó hasta el punto de prohibir artistas, actos culturales y música rusos. Todo esto tenía un contenido político derechista muy marcado. Un líder nazi ucraniano que había colaborado activamente con las fuerzas de Hitler contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial fue aclamado como héroe nacional. Evidentemente, todas estas políticas y actos provocaron un gran malestar en las regiones de mayoría rusa del país. El sentimiento de que la separación era inevitable si se querían mantener su lengua y su cultura se incrementó. Esto, avivado por Rusia, se concretó en los movimientos separatistas de Lubansk y Donetz. Rusia está utilizando este factor. Al igual que la resistencia nacional del pueblo ucraniano, la resistencia nacional de la minoría nacional rusa también está haciéndose un hueco.
Estas contradicciones son diferentes de las que existen entre los imperialistas y sus peones. Uno de los fundamentos en ellas es el pueblo. De ahí que incluyan el potencial y tomen una dirección diferente. Aun sufriendo la opresión nacional de los gobernantes ucranianos, un gran número de ruso hablantes de ese país se consideran ucranianos. Sus raíces en esa tierra se remontan a varias generaciones. También para los ucranianos, la lengua y la cultura rusas no son algo ajeno. La política chovinista de los gobernantes afecta igualmente a su vida cultural y social. La identidad ucraniana es una identidad en la que los elementos ucranianos y rusos están entrelazados. Cualquier intento de separarlos a la fuerza o de negar que tiene una existencia separada de la rusa va en contra de los intereses del pueblo. No concuerdan con la realidad objetiva. La raíz de esta discordia está en la oposición entre los intereses del pueblo y los de sus explotadores, opresores. Por eso se puede afirmar con seguridad que las bases objetivas para su expresión siguen existiendo. Las manifestaciones contra la guerra que tienen lugar en toda Rusia son una prueba de ello.
Pero esa no es la naturaleza dominante de la situación en general. Por eso, aunque los justos intereses de los diferentes pueblos forman parte de esta guerra, lo que destaca es la contienda entre las potencias imperialistas. En la actualidad este es el principal aspecto a tener en cuenta. Los revolucionarios, los progresistas, no deben tomar partido por ninguno de los dos bandos. No es así como deben expresar su solidaridad con el pueblo de Ucrania o del Donbás. Por el contrario, deben denunciar los intereses de las potencias imperialistas y alzar la voz para poner fin a esta guerra de inspiración imperialista. Las auténticas fuerzas populares de Ucrania y de las Repúblicas del Donbás, deben levantar la bandera de una lucha unida por un nuevo país socialista, que garantice la autodeterminación y los derechos democráticos de todas las minorías nacionales de Ucrania y diferenciarse así del imperialismo ruso agresor y de las clases dominantes representadas por el peón estadounidense Zelensky. Sólo así podrán establecer una nueva dirección.
Sobre la guerra de Ucrania - K. Murali (Ajith) 2ª parte
(01-03-2022)
Durante las últimas décadas, el imperialismo estadounidense ha intentado concentrar sus fuerzas contra China. Insiste en que las potencias europeas deben asumir la mayor parte de las necesidades de seguridad de Europa. Se queja continuamente de que no están haciendo lo suficiente para compartir los gastos de la OTAN. Trump fue un paso más allá y declaró que no importaría realmente que la OTAN se disolviera. Eso coincidía con la opinión de una parte de la clase dirigente estadounidense de que Estados Unidos debía resolver o enfriar los problemas que tenía con Rusia para enfrentarse a China. Pero esto no era factible. Podría llevar a que Estados Unidos perdiera por completo su control sobre Europa. La OTAN no estaba destinada a controlar únicamente a la Unión Soviética. También tenía el objetivo de mantener a Alemania bajo control. Eso sigue siendo así. Desde hace tiempo, Francia reclama la formación de una fuerza de defensa europea. Si la OTAN se disuelve, podría formarse una organización militar europea dirigida por Francia y Alemania. Es posible que llegara a un acuerdo con Rusia. La expansión de la OTAN, favorecida por Estados Unidos, también tiene en cuenta esta posibilidad, además de la de rodear a Rusia. No se puede abandonar, sobre todo con una Rusia que se reafirma. Rusia es la principal amenaza para los países de Europa del Este. Alemania y Francia no serán suficientes para hacer frente a esta amenaza. Necesitan a Estados Unidos para ello y, por tanto, a la OTAN. EE.UU. se ha esforzado por aprovechar esta circunstancia para mantener activa la OTAN y reducir al mismo tiempo su propia carga financiera y de tropas en Europa. La crisis y la guerra de Ucrania han alterado en gran medida esta situación.
Además, la política de Biden de evitar un papel militar directo, que contrasta con todo el ruido que estaba haciendo, ciertamente dará lugar a recelos. En este sentido, será fundamental saber si se puede confiar en Estados Unidos y en qué medida. Esto tiene lugar no mucho después de que Trump se declarase en contra de la OTAN. Podría ser un acicate para que muchos países europeos lleguen a la conclusión de que puede ser mejor llegar a un acuerdo con Rusia en lugar de confiar en el poderío militar estadounidense. Mucho antes de que comenzara la guerra, tanto Alemania como Francia habían declarado que Rusia tenía preocupaciones legítimas en materia de seguridad que debían ser abordadas. Tras el inicio de la guerra, Francia se apoderó de un buque mercante ruso. Revirtiendo su decisión de no suministrar equipos letales, Alemania ha comenzado a suministrarlos a Ucrania. Aparentemente, esto parece que se debe a la presión de Estados Unidos. Sin embargo, también podría indicar un intento por parte de estos países de asegurar su iniciativa en Europa, aprovechando las preocupaciones que han surgido sobre las políticas estadounidenses.
EE.UU. se ha encontrado en una situación en la que se ve obligado a desviar su atención de la tarea inmediata de atacar a China, al menos durante algún tiempo. Al mismo tiempo, tiene que enfrentarse al problema de no poder concentrarse plenamente en Europa. Entonces, ¿por qué Biden ha dado este giro? ¿Indica simplemente las exigencias de las circunstancias? ¿O lo adoptó voluntariamente, muy consciente de las posibles consecuencias? Hay razones para dudar de ello. Como hemos señalado antes, Biden había declarado que las tropas estadounidenses no se desplegarían en Ucrania justo en el momento en que Putin estaba acumulando su ejército en las fronteras. ¿Se hizo esto para incitar a Rusia a la guerra, atraparla allí y así mantener el control sobre Europa mientras se debilita la alianza entre China y Rusia? Los cálculos sobre la posible resistencia que podría surgir en Ucrania podrían haber sido un factor a la hora de realizar esta estratagema. Aunque la proporción de rusos étnicos y ruso hablantes es bastante significativa, un gran número de ellos se consideran ucranianos. Cuando los habitantes del Donbás se separaron, Putin intentó llevar a cabo algo similar en las zonas del sur de Ucrania, de mayoría rusa. No lo consiguió. Por lo tanto, es muy posible que los gobernantes estadounidenses hayan llegado a la conclusión de que el sentimiento nacional y la defensa desencadenados por una invasión rusa se transformarían en una resistencia bastante inesperada para Putin. Todo el asunto serviría también para endurecer la OTAN. Estos elementos bien pueden haber sido los que guiaron a Biden en sus decisiones.
Sin embargo, existe una fuerte oposición a ello dentro de las propias clases dirigentes estadounidenses. Trump, que ahora ha elogiado a Zelensky, estuvo antes felicitando a Putin. Eso no fue sólo otro ejemplo de su comportamiento loco y errático. Refleja el pensamiento de un sector importante del partido republicano. Es posible que hayan cambiado su postura pública en vista de la oposición mundial a la invasión rusa y de las repercusiones que una postura favorable a la guerra puede tener en las próximas elecciones en Estados Unidos. Sea como fuere, enfrentarse a China sigue siendo el objetivo de la estrategia política y militar global de Estados Unidos.
Aunque todavía no es miembro de la OTAN formalmente, Ucrania ya ha establecido una " relación de amistad " formal con ella. En repetidas ocasiones se han llevado a cabo juegos de guerra con participación de la OTAN. En uno reciente, la misión declarada era el entrenamiento para "recuperar el territorio perdido por los separatistas apoyados por un país vecino". Eso no puede ser más evidente. El éxito de Azerbaiyán, con su pequeña fuerza armada, en la recuperación de Nagorno-Karabaj de Armenia mediante el despliegue de drones proporcionó una importante guía para este juego de guerra. Putin debe haber decidido actuar sin demora a la vista de estos acontecimientos. También puede haber calculado que Estados Unidos no se interesaría mucho debido a su preocupación por China.
La guerra es una continuación de la política. Los países hacen la guerra para lograr objetivos políticos concretos. Establecer un régimen en Kiev que no permita movimientos antirrusos, impedir la expansión de la OTAN, lograr un nuevo tratado de seguridad/paz en Europa que garantice los intereses del imperialismo ruso: tales son los objetivos políticos de Putin. Por eso repite que Rusia no tiene intención de ocupar Ucrania. En oposición a esto, el imperialismo estadounidense está tratando de crear una situación en la que Rusia no pueda cumplir sus objetivos sin lograrlo, o se vea obligada a llevar a cabo una intervención militar de forma continuada. Los próximos días nos demostrarán quién tendrá éxito. Mientras tanto, cientos de miles de seres humanos morirán, serán heridos, mutilados, quedarán sin hogar, sin trabajo. Les espera una miseria espantosa. Millones de rupias, dinero y bienes, se están quemando en esta contienda imperialista. El dinero que no existía cuando se trataba de atajar un virus microscópico, de tratar a sus víctimas, ahora fluye en abundancia para hacer reinar la muerte. El imperialismo significa guerra y siempre mata; de cualquier forma.
Es indudable que los ucranianos odian la invasión rusa. Sin embargo, hasta hoy no se ha visto ningún indicio de que esta oposición popular se aglutine como resistencia armada independiente con respecto al régimen de Zelensky. Si la guerra se prolonga, si el pueblo se ve obligado a vivir bajo el dominio ruso en las regiones que ocupa, esto surgirá sin duda. Además, aunque Putin consiga establecer un régimen títere en Kiev, Ucrania no conocerá la paz. Sin duda, cabe esperar resistencia y guerra de guerrillas contra él. Por lo tanto, pase lo que pase, Rusia va a quedar atrapada allí. En ese país han surgido poderosos sentimientos y protestas contra la guerra. Esto es particularmente evidente entre los jóvenes. El nacionalismo patriotero ruso, avivado con la participación activa de la iglesia cristiana rusa, no ha logrado bloquearlo. Estas protestas darán un nuevo impulso a la resistencia en Ucrania. También debilitará el chovinismo ucraniano alentado por Zelensky y sus aliados. Así, la guerra ha engendrado un nuevo despertar político en Rusia. Si la guerra se prolonga, si Putin no consigue sus objetivos bélicos en el plazo previsto, si la resistencia en Ucrania se hace fuerte e inflige grandes pérdidas al ejército ruso, puede provocar el fin de su gobierno.
El mundo está entrando en un período de gran caos. En el pasado, durante mucho tiempo, durante la contienda entre las dos superpotencias -el campo imperialista dirigido por Estados Unidos y el campo social imperialista dirigido por la Unión Soviética- los pueblos del mundo solían inspirarse en las intervenciones políticas y diplomáticas de la China socialista y de Albania y en el mensaje revolucionario que se transmitía a través de ellas. Las luchas revolucionarias que continuaron o surgieron incluso después de la restauración del capitalismo en China desempeñaron ese papel a nivel mundial. Hoy no hay países socialistas. Las luchas revolucionarias dirigidas por los partidos comunistas son escasas. El movimiento comunista internacional sigue siendo débil. Por lo tanto, convertir este desorden en una revolución es una tarea extenuante. Sin embargo, también hay algo más. Se trata del cambio que se ha producido en la conciencia de las personas. El cambio que se ha producido como resultado de sus experiencias durante la pandemia de Covid necesita una mención especial. Tanto en los países desarrollados como en los del Tercer Mundo, la incompetencia de los gobernantes y su enfoque inhumano han quedado al descubierto. La gente se dio cuenta de que esto, más que el propio virus, tuvo mucho más que ver con la pérdida de millones de vidas. Así, se ha extendido en el mundo la idea de que no se puede confiar en los gobernantes, de que la verdad está más allá de lo que ellos declaran. En muchos países se observa un sentimiento antigubernamental, anti-gobierno, de oposición. A menudo se traduce en manifestaciones. En esta situación, mientras los bandos opuestos hacen afirmaciones diferentes, si las fuerzas comunistas, los progresistas, prestan atención en poner al descubierto los estrechos intereses imperialistas que subyacen a estas afirmaciones y alertan al pueblo, éste comprenderá rápidamente la verdad. Aunque estas fuerzas se encuentren en un estado de debilidad, podrán convertir este desorden a beneficio de la revolución. Existen todas las posibilidades para que suceda. Deben proceder en una dirección en que lo haga realidad a través de posiciones y prácticas políticas correctas. Ir detrás de cualquiera de los contendientes significa perder esta oportunidad.
K. Murali (Ajith)
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