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La
muerte y la tortura caracterizan al sistema migratorio que Donald Trump
ha implementado en el contexto sus políticas antiinmigrantes.
Este
era Felipe Gómez de ocho años (en vídeo), falleció en custodia de las
autoridades estadounidenses. Intentó, junto a sus padres cruzar la
frontera, pero terminó así, en un ataúd, cortesía de la Administración
de Donald Trump y sus carceleros corporativos.Niños, mujeres, hombres, no importa. Bajo las directivas de Donald Trump, campos de concentración de inmigrantes como este, en el sur de la ciudad de Miami (EE.UU.), se han convertido en centros de muerte y tortura. Álvaro estuvo detenido aquí cuatro meses, sin acceso a su familia o a consejo legal. Su único delito: ser inmigrante.
Y es que no son casos aislados. Según la cadena de noticias estadounidense NBC, en los últimos dos años, desde que Trump asumió la presidencia, más de 22 personas fallecieron en custodia de las autoridades migratorias. A la vez, hasta la fecha, la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) reporta cientos de instancias de abuso sexual, tortura y atropellos en contra de los inmigrantes detenidos.
Mientras la Administración Trump se ha dedicado a criticar la justicia, los derechos humanos y la democracia en terceros países, aquí en casa propia, la situación es caótica. Toda vez que las medidas antiinmigrantes de la actual Administración solo impulsan la violación sistemática de los derechos humanos de los inmigrantes y las poblaciones descendientes de estos.
Pero aún así los abusos continúan. Según la radio pública estadounidense, actualmente un grupo de al menos seis inmigrantes detenidos que se encuentra en huelga de hambre estaría siendo alimentado a la fuerza mediante sondas, a la vez que se les mantiene en aislamiento forzado. Dichas técnicas son las mismas que se emplean en cárceles como Guantánamo.
Marcelo Sánchez, Miami.
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