La clase obrera y su carácter internacional
Entre el 2 y el 6 de marzo se realizó
el I Congreso de la Internacional Comunista, presidido por Vladimir
Ilich Lenin, jefe máximo de la Revolución Rusa. Este mes se cumplen 98
años [100 años] de este importante hecho de la lucha de clases en el
mundo.
La necesidad de una organización que
agrupara a la clase obrera a nivel mundial había sido planteada y
llevada a la práctica desde tiempos de Marx y Engels. Sin embargo, es en
la Tercera Internacional donde los revolucionarios lograron dotarse de
una auténtica organización comunista.
Este proceso lo sintetiza Lenin en la
siguiente cita: “La I Internacional echó los cimientos de la lucha
proletaria internacional por el socialismo. La II Internacional marcó la
época de la preparación del terreno para una amplia extensión del
movimiento entre las masas en una serie de países. La III Internacional
ha recogido los frutos del trabajo de la II Internacional, ha amputado
la parte corrompida, oportunista, socialchovinista, burguesa y
pequeñoburguesa y ha comenzado a implantar la dictadura del
proletariado”.
Y agrega que la misión de la Tercera
Internacional fue: “llevar a la práctica los preceptos del marxismo y
realizar los ideales seculares del socialismo y del movimiento obrero”.
La Revolución Rusa abrió la época de la
Revolución Proletaria Mundial. Tras el triunfo de los bolcheviques, se
inicia una guerra civil, en la cual el poder soviético se defendió de
los ejércitos de 14 países que invadieron el país de los soviets para
intentar frenar la revolución.
Los capitalistas del mundo entero estaban
alarmados ante el hecho que la clase obrera y los campesinos se
hubieran tomado el poder político por vía violenta y estuvieran
construyendo una nueva sociedad. En todo el mundo el proletariado
celebró este hecho. Y en muchos lugares se desarrollaba el movimiento
obrero: “La revolución comenzó a avanzar en Europa. En Austria, venía
desarrollándose el movimiento revolucionario. En Hungría, fue proclamada
la República de los Soviets. La oleada revolucionaria hizo aparecer a
los Partidos Comunistas en Europa. Esto creó una base real para la
unificación de los Partidos Comunistas en la Tercera Internacional, en
la Internacional Comunista. En marzo de 1919, en Moscú, en el primer
Congreso de los Partidos Comunistas de varios países, a iniciativa de
Lenin y de los bolcheviques, fue fundada la Internacional Comunista. Y
aunque el bloqueo y las persecuciones de los imperialistas impidieron a
muchos delegados llegar a Moscú, tomaron parte en este primer Congreso
representantes de los más importantes países de Europa y América. El
Congreso fue dirigido por Lenin.
En su informe sobre la democracia
burguesa y la dictadura del proletariado, Lenin puso de manifiesto la
significación del Poder Soviético, como la auténtica democracia para los
trabajadores. El Congreso aprobó el Manifiesto dirigido al proletariado
internacional, en el que se hacía un llamamiento a la lucha resuelta
por la dictadura del proletariado y por el triunfo de los Soviets en
todos los países…Así fue fundada esta organización proletaria
revolucionaria internacional de nuevo tipo, la Internacional Comunista,
la Internacional marxista-leninista”. (Historia del Partido Comunista
bolchevique de la URSS, 1953)
La Internacional Comunista impulsó las
luchas de los pueblos en todo el mundo, actuando como centro de unidad
política que permitió apurar el avance, transmitiendo experiencias y
lecciones de la lucha.
Actualmente vivimos una época en que los
pueblos del mundo luchan contra la opresión imperialista, la que es
encabezada por el imperialismo norteamericano. Hoy más que nunca se
requiere la unidad de los luchadores, de los revolucionarios, pero una
unidad sostenida sobre sólidos principios y no una unidad oportunista.
El movimiento Comunista requiere dotarse de una organización
internacional que apunte a golpear con un solo puño al imperialismo,
este gigante con pies de barro, este tigre de papel que da sus últimos
zarpazos de bestia herida.
100 años de la Internacional Comunista
Este año se conmemora el centenario
de la Internacional Comunista, conocida también como la III
Internacional, en referencia a los dos anteriores. Este aniversario
cobra una gran relevancia en la actualidad, por coincidir en un momento
donde los Partidos y organizaciones comunistas vienen avanzado en la
unidad luego de conmemorar de forma cohesionada y en férrea lucha de dos
líneas: 50 años de la Gran Revolución Cultural Proletaria (2016), 100
años de la Revolución de Octubre (2017) y los 200 años del natalicio de
Karl Marx (2018).
Así es como este 2019 abordaremos, en
cada número, distintos aspectos de la Internacional Comunista, que es
el primer gran hito donde la vanguardia del proletariado en cada país se
organizó en Partido Comunista, como sección de la Internacional
Comunista.
Antecedentes
Para poder comprender el papel de la
Internacional Comunista y el momento histórico en la que surgió y se
desarrolló, en este número expondremos de forma general los antecedentes
de esta organización internacional de los revolucionarios del mundo.
Karl Marx y Friedrich Engels entregaron
su vida a organizar al proletariado a nivel internacional. Fue así como,
bajo la dirección ideológica y política de Karl Marx, nació la
Asociación Internacional de Trabajadores, también conocida como I
Internacional. Esta organización proletaria, sin embargo, era amplia,
pues en ella estaban reunidos tanto obreros marxistas como obreros de
otras doctrinas socialistas, pertenecientes a Europa y Norteamérica. El
desarrollo de la lucha de clases, fundamentalmente las revoluciones de
1848 en Francia y Alemania, y luego la Comuna de París (1871), demostró
que solo el proletariado podía dirigir la lucha revolucionaria de las
masas y que el marxismo era la ideología del proletariado y la única
capaz de interpretar el mundo para transformarlo. Esto generó que, al
interior de la I Internacional, la lucha de dos líneas se hiciera más
abierta y encarnizada: por una parte, los sectores marxistas y, por
otra, algunos sectores oportunistas, entre ellos Bakunin, quien para
oponerse a los marxistas llegó incluso a buscar la protección del zar
Nicolás I, prometiéndole lealtad a su reinado y a Dios, y manifestándole
su odio nacionalista a todos los alemanes.
Por su parte, distintos gobiernos de
Europa consideraron que era un crimen el estar asociado a la
Internacional Socialista. Así fue cómo, ya habiendo hecho el balance de
que la tarea de la Internacional estaba cumplida y que al mismo tiempo,
mayores luchas requerían de otro tipo de organización, la I
Internacional anuncia su disolución en 1876.
Una vez muerto Karl Marx (1883), pero
habiéndose extendido el marxismo, su fiel camarada, Friedrich Engels,
tuvo la labor de dirigir la reorganización de los partidos socialistas
de los distintos países de Europa y parte de Norteamérica. La tarea era
dura, el capitalismo vivía un desarrollo que hizo que el oportunismo
calara profundo en muchos dirigentes del movimiento obrero, que al ver
esta curva ascendente del capitalismo pensaron que éste no podría ser
derrotado y que a la clase obrera no le quedaba más que ponerse bajo su
jurisdicción. Pero, por otro lado, la lucha de los pueblos oprimidos de
Asia, África y América Latina despertaba nuevamente con el naciente
proletariado de estos países. Engels puso sus últimas fuerzas en la
organización del proletariado internacional. El fiel compañero de armas
de Marx fallecía en 1895, quedando por delante la tarea de sumar a la
organización del proletariado internacional a los obreros de la gran
cantidad de colonias y semicolonias.
La bancarrota de la Segunda Internacional
A principios del siglo XX, el capitalismo
pasó a su fase superior y última: el imperialismo. Fase que se
caracteriza porque el capitalismo de la libre competencia se ha
convertido en un capitalismo monopólico, parasitario y en
descomposición, tal como lo sintetizó magistralmente V. I. Lenin en el
libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo”.
El capitalismo en su fase imperialista lo
que hace es profundizar la opresión y la explotación a la clase obrera
de sus países, pero fundamentalmente las naciones del tercer mundo. Va a
ser sobre la base de esta gigantesca plusvalía que los Estados
imperialistas van a generar dentro de la clase obrera de sus países una
aristocracia y burocracia obrera, que es una capa de obreros con
condiciones económicamente superiores al resto. Esta elite obrera
servirá a los capitales imperialistas como tropa de choque y como
contención de la clase en su totalidad. De esta manera, cuando en 1914
las potencias imperialistas se lanzaron a enfrentarse en la Primera
Guerra Mundial por el control y saqueo del resto de los países, los
partidos socialdemócratas de la II Internacional, en lugar de luchar
contra los imperialistas de sus países, declararon que se pondrían del
lado de estos, en defensa de la patria. Kautsky, a la cabeza de los
oportunistas, intentó convencer al proletariado de que el imperialismo
no era tan malo y que podría existir un capitalismo sin despojos ni
guerras y una democracia pacífica. A esa altura, la II Internacional
estaba en su bancarrota, los avances revolucionarios de las colonias y
semicolonias, y principalmente el avance de los revolucionarios
bolcheviques en Rusia, demandaban la urgencia de una nueva
Internacional, de una internacional revolucionaria, compuesta por la
vanguardia de la clase obrera de todos los países del mundo. Era la hora
de forjar el camino hacia la Internacional Comunista.
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