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«La indiferencia política no es otra cosa que saciedad política. El que está harto es “indiferente” e “insensible” ante el problema del pan de cada día; pero el hambriento será siempre un hombre “de partido” en esta cuestión. La “indiferencia y la impasibilidad” de una persona ante el problema del pan de cada día no significa que no necesite pan, sino que lo tiene siempre asegurado, que no carece de él nunca, que se ha acomodado bien en el “partido” de los ahítos».
Lenin
Los poderosos levantamientos de masas en noviembre de 2019, septiembre de 2020, abril y mayo de 2021, causados por la profunda desigualdad social en Colombia, revelan que las contradicciones entre explotados y explotadores, entre oprimidos y opresores, son irreconciliables y solo encuentran en la lucha de clases, la forma para resolverse.
Esa vertiginosa agudización de la lucha de clases es la base económica, política y social que hace posible el avance a una situación revolucionaria, a un nuevo período de ascenso en la revolución. Pero al mismo tiempo revela el contraste entre los dos elementos del movimiento revolucionario: la fuerza del movimiento espontaneo de las masas y la debilidad del movimiento consciente o comunista.
Debilidad de los comunistas que compromete seriamente el triunfo de la revolución, si se tiene en cuenta la teoría respectiva o síntesis de la experiencia histórica, en palabras de Lenin: «No toda situación revolucionaria origina una revolución, sino tan sólo la situación en que a los cambios objetivos arriba enumerados se agrega un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria de llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo suficientemente fuertes para romper (o quebrantar) el viejo gobierno, que nunca, ni siquiera en las épocas de crisis, ‘caerá’ si no se le ‘hace caer’».
Para el marxismo capacidad de la clase revolucionaria, significa la capacidad del proletariado de actuar como clase consciente, lo cual puede hacer solo si se constituye en partido político propio e independiente de los partidos de las demás clases.
Pero el proletariado no puede constituirse en partido político al margen de la lucha de clases, sino actuando en ella como partido: en la lucha teórica —defendiendo su ideología tanto de las distorsiones oportunistas como de las falsedades burguesas—, en la lucha política —orientando a las masas a que sin esperar salvadores supremos actúen ellas como protagonistas de su emancipación revolucionaria—, en la lucha económica —organizando la necesaria resistencia a las consecuencias de la explotación asalariada, a condición de que sirva a su vez, de palanca en la lucha por el poder político que erradique las causas de la explotación.
Esta línea marxista de construir el partido del proletariado actuando como partido en la lucha de clases, choca con otras líneas influyentes en las filas juveniles que descuellan en el actual movimiento espontáneo de masas por su actuación de vanguardia en los bloqueos y en los choques contra las fuerzas represivas.
Una de esas líneas es el anarquismo, que se opone al socialismo, porque no comprende el papel de la lucha de clases como motor del desarrollo social en esa dirección histórica, y en consecuencia, niega la lucha política y con ella la necesidad del partido político del proletariado. Negación que patrocina el apartidismo adherido al correcto rechazo a la politiquería, pues una cosa es repudiar el engaño electoral de los politiqueros —sean afectos al régimen o de la oposición oficial que se dice de “izquierda” —, y otra muy distinta, rechazar todo partido político o declararse apartidista. Para el marxismo dice Lenin «La lucha entre las clases hostiles en una sociedad dividida en clases se convierte de manera indefectible, al llegar a una fase determinada de su desarrollo, en lucha política. La lucha entre los partidos es la expresión íntegra, completa y acabada de la lucha política entre las clases». El apartidismo entonces, en apariencia ajeno a la política, solo beneficia la influencia de la política partidista de los enemigos del pueblo.
Otra línea que contraviene la posición marxista de construir el partido actuando como partido en la lucha de clases, es el reformismo que renuncia a la revolución y proclama la transición pacífica al socialismo, renuncia a la lucha de clases y abandera la conciliación de clases o los pactos interclasistas como ahora prefieren llamarla. Contrario al anarquismo, el reformismo no niega la necesidad del partido, siempre que sea legal, popular, respetuoso de la institucionalidad burguesa y candoroso practicante del cretinismo parlamentario. Por su línea, programa, táctica y organización los partidos reformistas son diametralmente distintos al partido independiente que necesita el proletariado, pero los denominan “comunistas”, “socialistas”, “marxistas leninistas” y hasta “maoístas”, con lo cual engañan a las masas trabajadoras, confunden a activistas honestos y los alejan de la verdadera labor de construcción del partido proletario.
Y en las filas de las organizaciones marxistas leninistas maoístas, si bien existe un gran acuerdo en la necesidad de construir el Partido, también existen grandes divergencias en cuanto al carácter de la sociedad colombiana, de la revolución que necesita, de la disposición de las fuerzas sociales, del peso económico-social del proletariado, de la importancia de su número en la población y concentración urbana, divergencias todas que no han permitido unificar esfuerzos en la construcción práctica del partido.
La Unión Obrera Comunista (mlm) reconoce que en Colombia como en otros países del continente y del mundo, el proceso de construcción del Partido independiente del proletariado comenzó desde la segunda década del siglo XX, y desde entonces ha proseguido en una lucha por actuar como partido, esto es, como el portador de la conciencia socialista cuya tarea fundamental es preparar y organizar al proletariado para la dirección consciente de la revolución.
Ha sido un proceso único de lucha por dotarse de una teoría revolucionaria —pues sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario, entendiendo que no se trata únicamente de abanderar la teoría general de la revolución proletaria sino de aplicarla creadoramente a las condiciones concretas del país y del desarrollo de su sociedad—; de lucha por elevar al movimiento obrero y de masas al nivel de conciencia de las ideas del socialismo, del programa, la estrategia y la táctica para la revolución en Colombia; de lucha por construir laforma organizativa que permita desarrollar el contenido revolucionario de su teoría y que sea parte de la necesaria organización internacional del proletariado como clase mundial.
De ahí que cuando se dice construir el partido actuando como partido, no se trata de una consigna novedosa, sino de la concepción con la cual los comunistas han enfrentado este proceso desde el comienzo, actuando como partido en la lucha de clases y actuando como partido en la lucha de líneas que es el reflejo de la lucha de clases al interior del partido.
Grandes victorias y derrotas han signado ese proceso. Después de varios años de intensos esfuerzos de artesanos, obreros e intelectuales actuando como partido, guiados por las ideas socialistas que apenas llegaban de Europa e inspirados en el triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia, en 1930 se fundó el Partido Comunista de Colombia como sección de la Internacional Comunista con fuerte arraigo en las masas y aunque con un programa y una organización con muchos defectos, durante un quinquenio fue el Partido propio e independiente del proletariado constituido en clase consciente. A pesar de haber mantenido su nombre original, una línea oportunista de derecha dio al traste con ese intento porque lo redujo a ser un partido seguidor del partido liberal burgués; el contenido revolucionario de su línea fue quebrantado por el reformismo liberal y el revisionismo jhruschevista.
Producto de varios años de actuación como partido en la lucha de clases y en la lucha contra el revisionismo, los auténticos comunistas guiados por las ideas del Marxismo Leninismo y animados por los grandes triunfos de la revolución en China, en 1965 aconteció un nuevo salto en el proceso de construcción del partido, dando a luz un partido reestructurado, el Partido Comunista de Colombia (Marxista Leninista), que durante una década fue el partido independiente del proletariado al frente de las grandes luchas y conquistas del movimiento de masas. Nuevamente fue malograda la actuación de la clase obrera como partido, esta vez por una línea oportunista de “izquierda” que lo separó de las masas. Desde entonces, el proletariado perdió su independencia como clase, y el movimiento de masas ha estado huérfano de una dirección genuinamente revolucionaria.
Sin embargo la lucha de clases no se detiene ni se compadece con el atraso del movimiento consciente, ante lo cual, declararse impedido para actuar, so pretexto de no ser aún el Partido político del proletariado, es una posición de derecha que deja el campo libre a la actuación de los partidos reaccionarios y de los reformistas para que engañen y desvíen el movimiento de masas; o declararse Partido político del proletariado cuando a duras penas se cumplen las tareas de un pequeño círculo o grupo, es simple vanagloria del subjetivismo “izquierdista”.
En las actuales condiciones, ante el impetuoso ascenso del movimiento de masas, y ante la ausencia de un Partido proletario que lo dirija y asegure su triunfo, corresponde a los marxistas leninistas maoístas, construir ese partido actuando como partido, como consciencia, como dirección comunista en la lucha teórica, política y económica del proletariado, en la lucha política del pueblo colombiano contra el terrorismo de Estado y contra el régimen de la mafia uribista, condición para llevar a cabo un Programa Inmediato cuyo objetivo sea instaurar con la fuerza del pueblo armado un Gobierno de Transición que resuelva las necesidades inmediatas más sentidas del pueblo, y desbroce así, el camino hacia la Revolución Socialista.
Construir el partido actuando como partido no puede hacerse más que en franca confrontación con las fuerzas del enemigo y del reformismo, teniendo en cuenta que ya existe la fuerza del pueblo en movimiento, y de lo que se trata es de elevar su conciencia política, desarrollar y generalizar las nuevas formas de lucha y de organización independientes que surgen de la iniciativa de las masas, de lo que se trata es de fundir las ideas del socialismo, las ideas revolucionarias del programa y la táctica con la fuerza objetiva del movimiento obrero y de masas.
Construir el partido actuando como partido es enfrentar y destrozar la consigna oportunista de que «el movimiento lo es todo, el objetivo final es nada», defendiendo en el presente paro los objetivos socialistas y comunistas del movimiento obrero, mostrando la perspectiva revolucionaria de la lucha política de masas actual, y la necesidad de avanzar de la rebelión a la revolución, del estallido a la insurrección.
Construir el partido actuando como partido es igualmente participar en el esfuerzo por la preparación de la Conferencia Internacional Unificada de los Marxistas Leninistas Maoístas, si se es consecuente con la idea de que la lucha del proletariado en cada país es una parte inseparable de su lucha mundial contra el capitalismo imperialista, y si se comprende que el mundo está maduro para la revolución y urgido de la nueva Internacional Comunista capaz de dirigir la lucha de la clase obrera y los pueblos de todos los países a la victoria de la Revolución Proletaria Mundial.
En eso consiste hoy medir «la capacidad de la clase revolucionaria de llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo suficientemente fuertes para romper (o quebrantar) el viejo gobierno, que nunca, ni siquiera en las épocas de crisis, ‘caerá’ si no se le ‘hace caer’», y así sólo se logre el derrocamiento del régimen de la mafia uribista, esta batalla habrá sido una excelente escuela para atreverse a dar el tercer salto en el largo proceso de construcción del Partido del Proletariado en Colombia.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Septiembre 8 de 2021
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