Haciéndose llamar «Delta», este veterano de las fuerzas armadas israelíes dirige un comando militar durante el golpe de Estado
Su nombre de guerra es «Delta». Es uno de los jefes militares de la «revolución ucraniana» aunque, como él mismo declara, no se siente ucraniano. Bajo el casco lleva la kipá. La historia nos la cuenta la agencia de prensa judía –con sede en Nueva York– después de haberlo entrevistado bajo condiciones de anonimato, fotografiándolo en uniforme de camuflaje y chaleco blindado, con el rostro cubierto por gafas oscuras y una bufanda negra [1].
Delta es un veterano del ejército de Israel,
especializado en combate urbano en la brigada de infantería Givati,
fuerza que participó en la operación «Plomo Fundido» y en otras acciones
contra Gaza, como la masacre de civiles perpetrada en el barrio
Tel el-Hawa. A su regreso a Ucrania, hace varios años y como hombre de
negocios, formó y entrenó –con otros ex militares israelíes el pelotón «Cascos azules de Maidan», aplicando en Kiev las técnicas de combate urbano ya puestas a prueba en Gaza.
Su pelotón, según declara Delta a la JTA, está a las órdenes de Svoboda, un partido que detrás de su nueva fachada conserva su matriz neonazi. Precisamente para tranquilizar a los judíos ucranianos que se sienten amenazados por los neonazis, Delta afirma que la acusación de antisemitismo que pesa sobre Svoboda es una «idiotez».
La presencia en Ucrania de especialistas militares israelíes
se confirma con la información, proveniente de la JTA y de otras
agencias judías, de que varios heridos en los enfrentamientos con la
policía en Kiev fueron enviados de inmediato a hospitales israelíes,
por supuesto, para impedir que alguien pudiera revelar identidades
incómodas. Como las identidades de la gente que entrenó y armó a
los francotiradores que, con los mismos fusiles de precisión,
dispararon en la plaza Maidan contra los manifestantes al mismo tiempo
que contra los policías –alcanzados casi todos en la cabeza.
Estos hechos arrojan una luz nueva sobre la manera como se preparó y se realizó el golpe de Estado de Kiev. Bajo
la dirección de Estados Unidos y la OTAN, a través de la CIA y de otros
servicios secretos, se procedió al reclutamiento, financiamiento,
entrenamiento y entrega de armas a los militantes neonazis que asaltaron
los edificios gubernamentales en Kiev, antes de pasar a ser
institucionalizados como «Guardia Nacional».
Documentos fotográficos que circulan en estos días muestran a jóvenes
militantes neonazis ucranianos de UNA-UNSO entrenados en 2006 en Estonia
por instructores de la OTAN que les enseñan técnicas de combate urbano y
utilización de explosivos para la realización de sabotajes y
atentados. [2].
Es exactamente lo mismo que ya hizo la OTAN en tiempos de la guerra fría
para garantizar la formación de la estructura paramilitar secreta que
hoy se conoce como «stay-behind », bajo el código «Gladio» [3].
Esa estructura también estuvo activa en Italia, donde se entrenaron –en
Camp Darby, base estadounidense cercana a la ciudad de Pisa, y en otras
bases– diversos grupos neofascistas que se prepararon para la
realización de atentados y de un posible golpe de Estado. Una estructura
militar análoga fue creada y utilizada ahora en Ucrania, recurriendo
también a la participación de especialistas israelíes.
Pero el golpe de Estado no habría tenido éxito si la OTAN no hubiese
garantizado previamente la complicidad de la jerarquía militar ucraniana
formándola durante años en el NATO Defense College y en el marco de «operaciones de paz»
dirigidas por la alianza atlántica. No es difícil intuir que, detrás de
la red oficial, se haya conformado una red secreta. Y fue así como las
fuerzas armadas ucranianas obedecieron la orden de la OTAN de «mantenerse neutrales»
mientras se desarrollaba el golpe de Estado. Posteriormente, quienes
asumieron la dirección de esas fuerzas armadas fueron Andrei Parubiy,
cofundador del partido nacional socialista rebautizado Svoboda,
quien fue nombrado secretario del Comité de Defensa Nacional y, ahora en
traje de ministro de Defensa, el contralmirante Igor Tenjukh, vinculado
a Svoboda.
Lo más probable es que ya esté en marcha la campaña de depuración (o de
eliminación) de los oficiales considerados no confiables. Mientras
tanto, la OTAN, que de hecho ya se anexó Ucrania, declara que el
referéndum en Crimea es «ilegal e ilegítimo».
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