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Revolución Obrera

En los medios oficiales se habla con preocupación del incremento de la protesta y la que llaman conflictividad social; en el informe de la Defensoría del Pueblo publicado en agosto pasado se dice que entre enero y junio del 2025 en Colombia hubo 1 834 eventos de conflictividad social, lo que representa un aumento del 6 % en comparación con el mismo periodo del año anterior, cuando se presentaron 1 730 conflictos.
Según el informe, los hechos se presentaron en 395 municipios de los 32 departamentos y la capital del país, en el que se señala, además, que en Bogotá se concentró el 12 %, Valle del Cauca y Bolívar 6 % cada uno, Atlántico, Santander, Antioquia y Magdalena 5 % cada uno, Huila, Córdoba, Meta, Norte de Santander, Tolima y La Guajira 4 % cada uno y en el resto del país se concentran entre el 1 % y el 3 % en cada uno de ellos. Cabe anotar que los eventos reportados se refieren a manifestaciones, paros, bloqueos de vías y no se relacionan en general las permanentes actividades de denuncia de los proletarios en las porterías de las empresas, excepto cuando afectan el tráfico.
Los motivos son los mismos que causaron el levantamiento popular del 2021 contra los impuestos abusivos y peajes, contra la voracidad de los capitalistas y los atropellos contra los asalariados, por salud, educación y vivienda para el pueblo, por la libertad de los presos de los paros del 2019 al 2021, contra el abandono estatal, la guerra, el desplazamiento forzado y el asesinato de dirigentes sociales, por el cumplimiento de los acuerdos adquiridos por el Estado con las comunidades…
De especial importancia, según el informe, el incremento de las protestas contra la cada vez peor atención en salud, que registran un aumento del 86 %.

Todo el panorama muestra la creciente indignación del pueblo trabajador frente a la terrible situación que continúa padeciendo y que en algunos casos ha empeorado como es el caso de la salud y de los abusos de los capitalistas en todas las empresas.
Según los datos de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, entre el 1 de enero y el 16 de octubre de 2025 se registraron 1 485 movilizaciones, lo que representa un aumento del 17 % frente al mismo periodo de 2024. Son en promedio más de 5 movilizaciones por día lo que indica la agudización de las contradicciones sociales y la lucha de clases, y si a ellas les sumamos las acciones de los asalariados en las porterías de las empresas, no contabilizadas por la Alcaldía, se puede decir que la ciudad se está convirtiendo en un polvorín.
Según el secretario del Gobierno local, Gustavo Quintero, siete de cada diez manifestaciones están motivadas por reclamos o respaldos a la agenda del gobierno nacional, mientras que una menor proporción responde a temas de orden distrital, y de las cuales dos de cada cinco incluyen la toma de entidades públicas o privadas.
El transporte público masivo es uno de los sectores más golpeados por el aumento de las movilizaciones. Mientras en 2024 se registraron 527 eventos que afectaron el sistema, en 2025 ya van 890, lo que equivale a tres bloqueos diarios en promedio.
Y como es de esperarse, los burgueses chillan cuando ven afectadas sus ganancias. Según el diario El Tiempo,citando a un experto de la Universidad Javeriana, cada minuto de retraso en Transmilenio genera una pérdida de 26,4 millones de pesos, al considerar los tiempos de los usuarios y el impacto económico acumulado.
Según el presidente de Fenalco, Juan Esteban Orrego, las manifestaciones «se han vuelto demasiado recurrentes» y generan pérdidas millonarias por el cierre o la reducción de operaciones.
Por su parte, el concejal Juan David Quintero anunció el 21 de octubre que radicará un proyecto para reafirmar que el transporte público, léase Transmilenio, es un servicio esencial y, por tanto, se ordena a las autoridades a desbloquear por la fuerza; según este reaccionario en lo que va corrido del año se han «registrado 751 protestas, contingencias y disturbios, más de 300 eventos adicionales en comparación con 2024. Solo hasta el 7 de octubre, 14.5 millones de personas resultaron afectadas por bloqueos que impidieron la operación del Sistema Integrado de Transporte Público».
Además de ello, ante la magnitud de la creciente rebeldía del pueblo, los sectores más reaccionarios de las clases dominantes, no solo la mafia y el paramilitarismo, están promoviendo y patrocinando grupos, algunos armados con garrotes o armas cortopunzantes, e incluso con armas de fuego, no solo para borrar las denuncias en los murales como ocurrió con «las cuchas tenían razón», sino para destruir pasacalles, banderas, actuar violentamente contra los bloqueos y manifestaciones así sean pacíficos como ocurrió en las manifestaciones convocadas por Petro el 24 de octubre, llegando a apuñalar jóvenes por grupos neofascistas en distintas localidades. Grupos que actúan al amparo de los gobernantes locales.
No es exagerado decir entonces que se agudiza la lucha de clases en la capital reafirmando la tendencia hacia un nuevo enfrentamiento del pueblo trabajador contra las clases dominantes holgazanas representadas en el Estado. Situación que plantea a los revolucionarios, comunistas, dirigentes y activistas sociales, a los verdaderos representantes del pueblo, algunas tareas para unificar y generalizar la lucha en la perspectiva de ese enfrentamiento inevitable, pero que esta vez obligue a los enemigos a retroceder.
Así las cosas, unir las protestas y manifestaciones aisladas es una necesidad para potenciar la organización desde abajo; por tanto, es necesario trabajar por organizar las Asambleas Populares que unifiquen las exigencias y programen las tareas de lucha comunes.
Igualmente, los ataques de los grupos reaccionarios contra las manifestaciones y expresiones de protesta ponen de presente la necesidad de organizar la legítima defensa, mediante la guardia obrera y popular.
El desenlace de todos los enfrentamientos violentos entre las clases antagónicas, la burguesía y el proletariado, en las principales ciudades de Colombia, tendrá como final decisivo las batallas que se den en Bogotá, al ser el centro económico, militar y político, además de ser el lugar donde se concentra la quinta parte de la población y donde se expresan con mayor frecuencia los reclamos de orden nacional. Por ello, es la región estratégica y táctica principal que determina el resultado final de la lucha entre el pueblo trabajador y los ricos holgazanes, la Guerra Popular que en Colombia tomará la forma de la insurrección en las ciudades donde se concentra el proletariado y que definirá: o capitalismo hambreador para el pueblo o Socialismo en el que los obreros y campesinos dirijan el Nuevo Estado de Dictadura del Proletariado que garantice que los que todo lo producen, todo lo tengan.
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