México: las narco-fosas del narco-capitalismo
Por Raúl Zibechi
"El país se ha convertido en un inconmensurable tiradero de cadáveres",
destaca el semanario Proceso en su cobertura sobre el gigantesco
narco-cementerio descubierto en el estado de Veracruz (Proceso, 19 de
marzo de 2017).
Todos los días, desde hace una década, se acumulan noticias macabras que
elevan la cifra de muertos por la 'guerra contra el narcotráfico' a más
de 200.000 personas y 30.000 desaparecidos.
Al día siguiente, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y ONU-Mujeres
apuntan al corredor Puebla-Tlaxcala como una de las principales zonas
de captación y tránsito de personas con fines de explotación sexual, lo
que sucede desde hace, al menos, 20 años, "sin que el Estado mexicano
intervenga de manera decidida en un fenómeno delictivo que se extiende
cada vez más" (La Jornada, 20 de marzo de 2017). El informe asegura que
"México es país de origen, tránsito y destino de víctimas de trata de
personas, a lo cual contribuye su situación geográfica, dado que se ha
convertido en paso obligado de los migrantes centroamericanos".
El mismo día, los medios informan del asesinato del periodista Ricardo
Monlui Cabrera, propietario y director del portal El Político, cuando
salía de un restaurante junto con su familia en el municipio de Yanga,
en Veracruz. Sólo en ese estado, 24 periodistas y fotógrafos fueron
asesinados durante las Administraciones de los miembros del PRI (Partido
Revolucionario Institucional) Fidel Herrera y Javier Duarte. Este fue
gobernador entre 2010 y 2016 y, desde hace seis meses, se encuentra
prófugo de la justicia, que lo acusa por delitos de "delincuencia
organizada", lo que habla de su vinculación con el narcotráfico.
Este breve panorama dibuja no obstante la lacerante actualidad de
México, que sufre una guerra que se ha cobrado más víctimas que las
guerras civiles centroamericanas en las décadas de 1980 y 1990. Hay tres
aspectos que merecen ser destacados: la inacción del Estado, la
connivencia de una parte de las instituciones con el narcotráfico y la
acción de la sociedad civil organizada como única respuesta a la
violencia.
El caso de Veracruz, que estos días ocupa las portadas de los medios,
puede servir de muestra de lo que sucede en casi todo el país. Por un
lado, aparece la disputa entre diversos carteles de la droga (Jalisco
Nueva Generación y Los Zetas, con apoyo de agentes policiales y de la
Secretaría de Seguridad Pública, en asesinatos y desapariciones). Una de
las luchas más crueles se registra por el control de puerto de
Veracruz, sobre el golfo de México, el puerto marítimo y comercial más
importante del país azteca. Por allí salen toneladas de droga e ingresan
los preciados precursores químicos imprescindibles para fabricar
estupefacientes.
Veracruz tiene 212 municipios y se han encontrado fosas clandestinas en
44 de ellos, sobre todo en el entorno del puerto. La más reciente es la
descubierta en Colinas de Santa Fe, que alberga un mínimo de 250
cadáveres, pero que la Policía Científica estima que podrían superar los
600.
Más aquí: Hallan más de 250 cráneos en fosa clandestina en Veracruz
El narco opera de una manera directa. Cuando una autoridad no se pliega a
sus negocios, ya sea participando o dejando hacer, la asesinan o crean
una situación insostenible. Cuando Miguel Ángel Yunes, del PAN, asumió
la gobernación de Veracruz (el 1 de diciembre de 2016), en sustitución
del prófugo Duarte, se produjeron 600 homicidios en los primeros 100
días de su Administración. Un mensaje mafioso, una advertencia para que
participe en los negocios ilícitos o por lo menos no se entrometa.
Pero uno de los hechos más elocuentes es el trabajo incansable de las
madres de desaparecidos, que decidieron salir a buscar a sus hijos e
hijas que no regresaron. Es el caso de Colectivo Solecito, que consiguió
ubicar decenas de cuerpos y es el responsable del descubrimiento de la
megafosa de Colinas de Santa Fe, probablemente la más grande hallada en
América Latina.
Son apenas medio centenar de madres, que dedican todo su tiempo a
realizar marchas, denuncias y a cavar en las fosas clandestinas con sus
manos. Financian sus actividades con ventas de ropa en garajes, kermeses
y rifas para apoyar a sus brigadas de búsqueda. El 10 de mayo del 2016,
varios desconocidos se les acercaron en una marcha y les entregaron
papeles con mapas dibujados a mano que les permitieron llegar a la fosa
de Colinas de Santa Fe.
Las madres del Colectivo Solecito dijeron a Proceso que el fiscal
general del Estado, Jorge Winckler (goo.gl/2tV08F), "se burla de
nosotras en redes sociales, no nos atiende, no nos recibe", y desprecia
el trabajo de las asociaciones de familiares de desaparecidos. En suma,
que la complicidad del Estado en los crímenes del narcotráfico está
fuera de duda. Por eso, el pasado 16 de febrero, las madres entraron a
la fuerza a la Fiscalía empujando a los policías ministeriales, luego de
que Winckler las hiciera esperar más de tres horas para recibirlas.
A las narco-fosas se suman las matanzas a cielo abierto. El 20 de
septiembre de 2011, fueron abandonados 32 cadáveres en Boca del Río
(Veracruz). Estaban maniatados, semidesnudos y con las letras Z talladas
en las espaldas. Es una de las muchas matanzas con las cuales el narco
pretende amedrentar a la población para que no interfiera en sus
negocios.
Lo que llama la atención es que el Banco Mundial, además de otras
instituciones y organismos como Forbes, consideran que México es el país
que tiene mejor "clima de negocios" de la región, que se sitúa en el
"grupo selecto de economías mundiales que han llevado a cabo reformas
cada año desde 2004" y que, "una vez más, México es la economía mejor
clasificada en la región".
¿Cómo podemos relacionar este 'clima de negocios' con una guerra
desastrosa para la sociedad mexicana? Este es el punto clave que nos
permite pensar que estamos ante un narco-capitalismo. Suele decirse que
el de México es un 'narco-Estado". Pero esta realidad, que remacha el
Banco Mundial con sus informes favorables sobre México, nos permite
inferir que la guerra contra el narco encubre otra realidad más profunda
y terrible: el capital funciona en algunos países en alianza con el
narco, del cual toma prestados sus modos de operar, que consisten en
hacer negocios aun al precio de destruir la sociedad.
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