4 octubre, 2019
Para esta serie nos apoyaremos libremente en los textos del libro del camarada Jaime Rangel El Marxismo Leninismo Maoísmo: Ciencia de la Revolución Proletaria, en donde se encuentra una magistral síntesis de la experiencia y desarrollo de nuestro movimiento.
Por Qué Triunfó la Revolución en China
China era un país supremamente atrasado. Allí el feudalismo sobrevivió por cientos de años y solo a partir de la Guerra del Opio en 1840 se fue transformando en un país semifeudal, pero encadenado al imperialismo como país colonial y semicolonial.Mao Tse-tung describió así la evolución y el carácter de la sociedad china en 1939:
“Dado que la economía mercantil que se desarrollaba en la sociedad feudal china llevaba ya en su seno los gérmenes del capitalismo, la sociedad china se habría transformado lentamente en capitalista, aun sin mediar la acción del capitalismo extranjero. La penetración de éste aceleró tal transformación. El capitalismo extranjero ha desempeñado un papel muy importante en la desintegración del régimen económico-social de China: por un lado, ha socavado los cimientos de la economía natural y arruinado la industria artesana de las ciudades y la artesanía doméstica de los campesinos; por el otro, ha acelerado el desarrollo de la economía mercantil en la ciudad y el campo. (…) Sin embargo, el nuevo fenómeno del que hemos hablado, el surgimiento y desarrollo del capitalismo, constituye sólo un aspecto del cambio operado a raíz de la penetración del imperialismo en China. Hay otro aspecto que es concomitante con el primero y que, a la vez, lo obstaculiza: la colusión del imperialismo con las fuerzas feudales chinas para impedir el desarrollo del capitalismo chino. (…) Así se ve claramente que, con su agresión contra China, las potencias imperialistas, por una parte, han acelerado la desintegración de la sociedad feudal china y el crecimiento de elementos de capitalismo, convirtiendo así la sociedad feudal en semifeudal, y, por la otra, han impuesto sobre China su cruel dominación, transformándola de país independiente en país semicolonial y colonial”. (Ver, La Revolución china y el Partido Comunista de China).
Siendo China un país semifeudal, semicolonial y colonial, con un proletariado que no alcanzaba a los 3 millones mientras los campesinos constituían la inmensa mayoría de sus 450 millones de habitantes, muchos comunistas no creían que allí fuera posible hacer una revolución dirigida por la clase obrera y que enlazara directamente con la revolución socialista.
¿Por qué triunfó la revolución en China y no en los países más desarrollados? Veamos cuál fue el secreto.
La Era de la Revolución Proletaria Mundial fue inaugurada por el triunfo de la Revolución de Octubre.
Las ideas comunistas y la lucha política del proletariado se extendieron a lo largo y ancho del planeta, produciendo luego de la segunda guerra mundial imperialista, un cambio en la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo: surgió el Campo Socialista.
El impetuoso avance de la lucha revolucionaria antiimperialista en África, Asia y América Latina, confirmó la apreciación leninista sobre el acercamiento cada día entre el frente de lucha contra el capital y el frente de lucha contra el imperialismo, como las dos grandes corrientes históricas de la nueva era.
El sistema imperialista mundial se agrietaba cada vez más, al sufrir derrotas no sólo en países capitalistas, sino también en los no capitalistas como Albania, Corea y China.
Las inmensas supervivencias del feudalismo en la sociedad china, con su correspondiente superestructura militarista burocrática, determinaron que la revolución agraria fuera la base y contenido de la Revolución Democrática Burguesa que necesitaba esa sociedad. En China, el imperialismo se constituyó en el soporte de las supervivencias feudales, apoyando y reforzando toda la maquinaria burocrática feudal. De ahí que la revolución burguesa, fuera a la vez que una revolución agraria contra el feudalismo, también una revolución antiimperialista, porque sin derrotar al imperialismo, fuerza y aliento de los terratenientes, era imposible acabar con las supervivencias del feudalismo chino.
La vigencia de la Revolución Proletaria Mundial, la gran actividad revolucionaria del proletariado chino, la existencia de la Dictadura del Proletariado en Rusia, el auge de la revolución agraria campesina y la impotencia política de la burguesía china por su dependencia umbilical del imperialismo, fueron condiciones que permitieron y exigieron al proletariado ser el dirigente de la Revolución Democrática Burguesa como única clase garante de que una vez derrotado el feudalismo y el imperialismo, la revolución no tomara el camino capitalista sino continuara directamente hacia el socialismo.
En efecto, esa revolución, no contra el capitalismo sino contra el feudalismo y el imperialismo, fue dirigida por el proletariado bajo la guía del comunismo, de su Partido Comunista con su jefe y maestro: Mao Tse-tung.
Sobre la base del análisis concreto de las condiciones concretas de China, el Partido Comunista concertó en la revolución de 1924-1925 una alianza con el Kuomintang, representante político de la burguesía Nacional. Esta alianza fue posible en la medida en que los Tres Nuevos Principios del Pueblo: “Nacionalismo”, “Democracia” y “Vida del Pueblo” formulados por Sun Yat-Sen en 1924, inspiraban tres grandes políticas: “Alianza con Rusia”, “Alianza con el Partido Comunista” y “Ayuda a los campesinos y obreros”. De esta forma los “tres principios del pueblo” eran análogos en lo fundamental al programa mínimo del Partido Comunista, esto es, permitían desarrollar en alianza con la burguesía nacional la revolución antiimperialista y antifeudal.
Si bien existía analogía básica, no por ello eran idénticos los tres principios del pueblo al programa mínimo de los comunistas. Este último también incluía: “La implantación definitiva del Poder Popular, la jornada de ocho horas y una revolución agraria cabal”.
“Así lo explicaba Mao Tse-tung en 1940:
“El comunismo prevé, además de la etapa de la revolución democrática, la etapa de revolución socialista y, por consiguiente no sólo tiene un programa mínimo sino también un programa máximo, es decir, el programa para el establecimiento del socialismo y del comunismo (…) La concepción comunista del mundo es el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, mientras que la de los Tres Principios del Pueblo, es la que explica la historia en términos de la vida del pueblo, que en esencia es dualismo o idealismo (…) Los comunistas hacen concordar teoría y práctica… Entre los partidarios de los Tres Principios del Pueblo, excepto los más leales a la revolución y a la verdad, no existe unidad de la teoría con la práctica sino contradicción entre lo que desean y lo que hacen…”. (Sobre la Nueva Democracia).
El análisis concreto de la situación concreta china, permitió al Partido Comunista determinar que la concentración del poder imperialista y lacayo en las ciudades, posibilitaba y hacía necesario desarrollar en el campo la Guerra Popular, como forma principal de lucha desde el comienzo, creando Poder Rojo que luego cercara y tomara las ciudades. Fue así como después de la traición del Kuomintang en 1927, se crearon las primeras Bases de Apoyo en las montañas de Ching Kang, librando una guerra civil contra el Kuomintang de Chiang Kai-Shek hasta 1937; luego lucharon contra el imperialismo japonés en un Frente Unido con el mismo Kuomintang, para culminar con una guerra de liberación de tres años contra Chiang Kai-Shek y el imperialismo norteamericano, coronando en 1949 la victoria de la Revolución de Nueva Democracia, esto es, la revolución democrática burguesa de nuevo tipo, bajo la dirección del proletariado y en alianza con el campesinado y demócratas burgueses.
Se fundó así la República Popular China, emprendiendo su marcha hacia el socialismo, al proponerse hasta 1956 revolucionarizar la estructura económica en el sistema de propiedad, avanzando en el socialismo sin pasar por una sociedad capitalista de dictadura burguesa.
Por revolución de nueva democracia, se entiende una revolución antiimperialista y antifeudal de las grandes masas populares bajo la dirección del proletariado. Sólo a través de una revolución semejante puede la sociedad china avanzar hasta el socialismo y no hay otro camino”.
Mao Tse-tung
· 7 octubre, 2019
En
esta segunda entrega damos continuidad a las enseñanzas de la
Revolución en China, deteniéndonos en la contribución más
importante de esta gesta a la lucha por la emancipación de la clase
obrera y conocida como la Gran Revolución Cultural Proletaria; como
dijimos en la entrega anterior, los textos son una adaptación libre
de apartes del
libro del camarada Jaime Rangel, El
Marxismo Leninismo Maoísmo: Ciencia de la Revolución Proletaria.
¡SE DESATA LA GRAN REVOLUCIÓN CULTURAL PROLETARIA!
La
ofensiva política e ideológica del proletariado contra la
burguesía, desarrollada en el Gran Salto Adelante y en el
Movimiento de Educación Socialista, causó conmoción entre
los revisionistas quienes controlaban el aparato cultural y
educacional del Estado. En 1961, el historiador revisionista Wu Han
publica la obra de teatro “La Destitución de Hai Rui”,
rechazando mediante la analogía histórica, la destitución del
ministro de defensa, el revisionista Pen Te-Huai. Los Marxistas
Leninistas entendieron que los revisionistas utilizaban su poder en
la esfera de la cultura para ganar la opinión pública a la
restauración del capitalismo; de ahí que aceptaron el terreno
artístico y cultural como el campo de la primera ofensiva de la
Revolución Cultural contra el revisionismo.
La
GRAN REVOLUCIÓN CULTURAL PROLETARIA fue un movimiento
inspirado por Mao Tse-tung y su preparación inicial tuvo lugar en
una reunión de trabajo del CC del PCCH -Septiembre Octubre de 1965-;
le correspondió a Yao Wen-Yuan, periodista de Shanghai escribir y
publicar la crítica a la obra teatral de Wu Han el 10 de Noviembre
de 1965, fecha en que se oficializó el comienzo de la “Gran
Revolución Cultural Proletaria” (GRCP) en China.
El
contenido esencial de la crítica literaria al revisionismo consistía
en refutar la “renuncia al movimiento de masas para construir el
socialismo”, “el abandono de la primacía del factor político
sobre la producción” y
“el papel decisivo de los especialistas y tecnócratas en la
construcción del socialismo”; estas teorías revisionistas
eran promulgadas entre las masas por Diarios y Revistas de amplia
circulación.
Se
había así mismo conformado el “Grupo Encargado de la
Revolución Cultural” (GERC) que en Febrero del 66 ya estaba
liderado por el revisionista Pen-Chen (alcalde de Pekín), y rendía
un informe guía para la revolución en el cual llamaba “a hacer
de la crítica literaria un asunto meramente académico”,
oponiéndose a que esa crítica se deslizara al terreno político,
negando el carácter político de la lucha de clases y desviando la
GRCP hacia la derecha.
Este
informe revisionista es anulado y criticado con severidad por la
“Circular del 16 de Mayo”, aprobada en reunión del
CC, en la cual también se procedió a remover al GERC,
reemplazándolo por uno nuevo. En uno de sus aportes, concluye la
“Circular del 16 de Mayo”: “Dicho informe es un reflejo de
la ideología burguesa en el partido, es totalmente revisionista. La
lucha contra esta línea revisionista no es, bajo ningún aspecto,
cosa de minucias, sino un asunto de primordial importancia que atañe
al destino, al porvenir y a la fisonomía futura de nuestro partido y
nuestro país, y que concierne también a la Revolución Mundial
(…) Los representantes burgueses que se han infiltrado en el
Partido, el gobierno, el ejército y los diversos sectores culturales
son un grupo de revisionistas contrarrevolucionarios que se
apoderarán del poder y convertirán la Dictadura del Proletariado en
dictadura de la burguesía si se les presenta la oportunidad”.
Aunque
la “Circular del 16 de Mayo” era en sí un documento
interno del partido, en la práctica se constituyó en el clarín que
ordenaba ampliar aún mas la GRCP, llamaba a la amplia
movilización de las masas populares, a su participación
consciente en la Revolución Cultural, señalando su verdadero
blanco: la Nueva Burguesía liderada por los revisionistas en
el seno del partido, esto es, los seguidores del camino
capitalista.
Pero
en realidad, el documento clave, la orientación general de toda la
Revolución Cultural hasta 1976, lo constituyó la “Decisión
de 16 Puntos” tomada en la IX Sesión Plenaria del CC
(Agosto/1966), un documento de gran importancia para comprender el
contenido de la GRCP.
En
este documento se cristalizó en enconada lucha entre la línea
marxista leninista encabezada por Mao Tse-tung y la línea
revisionista encabezada por Liu Shao-chi y Teng Siao-ping.
En
la “Decisión de los 16 Puntos” se precisa que el blanco
de la crítica en la Revolución Cultural son los DIRIGENTES
seguidores del camino capitalista, desenmascarando así una vez
más, la táctica del revisionismo de desviar el filo de la
revolución hacia otros objetivos. En efecto, entre junio y julio de
1966 Liu Shao-chi y Teng Siao-ping, habían promovido los “grupos
de trabajo” con los cuales impulsaron la línea de colocar en
el centro de la crítica masiva, no a los dirigentes, no
a los cuadros responsables, sino a los cuadros intermedios y a
organizaciones enteras, lo cual desató una gran resistencia entre
las masas, dando origen a la formación de “Los Guardias Rojos”,
organizaciones compuestas en su mayoría por jóvenes estudiantes que
salieron en defensa de la línea marxista leninista del partido.
La
“Decisión de los 16 Puntos” reafirma el principio de que
son las masas quienes hacen la historia y son ellas quienes deben
liberarse a sí mismas; estimula y promueve su más amplia
movilización y crítica contra los dirigentes seguidores del camino
capitalista.
LA LUCHA ENTRE LAS DOS LÍNEAS
La
Revolución Cultural, fue una revolución política que
buscaba consolidar la Dictadura del Proletariado, extirpar el
revisionismo, prevenir que la sociedad se desarrollara por el camino
capitalista y avanzar en la preparación de las condiciones para el
triunfo del socialismo y el comunismo.
Como
revolución política fue el enfrentamiento de dos clases: la
burguesía y el proletariado, portadoras cada cual de una definida
línea ideológica y política para defender sus intereses de clase.
La lucha entre las dos líneas en la Revolución Cultural, fue la
continuación de la lucha entre líneas librada desde 17 años atrás,
como reflejo de la lucha de clases en el socialismo; y aunque se
extendió a múltiples aspectos de la vida social, libró sus
confrontaciones más agudas en torno a la comprensión y tratamiento
de las contradicciones fundamentales de la sociedad socialista, y en
si se desarrolla o no la Dictadura del Proletariado.
LAS CONTRADICCIONES DE CLASE EN EL SOCIALISMO
Los
Marxistas Leninistas Maoístas apoyándose en el materialismo
dialéctico e histórico y aprendiendo de la experiencia de la URSS,
llegaron a esta científica conclusión: “las contradicciones
fundamentales en la sociedad socialista siguen siendo las existentes
entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, entre
la superestructura y la base económica”. (Ver,
Sobre
el Tratamiento Correcto de las Contradicciones en el Seno del Pueblo,
Mao Tse-tung).
Así
mismo, entendieron que en el socialismo esas contradicciones
fundamentales toman la forma de Contradicciones de
Clase, cuya expresión concentrada es la contradicción entre el
proletariado y la burguesía. Consecuentes con la crítica que habían
hecho a las tendencias del Partido Bolchevique al materialismo
mecanicista, los comunistas chinos comprendieron que después de
haber resuelto en lo fundamental la transformación socialista de las
antiguas relaciones de propiedad, era la superestructura el aspecto
principal de la contradicción, reaccionando y determinando la
base económica. De ahí que la lucha de clases en tales
condiciones se concentra ante todo en el dominio superestructural
de la sociedad; en última instancia, en la lucha entre la línea
ideológica-política proletaria y la burguesa.
Esa
lucha entre líneas, es un reflejo concentrado de la lucha entre el
materialismo dialéctico y el idealismo metafísico, la lucha entre
el Marxismo y el revisionismo, la lucha entre el capitalismo y el
socialismo.
Es
así que en la GRCP, los marxistas leninistas maoístas definieron
como principal, la contradicción “entre el proletariado y la
burguesía”, y al revisionismo como el “peligro
principal”. En tanto, los revisionistas portadores de la línea
burguesa, partían de considerar principal la contradicción “entre
las relaciones socialistas avanzadas y las atrasadas fuerzas
productivas”.
En
ese orden, la tarea central para los marxistas leninistas
maoístas era “empeñarse en la revolución y promover la
producción”, o expresada de otra forma: “La política es
la clave, la revolución debe guiar la producción”; para los
revisionistas la tarea central era “desarrollar las fuerzas
productivas” como lo expresara al comienzo Liu Shao-chi,
apoyado por Teng Siao-ping a quien no importaba si el desarrollo de
la producción servía al socialismo o al capitalismo, respecto a lo
cual hizo su triste famosa declaración:
“No
importa que el gato sea blanco o negro, lo importante es que atrape
ratones”, o “La tarea principal es la producción… no es
necesario continuar la lucha de clases porque… el revisionismo ha
sido derrotado completamente”, según el informe de Lin Piao al
IX Congreso en 1969.
Los
marxistas leninistas maoístas al enfilar la revolución hacia la
superestructura golpeando todo lo burgués, no lo hicieron como
“caza-fantasmas”, sino en
base a un detenido análisis de la nueva sociedad, en la cual
encontraron que la propiedad socialista comprendía además de la
propiedad estatal, la propiedad colectiva de los campesinos; que
subsistía la producción y circulación de mercancías y con ellas
la ley del valor, aunque no fuera la determinante de la economía;
que persistían las diferencias entre obreros y campesinos, entre
ciudad y campo, entre trabajo manual e intelectual; que subsistía el
derecho burgués –restringido– en la distribución de los bienes
individuales; que persistían la desigualdad entre los cuadros
funcionarios y las masas, entre los técnicos y los obreros.
En
fin, que en el socialismo el capitalismo exhala su fetidez pues
esas desigualdades generan una tendencia espontánea a desarrollar el
capitalismo, porque en todas las capas privilegiadas está la
base social de la NUEVA BURGUESÍA, cuyo cuartel general fue
encontrado por los maoístas en el seno del partido: los
dirigentes revisionistas seguidores del camino capitalista!
En
consecuencia, la Revolución Cultural atacó esas desigualdades,
fustigó los privilegios de clase, creó condiciones para remodelar
la concepción del mundo de los intelectuales, combatió los métodos
burgueses en la educación y en la producción, impulsó la
participación de las masas obreras en la administración y combatió
sin tregua el revisionismo en el partido.
Por
su parte la línea revisionista fue opositora a estos desarrollos de
la Revolución Cultural, pues ella partía de considerar que “con
la propiedad socialista habían sido suprimidas las clases y por
tanto su lucha”; defendían los privilegios de los cuadros, los
funcionarios, los técnicos y los militares; salvaguardaban a los
nuevos burgueses de los ataques proletarios recurriendo a su conocida
táctica: vitorear, apoyar y participar en la Revolución Cultural
con el fin de desviar sus objetivos!
Se está haciendo la Revolución Socialista, sin embargo, no se comprende dónde está la burguesía. Está justamente dentro del partido comunista; se trata de los dirigentes seguidores del camino capitalista en el Partido. Los seguidores del camino capitalista siguen todavía su camino”.
Mao Tse-tung
· 8 octubre, 2019
Continuamos
en esta entrega destacando los aportes universales de la revolución
en China en cuanto a al problema del nuevo Estado, la Gran Revolución
Cultural Proletaria, que sin duda representa la fuente de aliento e
inspiración para que el Movimiento Comunista Internacional pueda
sobreponerse a la derrota e izar de nuevo la roja bandera de la
dictadura proletaria, contando ahora a su favor con la experiencia de
lucha contra el revisionismo y con el conocimiento de la clave para
prevenir la restauración del capitalismo: ¡Continuar
la revolución bajo la dictadura del proletariado!
En
el texto, que es adaptado del libro del camarada Jaime Rangel, El
Marxismo Leninismo Maoísmo: Ciencia de la Revolución Proletaria,
se cita al Partido Comunista Revolucionario, EE.UU.
y a Avakian cuando todavía no habían renegado del marxismo
leninismo
maoísmo;
citas que vale la pena contrastar con lo que dicen ahora acerca de la
Gran Revolución Cultural Proletaria y de cómo han abandonado la
teoría de la Dictadura del Proletariado y
de continuar la revolución en el socialismo, para
abrazar la teoría burguesa del “derecho a disentir” y
la entelequia del “núcleo sólido con mucha elasticidad”.
EL QUID: DESARROLLAR O NO, LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
Haber
centrado la revolución en la superestructura, ligó la GRCP en forma
directa con el problema de la Dictadura del Proletariado.
En
este terreno la disputa entre las dos líneas se centró en si se
avanzaba por el camino socialista haciendo que el proletariado “lo
dirija todo” o si se restauraba el capitalismo, restaurando a
la vez la dictadura de la burguesía.
Los
maoístas entendían que para que el proletariado pudiera “dirigirlo
todo” tenía que derrotar el revisionismo; y es en este
propósito que la Revolución Cultural da un portentoso salto en
relación con lo ocurrido en la URSS.
El
método maoísta para derrotar el revisionismo no consistió en las
“depuraciones” por lo alto, ni en la utilización de
procedimientos administrativos y policíacos. El método maoísta
para enfrentar al revisionismo, se apoyó fundamentalmente en las
masas, atacando antes que nada la línea política revisionista,
minando su base ideológica, desarrollando en las masas la conciencia
sobre ese enemigo, movilizándolas para que examinaran el
comportamiento de sus dirigentes, promoviendo la más amplia crítica
de masas a los dirigentes seguidores del camino capitalista.
Con
ese método, fueron “descabezados” revisionistas de la talla de
Liu Shao-chi, Teng Siao-ping y Lin Piao, quienes tenían enorme poder
en el Estado y en el Partido. Los revisionistas, en el comienzo de la
Revolución Cultural utilizaron su poder para impedir al máximo que
las masas expresaran sus críticas. El movimiento fue poco a poco
rompiendo con esas restricciones revisionistas hasta desbordarse en
una amplia y poderosa lucha ideológica de masas sobre los problemas
centrales de la Revolución Cultural. Ante esta situación los
revisionistas optaron por desviar los objetivos del movimiento, por
promover escisiones, por confundir a las masas haciendo pasar por
“derecha” lo que era “izquierda”, presentando como “maoísta”
lo que en verdad era revisionista.
Los
marxistas leninistas maoístas se esforzaron por orientar el
movimiento de crítica masiva no sólo a ubicar los dirigentes
seguidores del camino capitalista, sino a que las MASAS MISMAS
DESALOJARAN del poder a los revisionistas e hicieran realidad la
consigna de “el proletariado debe dirigirlo todo”.
Según
relata Jean Daubier en Historia
de la Revolución cultural proletaria en China: “La
revolución cultural había progresado en dos direcciones paralelas,
pasando del dominio artístico y literario al dominio político, y
del aparato del partido a las universidades y después a las
fábricas”. De ahí que a partir de Octubre de 1966 cuando la
lucha contra Liu Shao-chi deja de ser indirecta, –analógica– y
adquiere un carácter abierto y frontal, es también cuando empieza a
desplazarse el centro de movilización, de los estudiantes hacia los
obreros. De ahí en adelante, la clase obrera se convierte en la
fuerza social más activa y movilizada.
Por
ser Shanghai la ciudad industrial más importante, por su gran
tradición de lucha revolucionaria, por haber sido sus periódicos
los tribunos para la denuncia literaria del revisionismo a principios
de la Revolución Cultural, por todo esto, Shanghai fue también la
ciudad donde el proletariado chino inició su participación
consciente y decidida en la Revolución Cultural.
El
Comité Municipal del Partido en Shanghai, era muy prestigioso, y de
él formaron parte Yao Wen-yuan y Chang Chun-chiao, (dirigentes
maoístas que en 1976 fueron reprimidos por los revisionistas
tildándolos de ser miembros de una banda de cuatro “izquierdistas”),
estos camaradas fueron llamados al GERC en Pekín, siendo aprovechado
su traslado por los revisionistas de Shanghai para imponer su línea
en el Comité Municipal, logrando reprimir, represar y contener la
Revolución Cultural en su primer año. Esto ocasionó el descontento
de los obreros y “guardias rojos”, quienes al final vencieron las
restricciones y promovieron la crítica masiva a los dirigentes
seguidores del camino capitalista en el Comité Municipal de
Shanghai.
En
Enero de 1967, se desató la “Revolución de Shanghai”
donde los obreros, campesinos y estudiantes se apoderaron de sitios
estratégicos y de trabajo, procediendo a derrocar a los
revisionistas refugiados en el Comité Municipal, el máximo
organismo del partido en esa ciudad. Los insurrectos instauraron como
centro de poder el Comité Revolucionario de Shanghai, llamado
originalmente Comuna de Shanghai.
Esta
ola revolucionaria se extendió por todo el país surgiendo nuevos
“Comités Revolucionarios”. En muchos lugares el poder de
los revisionistas impidió la formación de comités, o ellos mismos
conformaron Comités Revolucionarios fantasmas, impidiendo la
participación de las masas; o conformaban organizaciones de masas
confundiéndolas al posar sus dirigentes de “maoístas”, para que
atacaran a los verdaderos maoístas a quienes a su vez tildaban de
“seguidores de Liu Shao-chi”.
Los
“Comités Revolucionarios”,
se conocieron como NUEVOS ÓRGANOS DE PODER DE LA REVOLUCIÓN
CULTURAL y se llamaban de “triple integración” por
ser conformados así: un tercio con representantes de organizaciones
de masas, un tercio con representantes de los cuadros del partido
escogidos por las masas y un tercio con representantes del ejército
o milicianos. Las masas apoyándose en los comités impulsaron
grandes transformaciones en las relaciones económicas de la
sociedad, en las instituciones culturales y administrativas,
aumentando el control de las masas en las fábricas, granjas, en
las esferas de la educación, arte, cultura, salud, etc.
Pero
bien es cierto que la instauración de los “Comités
Revolucionarios” no significó una derrota de la nueva
burguesía en todos los frentes.
Mientras
la Revolución Cultural expulsaba del Partido a Liu Shao-chi en
octubre de 1968 destituyéndolo de todos sus cargos, Lin Piao se
hacía fuerte en el partido y en el Estado como el máximo dirigente
del Ejército y de nuevo pregonaba la “Teoría de las fuerzas
productivas”, apoyado por Chou En Lai quien tenía como
consigna “ordenar la vida social y colocar la producción al
mando”.
Cuando
es derrocado Lin Piao en septiembre de 1971, Chou En Lai logra gran
influencia en el poder del Estado, incluso apadrina la rehabilitación
de Teng Siao-ping argumentando que éste había sido “un gran
opositor” de Lin Piao.
Mientras
que en el X Congreso (1973) los marxistas leninistas maoístas
reafirman su línea de “poner la política al mando, y la
revolución como dirigente de la producción”; la derecha logra
en él avanzar en su consolidación organizativa dentro del partido.
Análoga fue la situación ocurrida en la Cuarta Asamblea Popular
(enero/75) en la que Teng Siao-ping es nombrado vice-primer ministro
y Jefe del Estado Mayor del ejército.
En
Abril de 1976, la derecha organiza un motín contrarrevolucionario en
la plaza Tien An Men reivindicando a Chou En Lai, lo cual ocasionó
la destitución de Ten Siao-Ping (sin ser expulsado del partido),
pero al propio tiempo Jua Kuo Feng era elegido Primer Ministro y
Primer Vicepresidente del partido.
Los
anteriores datos –fastidiosos por cierto– dan la apariencia de
una rapiña entre burócratas por el poder, pero son en realidad el
reflejo en los organismos máximos del Partido y del Estado, de la
fuerza que poseía la derecha revisionista y de su enorme base
social.
Es
ilustrativo ver cómo el “Movimiento de Crítica Masiva contra
Lin Piao” para atacar el idealismo, fue desarrollado de un modo
indirecto, similar a la crítica literaria al comienzo de la
Revolución Cultural, sin confrontar de frente a la derecha y sus
dirigentes, sino a través de la analogía con los antiguos filósofos
Confucio y Mencio. Eso reafirmaba el poder de la derecha revisionista
y la amplitud de su base social.
Ante
tal poderío de los revisionistas, los “Comités
Revolucionarios” representaron un avance sin precedentes,
para derrocar a la nueva burguesía, para colocar al proletariado a
“dirigirlo todo”. Si bien, en un principio los “Comités
Revolucionarios” fueron órganos de un nuevo poder para
reemplazar los organismos del Partido y de la Administración
corrompidos por el revisionismo a nivel municipal y provincial,
después se extendieron a otros niveles, derrocando a los
revisionistas también en la dirección de las fábricas, de las
comunas, de las universidades, etc.
En
este sentido se puede afirmar que FUE EL MÁS AVANZADO PASO DADO
POR EL PROLETARIADO EN APRENDER A EJERCER SU DICTADURA, pues se
logró la mas amplia democracia –jamás conocida– para que las
masas por sí mismas criticaran a sus dirigentes, los removieran y
los eligieran!. En este sentido, el proletariado chino había
recuperado la Senda de la Comuna y la estaba transitando
mediante la Revolución Cultural. En este sentido la Revolución
Cultural dio un paso histórico para consolidar la Dictadura del
Proletariado y prevenir la restauración del capitalismo.
Digo
“EN ESTE SENTIDO” porque la política de crear “Comités
Revolucionarios”, se identifica con la línea de la
Comuna de París en que “los dirigentes son elegidos y removidos
por las masas”, pero se abandona la línea, también de
la Comuna, que no colocaba NINGUNA LIMITACIÓN para la
elección por las masas: LES DABA ABSOLUTO PODER EN LA ELECCIÓN!.
En
cambio, en los “Comités Revolucionarios”, so pretexto de
darles un carácter “más democrático” y “ofrecer un
mayor control sobre los asuntos del Estado”, se LIMITA
el poder de las masas en la elección de sus dirigentes, se
renuncia a los Comités tipo Comuna y se promueven los Comités
de Triple Integración.
En
los “Comités de Triple Integración” de niveles distintos
al municipal o al provincial, se elegían por las masas los
representantes de sus organizaciones, de los cuadros y TAMBIÉN de
los milicianos.
Pero
en los Comités de Municipalidad o de Provincia, el tercer tercio
siempre era ocupado por representantes del EPL, que YA NO ERAN
ELEGIDOS POR LAS MASAS, sino por la Comisión Militar del Comité
Central.
Este
privilegio del ejército en los “Comités Revolucionarios”
hacía parte del lugar especial que ocupó en la Revolución
Cultural. Fue el único aparato del Estado que conservó su
estabilidad, a excepción de un incidente en Wuhan donde una fracción
del ejército apoyó la derecha y permitió que aflorara la crítica
contra los seguidores del camino capitalista en el EPL.
Se
daba por sentado de antemano que el EPL era maoísta, y que estaba
contra los seguidores del camino capitalista.
Incluso
Mao Tse-tung hizo un llamado especial al EPL en 1966: “El
Ejército Popular de Liberación debe apoyar a las amplias masas de
la izquierda” reflejando con ello que se trataba como de una
“tercera fuerza”, por fuera de los contendientes
principales.
Es
indudable que el ejército chino en la Revolución Cultural tuvo
características muy específicas y distintas a cualquier ejército:
se guiaba por el principio de que “la política guía el fusil y
no al revés”; por períodos los oficiales se desempeñaban
como soldados rasos; los soldados se vinculaban a la producción y
desde 1966 desarrollaron una labor de propagandistas –utilizando la
persuasión y no las armas– en el seno de organización de masas y
de los mismos Comités Revolucionarios. No obstante estas prácticas
para combatir su profesionalismo y su burocratismo, nunca en
la Revolución Cultural se puso en duda ni se criticó su
monopolio sobre las armas, lo cual estaba en CONTRA de la
línea de la Comuna, en contra de la concepción de Marx y Lenin
sobre el NUEVO ESTADO de DICTADURA del proletariado: sin
burocracia y SIN EJERCITO PROFESIONAL, pero con las MASAS ARMADAS!
A lo
largo de la Revolución Cultural se evidencia cómo el monopolio de
las armas fue siempre del EPL: los “Guardias
Rojos” eran jóvenes desarmados; los “Comités
Revolucionarios” se tomaban el poder desarmados; los
representantes del EPL en los “Comités Revolucionarios”
eran soldados desarmados; los campesinos estaban desarmados y los
obreros… ¡desarmados!, fueron derrotados en Octubre de
1976, cuando la derecha, el revisionismo, los seguidores del camino
capitalista, encontraron la oportunidad (de la que había prevenido
Mao Tse-tung), para apoyándose en el poder efectivo y real que
poseían en el partido y en el Estado y apoyados en la base social de
burócratas y privilegiados, procedieron al reemplazo forzoso de
la Dictadura del Proletariado por la dictadura de la burguesía.
En
ese entonces, fue el EPL –considerado a ultranza maoísta– el que
reprimió a los maoístas verdaderos, y el que encarceló a sus
principales dirigentes, el que ahogó la insurrección de Shanghai, y
la lucha de las masas –armadas ya tarde– en Anjui, Fujián,
Sichuan, Junan, Xin jiang y Jianxi.
“Las
armas tienen que estar en manos de las masas para poder hacer la
revolución, defenderla y hacerla avanzar. Pero esto no es
principalmente cuestión de si las masas literalmente poseen armas o
no, de si están organizadas en milicias junto con las fuerzas
armadas regulares etc. Esto es importante, pero lo más fundamental
es la cuestión de la conciencia política de las masas quienes
poseen estas armas y quienes forman estas milicias y fuerzas armadas
–puesto que solamente si son educadas y entrenadas en la concepción
del mundo y métodos básicos marxistas, en la teoría y en la
práctica, y son capacitados tanto a través de estudio como de lucha
política concreta a distinguir la revolución de la
contrarrevolución y el marxismo genuino del marxismo falso, sabrán
para qué luchar y contra qué luchar, qué defender y qué suprimir,
arriesgar la vida para defender qué, y qué es lo que tienen que
aplastar– y solamente así, en este sentido básico, estarán las
armas realmente, políticamente, en manos de las masas y serán éstas
capaces de mantener su dominio, sobre la sociedad y revolucionarla de
acuerdo con la concepción del mundo de clase y los intereses del
proletariado”.
Del Programa del Partido Comunista Revolucionario de EE.UU. Cuando
era MLM y no había adoptado el revisionismo post maoísta de la
“Nueva Síntesis de Avakian”.
La
consigna de “LA CLASE OBRERA DEBE DIRIGIRLO TODO” fue
ganando simpatía a medida que se desarrollaba la Revolución
Cultural. Incluso en la Revolución de Shanghai en un manifiesto de
los “Guardias Rojos” se recordaba la necesidad de destruir
“la vieja maquinaria del Estado”.
Pero
la derecha revisionista no estaba por fuera del Estado, tanto es así
que entre 1974 y 1975 restauran relaciones burguesas en las fábricas,
imponen reglamentos burgueses a los obreros, empujan en general la
restauración del capitalismo bajo la consigna de “Modernizar a
China”; era un devolverse a gran escala del camino recorrido en
la Revolución Cultural. Este repunte de la nueva burguesía ocurrió
justo luego que los Marxistas Leninistas con Mao Tse-tung a la cabeza
lanzaron –a principios de 1975– el llamado general a todas las
masas, para estudiar sobre la Dictadura del Proletariado, para
entender su necesidad pues “la falta de claridad al respecto
conduciría al revisionismo”.
Quiere
decir esto, que los maoístas no ahorraron esfuerzos para que las
masas comprendieran a conciencia qué es y cómo se consolida en la
práctica la Dictadura del Proletariado. No escatimaron esfuerzos los
maoístas para combatir las diferencias de clase generadas por las
contradicciones del socialismo.
Sin
embargo los revisionistas lograron desviar los proyectiles lanzados
por la Revolución Cultural, cuando estos iban dirigidos a criticar y
remover su poder efectivo en el Estado. De hecho el ejército,
–bastión principal del Estado– quedó siempre protegido de la
revolución, se le conservó su carácter de ejército burgués como
monopolizador de las armas, –así se hubiese proletarizado en otros
aspectos– salvaguardando las condiciones que permitirían
convertirlo en dócil instrumento de la nueva burguesía para cortar
y liquidar el avance logrado por el proletariado en la construcción
de su Dictadura.
“Si
los derechistas llevan a cabo un golpe de estado anticomunista en
China, estoy seguro que tampoco conocerán
la paz y su dominio muy probablemente será de corta vida, ya que
esto no será tolerado por los revolucionarios que representan los
intereses del pueblo que constituye más
del 90% de la población”. Mao Tse-tung.
EL GRAN MERITO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL
La
Gran Revolución Cultural Proletaria impidió durante 10 años la
restauración capitalista en China.
“El
hecho de que a fin de cuentas la Gran Revolución Cultural Proletaria
no haya podido impedir el derrocamiento de la dictadura del
proletariado no aminora en modo alguno su importancia histórica, ni
la importancia de las lecciones que de allí puede sacar el
proletariado mundial”. (Comunicado Conjunto, Conferencia
de Partidos y Organizaciones Marxistas Leninistas, Otoño/80).
El
proletariado mundial, ha pasado por una gran derrota con la pérdida
de su dictadura en China, pero ha recibido también la más
importante experiencia de cómo consolidar su dictadura. Su
camino que –con la pérdida sufrida en la URSS– había quedado
ensombrecido y confuso, ha sido de nuevo iluminado por el gran
combate teórico y práctico librado por el proletariado maoísta.
El
gran mérito histórico de la Revolución Cultural consistió en
haber resuelto en lo teórico y en lo práctico el cómo
consolidar la Dictadura del Proletariado, el cómo prevenir la
restauración del capitalismo.
La
GRCP representó el mayor intento del proletariado por transitar a
través de la senda señalada por la Comuna de París en busca de
consolidar su dictadura, dejando al proletariado internacional como
enseñanza fundamental: LA NECESIDAD DE ¡CONTINUAR LA REVOLUCIÓN
BAJO LA DICTADURA DEL PROLETARIADO!.
Fue
la Revolución Cultural una auténtica revolución política que
movilizó a millones y millones de proletarios hacia la comprensión
científica de las leyes de la nueva sociedad, para que fueran las
propias masas quienes atacaran las raíces profundas que generaban la
nueva burguesía seguidora del camino capitalista. De ahí que en la
mira de la Revolución Cultural, hubieran estado las contradicciones
sociales que generaban y conservaban las desigualdades y privilegios
de clase, de donde aflora una base social proclive al revisionismo y
dispuesta a restaurar el capitalismo.
Consolidar
la Dictadura del Proletariado, derrotar al revisionismo y prevenir la
restauración del capitalismo fueron los objetivos fundamentales de
la Revolución Cultural, que de por sí representan un salto
cualitativo del proletariado en la comprensión de las leyes de
la nueva sociedad, y un paso firme en la preparación de condiciones
para la transición al comunismo.
La
Gran Revolución Cultural Proletaria representa la fuente de aliento
e inspiración para que el Movimiento Comunista Internacional pueda
sobreponerse a la derrota e izar de nuevo la roja bandera de la
Dictadura Proletaria, contando ahora a su favor con la experiencia de
lucha contra el revisionismo y con el conocimiento de la clave para
prevenir la restauración del capitalismo: ¡CONTINUAR LA
REVOLUCIÓN BAJO LA DICTADURA DEL PROLETARIADO!
“La
Revolución
Cultural
fue la cumbre más alta alcanzada hasta ahora por el proletariado. El
movimiento proletario como toda cosa en el mundo se desarrolla en
forma de espiral, y como el proletariado es la clase en subida,
seguramente avanzará, por esta espiral, desde el nivel más bajo
hasta el de arriba. Las condiciones materiales y las leyes de la
sociedad hacen inevitables el socialismo y el comunismo, y ningún
retroceso puede cambiar esta inevitabilidad histórica”.
Avakian –cuando no había renegado del marxismo.
· 9 octubre, 2019
Dando continuidad a los aportes de la Revolución China publicamos la
última parte del Capítulo 7, del libro de Economía Política escrito por
comunistas de Shanghai durante la Gran Revolución Cultural Proletaria en
China, conocido como El Manual de Shanghai. A
la luz de la teoría económica marxista y resumiendo la experiencia de
la construcción del socialismo, en este Capítulo se expone la
interrelación entre la agricultura y la industria en el socialismo. El
texto fue tomado de la Revista Contradicción No. 18, El Marxismo leninismo maoísmo y el problema agrario en Colombia, publicado en octubre de 1996, donde el lector interesado puede encontrar el texto completo traducido al español.
El Manual de Shanghai es otra de las grandes contribuciones
de la Gran Revolución Cultural Proletaria China a la construcción del
socialismo, por cuanto no solo crítica la línea revisionista de
apuntarle todo al desarrollo de las fuerzas productivas, sino que
demuestra el poderoso esfuerzo del proletariado por llevar a la práctica
la orientación de poner la política al mando y empeñarse en la revolución y promover la producción,
logrando importantes avances en la solución de la contradicción entre
el campo y la ciudad y entre la industria y la agricultura, la
concreción de la alianza obrero-campesina en el terreno económico y
social, base del socialismo; es decir, de cómo avanzar en
revolucionarizar la sociedad desarrollando a la vez las fuerzas
productivas.
El Manual de Shanghai enlaza con los trabajos críticos de
Mao a la literatura soviética sobre los problemas de la construcción del
socialismo en materia económica; pero especialmente es un desarrollo a
su trabajo Sobre Diez Grandes Relaciones,
juzgando la práctica de la Revolución China; por consiguiente, tampoco
es un documento acabado, pero sí es una gran contribución a la lucha de
la clase obrera por abolir las diferencias heredadas del capitalismo.
El Manejo Correcto de las Relaciones Entre Industria y Agricultura, Consolidando la Alianza Obrero Campesina
El vínculo de la industria-agricultura en la sociedad socialista tiene doble carácter
Marx y Engels afirmaron que después de tomar el poder, una de las
mayores tareas que los proletarios tenían que llevar a cabo bajo su
dictadura era la “combinación de la agricultura con la industria
manufacturera, abolición gradual de las distinciones entre el campo y la
ciudad”
1
. Con el logro de la propiedad pública socialista,
la sociedad socialista elimina la contradicción antagónica
característica de la sociedad capitalista donde la industria explota a
la agricultura y el campo es saqueado por la ciudad. Pero las
diferencias entre la industria y la agricultura, y entre el campo y la
ciudad siguen existiendo. Así pues que el vínculo entre la industria y
la agricultura en la sociedad socialista posee un doble carácter,
peculiar del período de transición del capitalismo al comunismo.1. Marx y Engels, Manifiesto del partido comunista
En la historia de la sociedad humana, las conexiones entre la
agricultura y la industria toman muchas formas. En la economía de la
comunidad primitiva, la producción artesanal, como hilar y tejer y
elaboración de herramientas y utensilios eran un complemento de las
actividades agrícolas. Esta era una especie de relación primitiva entre
la industria y la agricultura. A medida que se desarrollaron las fuerzas
productivas también se desarrolló una más compleja división social del
trabajo; fue introducida la propiedad privada y los lazos entre la
artesanía y la agricultura fueron intensos. A partir de entonces el
vínculo entre agricultura e industria comenzó a tomar una forma circular
de cambio a través del dinero. Esta forma de vínculo entre la industria
y la agricultura involucrando cambio a través de la moneda, alcanzó su
más alto desarrollo en el sistema capitalista. Sin embargo el cambio a
través de la moneda posibilitó a la burguesía expandir las “diferencias
de precio” entre los productos industriales y agrícolas (esto es, elevar
los precios de los productos industriales y bajar los precios de los
productos agrícolas), exacerbando así las contradicciones antagónicas
entre la industria y la agricultura y entre el campo y la ciudad. Pero
esto únicamente apresuró el proceso por medio del cual el capitalismo se
torna en su contrario. Marx decía: “La producción capitalista… al mismo
tiempo… crea las condiciones materiales para una más alta síntesis en
el futuro de la agricultura y la industria sobre la base del
perfeccionamiento de lo que cada una ha adquirido”
2
. La
nueva, “más alta síntesis” entre la agricultura y la industria de la
cual habla Marx y que ahora llega a ser posible con la abolición del
sistema capitalista, es el vínculo directo en la producción entre la
industria y la agricultura, construido sobre la base del sistema de
propiedad pública de los medios de producción y bajo la dirección
planificada y unificada de la sociedad.2. Marx, El Capital, Tomo 1.
En la sociedad socialista, con el logro de la transformación del
sistema de propiedad pública de los medios de producción y con el
impulso por el estado de una planeada regulación de la producción
industrial y agrícola comienza a tomar forma la nueva relación entre la
industria y la agricultura que Marx previera. El estado socialista
vincula a la industria y a la agricultura en la producción a través de
un plan económico nacional. Esto asegura que la agricultura socialista
produce alimentos de una forma planificada y provee del material
requerido para el desarrollo de la industria. El estado socialista
asegura que la industria produce toda clase de productos industriales
requeridos por las villas rurales, como fertilizantes químicos,
pesticidas y toda clase de maquinaria agrícola y equipo adecuado para el
desarrollo de la agricultura. Estos vínculos planificados entre
industria y agricultura en el ámbito de la producción presenta una nueva
relación de apoyo mutuo y promoción mutua entre la industria y la
agricultura. En este aspecto dichos vínculos son ya un elemento
comunista.
Pero, de otro lado, las diferencias aún existentes entre la industria
y la agricultura y entre el campo y la ciudad, y aunque la industria en
el sistema socialista está principalmente construida sobre la base de
un sistema de propiedad pública y la agricultura sobre un sistema de
cooperación colectiva, siguen existiendo remanentes de la vieja sociedad
porque sus relaciones de producción pueden únicamente realizarse a
través del cambio monetario, es un aspecto inevitable de la subsistencia
del derecho burgués en los vínculos entre la industria y la
agricultura. Desde este punto de vista, aún existen remanentes de la
vieja sociedad en las relaciones entre la agricultura y la industria en
la sociedad socialista.
Este doble carácter del vínculo entre industria y agricultura en la
sociedad socialista requiere que se preste atención a dos aspectos del
manejo de las relaciones entre la industria y la agricultura. De un
lado, y este es el aspecto principal, debemos hacer una buena planeación
de los vínculos entre ellas, asegurando que estén ligadas al sistema de
producción planificado por el estado y no permitir nunca la
liberalización capitalista en la producción. De otro lado, el cambio de
productos entre industria y agricultura debe ser bien organizado. A
pesar de que esto es un aspecto secundario, es malo no prestarle la
suficiente atención. Como en las relaciones entre la industria y la
agricultura sigue subsistiendo el sistema de mercancías, la ley del
valor debe operar. Utilizando correctamente las categorías de mercancía,
valor, dinero, precio, etc.; manejando correctamente los problemas en
el cambio de productos industriales y agrícolas de acuerdo con los
principios socialistas; minimizando “las diferencias de precios” entre
estos productos; planeando apropiadamente los precios relativos de los
diversos productos agrícolas y del campo que el estado adquiere de la
agricultura: todos estos factores juegan una activo papel en la
vinculación socialista de la agricultura y la industria. Al mismo
tiempo, se debe ver que en el proceso de esta vinculación las luchas
entre el proletariado y la burguesía son muy agudas. El encadenamiento
de la industria y la agricultura requiere del uso de relaciones
mercantiles y monetarias, donde las relaciones de mercancía y moneda son
precisamente el suelo fértil para los nuevos elementos burgueses.
Debido a la influencia de la burguesía, la existencia del derecho
burgués, la fuerza de la costumbre de los pequeños productores, es
inevitable que, horneada tras horneada, nuevos elementos burgueses
puedan ser engendrados. Los nuevos y viejos elementos burgueses siempre
querrán usar las relaciones mercantiles y monetarias entre la industria y
la agricultura, para especular y hacer enormes ganancias. Esta clase de
actividades capitalistas deben ser golpeadas; el derecho burgués, en el
proceso de vincular a la industria y a la agricultura, debe ser
restringido; las tendencias espontáneas de los pequeños productores
deben ser criticadas. Únicamente de esta forma la vinculación de la
industria y la agricultura puede liberarse gradualmente de los vestigios
de la vieja sociedad y avanzar en dirección al comunismo.
La esencia de la vinculación de la industria y la agricultura es una cuestión de la alianza obrero-campesina
La cuestión de vincular a la agricultura socialista y a la industria
no es solamente la cuestión de unas relaciones proporcionales entre
estos dos sectores de la producción material; es también la cuestión de
las relaciones entre dos grandes sectores de trabajadores ―obreros y
campesinos―, es decir, es una cuestión de la alianza obrero-campesina.
Bajo el sistema socialista, los intereses básicos de los obreros y
campesinos son idénticos. Bajo la dirección de la clase obrera, la
alianza obrero-campesina, una alianza de apoyo y promoción mutuos, es
establecida con el propósito de llevar a cabo una lucha común para
construir el socialismo y lograr el comunismo. Pero ciertas diferencias
aún siguen existiendo entre la ciudad y el campo, entre los obreros y
los campesinos, con respecto a la economía, cultura, tecnología, y
subsistencia material. Estas diferencias son los remanentes de la vieja
sociedad. Para no permitir que continúen existiendo por mucho tiempo, y
mucho menos que se expandan, es necesario consolidar la alianza
obrero-campesina.
En su análisis de las relaciones entre la clase dirigente y la clase que es dirigida el presidente Mao señaló:
“La clase y el partido dirigentes, a fin de ejercer la dirección
sobre las clases, capas, partidos políticos y organizaciones populares
por ellos dirigidos, deben llenar las dos condiciones siguientes:
a) Conducir a los dirigidos (los aliados) a luchar resueltamente contra el enemigo común y a lograr victorias;
b) Dar beneficios materiales a los dirigidos o, por lo menos, no dañar sus intereses y, al mismo tiempo, darles una educación política”. (Mao, Algunos problemas importantes de la actual política del partido, O.E. Tomo IV, p. 192).
a) Conducir a los dirigidos (los aliados) a luchar resueltamente contra el enemigo común y a lograr victorias;
b) Dar beneficios materiales a los dirigidos o, por lo menos, no dañar sus intereses y, al mismo tiempo, darles una educación política”. (Mao, Algunos problemas importantes de la actual política del partido, O.E. Tomo IV, p. 192).
Después de que la clase obrera ha tomado el poder político, hay que
dirigir a los campesinos para derribar a la clase de los terratenientes y
llevar a cabo la reforma agraria y la colectivización agrícola, es
necesario dirigir a los campesinos en una tenaz batalla contra la clase
enemiga en las áreas rurales y conducir la educación socialista para
ayudarlos a realizar la mecanización agrícola sobre la base de la
colectivización, y desarrollar su vida material y cultural gradualmente
sobre la base del desarrollo de la producción y dirigirlos para seguir
resueltamente el camino socialista. De esta forma, las diferencias entre
el campo y la ciudad pueden ser reducidas y la alianza obrero-campesina
puede ser consolidada.
Por lo tanto, la cuestión de vincular a la industria y a la
agricultura es fundamentalmente la cuestión del correcto manejo de las
relaciones entre los obreros y los campesinos. La esencia de este
problema es la consolidación del papel dirigente de la clase obrera, la
consolidación de la alianza obrero-campesina y la lucha de la clase
obrera contra la burguesía para ganar la lealtad de los campesinos:
Todo esto, son nuevas manifestaciones de la lucha de clases bajo el
sistema socialista. La teoría del Presidente Mao de las interrelaciones
entre la agricultura, la industria ligera y la pesada, la política
general del desarrollo de la economía nacional tomando “La agricultura
como la base y la industria como el factor dirigente”, y el ordenamiento
del plan económico nacional de acuerdo al orden de agricultura,
industria ligera e industria pesada, trazan el camino para resolver
estos problemas.
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